Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

miércoles, 12 de octubre de 2011

868.- RAMÓN SIMÓN GARCÍA


Ramón Simón García (Sevilla, 10 de marzo de 1962) es un político, poeta y fotógrafo español.
Nacido en Sevilla, en el barrio de Triana, en 1962. Diplomado en ciencias laborales por la Universidad de Sevilla. Fue concejal en el Ayuntamiento de Castilleja de la Cuesta entre los años 1991 y 1995 y concejal delegado de infraestructura deportiva de 1999 a 2001. Miembro de la Federación Española de Municipios y Provincias en el Área de transportes e infraestructuras (1999-2001).

Es autor del libro de poesía Sombras pequeñas, de la editorial Númeror, en cuya revista ha colaborado. Siendo miembro de la tertulia literaria Los Mercuriales.

Como fotógrafo, obtuvo un accésit en el III Concurso fotográfico "Semana Santa Sevilla" organizado por la cadena COPE.







Acantilados

Se divierten las olas
en la piedra,la sal
desciende del abismo.
Fiero es el horizonte
que no conoce la paz,
y esconde su silencio
en las tinieblas.Tesoros
de cenizas,el bronce
de una hoguera en los pinos.
Sólo entonces veré,
si bajo a los abismos,
mi nombre cincelado
en la tierra profunda.





31 de agosto. San Ramón Nonato.



Sentado en el penúltimo peldaño
de la escalera - punto de partida
hacia la nada, cielo de otro abismo-
que sube a la terraza de tu casa,
- donde ya nada espero
y los años son tumbas sin rencor -
hablamos de aquel día (¿Recuerdas? Era agosto),
como si nada hubiera
pasado entre este mundo
que aún respira en mi pecho,
y ese otro que palpita
en tu calle con música de Bach.

Al alba, no muy lejos de la orilla,
junto al río -retiro de tu muerte-,
te callas y sonríes.
Padre ¿ en qué estás pensando?







Carmen

En este día, Carmen,
los jilgueros no cantan en las plazas.
Es noviembre y el frío adormece las calles,
los zapatos bostezan, y tan sólo un balcón
entreabierto recoge la luz de esta mañana,
que escribe mi almanaque.

Te abrazo y te protejo, Carmen, contra el día,
contra el pirata negro y los dragones,
y las malvadas brujas de tus cuentos,
cuando estamos dormidos,
y no permito a nadie que interrumpa
las palabras de sueño que tenemos
en ese mundo mágico
que tienen los pijamas.

Cuando despiertas, Carmen,
tu risa me resguarda de este día
soñoliento, callado y sin jilgueros.







Rosa de Navidad

En estos días breves del invierno
veo nacer las rosas en los campos de nieve.

Estas lágrimas tuyas son una breve historia
de aquellas alegrías, de aquel humilde campo
de los juegos sencillos,
como un rayo de sol, veloz y mágico,
que ingrávido navega por un cielo sin nubes.

Junto al puente de hierro está la antigua casa,
el patio de los años que sobrevive en ti.
Vestidos de judíos,
pastores con ovejas y con burros y bueyes,
caminan por senderos de aquel monte de corcho,
y una estrella cargada con oro, incienso y mirra
que se abriga al calor de un fuego de papel.
Transcurre así la busqueda y la espera
de esta noche desnuda.
Y antes que cante el gallo delante de la mesa,
alza la noble copa
y vierte en el mantel una gota de vino,
como cálida rosa que nace en el invierno.

Libro, Sombras pequeñas. Editorial Númenor.








Poema

III

Un olor de otra tierra por tus manos
cuando un amanecer, en la orilla del río,
lloramos tus cenizas. Era abril.
El zumo de naranja por tus dedos,
los niños con juegos en el patio infinito.
Oigo un extraño eco de risas en el aire.
Hay un olor de olivo en tus sandalias,
en el zaguán te sientas con nosotros,
y quieres que la infancia
no sea más que esta merienda alegre,
vasos de barro y leche, magdalenas
con aroma de almendro.
Un verano,
es el tiempo con luz de jacaranda,
es el tiempo con luna ensortijada
en la copa de un árbol.
Hay un huerto escondido en tu camisa,
la noche con abuelos, ya nos habla,
y cuentos susurrados
y manos parecidas a las tuyas.
Hay un rastro de vida, de otra vida,
en tu cuerpo de fango sobre el agua,
una tarde de abril, cuando miramos
tus ojos en el río, en la orilla del río, aquel amanecer.

Publicado por la revista de literatura y pensamiento Númenor.








A mi madre.


Esperanza

Subir de dos en dos los escalones
de la antigua escalera de la calle Castilla.
Llegar a casa. Abrir la puerta.
Sentir las nubes de este cielo
rozándome la cara.
Unos niños jugando en el pasillo,
y mi padre se oculta
en las pequeñas letras de un periódico.
Es mañana de abril, mi madre envejeciendo,
y todo como entonces, renacido.






A mis hijas.

IRENE ( I )

Me dices con tus ojos que me quieres,
Irene, en esta noche de silencio,
de mesa y de retratos, de vacíos
mientras me abrazo a tu almohada tierna.
Te responden mis manos en tu frente,
te dicen que no escapa del dolor
nadie, ni del amor, que desde marzo
hasta febrero duermo con la luna,
que nadie rinde cuenta a sus errores
si es sueño todavía lo que vive.
También ahora escribo, desde noches
distantes que no entienden de familia,
que sueño con tus sueños, en mi vida
o en la tuya, cumplidos día a día.



Carmen ( II )

Cuando voy al colegio a recogerte,
entre los ruidos de los coches locos,
esas horas pequeñas
se transforman en días casi eternos.
Cuando parlamentamos como niños
con los zapatos nuevos, y del nombre
que escribiste a un cuento de castillos
con rosas, de dragones, y de un príncipe
salvando a una doncella del silencio,
ese final inesperado siempre.
Y más tarde, debajo de tu cama,
te hablo en duermevela de ríos y de bosques,
para decirte: te amo, princesa de mis cuentos.




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