Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

sábado, 3 de septiembre de 2011

835.- ROSARIO SABARIEGO GÓMEZ


Rosario Sabariego Gómez, Jaén, 13 de Febrero de 1980. Maestra en Educación Musical por la Universidad de Jaén. Obtuvo una Beca en el Departamento de Didáctica de la Expresión Musical Plástica y Corporal colaborando en la experiencia piloto para la implantación del ECTS (Sistema de Transferencia del Crédito Europeo). Amante de las letras desde edad temprana. En 2002 sus poemas se enjaularon en cristal para ser leídos en la sala del Colegio Oficial de Arquitectos de dicha provincia. Ha publicado poemas en la Decimosexta Edición de la Antología de la Nueva Poesía Hispanoamericana de Ediciones Lord Byron. Finalista del Primer Certamen Internacional de Poesía Social “Poetas Solidarios 2007” con su obra Cielos Dilatados. Poemas publicados en Revistas y Web literarias tales como Remolinos, Voces Nocturnas, Territorio de encuentros... Sus poemas en edición impresa puedes encontrarlos en "Te mandaré mi aliento"; tercer libro de la colección Versos sobre el Teclado 2006, "Más allá del Cristal"; cuarto libro de la colección Versos sobre el Teclado 2007, "No los levantó la nada"; segundo libro de la colección Poetas Solidarios 2008, ambos editado por la ACP (Asociación Cultural Poesía en la red) junto con publicaciones de otros poetas. “I Certamen de Poesía Social Poetas Solidarios 2007” editado por la ACP (Asociación Cultural Poesía en la red).




AGUA 

Si tu camino es largo 
y tu cántaro cae… 
el agua responde. 

La tierra es la pupila 
que absorbe tu silencio. 
Emana la verdad 
de unos pies lasos. 

Si tu pena es punzante; 
ebria huella de una lágrima, 
¡no calles! 
Que el viento tiene la acústica 
del cielo 
y la velocidad de la luz... 

La lluvia es la vitamina 
que siembra tu cosecha. 
Mas no llores, 
rostro vencido, 
que existen “nadies” 
más allá de tu costado, 
capaces de caminar 
por donde tú ya has andado. 

Que el viento tiene la acústica 
del cielo 
y la velocidad de la luz… 
Y tu cántaro esparce la savia 
que la sed de la esperanza 
enjuaga en el silencio 
de los “muchos”. 

Si tu camino es largo 
y tu cántaro cae… 
el agua responde 




TRES SÍLABAS 

Una nube que estalla, 
se aprieta en un montón de escombros de colores, 
suscita de la nada, 
almacena recuerdos, 
incomprensiones… 

Polvorea en el viento la incoherencia 
de las alas que fallan… 
Decepciones de tonos grises 
que se funden en el agua. 

Los susurros son suaves gemelos del aire, 
se esconden en la sombra 
para volar en la noche 
y ahogar a corazones sonámbulos… 

Pero el tiempo es el hermano 
del que habla y del que calla, 
aunque su vacilo sea rutinario, 
las horas, al fin, lo atrapan. 




MI VOZ 

Quiero escuchar mi voz 
para sentir mi vida, 
estallar en carcajadas, 
disfrazar el mar con sonrisas… 

Jugar a volar cometas 
por cielos dilatados 
y recoger cada recuerdo, 
sembrarlo y no olvidarlo. 

Pero mi vida cesa. 

Quiero ser un pirata 
en juegos de niños 
y no ser un esclavo 
sin alma ni cuerpo. 

Colorear familias en papel 
y no borrar siluetas injustas. 
Fabricar sueños deseables 
y bailar al caer la tarde. 

Pero mi vida cesa… 




AMBAS 

En la esquina de un susurro 
las nostalgias balbucean 
como sombras en cautiverio. 

La visión perdida 
se desenfoca 
entre neblinas caducadas. 

La chiquilla ya no llora… 

Se perfilan de silencios 
las noches obsoletas, 
mas las lunas venideras 
esconden el color que, 
en su vestido, 
la noche le ha robado. 

Y la mujer llora. 







Alas Rotas 

¡Otoño seco que reciclas hojas de cristal! 
Sólo soy el precipicio de una latente llama, 
taciturna, muerta, 
víctima del tiempo… 

¿En qué ojos se ha clavado el recuerdo? 
Tu luz se sacude en mi lecho. 
Se retuerce el alma 
como un demonio en desecho, 
su débil equilibrio agoniza 
en la esquina de mis vísceras…. 

Paulatinas horas que tropiezan con la luna, 
esfera absurda de una roca muerta. 
Ni sal, ni arena, ni olas, ni mar… 
El instinto de un transeúnte desalmado 
acecha en la puerta de mi piélago. 

¡Invierno triste que estrenas lluvias de metal! 
Sólo soy la constelación de una anoche amarga, 
abatida, lánguida, 
presa del viento… 

¿En qué gotas se ha mezclado el silencio? 
Tu rabia se apodera de mi pecho. 
Se agrieta la estampa 
como una tierra en deterioro, 
su clara imagen declina 
en la túnica de mi sombra… 

Paulatinas horas que tropiezan con la luna, 
esfera absurda de una roca muerta. 
Ni sal, ni arena, ni olas, ni mar… 
El instinto de un transeúnte desalmado 
acecha en la puerta de mi piélago. 







Cae 

Genio fallido que aglutinas mi coraza, 
susurro impalpable en la noche audaz, 
deseos escondidos que yacen en cruel muelle 
donde las almas aguardan estar, no más. 

Sueltos los astros se despiden cada Luna 
con lágrimas de silencios 
y cadenas al pecho muerto. 

Un nido de pájaros que se alimenta del viento, 
Inútil melodía que suena al despertar. 

No es la idea preconcebida 
ni el sueño fatal. 
Ni son las horas eternas 
que se alimentan de mi soledad. 

Guardo las caderas de mis brazos 
en el rincón donde duerme el mar 
y los brazos de mis huellas 
se unen a la tierra con mi pisar. 

Siento el frío que alcanza a mi sombra 
el poema embotado que llora, 
la cristalina capa que almuerza mis ojos 
derretidos de infinitas mezclas. 

Olores insípidos, malgastados, 
desolados, amoratados, yertos, 
espolvoreados en la angustia. 

Se abren las puertas de la incomprensión, 
vacías de sustancia blanca, 
es negro el color de la ignorancia 
y duele tanto no saber 
y creer que todo fue real. 

Pero hiere el silencio con la noche, 
aturde los sentidos de mi rostro. 
Cae el poema, 
cae la flor… 
mis labios caen 
y se devoran los momentos. 

Cae la lluvia, cae al mar, 
cae la ola, cae al mar… 
y caen las lágrimas 
como cenizas de agua libre. 






Somos 

Somos el mismo ser bajo diferentes disfraces, 
la misma ola bajo diferentes mares, 
el mismo reflejo bajo diferentes espejos 
y la misma huella bajo diferentes pies. 

La palabra misma de tu voz… somos, 
eclipsada en el espacio del Silencio. 








Déjame 

No me niegues el silencio, 
sólo es soplo de mi alma. 
No reclames ya mi cuerpo, 
ya no existe ya no es nada. 

Déjame quieta, callada. 
Tu recuerdo es un espejo 
de miradas 
donde las alondras se asoman 
y sólo toman frío cuerpo 
en sus alas. 

Déjame triste, muda. 
Mi nostalgia es un valle 
de susurros 
que el viento empuja 
hacia el olvido 
sin ningún éxito. 

No pretendo tu fama 
ni tampoco tu gloria. 
Déjame atada a tus sueños; 
mañana serán ventanas 
donde la mar se muestre 
agotada… 
tras el vaivén de sus 
trenzadas olas. 

Déjame sola, abrazada… 

No me niegues el silencio, 
sólo es soplo de mi alma. 

Déjame. 




No hay comentarios:

Publicar un comentario