Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

martes, 8 de marzo de 2011

277.- NIEVES CHILLÓN GÁZQUEZ


Nieves Chillón Gázquez

Nació en Orce (Granada) en 1981. 

Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Granada y DEA, actualmente es profesora de Lengua y Literatura en secundaria. Ha publicado El asa rota (XXX Premio de Poesía Villa de Peligros, Diputación de Granada, 2015), Rasguños (I Premio de Poesía Jorge Manrique y Vinos de Uclés, Ed. Vitruvio, 2013 ), La canción de Penélope (XIX Premio de Poesía Mujerarte, Ayuntamiento de Lucena, 2011), Morning Blues (Ed. Cuadernos del Vigía, 2006) y La hora violeta (Colección Granada Literaria, 2004). Ha participado en las antologías Todo es poesía en Granada ( Esdrújula Ediciones, 2015), CON & VERSOS, Poetas andaluces para el siglo XXI (Ed. Isla de Siltolá, 2014) y La vida por delante. Antología de jóvenes poetas andaluces (Ediciones En Huida, 2012). También en distintas obras conjuntas, revistas, festivales de poesía o en colaboración con otros artistas.




En la noche cuadrada
a la hora violeta del reencuentro
Penélope se suelta los cabellos, los lazos de la blusa
y desteje despacio una canción azul.

Sus largas hebras dictan un nombre sobre el lecho
mientras ella se mece bajo el árbol talámico
con una extraña fruta entre los labios
y una gota en sus pechos de virgen primigenia.

Penélope del mar del algodón,
noche a noche deshilas tu tristeza
a la luz de las velas, tienes
el corazón desmadejado y la voz de café.

El propósito falso de tu día
es un blues deshilvanado cuando llega la tarde
y tu voz es redonda y negra como el hueco
de la trompeta dorada del viejo Webster Baker.

Penélope, ¿hasta cuándo el inmenso telar de tu desvelo
si nunca más llegaron noticias de los barcos?
Mientras cantan los pájaros
sostienes dos agujas en señal de derrota.
Tomó las suaves plumas
y se elevó tan alto como el aire,
mas no cayó, al contrario,
el sol lo dibujó en el horizonte
y nunca más supieron los océanos
de su desnudo pie rasgando el agua.

Fui yo quien inventó su muerte,
porque la espera es sed,
un cántaro quebrado;
un rumor de miradas
urgentes de la última canción
-en mitad del silencio Nora Williams
estira eternamente el cable del micrófono-.

No queda más opción,
a veces, que marcharse
o escribir un final
para la sinfonía inacabada,
para el blues triste y solitario,
la subjetiva crónica
de nuestra rendición.

De Morning Blues



Cae un pájaro
como una constelación
desprendida del cóncavo
navío de la noche.

Un contorno de luz
se dibuja en la mano
del que protege:
incandescente mapa,
estigma luminoso,
deja a los barcos sin estela
y a las aves sin guía.

Y no amanece
porque la Aurora aún duerme
un sueño de ginebra en las esferas
bajo la mano protectora.

De Morning Blues



Tomó las suaves plumas
y se elevó tan alto como el aire,
mas no cayó, al contrario,
el sol lo dibujó en el horizonte
y nunca más supieron los océanos
de su desnudo pie rasgando el agua.

Fui yo quien inventó su muerte,
porque la espera es sed,
un cántaro quebrado;
un rumor de miradas
urgentes de la última canción
-en mitad del silencio Nora Williams
estira eternamente el cable del micrófono-.

No queda más opción,
a veces, que marcharse
o escribir un final
para la sinfonía inacabada,
para el blues triste y solitario,
la subjetiva crónica
de nuestra rendición.

De Morning Blues



Le aguardas, sonriente,
su aliento por tu cuello,
el juego que te excita
de su tacto, su gesto inquisitivo.

Mientras, la claridad
sorprende los rincones de las dudas
y deja al descubierto
lugares ya olvidados,
hitos del caminante que recorrió tu cuerpo.

De La hora violeta




Por sus múltiples poros de cal y de ladrillo
derraman el calor estas paredes
y quedan las palabras
como pequeñas nubes huérfanas,
lloviéndose.

El frío los sorprende debajo de las sábanas
y escapan con los ojos cortados y las bocas
más rápido que el miedo;

para que ahora venga yo a mojarme
de algunas cosas que olvidaron,
─esta pequeña niebla─,
y a resbalar en este río
oscuro como el hongo de la piedra.

De La hora violeta





Autorretrato

Soy una muñeca rota cosida con hilo rojo.
Mi pelo rubio y sedoso cayó a tijeretazos
en mechones desiguales rubios y sedosos.
Estoy maquillada con bolígrafo
llevo tatuajes,
tengo envoltorio de chicle
en el compartimento de las pilas
y los labios pintados de rosa fucsia.
Olvidé lo que sabía decir,
pero me veo en ti,
soy tu imagen, dolor y semejanza.
Lo mismo que  Dios con sus criaturas
hiciste lo que sabías:
Crear,
jugar,
romper.



Off

Cuando se apague el latido de los transistores
y deje de fluir la electricidad por los circuitos en los huecos de las paredes
las muñecas se cortarán sus venas de pvc
sin que sus ojos de cristal derramen una lágrima.

Bajo las palmeras de luz azul y rosa
escuchando la oscuridad de las olas contemplaré el fin del mundo,
la muerte de los bisturíes eléctricos
la agonía de los perros abandonados en los quirófanos a oscuras.



Máquina de refrescos III

Acerco mi oído a esta lata de cerveza
para escuchar el mar lleno de espuma.
Si mezclo con mi saliva una pastilla azul
resucitaré esta noche en el esqueleto de un niño.
Las caracolas han quedado obsoletas.
Han clausurado las fuentes
para vendernos botellas de colores.
El útero mecánico escupe chocolatinas
las vejigas sintéticas contienen la sangre en los hospitales.
Si tengo que morir que sea con todos los píxeles en su sitio
y rezaré para esquivar el cáncer que sobrevuela mi tejado
mi ensalada
mi ordenador
mi teléfono móvil
cuando averigüe cómo o a quién dirigirme.



Juventud

Los niños y los jóvenes
al contemplar lo hermoso
sienten deseos irremisibles
de deshojar, romper
para ver cómo cruje la turgencia
quebrada de los tallos,
cómo un huesecillo se parte
y el equilibrio se dispersa en numerosas
y pequeñas escombreras.



Gota de sangre

Una gota de sangre
en la página 20
me dice que caemos
y que puedo vivir y morir
al mismo tiempo.

(poemario El asa rota, Diputación de Granada, 2015)



Luces

Las diminutas palomitas rojas que flotan en el agua
e iluminan cada una un recuerdo,
las mariposas blancas atrapadas en tubos de cristal,
la luz azul de las pantallas reflejada sobre las olas de mi frente,

prenderé uno a uno los hilos incandescentes de mi casa
y cada fósforo vivirá entre mis dedos doce segundos luminosos
porque tengo la nieve metida entre los huesos y este invierno
ya no tengo más luz que un nido de serpientes asomadas al techo
ni otro calor que sus lenguas eléctricas a un centímetro de mis pechos
con su sangre tan helada como la mía propia
cortocircuitándose de frío.



Beginhof

Desde este jardín se abarca
la redondez del cielo

los árboles miden la diferente
estatura de nuestra fe

los cristales de las ventanas
parten por la mitad dos siglos
idénticos en la manera
de escuchar a los pájaros
y en el hambre furiosa de ser libres.



Pronuncia erizo

Pronuncia erizo
y que un rayo de sol
me peine el vello rubio de mi brazo

escribe con la uña
every day is like sunday
y ordena copiarlo cien veces
para que me lo crea,

llévate lejos la palabra
pájaro y deletrea
amor y espinas
cuando la luna crezca
invocada por la mentira
de los poetas.

Cada vez que las dices
otro golpe de remo
me aleja de tu orilla.



Adiós a Penélope

He decapitado definitivamente a Penélope
por sumisa
por no reconocer
que Ulises ya dejó de ser Ulises
por convertirse en un pájaro violeta
enjaulado en un taller de costura
por su libresca paciencia
por vivir de las rémoras.



Revolución

He decidido hacer
una revolución
la de llevar un hijo dentro
y escuchar nunca
lo imaginé de ti.

Anoche tropecé
con el bordillo de una acera
había más gente
pero nadie se percató
cuando caí, me levanté
y mi hijo no supo responderme
si sentía dolo
después me pareció anacrónico
decir malditas aceras mal iluminadas.

Hoy he salido al campo
con mi perro y mi hijo dentro
y he escuchado a dónde vas
sola.



A las poetas musas

Renunciad a vuestro oficio de inspirar sus poemas.

Renunciad a escucharles y hacedlo en la medida en que escribís
y os dais cuenta de que mienten
en cuestiones de equidad y política pero opinan
sobre la pertinencia de buscar compañera
muchísimo mejor que un compañero de piso,

renunciad porque habréis renunciado a callaros.

Renunciad a vuestro oficio de acompañarle como oficio
mientras los pies os piden seguir otro camino.

Renunciad a pesar de la niebla a pesar de los amigos comunes
a cuya puerta a oscuras golpearéis sin que nadie os escuche.

Renunciad y caminad en la penumbra a la que tanto teméis
porque desde ahí se ve más claro,
aunque haya que gritar también más alto,
en la noche pastosa de la punzante y luminosa libertad.








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