Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

lunes, 18 de julio de 2011

577.- ANTONIO SANTO ORCEO



Antonio Santo Orceo es un cantautor y poeta malagueño afincado en Madrid. Su espectáculo “Humor, poesía, música… y mucho cuento” ha girado por salas de toda España; asombra al público con un espectáculo fresco y ágil, cargado de sensibilidad, con un humor ácido y diferente, un especial cuidado por la calidad de las letras y una fusión de ritmos que incluyen el rock, la rumba, el son cubano, la bossanova, folk, country… Pero sus conciertos no son sólo música: en el show se mezclan las canciones con números de “spoken word”, loops, teatro, monólogos de humor y constantes guiños al público para que se implique. Acaba de lanzar en Internet, de forma totalmente gratuita y con licencia copyleft, su primer EP “Mi némesis particular”, grabado en Málaga en los estudios del productor Francisco Requena junto a sus músicos habituales: Álvaro Rojas y Felipe Calle (integrantes a su vez de la banda malagueña Utopicah), Raúl Lupiáñez y David Márquez.



Dies irae

Convirtieron una estirpe orgullosa en comida para látigos.
Se llevaron a nuestros hijos a sus guerras.
Velaron de miedo los ojos de nuestras mujeres.
Obligaron a elegir a nuestros hombres
entre unas manos vacías o cubiertas de sangre.
Nos dijeron que el mundo está hecho de puertas cerradas.
Nos hicieron creer que no podíamos vivir sin amo.
Incendiaron el pasado y lo sembraron de sal.
Pusieron un fusil donde había un camino,
un policía donde había justicia.
Se adueñaron de la risa, de las palabras
que significan esperanza, libertad, futuro
y a cambio nos dieron miedo y hambre.
Nos mataron a todos,
uno por uno,
y enterraron nuestros cuerpos y nuestra memoria
en una tumba sin nombre.
Nos lo quitaron todo.

Pero cometieron un error:
creyeron que eso
sería suficiente.









Las farolas

Enciende la bombilla:
será sólo un hilo de metal ardiendo
y debajo asfalto que moja la lluvia.
Nada más.

Apágala.
Ahora podría ser el nido de una salamandra,
un útero de oscuridad líquida,
un rincón de la galaxia que contiene el aliento
justo antes del nacimiento de un pequeño sol.
Podría ser el corazón del patio
de una cárcel,
un ojo lascivo en la calle de las putas,
una oración en el altar mayor;
podría vestir de sombra a un dios o a una rata,
cobijar un verso o un asesinato,
un escenario o un patíbulo.

Ya no nos queda más que un instante
de magia e incertidumbre:
el segundo en el que llega la noche
y aún no han encendido las farolas.









Letras en el Sáhara

"Letras en el Sáhara" es una iniciativa de Javier Sanz, autor del muy interesante blog Historias de la Historia, para intentar mejorar la vida de los saharauis a través de la poesía. Comenzó como un cadáver exquisito en Twitter y ha continuado en la forma de una antología de poemas, con el problema del Sáhara como tema central, que se publicará en Zaragoza. Ésta es mi pequeña contribución.

qasida

destruid la calle en que la conocí
romped la cuna donde cantabas a tu hermano
tapad la avenida donde jugaban los niños.
desmontad el campamento y seguidme.

soy un puñado de arena
soy un grito olvidado

tengo una soledad de ojos fríos que no quieren ver
un mundo del que huir y ningún sitio a donde llegar
tengo una bala brillando en la pupila
rabia suficiente para comer todo el invierno
fuerza para cargar la pena al hombro.

soy una terca esperanza
soy una huella incansable

ni siquiera el desierto es infinito
hasta el final del nuestro
me vestiré de cielo y medianoche
y seguiré caminando.

Nota: la qasida es la forma poética más antigua de la poesía árabe. Solía estar estructurada en tres partes: en la primera se contemplaba el campamento abandonado por los nómadas; en la segunda el poeta trataba de aliviar su nostalgia; en la tercera se explicaba el tema central del poema.











Still got the blues

(Léase escuchando Still got the blues, de Gary Moore).

Use to be so easy
to give my heart away

tormenta de sirenas en la calle
el suelo de barro encharcado lleno de colillas
como una trinchera después de una batalla
que venció la niebla
penumbra de luz morada, destellos de acero orgánico, sombras de alquitrán

but I found that the heartache
was the price you have to pay

dos amigos ríen sordamente, viendo hundirse
un barco de papel en un vaso lleno
alguien llora y sus pies clavan raíces de ron en la tierra
un hombre dice voy al baño a suicidarme y ahora vuelvo

I found that love is more than just a game
play and to win
but you loose just the same

pido una cerveza
tengo una serpiente dentro estoy dispuesto a beber hasta ahogarla miro las luces de neón ninguna señala el norte
me siento a esperar y miro al escenario

so long
it was so long ago
but I´ve still got the blues for you








El jugador

conocí a un tipo que abandonó una partida
para no arruinar a un hombre bueno
jugué con él hasta ganarle el alma
sólo para darme el gusto de tirarla riendo a la basura

hice trampas, por supuesto.

one, two, roll the dice
loaded with sorrow and vice

picas para abrirnos el pecho a lanzazos
corazones para sembrar de lujuria la herida
tréboles como una oscuridad contagiosa
diamantes para comprar lo que no está en venta

y jack escondido en una caja, masticando secretos.

three, four, meet the king
crowned with lies who´s underneath

una tirada de dados no puede abolir el azar
pero está condenada a intentarlo

una

y

otra

vez.

¿te apetece una partida?

five, six, take your gun,
blow your head and fear the dust









Sólo por divertirse

Trepó a los árboles,
se revolcó en la hierba de los prados
y riendo a carcajadas corrió
por la vera del río hasta mi casa.
Subió por la fachada, por las escaleras,
entró y se asomó a las ventanas,
bailó con mi madre y jugó con mi perro,
saltó de sofá en sofá,
lamió mis libros, abrazó toda mi vida
y al fin, cansado,
se tendió en mi cama a dormir,
pero también el lecho se consumió.
Así que
volvió a salir a la calle.

Cuando yo llegué, la lluvia
ya se había llevado al mar las cenizas.
A lo lejos,
saltando de tejado en tejado
entre banderas blancas,
el fuego seguía buscando
algún sitio donde descansar.












Justine

Diablesa fatal, marimandona,
serpiente, bicho, histérica, malvada,
súcubo traicionero, perturbada,
pervertida, tramposa y trapalona;

zorrón, lagarta, sádica, gorgona,
timadora eficaz y despiadada,
ninfómana maníaca, zumbada,
caníbal y salvaje algo cabrona;

rencorosa, pendón desorejado,
putón despendolado y verbenero,
terremoto, huracán, tifón, tornado,

pantera, loba, buitre carroñero,
escorpión con el beso envenenado,
mi pérfida Justine... ¡Cuánto te quiero!









Myrddin

[ Myrddin es el nombre céltico de Merlín de Northumbria, el profeta de Vortigern, consejero de Úther Pendragón y el rey Arturo, que dirigió el reino de Logres con sus profecías hasta su muerte a manos de la Dama del Lago. ]

Por un brillo de acero lunar en sus ojos
supe quién era.
"Las historias dicen que estás muerto en una tumba
de piedra, o encerrado en un castillo hecho de aire",
le dije. "Todo eso es verdad,
y también lo es que soy un viejo borracho
en el barro, que te habla
desde un charco de vómito".
Rió largamente, con las carcajadas
de quien ha entendido la broma del mundo.
"Vi una serpiente mordiendo el talón
de un lobo, una luz que paría
un cuervo, y un camino
asfaltado de espinas y de garras."

Me miró de arriba a abajo, con pupilas
de un tiempo más allá de la ceniza
y volvió a reír.
Después susurró
como quien dispara en la nuca.
"Ahora escúchame, niño perdido:
no hagas preguntas.
No te está dado conocer
por qué ríen los inmortales.
Tú no puedes saber la verdad;
sólo vivirla."

Sin decir más me dio la espalda,
conjuró un verso y pronunció
una puerta, una escalera, una espada.
Mansamente, seguí a Myrddin
a la patria de la noche,
al sitio donde nace la oscuridad.






Tao

Si nada en tu interior está rígido, las cosas exteriores se abrirán por sí solas. En movimiento, sé como agua; cuando quieto, como un espejo. Responde como un eco.

Chuang-tzu

He enterrado mis palabras como juguetes viejos.
Ya he entendido tu corazón: ya no las necesito.
Seré el silencio enorme
del público atento,
el de segundos antes del big-bang.
No tendré más voz que la del eco.

Porque ahora sé que estás hecha de agua
y no te das cuenta;
por eso fluyes a mi alrededor
y me ahogas sin detenerte.
Yo intentaba agarrarte y te escapabas
de mis dedos, deshechos en barro
por tu paso.

Pero ahora que sé que eres de agua
no trataré de alterar tu curso.
No quiero mojarme en ti sino fundirte en mí.
Hoy que lo sé no te empujaré hacia el mar.
Me sentaré en la orilla a esperar que llegues.
Entraré en ti como una cálida corriente
y seguiré tu cauce y tu camino.

Y entonces,
cuando seamos dos cuerpos de agua
tendidos sobre el lecho del río,
fluyendo eternamente pero quietos,
cuando hasta el viento duerma,
como el eco inevitable de un espejo
soy; por vez primera la llama azul de hielo
y el frío que sentías se hace fuego en tu mano;
e igual que nace un alma en una célula,
como alumbra la Nada un Universo,
reflejo al fin tu luz y estalla el beso.






Un sueño que se escribe con tu nombre

De mi buen amigo y compañero Alejandro Díaz. A veces lo recito en los conciertos, y no podía resistirme a ponerlo aquí.

Hoy pienso que los días
son mucho más que el agobio
de no saber a dónde ir,
en qué esquina poner el corazón
a secar sin que nadie me lo pise.

Hoy sé que la palabra
resiste a la peor de las mareas,
que el reloj no se para: se suicida,
que es posible la luz en los otoños
y temblar como el ruido
sin ser adolescente.

Me consta que, a pesar de la costumbre,
los huecos siempre guardan
interrogantes, dudas,
rostros, excesos,
conversaciones lentas
y tormentas de alcohol
en una isla desértica que reina la luna.

Hoy tengo la certeza de la vida,
el aire que cedió un atardecer solitario
de cara al mar vidrioso de noviembre,
resquicios donde crecen los inviernos,
primaveras que aguantan todo el año,
un comienzo de siglo junto a ti
para darle la vuelta a la historia,
la paz dormida como un monumento
sobre tus párpados…

y el presente
como un beso en los labios
que me da el viento frío
cuando, al amanecer;
despierto,
prendo la habitación,
me asomo a la ventana
y contemplo con ojos de horizonte

cómo sigo colgado, todavía,
a un sueño que se escribe con tu nombre.






Huelga de sinónimos

basado en la canción "Huelga de sinónimos", de Alberto Alcalá

Tengo un saco de palabras a la espalda
en huelga de sinónimos:
la palabra que definía el punto
en que se junta
de tu cuello y de tus hombros el olor;
la que delimitaba el universo de tu risa
y esa que a media luz te desnudaba.
También aquélla que bajaba por tu vientre.
Y todas las formas y tiempos y aspectos
del verbo amar,
y la persona "nosotros",
y el posesivo a las puertas de tu nombre.

Tengo un saco de palabras a la espalda
en huelga de sinónimos:
todas las que significan alegría,
el deíctico que te señala,
los adjetivos que acompañan a tu boca,
el pronombre "contigo",
los adverbios que decían que estabas aquí
y todos los "te quiero" que dijimos a la vez.

Tengo un saco de palabras a la espalda
y ya no puedo usarlas porque están
en huelga de sinónimos,
porque el viento se llevó todos los signos
y me dejó una cruz de cinco letras
donde estaba tu nombre.
Ya no me queda ninguna
por la que merezca la pena
abrir la boca.




Quién pudiera

¡Quién bajara del cielo las banderas
y trenzara en dibujos de colores;
quién en vez de dolor sembrara flores,
quién vendiera sonrisas, quién pudiera!

¡Quién tuviera para dar mil primaveras
a quien lleve cadenas y a quien llore!
¡Quién bailara al compás de ruiseñores
borrando a cada paso las fronteras!

¡Quién a besos matara, y no con balas,
quién llenara de amor el mundo entero,
quién cambiara fusil por alegrías!

¡Quién pudiera a mi esperanza darle alas,
derrocar el mandato del dinero
llevando a nuestras almas la Amorquía!






Armisticio

Yo creía saber qué es el Invierno:
un traje de escarcha,
un sombrero de espinas,
la humedad que me trepa la garganta,
las tardes vacías,
el peso del amor bajo la manta.
Y el Sol me miró con ojos de juez
hasta quemar mis alas
y ni el mar detuvo mi caída.
Quise arder y brillar; sólo logré consumirme
y caí tan profundo en la tierra
que ahora sé qué es el Invierno:
pensar que le sobran horas al día,
buscar la redención en el naufragio
de las botellas
y en cada verso, palabras como cuerpos
y en la guitarra un cuerpo de madera.
El invierno es tenerle miedo al sueño
y pedirle a un beso
que sea diez razones
por las que salir de la cama,
cuando la única esperanza
es la que trae el frío.
El invierno es un cadáver que camina
sin darse cuenta aún de que está muerto
y sangre en el pulmón; el alma en ruinas
y la espalda de hollín y cicatrices
y los ojos tan cansados
que no ven más allá del próximo minuto,
igual que el anterior.

Pero hay huidas que son una victoria a tiempo,
y en Madrid se cruzaron los caminos
y acabaron los meses de domingos.
Allí volví a aprender lo que he olvidado:
a incendiar las naves encalladas,
a cantarle una rumba a la tristeza,
a bogar río arriba a contratiempo;
a bailar con las piernas desatadas,
a subir a las nubes la cabeza,
a cantar a favor siempre del viento.
Firmé con el ayer un armisticio
con tinta de alcohol
y una barra por mesa y la noche de testigo.
Sin freno ni silla ni vergüenza
yo monté a la Primavera
desbocada de verde y melodías,
y aprendí a disparar contra el Invierno.
Hay risas como faros en el puerto
capaces de llenar el vacío más oscuro
si no de amor, al menos de luz.
Volví a perder el miedo al minotauro
que acecha en los rincones del deseo.
Descubrí que aún puedo enamorarme
del reflejo del neón en la pupila
de una niña de sol y primaveras;
recordé la importancia de quemarme
en la hoguera de vino y de mentiras
donde brotan los versos de madera,
y encontré en la sonrisa de María
una tarde de Abril que al fin es mía.






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