Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

sábado, 25 de junio de 2011

443.- TOMÁS AGUSTÍN GARCÍA

TOMÁS AGUSTÍN GARCÍA
Aunque nace en Granada, en todos los papeles dice que su pueblo natal es Alcaudete (Jaén), un pueblecito ni grande ni pequeño en mitad de ningún sitio donde nuestro autor desarrolló los primeros años de su vida.
Después de eternizarse como estudiante de L.A.D.E. (8 años para terminar la carrera ya está bien solía decirle su padre), funda una ONG sin saber muy bien qué hacer y se dedica a tareas de publicidad y marketing que
compagina con la administración de la ONG y los negocios familiares que no atiende.
La poesía de Tomás Agustín García juega con el lector desprevenido. Bajo una falsa apariencia de simplicidad utiliza lugares comunes y dobles sentidos para anular la sintaxis y la gramática con el pretexto de suplantarlas.
De lectura endiablada, es recomendado por el autor memorizar los poemas y repetirlos durante tiempos muertos o en tránsito como si de obras musicales se tratase.





SIN EXPERIENCIA PREVIA (2002)



Algo ha florecido en el caos
Una mentira de flores
Ha florecido de una lágrima
Sin Tiempo
Que no se detiene nunca
Para ya de una vez
Para ya para siempre
Contemplar el polvo de los espejos
Bajo estrellas quebradas
Bajo palabras
Quiero susurrarte con leche amarga
Una taza con agua de tortura
Blanca una taza blanca
De labios fríos
Que tiembla con brazos de hielo

Una lágrima que se tambalea
Que vuelca los coches
Como una marejada
Arranca un autobús
Al mar todos los días
Al centro del mar

Hay antiguas brisas azules de juguete

Hay tanto silencio
Soportado
Vencido al fin

En el hueco ajeno de tus labios

Hay laurel brillante
Aroma frágil
A pobreza callada por vergüenza
A ser mirado
Hasta el final alas dos mañana
Con alas amputadas querré imaginar
Algo borroso desdibujado
Una raíz de algo que no existe
Algo que se olvida antes incluso
De despertar.

*

No puedo imaginar ascensores
Más inmóviles, amor mío
Para siempre acabar ya
Desligándonos
Vacíos
Disueltos en masa sin peso
En un más vacío estado de revolución
Al margen de las armas
Abrazado en Silencio
A tí.

*

Tíranos ahora al cielo desbordado
Al abierto laberinto
De escarabajos miopes
Alas ramas del inmóvil
Oleaje al extrarradio borroso
Desligado al fin presentido
Tantas veces
La noche ahora esta noche fría
Derramada por todas partes
En el tejado desconchado
De la pared

*

Quién intenta alguien quien sea
Nosotros mismos olvidar esta noche
En la feria de momias en flor
Al desfiladero donde
Todo pasa una vez cada segundo
Y se repite tantas veces
Que ya no se decir quién
Espera hoy
El ocaso de los cuchillos tibios
Al final.












442.- JORGE B. ORTIZ


Jorge B. Ortiz (1981) nace y vive en Granada. En los últimos años de instituto, comienza a escribir y participar en concursos literarios que, por supuesto, no gana. Ante la perspectiva de no poder retirarse con los dividendos de dicha actividad, se licencia en Económicas, tras lo cual comienza los cursos de doctorado. Paralelamente colabora en la desaparecida revista El Parnaso (Ediciones Parnaso), así como en su página web, y en las letras del grupo granadino Fiona May.
Desde 2004 es presentador del programa Meridiano Cero, en la Emisora Municipal de Granada (Gente Radio, 88.8fm) En 2006 consigue el accésit en el Premio Federico García Lorca de la Universidad de Granada con “Esto no es ballet”. Actualmente continúa sus labores como becario en la Facultad de Económicas, escribe cuando no tiene que ir de pie en el autobús y no sabe posar ante la cámara.




· Publicado en la Revista El Parnaso vol. 0 -2003-

Bromas

Creo que nos hemos hecho mayores
antes de tiempo,
dijo la niña de la camiseta a rayas,
al tiempo que preguntaba con risa burlona:
- ¿Cómo se verán nuestras caras
reflejadas por la luz de un millón de estrellas?
Y el poeta respondió:
- Seguramente igual que los rostros
de los estúpidos enamorados,
de tal forma que no se adivina
cuáles son cuerdos y cuáles tarados…
Interrumpieron:
- Ninguno cuerdo, seguro.
Y las risas estallaron.
- Las fuerzas que faltan con la ausencia
de este tipo de fenómenos
puede que acaben con urgencia,
con tu triste y aburrida vida,
sin nada a lo que agarrarte,
pero tan sólo un instante.
Y los aplausos resonaron
por todo el Edén.



· De “Esto no es ballet” -2006-

¿Será que nunca llegaré al nirvana? (Haiku del miedo III)

En el arroyo
vendo mi alma al diablo
ahora estaré bien



Trabajo de investigación

Tengo que averiguar
el estado civil
de Miguel Hernández
cuando se batió en un duelo a limonazos.

¿Me legitimaría ello
a saber qué es un sueño?
Porque
cuanto más pregunto
más esquiva te vuelves.




A la carga

Espero no tener que cambiar
las palabras a código morse,
tampoco que me obliguen a hablar del capitán.

Y yo aquí,
con la cara en el barro
en algún lugar al norte de Francia.
“Qué falta de previsión, mi general”

La balanza se equilibra,
el yin y el yan se tensan,
voy a tener que asumir mi papel
y correr al sonido del silbato







441.- INMACULADA MAROTO


INMACULADA MAROTO
Nace en Granada (1986), donde actualmente reside y realiza estudios de Filología Hispánica.
Desde el año 2004 forma parte del consejo de redacción de la revista literaria Letra Clara, donde ha visto publicada la mayor parte de su producción.
Ha participado en diversas lecturas poéticas, y en el último año se contó entre los poetas invitados al Festival Internacional de Poesía ciudad de Granada.
Los poemas que siguen forman parte de un poemario inédito titulado Fantasmas en deíxis

*

Continuo devenir de soledades y sollozos,
lamentos que anidan en el alma,
concurrencia de recuerdos que no son.
Así también la sugerencia:
Esencia voluble y sincera;
bullicio eterno, ocasional y ajeno…
…Momento tardío para recuperar ideales,
pues, ¿qué es lo bello, lo hermoso y lo vivo,
en una mujer deshecha por todo y por nada?

La rigidez en un momento
puramente conceptual es inútil;
nubla la cavidad una escena figurada,
y si preguntas te diré: cuánto queramos.
La palabra no es nostalgia; mi poder,
la revisión de cada instante.

La tradición es un polígono
que describe indivisibles:
Murieron sin llegar a ser amantes.
No es constante la obsesión,
pero tampoco lo es la muerte.

*

He creído poder hallar en la certeza de su madurez
esencias inmutables, por ejemplo la belleza.
La temática legislativa que se oculta entre sus manos
dio lugar al hecho descriptivo que nos ocupa.
Reparemos en cómo el amor desprecia las costumbres:
carece de paradigmas, de idiosincrasia;
provecho y desesperanza: medicinas perpetuas.
Basado en un supuesto componente químico da lugar
a sólidos cimientos. Se apoya
en dolencias de futuro que nos pinta.
Rumor vago apenas al comienzo, no esgrime del destierro.
Avatares nimios para decirte:
Te echo tanto de menos.

*

“Sólo lo difícil es estimulante”
Que es mentira, que no te amo.
Sólo encuentro oquedades de éste y aquel sitio,
sellos lamidos por otras lenguas,
mis manos perfilando silencios
y el deshielo durmiendo en mi cama.
Soledades en cimientos de añoranza,
decadencias sobre momentos perdidos,
noches de ventanas cerradas,
miedo al alma en el alma de otro.
Que no te amo, que es mentira:
Sigo persiguiendo imposibles.


*

No se a quién, pero te amaré.
Siempre tú:
Mordaz infinito

*

“Sólo el dolor es real”
Si la mano oscila y busca la mano que aguarda
cuando la luz se esconde a sabiendas
y ya conoce lo imposible de su deseo,
si la desidia humedece los restos de pisadas
perfilando amor eterno encerrado en botellas
mientras alzamos a kilómetros las bocas…
Qué importa si es hoy, ayer o mañana:
Un nuevo batir de alas
de este continuo romper de hielo.
Nuevamente el estío;
nuevamente el exilio obligado.
Y nuevamente yo:
Atardeceres tendidos al sol que no acaban de secarse.

*

Ella cree no amarle, él gasta su tiempo con otra.
Recostados en el libertino azar de sus almohadas pasan las horas, se sienten distantes.
Si aciertan a cruzarse mantienen un gesto vampírico; él se rasga las ropas, ella finge que no le importa. Han aprendido a no mirarse a los ojos.
Vuelve en sí la negación. Aquellas noches, dónde quedarán ahora...
Está cansada, no quiere volver a verle y va a decírselo:
-Andrés, tenemos que cambiar los muebles








440.- PABLO LEIVA CRUZ


Pablo J. Leiva Cruz nace en Granada un 22 de febrero de 1985. A las pocas semanas de nacer allí, se traslada a Motril, donde vive y estudia hasta los dieciocho años. Tras cursar el bachillerato de humanidades ingresa en la Facultad de Traducción e Interpretación de Granada (estudios que cursa en la actualidad). Pablo empieza a escribir a los 16 años, y desde entonces, y aunque de forma bastante irregular e interrumpida, no ha dejado de expresar lo que siente ayudándose de papel y “boli”. En 2007 participa en el concurso de lectura pública de poemas Alea Blanca y en el XI Certamen Literario de Motril, en el que es galardonado con el premio Jóvenes Valores por la obra Viaje en verso a través de un sueño.


Viaje en verso a través de un sueño

Un sueño es ahora.
Tu beso.
Verte desnuda,
con tu beso en mi sueño
y mi sueño en tu luna.


Acércate despacio,
suave,
como si el tiempo
ya no existiera.
Mírame por última vez
antes de cerrar los ojos,
y deja que lenta,
y dulcemente,
desnude hoy tus labios
con un beso infinito.


Cierra los ojos.
Besa tu alma.
Juega a un juego al que nunca hayas jugado.

Después observa.

Sueña con el infinito.
Abre las manos
y respira todo lo más que puedas.

Vuelve a reír,
y dime que me quieres.


Sueños dormidos
en nubes de cristal,
entre tus ojos
y los míos.
Miro al cielo
y te busco,
y sueño,
y espero,
que algún día
se pare el tiempo,
para ver tus ojos en el cielo,
y decirte con los míos “te quiero”.


Curvas de risas,
de ojos negros,
de dulces labios
y de hábil lengua;
de inquietas piernas,
incesantes brazos,
alegres muñecas
y finos dedos.
Curvas de locura
pasión y desenfreno,
a velocidad de vértigo
desnudo en mi velero;

niña de mi vida,
sólo a ti te quiero.


No termines nunca
estrella única de mi noche.
Jamás me dejes solo,
que sólo tengo mis ojos,
mi alma,
y tu luz
para mirarte sólo a ti.


El tiempo no es real.
Nunca lo fue.
Sólo nuestros ojos lo saben,
sólo cuando se miran.
El infinito entre nuestros labios
recuerda que un día se tocaban,
que un día desafiábamos al tiempo,
a la distancia,
a ti,
a mí.
El tiempo no es más
que un montón de números
que se mueven más lento
y ríen más alto
cuando nos ven llorar.
No esconderé nunca
una sóla de mis lágrimas
ante ti,
y nunca dejaré
que sean esos números
los que tapen mi boca
al decirte “te quiero”.


Noches de verano
olor brisa salada,
en las que el horizonte iluminado
atrapa mis ojos,
cautiva mi mirada.
Noches de luna
en las que miro al cielo
y me baño en el silencio
de un mar negro e infinito
vestido de estrellas.
Noches de arena oscura,
de redes de pescadores
y de barcos en el puerto.
Noches de besos,
de risas
y de juegos.

Noches de verano.

Noches que sin ti
no son noches.


El recuerdo de tus besos
me abraza suave y cruel.
Amargas lágrimas dibujan en mis mejillas
ríos tristes que nacen
en montañas solitarias
color rojo clavel.

Y delante tú,
tus ojos, tus labios y tu sonrisa,
que me descubren cobardemente escondido,
y ahogado,
en un mar oscuro
dentro de mi corazón.

Y aunque quiero y lo intento,
no consigo dejar de quererte.


Yo te pienso en tu ausencia
vacío el viento y seco el mar,
detrás del infinito te toco
y me empapo de recuerdos,
dulces y amargos,
que nunca sabré si fueron,
o serán,
ciertos como mi amor.
Porque aunque lejanos y malditos,
y aunque yo no quiera,
tus recuerdos también arropan
mis sueños en tu ausencia.


Te vi en un sueño a ti,
y sólo a ti.
Era un sueño, lo sé.
La realidad no es
generosa en demasía.
Tu amor, como gota de agua,
cae entre los dos
siendo la brecha de una herida
que sólo tu adiós podrá curar.
Sólo tu adiós.


Y ese fue un día que
enamorado soñé que estaba
tumbado a la sombra del sol,
subido en versos de un sueño
que soñaba mi corazón.


[http://poetasengranada.blogspot.com/search?updated-max=2007-10-11T19%3A52%3A00%2B02%3A00&max-results=2]



439.- RAMÓN REPISO


Ramón Repiso Ruiz (Granada, 1975) cursó estudios de Filología Hispánica. Formó parte del consejo de redacción de la revista Letra Clara de la Facultad de Filosofía y Letras de Granada (1996-1999). Fue incluido en la antología Nuevas voces de la literatura en Granada (Casa de los Tiros, 1998). Ha publicado una plaquette en la colección “Cuadernos del Vigía” con el título de …o quédate a dormir (Granada, 1999) y, junto a Andrés Neuman, ganó en 1999 el premio Federico García Lorca en su modalidad de poesía con el libro de haikus Alfileres de luz. En 2004 inauguró la colección Vitolas del Anaïs con Colchonería Moderna. Actualmente es profesor de Lengua Castellana y Literatura en la franja de Baza y Cisjordania.





LOS DOS HERMANOS

He tenido que abrir mi propio libro
y he doblado sus páginas
con tu cuerpo tendido entre mis párpados.

Una imagen suaviza
el pulso de las horas:
somos nosotros cuando niños,
volvemos de los juegos y la arena,
balones y raquetas a la espalda.
Dos hermanos descalzos que regresan
al declinar el día,
cerrando en nuestros ojos
la herida lenta de la tarde.
Los dos hermanos vivos,
cansados y felices.

No estás.
Por eso mentiré si me preguntan.
Diré que volverás cuando la noche,
que ahora mismo no porque la muerte.

Qué difícil la luz que pretendemos.
Qué frágil la verdad que nos sostiene.







ALEGRÍAS DE BERLÍN

Descalzos corren mis años,
sin sueño van por tu vida,
para que no te dé sed
la sangre de mis heridas.

A las playas de Cádiz
desnudo vengo,
para mezclar mis canas
con tu veneno.

De tus veintiséis abriles
la cuenta llevan las olas,
y de tu hash y tu polen
los mecheros que me robas.

Todo se olvida pronto
con el cannabis,
menos tus pies descalzos
fundando Cádiz.

Se llena cuando te ríes
de flores de almendro el cuarto
porque te lavas la boca
con las agüitas de marzo.

De Granada a Conil
vuelo cantando,
lo nuestro sigue siendo
puro teatro.







HOMENAJE

Los talleres, el lento despertar
de un motor que preludia el desencanto.
Comienza el barrio a hablar.
Sudor y contrabando.

Bajo un lunes de plomo, la ciudad
grita lo que se vende.
Aliento gris, colmillos de cristal.
Así vive la gente.

Pero dejemos ya
de traficar con la tristeza:
entre tanta magnolia de alquitrán,
tú en bicicleta.









APARICIÓN

Los talleres, el lento despertar
de un motor que preludia el desencanto.
Comienza el barrio a hablar.
Sudor y contrabando.

Bajo un lunes de plomo, la ciudad
grita lo que se vende.
Aliento gris, colmillos de cristal;
así vive la gente.

Pero dejemos ya
de traficar con la tristeza.
Entre tanta magnolia de alquitrán;
tu en bicicleta.









SALVADOR GALÁN MOREU [438]



Salvador Galán Moreu 



(Granada, 1981)
Es licenciado en Psicología por la Universidad de Granada y trabaja como educador social en Madrid. Autor de El Centro del frío (Ed. Lengua de Trapo, 2011) al que se le concedió el IX Premio de Narrativa Caja Madrid, y de Libro del Diabologán (Ed. Difácil) que obtuvo a su vez el XI Certamen Internacional de Poesía Martín Gª Ramos. Anteriormente había sido distinguido en otros certámenes, entre ellos el Injuve 2010 de Narrativa con la nouvelle En el nombre del reagge. En 2008 se tituló DEA en Lingüística con la tesina Roberto Bolaño y la bandera de Chile por la UAM y ha colaborado con publicaciones como Las Afinidades Electivas, Espéculo, The Barcelona Review, The Gentleman Soldier, Efe 24, El coloquio de los perros, La Nueva Grecia, o Río Grande Review…



Su poesía ha sido incluida en los libros colectivos Poetiche della precarietá 3 (Ed. Zona, 2007), Elefante Rosa (Ed. Alea Blanca, 2010) y La vida por delante (Ed. En Huida, 2012); y su narrativa en la reciente antología de voces nacidas en los ochenta Última temporada (Ed. Lengua de Trapo, 2013).






COGE ESTE POEMA Y LÁRGATE YA

Regresa del trabajo y se la topa
tendida sobre la cama deshecha
mordisqueando su fruta
mientras hojea algún tipo de catálogo

A ojos suyos la escena torna a restos y manchas
-de manzana de cierto fluido químico-
ensuciando las sábanas color carmesí oscuro.
:
Una Esfinge de piernas gordezuelas
interroga sin bragas al Edipo indio del protagonista
:
¿Beberemos nuestra sangre esta noche?

Cuando éste grita el título
ella lo acata en su segunda cláusula
pero s0lo porque le viene en gana



CODA A 1
(Poema de amor)

No me extraña Irlanda que sufras, que llores, te envilezcas y me olvides: nadie escribiría una ópera sobre ti, odiarte es desear madres postizas. Quererte, despechar a las sirenas. Hoy estrenan Jesucristo Superstar. No me preocupa que acudas con esas bragas altas, blancas, muttande di postguerra italiana, entre las mondas de patata en circuncisión. Nuestros críticos no se equivocan contigo: se cierne tu naufragio. No quedan insectos ni bestias, pero una araña acaricia tu rostro y a nadie le sorprende. Crucifícala.
Hey Irlanda, escuché que construirán Microdisney, ¿llevarás a tus ratas de visita?
No te odio porque estés en todas partes, te odio porque me odias.
Vete a la mierda Irlanda. ¿Sólo así me perdonas?
De nuevo estamos juntos. Muertos. Te odio. Tú. Bésame.



4. MISTERIO

Cavó entre las sombras
como si untara una manteca sabia
y enterró el cuerpo
con deleite,
dejando
fuera la cabeza.

Su figura
se asemejaba al sombrero
de copa de un mago.

Ven, le dijo,
voy a enseñarte mi truco
más viejo entre
los árboles,
y se despidió en mil idiomas
distintos
con un solo gesto.




08:51 AM



Durante la disputa una tregua de miradas:

luto por nuestro antiguo bienestar.
La cama es campo de batalla y verbo.


Te relames: subrayas con saliva

cuanto ibas a decir.


Despejas las palabras como si me escupieras

huesos de una cereza maltratada,
conduces el discurso sobre piedras y rocas.


No hay nada alimenticio en tu monólogo:

la carne, el fruto, aquello que jamás pronuncias,
vacía de semillas el mensaje.
                        
Mi arma es voraz silencio.
(De la plaquette Doméstica, incluida en La vida por delante).






El libro del diabologán.
XI Premio Internacional de Poesía 
Martín García Ramos

Prólogo de Jairo García Jaramillo
Difácil, Valladolid, 2013

por Julio Béjar.

A Salvador Galán Moreu ya le subrayé algunos versos en su plaquette Doméstica, armados con la potencia de la cotidianidad:


Ensayas gestos frente al espejo matutino
como quien va de tiendas a probarse matices,
muecas, estados de ánimo, rictus al por mayor.


Y ahora en El libro del diabologán le celebro tres ideas: la antipoética, la multivocidad y el cuestionamiento de la identidad. «Mieux vaut se taire que paraître faux» cantaba el grupo de rock francés Diabologum, de cuyo nombre se inspira el título del poemario. Y es que Galán Moreu prefiere reconocer los límites de la palabra que impostar certezas:


No digamos nada más       nada de eso sirve
vayamos por aquí
sintonicémonos.


Su poética personal se afianza en la incertidumbre (con semejante rebeldía que Nicanor Parra) y se zambulle en la duda para salir a flote guiándose por la intuición: «los muchos que en mí se hallan nada escriben: / intuyen». En las cuatro partes que componen el libro, Galán Moreu recoge varias maneras de decir: el verso libre, la prosa poética, el caligrama y la escritura automática le sirven como herramientas para hacerse eco de las múltiples voces de un mismo yo lírico, «quien varía el rostro en sus fotos de carné». La duda problematiza el poemario hasta cuestionar la propia identidad del poeta; él mismo se increpa ante el espejo o el carné de identidad, existencialista a veces y estoico en otras:


Todos los cactus sufren sus espinas,
todos los burros lloran la herradura, yo pronunci
mi nombre.


En El libro del diabologán, Galán Moreu consigue construir su andar poético por el precipicio de la tentativa, el agotamiento y la duda. Por eso me interesa, porque emprende un camino de indagación hacia sí mismo: «esto es duda / sin género de vida».



NO/NADA


1)
sentado encima del retrete sigo
la caprichosa geometría
de los dibujos sobre los azulejos brillantes
que conforman la falda inferior del cuarto de baño                
así decido que no               
te diré no  -sí-  hoy no
                                  culpando a la CERÁMICA
2)
discontinuidad      quiebra
la intención se entumece   
bizqueo mientras el pez dorado de la sabiduría pasa   


despojado de su misión el Hombre se ahoga       

tiene bulla               SALPICA
finalmente proverbio:
todo río es simultáneo a unos ojos cerrándose
-mis dos ojos abriéndose-


sofisma contagioso:

no hacer nada    de nada

(De Libro de Diabologán)





EL FUTURO



No les des a mis chicos trabajos que desesperan y hunden.

No les des a mis chicos urnas con vuestro nombre dentro.
No te metas en las vidas de mis chicos porque ya suenan todas las campanas del futuro.

Manuel Vilas


En un bar llamado Los Cangas un joven poeta comprueba que aún tiene cinco minutos de  lectura y sorbe tranquilo su café.

Debe recoger a un chaval de nueve años que estudia en el colegio de enfrente.
Su curro.
La empresa le dio un móvil como coordinador de ruta y por eso se permite descansos mientras lee un libro de un autor contemporáneo, unos veinte años mayor que él.
Si cualquiera de las tres guapas educadoras de acompañamiento y merienda a su cargo lo necesitaran sólo tendrían que llamar.
Todos los días son iguales.
Siempre es lo mismo; el joven lee al consagrado-aunque nadie está nunca del todo consagrado y menos si escribe poesía-; lo hace con mucho gusto, pero sin perder el sentido crítico, al escritor que podía haber sido si no su padre, un tío. La clase de tío también joven que lleva a su sobrino de borrachera o de burdeles.
Ya no quedan burdeles y este joven poeta nunca hubiera acudido a ninguno de haberlos conocido. Siempre ha tenido una sólida conciencia social, hija de su generación, que no concibe irse de putas. De hecho él ha trabajado para ayudarlas como voluntario en un programa de la Cruz Roja.
¿Qué hace si no en este trabajo ocupándose de niños/niñas en riesgo de exclusión social?
¿Por qué no se matriculó en un MBA si su madre y su padre tienen pasta y amor?
Un tío joven y bohemio: así contempla el joven poeta a su compañero entre las páginas, boquiabierto como quien toma la primera comunión o recibe la definitiva unción de enfermos.
Son hermanos.
Santos.
Veinte años, quizá un poco menos.
Apenas la edad del poeta joven sin el doble de tiempo que precisan ciertos eventos deportivos-las olimpiadas, los mundiales de fútbol-.
Nada.
Cuando pasan cinco minutos, el tiempo despierta al poeta -como debe ser-, y las monedas, bien acurrucadas por sus manos torcidas y callosas, forman sendos tótems minúsculos de color gris sobre la barra.
Se despide con timidez y sale al frío de las cancelas escolares. Alguien susurra vaya chico tan raro, pero él no lo oye.
Un murmullo infantil trastorna la tarde y la lluvia que cesa.
Niños que corren en la misma dirección por primera vez en todo el día; todos son hermosos, tan hermosos como los poemas que se ha leído; mucho más que los adultos que aguardan con los bolsillos repletos de quehaceres.       
Tan solo una madre le inspira la belleza que halla en los chicos.
Es pelirroja y su hijo tiene un nombre extranjero: Ethan, Ethan, lo llama dos veces con voz delicada, de estalactita cayendo y clavándose en la nieve, y pareciera que al niño su propio nombre se le clava también pues acude al abrazo con amor puro e imposible.
Todos tenemos nuestro nombre hincado desde niños, piensa el joven poeta sin querer.
Y su alumno se llama Mario.
Mario llega con el flequillo en la cara y la capucha encima. Le ha visto entre las rejas y viene con la mano estirada, chocan las palmas, clap, desnudas, a pesar del frío tan mísero, tan pobre, se sacuden la presencia ñoña y familiar del resto con su orgullo de viejos amigos, compañeros de algo que ni Mario ni el joven poeta aciertan a comprender del todo.
Los niños envidian a Mario porque no le recogen sus padres y Mario se consuela con su estatus de edad breve.
El joven poeta no le da la mano cuando caminan.
Ninguno de los dos va a casa, pero solo uno está cumpliendo.
Siempre hablan de fútbol y coches, a veces de consolas pero de eso el joven poeta no sabe mucho y suele callarse. 
Cierto día el joven poeta le contó la historia de un hombre que tocaba el trombón en una orquesta y que se tiró un pedo tras acabar la sinfonía.
Por soplar tanto, dijo el niño, sellando una alianza de risa en la que solo cabían ellos, la logia secreta que permite salir de un colegio y entrar en otro. Cada tarde.
Aguantar eso sin llorar, hasta que la noche se vierta sobre el abrigo rojo de su madre, sobre sus zapatos de tacón despiadado, sobre su bolso Hermés de imitación.
Y pasan por las mismas calles tristes y por la misma plaza en ruinas de siempre, y llegan al mismo colegio y toman la merienda y hacen los deberes, y realizan manualidades.
Si todos se portan bien juegan. Aunque el joven poeta siempre deja jugar.
Algunos niños son amigos, otros no, las chicas son tontas.
Esto piensa Mario anhelando que a su madre no le tocaran esos putos turnos diabólicos.
Deseando que su padre no se hubiera largado jamás.
Y el joven poeta que lo imagina, pasa su brazo por el hombro cuando cruzan la calle a pesar de que no hay tráfico.
No como un padre sino como un tío.
La clase de tío también joven que enseña a su sobrino un poema o a sobrevivir.


(De Libro de Diabologán)






TEORÍA SOBRE NADA


(Esconded las cultas citas a mi principio…)
Se advierte a quien me lee
de los libros que han de empezar
y del poema que acabará entre ellos
—el modelo «libro redondo» ha sido
sustituido por el del «experimentador de fracasos»,
escribe Carlos Pardo en larga epístola
a Juan Andrés García Román—.
Me importa el movimiento,
su transcurso, los cauces,
la línea adelante o el retorno expansivo
—tu continua inquietud—
esperad con los ojos abiertos
esperad con los ojos cerrados
esperadme
los muchos que en mí se hallan nada escriben:
intuyen.
Esto no es lírica global
esto es duda
sin género de vida


(De Libro del Diabologán)










437.- ANTONIO LUIS GINÉS



Antonio Luis Ginés


Nace en Iznájar en 1967, aunque reside en Córdoba. Poeta.
Es diplomado en Magisterio por la Universidad de Córdoba. Dio sus primeros pasos en el taller impartido por el profesor Pedro Roso en la Posada del Potro, a principios de los años 90, y del que surgieron también otros autores como Eduardo García, Pablo García Casado y Vicente Luis Mora. Trabaja como gestor cultural, crítico literario y profesor de talleres de literatura.




Publicaciones


Poesía



Cuando duermen los vecinos (Córdoba, El Viaducto, 1995). 72 páginas, ISBN 84-605-4338-2.
Rutas exteriores (IX Premio de Poesía Mariano Roldán; Rute, Ánfora Nova, 1999). 68 páginas, ISBN 84-933871-8-5.
Animales perdidos (Córdoba, Plurabelle, 2005). 63 páginas, ISBN 84-933871-8-5.

Aprendiz (Ediciones de la Isla de Siltolá, 2013)





Inclusiones en antologías de poesía

Edad presente: poesía cordobesa para el siglo XXI (ed. Javier Lostalé; Sevilla, Fundación José Manuel Lara, 2003). 272 páginas, ISBN 84-96152-09-X.
"Córdoba y poesía" de Concha García (Granada, "Ficciones" 1998)



«RUTAS EXTERIORES»
Premio Nacional de Poesía “Mariano Roldán” 1998
Edit. Ánfora Nova / Cajasur







Ruta seis

Rápido. Así va todo desde el punto
de origen.
No se detienen hombres y mujeres
a pedir cuentas, a llevarse un trozo
una cuando más resplandece, no vamos
a quedarnos siempre aquí; rápido,
la única palabra que acaba
con nosotros en la cuneta,
sin bagaje ni destello que nos ponga en pie.
Rápido, enseñame otra forma
de exprimir el tiempo antes que éste me venza,
cansado de ser un esparrin
sin arena en los puños.







DESGUACE

Juraría que esta vez bajaste hasta mí
buscando a otro. No digo nada.
Cruzamos un puente pero bajo las ruedas
sólo aire. Alzo la voz
de Robert Smith, intento que conquiste
cada centímetro.
Conduzco –una excepción- tu coche,
el viejo, el de los primeros
jadeos sobre el ring de los cuerpos sudados,
viejo casete con las cintas de siempre:
Cero, la frontera, enemigos, el último...
Vas perdida. Aquí estuviste antes, con otros,
antes de mí. Camino del desguace
te crece por dentro un extraño tumulto.
Callados. Juraría que no viajas
conmigo, en ese asiento, que tocas otros brazos
esta tarde, haciendo kilómetros,
cuando la chatarra del alma nos cose
los labios como a rehenes.







BANDERA

A ella no le importó nunca que fueses
descalzo de la ducha hasta la cama,
que bebieras su leche con galletas
de coco, que mandaras flores rojas,
bombones, besos por teléfono, promesas
en papel de regalo, no,
ni lo más mínimo.

Ella tan sólo te quería –astuta-
para cubrir algunas páginas en su vida.

Para eso tan solo.
Le daba igual que mintieras
como un niño asustado, que la cena
desperdigada sobre la alfombra cada noche,
que la ropa interior –también los viernes-
decorase el salón del piso
como una bandera.







«Animales Perdidos», Plurabelle, 2005.





AGUAS TURBULENTAS

Tu hermana y su novio en el sofá
tocándose bajo la ropa.
Verlos así, cada viernes, con tus padres
fuera, te escocía entre las piernas.
Paul y Art cantaban sobre gente sin fortuna
en una América no tan brillante.
Dolía aún más el sábado noche,
pegada al teléfono, los besos, quiero
tenerte conmigo, cuando vamos a vernos.
Colgar y encontrar en la cama a tu hermana
y su novio desnudos, con hambre atrasada,
y un llanto seco abriéndose paso entre tus manos.
Estabas creciendo, y Paul y Art
tendían un puente para que cruzaras
aquellas aguas turbulentas.
Tu hermana besó a otros novios, también tú,
ambas dejasteis el piso de tus padres.
Los viernes ya no duelen de aquella manera.
No recuerdas aquel amor en la distancia.
Art y Paul también se separaron.
Madrid está imposible.
Humo en el fondo de los días. Este poema
para que no olvides
mil novecientos noventa y cuatro,
para que del dolor y la rabia
no quede más que una flor en mitad
de la calle,
esta sonrisa consumiéndonos.





JUNGLA

El hombre de la grúa no se mordió la lengua:
“Cuanta más gente trato
más quiero a mi perro”.
Entonces no entendimos nada.
Los tres allí apretados, de regreso,
dejándonos la vista en las casitas diseminadas,
sin preguntas sobre familias
que no sabrían de nuestra existencia.
Al cruzar los primeros barrios nos pudo el ajetreo
endemoniado, las bocinas roncas
de pedir auxilio, la trampa del bullicio,
puños en alto, amenazas, gente poco feliz.
Silencio de animales perplejos, impotencia
de hallarnos perdidos,
los tres, ante nosotros mismos,
cada uno a su manera, sin un lugar seguro
donde dejar que las manos
descansaran, sin querer bajarnos de la cabina,
conteniendo el fiero animal
que a menudo nos suplanta
con tristes ladridos en campo abierto








«Picados suaves sobre el agua», Bartleby, 2009.


ARAÑA

Cuando vuelvo la ciudad parece inofensiva. Las luces son arañas que parpadean y te deslumbran. Es el ojo de un huracán: su abrazo te engullirá como animal hambriento. Sabes que no podrás huir más allá de la noche, que te gustaría quedarte, detenido el instante y el motor, en esta zona de descanso. Observar el parpadeo: todo un mundo de posibilidades, de vidas, que agitadas se despiden del día. Te gustaría quedarte así, sin más ruido que tu respiración, el vaho contra la luna delantera. Pero el deseo no vence:
y, en cinco minutos,
estarás allá abajo,
serás otra araña
insignificante,
que no puede escapar
a su propio hilo.



TALGO


El viejo talgo surca la noche de la meseta. Un hombre trata de recordar pero no va más allá de las luces que se divisan lejanas y difusas; casitas y pueblos anónimos descansan en un sueño reparador. El humo sale de sus labios y choca contra la oscuridad de los campos. Sólo sabe que va hacia una ciudad, sólo sabe que trata de huir de su sombra, pero el tren se detiene en todas las estaciones, todos los pueblos, y no hay nadie, nadie sale a recibirle; y el tiempo que cree ganar con el rugido de la máquina es una dulce trampa que, imparable,
le conduce
a su destino.







Aprendiz, de Antonio Luis Ginés
Aprendiz (Ediciones de la Isla de Siltolá, 2013)


TRES GENERACIONES
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Escribía Peter Handke, en su volumen de diarios Historia de un lápiz, que hay dos momentos decisivos en la vida de cualquier hombre: uno es cuando ese hombre es un niño, y tiene un padre que intenta acercarse a él, y el niño se rebela contra el padre, porque le molesta o porque no lo comprende o, simplemente, por esa realidad inevitable que es el salto generacional; el otro momento decisivo es cuando el niño ya es padre y, a su vez intenta acercarse a su hijo lo que es, por los mismos motivos, infructuoso. Entonces es cuando mira atrás y recuerda y añora, y comprende mejor lo que ocurrió en ese primer momento, pero ya sin vuelta atrás, porque no están todos los personajes de esa ininterrumpida fantasía de la repetición. Ahora él será el nuevo padre, mientras que el padre anterior sólo vive en la cabeza de los que lo conocieron. Es así desde que la familia, tal y como la entendemos ahora, es el núcleo central de la sociedad, desde que conocemos el mundo tal y como lo vivimos. Escribe Antonio Luis Ginés:

“Mi única religión es mi familia.”

El poeta cordobés Antonio Luis Ginés, nacido en Iznájar, en 1967, ha debido comprobar que hay mucho de cierto en todo esto y ha querido que estas reflexiones o fotos o postales, constituyan el núcleo central de su sexto libro, Aprendiz, publicado el pasado año 2013 en La isla de Siltolá, en la colección Terra.
Aprendiz es una colección de treinta y cinco poemas, estructurados en tres partes y precedidos de la cita de Roberto Juarroz que inicia el libro y que da con algunas palabras clave: “Pero toda pérdida es el pretexto de un hallazgo.” Pérdida y hallazgo lo son todo. La vida es una continua sucesión de hallazgos que nos hacen rememorar y comprender las pérdidas. Y esos hallazgos ocurren en el presente, cuando el poeta mira a su hija y se ve a sí mismo con sus padres, en ese momento recuerda que hay alguien que ya no va a vivir ese momento tan especial. También ese momento fue especial cuando el poeta era el niño pero, entonces, aún no tenía el conocimiento que ahora ya atesora de los asuntos de la vida.
La primera parte del libro se llama RAÍZ y comienza con el poema “Religión”, de donde he entresacado el verso “Mi única religión es mi familia.”
Desde el principio sorprende el lenguaje claro y llano, coloquial y muy próximo al que usa el propio Antonio Luis en sus conversaciones cotidianas. Nos llama la atención ese giro a lo más usual, especialmente a quienes tenemos presente su anterior libro, Picados suaves sobre el agua (Bartelby, 2005), mucho más en la línea del realismo semisucio que practica algún otro poeta y amigo suyo cordobés, pienso en Pablo García Casado, con quien compartió sus años de primer aprendizaje. Personalmente, no tengo dudas de que este, más llano, más sencillo, es el lenguaje del poeta. Un lenguaje cercano a cualquier lector que se le acerque y  que es poético por el ritmo, por el sonido de la partitura apenas sensible de los versos entresacados del recuerdo.
En RAÍZ vemos una serie de instantáneas del pasado que por algún motivo se repiten. La madre, el padre, el abuelo… marcan estos momentos, a veces recordados, a veces entresacados de historias contadas por sus mayores que lo vivieron, y que siempre vuelven por algún motivo que repite las vivencias. Un sonido, un color, un camino, el mar o el lago o un embalse, o unas paredes empapeladas. Aquí está el poema “Aprendiz”, el que da título al libro. Cuenta una breve historia iniciática, sobre cómo aprendió a nadar, y termina con los versos:


“preguntándome
si esa sería
la única manera de aprender
que me esperaba.”


Sufrir, tragar agua para aprender a nadar, pero al fin aprender. La única conclusión al respecto es que siempre seremos aprendices.

La segunda parte, APROXIMACIÓN, comienza con el poema “Rescoldo”. Me gusta especialmente. Cuenta una conversación telefónica con una tía, hermana de su padre, en la que toma forma toda esa teoría que expuse al principio de Peter Handke. Eso de que hay experiencias, vivencias cotidianas que ya no podremos repetir nunca más. Esa sensación de haber fallado a nuestro hermano, a nuestro padre que


“ahora no está y es su recuerdo lo que arde,
pero a destiempo. Todo lo que no hicimos
sale a flote bajo cada frase;
cada conciencia navega sola
por el ancho mar de la noche
infinita; sólo cada uno sabe, soporta
el dolor de no haber actuado
en el momento preciso,
cuando puedes oír
una voz, una risa, respondiendo.”


Hablo de claridad y sencillez, esa difícil sencillez de la que hablaba Antonio Machado. Pero tendría que hablar de sinceridad. De la rotundidad. Del dolor. ¿Qué podemos pedirle a la poesía? Yo hace tiempo que estoy cansado de las páginas bonitas y hermosas. Y de los chistes más o menos ingeniosos. Necesito algo más. Menos belleza vacía y algo de insatisfacción y, así, más belleza. Algo así, como el poeta cuando habla con su tía y piensa que:


“Su hermano no respira,
una parte de su vida
se ha esfumado con él.”


Y cuando parece que todo está concluido nos golpea algo más:


“Lo que no sabe
es el trozo de mi vida
que se lleva su hermano, sacándome el aire
de los pulmones
en el infinito mar de la noche.”


Este es el poema que más me ha gustado. También la imagen de “Velas”, en el quinto cumpleaños de su hija:


“Mi niña sopla las velas,
mi padre sonríe por última vez;
aún respira, hasta que las cortinas
se cierran para siempre.”


Hay momentos en que vive la belleza y lo hace delante de nosotros, pero no dura, como decía Juan Ramón mucho más de un instante, y casi siempre nos coge desprevenidos. Así, en el poema “Granizo”, leemos:


“Existe la belleza, me esta mirando
con estos ojos de gacela
a punto, siempre,
al más mínimo ruido,
de salir huyendo.”


La tercera parte se titula PESO ESPECÍFICO y aunque en todos los poemas del libro el personaje es el propio poeta aquí lo es mucho más específicamente. Ya habita el tiempo que habitaba su padre pero este no está. La hija hace dibujos
“de trazo incierto” mientras él escribe un poema, “¿Acaso nosotros?”, una especie de poética que explica los poemas de este libro.


“Lo que mi hija quiere dibujar
está ahí. Quisiera hacerlo mejor,
dejarlo todo más claro
pero la casa, las figuras,
tienen su propia versión de las cosas.
No parecen contar con nuestro asombro
para cambiar de vida.”


El otro poema que funciona como una suerte de poética es “Rotonda” en el que leemos:


“Uno escribe sobre lo que ve.
Por eso no quería aquella habitación
con vistas a la rotonda,
donde el tráfico, fluido e incesante,
nos llevaba a escribir
sobre gente que pasa… Preferiría vistas
a la sierra pero no pudimos elegir.”


Este es ya el sexto libro de Antonio Luis Ginés. Yo recuerdo con mucho agrado, Animales perdidos (Plurabelle, 2005) y Picados suaves sobre el agua (Bartleby, 2009) y tengo la certeza de que este Aprendiz es el mejor libro de un poeta, que aunque nunca dejará de aprender, ni de sufrir para hacerlo, va demostrando paso a paso, que la sinceridad y la claridad nos acercan a la belleza. Y, para finalizar una pregunta: ¿se puede escribir poesía elegíaca, sin mostrar el dolor?

Rafael Suárez Plácido
(Texto leído en la presentación de Aprendiz, de Antonio Luis Ginés, en su presentación en Sevilla, el 30 de enero de 2014)