Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

martes, 19 de julio de 2011

598.- MANUEL PÉREZ-PETIT


Manuel Pérez-Petit. (Sevilla, España 1967). Actualmente vive en la Ciudad de México. Escritor y gestor cultural. Miembro de la organización de la Plataforma de Artistas Chilango Andaluces y colaborador de las revistas Migala, Grietas, Indie Food y Morvoz, así como de las editoriales Paralelo 21, Hyper Versos y Morvoz, ha sido también director de Relaciones Públicas de la Fundación Leo Matiz y del Festival Cuenteros y Cuentistas, director de la “TertuLía de los Doce” y del Círculo Andaluz de Opinión Platero, director Editorial de la División de Internet de Intereconomía, director de Opinión de Orange España, subdirector de la revista Quinta Estación, redactor jefe de la revista LEC y adjunto a la Presidencia del Instituto Europeo de Marketing, Comunicación y Publicidad, entre otros puestos de responsabilidad. Licenciado en Ciencias de la Información con estudios de Historia del Arte, Literatura comparada y Gestión cultural, dirige desde hace seis años Sediento, productora, promotora, editora y programadora de arte y eventos culturales y literarios. En diciembre de 2010 prologó y publicó en Miami, Florida, EUA, un portafolio con una selección suya de la obra del fotógrafo Leo Matiz, “Paris Eternel: Feux de la Liberté 1944” (Fundación Leo Matiz y Fundación Saludarte para Ideobox Artspace) y en marzo de 2011 ha prologado “El Mirón de la ventana no vio nada”, primera novela del escritor y poeta mexicano Tonatihu Mercado. Ha publicado los siguientes libros individuales: Creo en los milagros, antología personal 1985-2009 (Cascada de palabras, cartonera, México D.F., 2011), Aceitunas negras (miCielo ediciones, México D.F., 2011), Poesía en tres dimensiones (Madrid, España, 2004), El desierto (Sevilla, España, 1996), 5 poemas (Pamplona, España, 1990) y Viaje a Roma (Sevilla, España, 1984). Asimismo, su obra ha aparecido en diversas antologías y compilaciones, como Garage 69 (Cascada de palabras, cartonera, México D.F, 2010), 200 años, 200 mexicanos (Edit. Paralelo 21, México D.F., 2010), Historia Literaria de Navarra. El siglo XX, Poesía y Teatro (Gobierno de Navarra, Pamplona, España, 2004), Anuario Las Provincias 1999 (Edit. Federico Domenech, Valencia, España, 2000), Actas del I Congreso Cultura Europea (Edit. Aranzadi, Pamplona, España, 1992) o Primera claridad (M.P.-P. editor, Pamplona, España, 1990), y ha sido merecedora de los premios nacional Amantes de Teruel (1995), Periodismo de la Unav (1991), iberoamericano Ruta de la Plata (1991), internacional Cáceres patrimonio mundial (finalista, 1991) o Poesía de la Unav (1989 y 1990).



Mi deseo

En algún momento impreciso del miércoles 1 de agosto de 2007.

Si de verdad muriera yo deseo
que me echen perfumes,
que me hagan cenizas,
que me envuelvan,
que me guarden,
que te aguarden
y que me echen en ti.

DE ACEITUNAS NEGRAS







Le Petit Café
En la madrugada del martes 7 de agosto de 2007.

También cerrado, pero abierto el irlandés.
Las características de éste se resumen en cinco diferentes puntos:
1) La misma camarera.
2) El mismo ambiente.
3) La misma sensación.
4) La misma mesa.
y 5) El mismo frío.
Esto es -en conclusión-: El mismo todo.
Un bulto sobre la mesa. A tu izquierda. A mi derecha. Esta vez, no obstante, no es tu bolso. Tú tranquila. Ni en tu bolso está aquella revista de anuncios en una de cuyas páginas, aprovechando un claro, me escribiste: “TE AMO”. Pero no. No te preocupes: aún no hay pruebas conocidas. En la mesa no están tus cosas. Un bulto hay, desde luego. Se trata de una bolsa de zapatería que, además, también contiene una bolsa de farmacia. Muy poético. Y diría que casi empalagoso. Pero es así. En sus diversos apartados, el bulto contiene unas chancletas que he tenido que comprar para no andar descalzo, pues mis zapatillas me las dejé en tu casa, tan corriendo como salí el día de autos. Compartiendo apreturas con tan delicada mercancía, un bote de valeriana y otro de levadura de cerveza. Son algunas de las costumbres que me has dejado. Y como tampoco metí esos complementos alimentarios en mi maleta al irme, pues he decidido comprarlas, y eso pese a mi providencial y reconocida política de contención de gastos…
Como ves, sigo tus consejos.
Y sigo enamorado.
Esta vez soy yo quien te escribe: “TE AMO”.
Y me doy cuenta de que en tu casa, entre otras cosas, me lo dejé TODO.

DE ACEITUNAS NEGRAS







Nadie

Un lastimero llanto tan profundo
y largo como el hambre,
aunque nadie escuchara los gemidos,
ni abriera alguna duda,
se presentó en nosotros de repente,
por si en la voluntad
de llevar al destierro los horrores,
errara sin quererlo,
y así los difundiera y propagara.

No existen más salidas
para volver al tiempo que rendía
culto y rito al jardín,
esas frescuras sabias cuya savia,
sin deshojarse nunca,
enaltecían todos los umbrales
en la eclosión primera.

Sabemos, eso sí, que son las aguas
las que de rocas brotan,
y vemos cómo danzan renovadas
las cosas en el mundo.
Y es que no somos nadie y nos asusta
sabernos tan pequeños.

Mas, ¿por qué fue tu vida y no la mía?

(Hay que ver las preguntas que disparo,
como si no supiera desde siempre
que me toca penar más que a los otros).

Un grito fue lanzado.
Se despidió de pronto una sonrisa
camino de regreso
a nuestro primer barro y primerizo,
en nuestras moribundas
entrañas, para ser el estandarte,
para estar con nosotros
más que nunca, con todos y con nadie.

Y yo quiero llorar
sobre tus crisantemos y besarte
el mármol de tu frente,
y levantar arengas por los vientos
para que guarden luto
todos los corazones que palpiten.

Y siempre ya contentos
con sólo compartir tus alegrías,
tus ansias de ser libre,
el transcurrir de días amorosos
en que hiciste tu senda.

Decimos con el alma refulgente
amigo, compañero,
con fe viva, que a ti no se te olvida,
que tu rostro y tu rastro,
tus rastrojos, jamás olvidaremos.

Nadie debiera ser
presa propiciatoria del olvido
y menos tú, amado
compañero de ruta y desventura.
Y es que mi mente quiere
de nostalgias pintar todas mis pieles,
mientras le aplaco y digo:
“Tan sólo por saber que Dios existe
nos merece la pena
arrastrarnos, vivir y ser persona”.

(Nadie contesta nada).

Rasga un suspiro el aire circundante,
nos lloran las palabras.
No nos pueden llenar apenas nada,
ni sustituirnos nada,
ni a nadie reemplazar en la memoria.

Y sólo los silencios,
sus idas y venidas fulgurantes,
nos vuelven a romper una vez más

los o

jos.



(Del libro inédito “Perfiles del miedo”)

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