Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

martes, 15 de noviembre de 2011

964.- IBN QUZMÁN


Ibn Quzmán
Muhammad ibn Abd al-Malik ibn Quzmán, (en árabe, محمد بن عبد الملك بن قزمان) más conocido simplemente como Ibn Quzmán o Ibn Quzmán (ابن قزمان), y en ocasiones también por la hispanización Abén o Abán Quzmán, fue un famoso poeta andalusí, nacido en Córdoba hacia 1078 y muerto en la misma ciudad en 1160, conocido por sus peculiares zéjeles escritos en árabe coloquial andalusí.
Se ha querido ver en su nombre una arabización del germánico Guzmán, algo que no era infrecuente en Al-Ándalus, pero otras fuentes señalan que el nombre Quzmān está documentado ya en la Arabia preislámica, con lo que puede que sea árabe, aunque es un nombre inusual.
Lo esencial de su obra se conserva en un único códice, que fue descubierto en San Petersburgo a finales del siglo XIX: se trata de su Cancionero o Diwan (antología poética), que es también el documento que proporciona los datos que se conocen sobre su vida, ya que en sus composiciones habla también de sí mismo: que tenía entre seis y ocho años en la batalla de Zalaca —lo que permite conjeturar su fecha de nacimiento—.
Ibn Quzman conocía bien la poesía árabe clásica, de autores célebres como Abu Tammam, Al-Mutanabbi, Du r-Rumma, etc. Han llegado hasta nosotros algunas composiciones suyas de aire clásico, consideradas de poco valor frente a su Cancionero. Ésta es una obra original tanto por la forma utilizada, el zéjel, escrito no en la lengua literaria habitual sino en el dialecto local, como por los temas que toca, en los cuales a menudo reinterpreta de forma irónica tópicos de la poesía árabe clásica.


El Diwan
Se piensa que Ibn Quzman fue el primer gran escritor que empleó el zéjel, que había sido inventado por el zaragozano Ibn Bayya, y le dio su forma definitiva, puliéndolo de las imperfecciones que a su juicio tenía.
Su Diwan o Cancionero contiene 149 zéjeles. El arabista Stern los dividió en dos clases:
Los zéjeles moaxajeños, que son poemas de entre cinco y siete estrofas en todo similares a las moaxajas ( temas, forma, jarcha) salvo por el hecho de estar escritos en lengua coloquial en vez de en árabe clásico. Constituyen una tercera parte del Diwan.
Los zéjeles propiamente dichos, sin límite de estrofas, de temas diversos, y que constituyen los dos tercios restantes.
Dedicó buena parte de los zéjeles a describir sus relaciones con jóvenes varones, las fiestas a las que solía asistir o los bailes e instrumentos musicales empleados en ellas. También habla de sí mismo y hace, como otros poetas, elogio de las personas que le protegen. De acuerdo con uno de sus zéjeles, hacia el final de sus días pareció arrepentirse de su vida disipada:





Ibn Quzman se arrepintió.
¡Bueno será para él si persevera!
Sus días pasados eran fiestas entre los días.
Pero después del sonar de atabales y adufes y de arremangarse para el baile
Ahora sube y baja por la torre del almuédano.
Se ha hecho imam en la mezquita y reza prosternándose e inclinándose.





Aunque también dejó escritas instrucciones para su muerte:





Cuando muera éstas son mis instrucciones para el entierro:
dormiré con una viña entre los párpados.
Que me envuelvan entre sus hojas como mortaja
y me pongan en la cabeza un turbante de pámpanos.










El Cancionero de Ibn Kuzmân ha llegado a nosotros a través de un manuscrito único del siglo XIII, copiado en Sadaf (Palestina), lo que prueba la difusión del arte kuzmâní en Oriente, por alguien que entendía muy poco, y en ocasiones nada de la lengua andaluza del poeta, y en ocasiones nada de la lengua andaluza del poeta, y probablemente poquísimo, si es que algo entendía, de la métrica de sus composiciones. Pero como es el único, se ha convertido en un códice precioso. Desde luego, ha sufrido mutilaciones patentes, aunque no parecen ser demasiadas. Fue adquirido en un principio por Rousseau, con cuya colección de manuscritos árabes pasaría a Rusia, quedando conservado en el Museo Asiático de San Petersburgo. Lo daría a conocer Rosen por el año 1881. El primero en hablar de él en forma amena y sabia sería el gran arabista ruso I. Kratchkovsky, en un artículo de 1942 titulado La manuscrit unique et les savants des douze nations, inserto en las pp. 89-96, en una obra que citamos por su versión francesa: Avec les manuscrits arabes (Souvenir sur les livres et les hommes), traducción de M. Canard (Alger 1954, Publications de lÍnstitud d’Études Orientales de la Faculté des Lettres d’Alger, XIV). Acto seguido ofrecemos una breve selección de zéjeles, que extraemos de la obra de García Gómez, Todo Ben Quzmân, y que son partes explicativas de la personalidad de nuestro poeta y del contexto social al que antes nos referíamos. Ibn Kuzmân se resistió a reunir todos sus zéjeles, hasta que encontró un motivo fundamental por quien y a quien elaborar y dedicar su obra:

Porque la razón que me había impedido reunirlos y escribirlos, y retenido de pulirlos y fijarlos era no haber encontrado un hombre generosos, cuyo nombre bordar encima de ellos y con cuya marca engalanarlos. Pero, al cabo, la suerte sacó afuera su tesoro, me mostró lo más noble y mejor que tenía, fue liberal con lo que antes era avara, y me hizo ver, despierto, lo que ni aun en sueños habría tenido por verdad. Me dio, en efecto, a conocer a quien, teniendo figura humana, brilla como el sol; a quien reúne la dulzura con el temperamento de Andalucía; a quien dice verdad cuando habla y pasma con su belleza cuando se lo ve; a quien, si hay un alma que yo rescatara con dinero, la suya sería; a quien, cuando promete, cumple sin dilación, y, cuando se discute con él, no titubea en contestar ni se queda cortado, y, cuando da el amán, engalana y adorna, pero de quien puede temerse todo lo malo cuando se irrita. Allah le dio cuanto podía apetecer; alcanzó y logró todas las perfecciones, y, sin embargo, no se ha engreído, cuando bien podía hacerlo. Su gloria se conoce en sus buenas prendas, y da, con su carácter, pruebas de su noble condición: el alamín Waskî.

El poeta se siente criado ante este efebo de ojos azules; pero no se avergüenza de ello. Las mujeres se lo disputaban maliciosamente, y estaban locas por el amor de Waskî. Ibn Kuzmân dice que tiene pensado cambiarle un beso por un zéjel, y aún brinca de gozo por haber bebido con él de noche en el soto de Ibn Abû-l-Hazz:








Del zoco quiero a un chico.
De verlo, lo conoces.
Su nombre te diría;
Pero nombrarlo no oso.
Tú que a la gente matas,
aunque otra cosa digas:
¿Qué almizcle es ése, amigo?
¡Ven, ven, ante el maestro!
¡Por Dios, qué presumido!
Saluda, por lo menos.
Conviene, si te entonas,
que el entonar te siente.
Yo callo y sufro, pero
lo quiero, pese a todo.
Con verlo ya me pasmo.
¿Negar voy lo que es cierto?
De estar ello en mi mano,
lo que celar no puedo.
¡Ay, tú el de los achares
y los celillos dulces!
¿Por qué me gusta hablarte,
cuando ese hablar me mata?
<<¡Ay, corazón, aguanta. No te escapes nunca!>>.
¡Por Dios, bien sufre el pobre!
Vigor y ayuda dale.
El de los ojos garzos,
el de las cejas finas
me llama su criado:
verdad es lo que dice.
Mas, siendo sus esclavos
poetas y escritores,
ni va eso en mi desdoro suyo.
¿Por qué va a ser afable,
por qué va a hacerme caso,
si al verlo dos mujeres,
y ver su airoso talle,
le dijo la una a la otra:
<<¡Que el Allahl de amor te aqueje, y que con él te acuestes!>>,
y <<¡Sí, sí!>>, la otra dijo?
Más Súna está más cerca.
No esponjes, si saluda,
porque a la gente engaña
con sus palabras dulces.
Parécete inocente
si tira de las riendas,
y así, su cepo tiende.
¡Quien cae en él bien grita!
Por él ardo de día;
De él hablo por la noche.
Desde que di en amarlo
tan solo eché una siesta.
Trocarle tengo urdido
un zéjel por un beso;
mas, si antes me lo diera
del trueque, ¿mal habría?
Acorta tu poema;
dejarlo has terciadillo.
Besar tus dedos quiero,
ay hijo del más noble.
Mas no me gustaría
que nadie se enterara.
Todo en mi contra sale:
lo que tú cueces, aso.
¿Ay, déjame esta noche
que goce y pegue brincos,
que de placer me embriague
y que amanezca turbio!
Soto de Ben Abî-l-Hazz
Waskî bebió conmigo.
Pegar no pude ojo,
sirviéndote y bebiendo
Completo queda el zéjel,
que me salió del alma.
Babel me dio su magia,
Y es un montón de perlas.
Oirás que dicen todos: <<¡Cosa es genial amigo!>>,
y se ha de alzar.....
...... cuando lo cante.



Waskî se convirtió en un amante esquivo para el poeta –, que ha vuelto, dejándolo atónito, y ante el cual se rinde sin condiciones, para que haga con él lo que quiera:






Me eché un amigo que es
rubio, albo y alto.
¿La luna ves salir?.
Pues más él brilla.

Después de irse el traidor
ha vuelto al cabo,
por cómo ando fisgar,
y de visita.
Al verlo enmudecí:
selló mi boca.
Como una lima fue
para mi mente.

¡Qué dulce es este amor
y al par qué amargo!
¡Qué feo es el desdén
y qué infamante!
Quien ama, triste está,
y al par alegre.
¿Por qué al pobre infeliz
se le desaira?

Waskî, te quiero igual
tirano o justo.
Me ves, siendo tú juez,
en tu presencia.
Sé bravo, altivo, y haz
atrocidades;
sé blando, o duro se;
se claro o turbio.
Calumnia y chisme son
lo que me irrita:
dos cosas que jamás
dirá un discreto
si bien no entra ese hablar
por mis oídos.
¡Contra él testigo es Allah
que no me altera!

Qué es para mí este amor,
no lo sabrías.
Un día, al entreabrir
Mi puerta, vilo.
<<¡Qué grande es Allah!>>, grité
tan sólo verlo:
tal, en la fiesta, al ver
la luna, dices.

Al año con las dos
Visitas cuento.
¿Te puedo yo olvidar,
amigo mío,
cuando en tus labios hay
lo que me gusta?
¿Es tu saliva, ay Allahs,
o agua y azúcar?

Que siga tu salud,
y escucha, amigo:
pensar y redactar
quería verte,
hasta hacerte en saber
sobresaliente,
con loa y fama tal
como Abû Yûnus.

Tan sólo quiero ver
que te pareces
a él, a su par igual
en tantas partes,
pues dicen con verdad
de mí las gentes:
< Maskûl, marica>>.



Puestos a elegir otro zéjel de Ibn Kuzmân, deberíamos de reseñar el que sigue. Desde luego, es una obra maestra por su ternura, al mismo tiempo apasionada e irónica, que subraya admirablemente el diminutivo que cierra cada estrofa, gozando de gran cantidad de piropos:







Ahora te amo a ti, estrellita,
Laleima.
¿Quién te quiere y por ti muere?
Si me muero, es culpa tuya.
De poder dejarte mi alma,
no rimara esta estrofilla.

¡Yo estoy, matrre, tan silâto,
tan hazîmo, tan penâto!
¿Ves lo largo que es el día?
Sólo cato un bocadito.
Digo a todos: <<¡Allah es grande!
Ya no puedo más con ella; si a la Aljama Verde corro,

vase al Pozo de Chopillo>>.

¡Ay, adorno de tertulias,
guapa, sí, e inteligente!
¡No mizcales, sí chinitas,
de volverte leprosilla!

Tus galanes desatinan.
De Babel juntas la magia.
Toda sal de ti se escucha,
si hablas una palabrita.

Y pechitos cual manzanas,
carrillitos como harina,
dientecillos como aljófar
y de azúcar la boquita.

Si el ayuno nos vedases,
<> si nos dijeras,
hoy la puerta de la aljama
cerraría una soguilla.

Dulce más que el alfeñique,
tú señor eres, yo esclavo.
¡Mi señor, sí! A quien lo niegue,
en el cuello un cachetillo

¿Hasta cuándo más desdenes?
¿Hasta cuándo más celillos?
¡Haga Allah en casa sola
con los dos un acecillo!






Otro poema representativo de la sensibilidad y el estilo zejelesco de Ibn Kuzmân sería el que podríamos titular Poema báquico-erótico, en el que hace especial referencia al vino y sus placeres como habían hecho muchos otros poetas de ese periodo hacíendo de la embriague del vino, una alegoría a la experiencia mística de los sufies. Ibn Kuzmân es un poeta que vive al día, dedicándose a la búsqueda del placer, en todos los campos e la vida. Es un poeta que no duda en escoger entre el amor báquico y el ‘udrí (platónico), el primero. Todo ello lo expone de feliz manera en el zéjel que sigue, citando al amigo que se ha dormido borracho, con la cara encendida, como si le hubiesen pasado por ella un algodoncillo tinto en carmín. En suma, Ibns Kuzmân se siente feliz: No hay imperio como el mío, después del de Salomón, ni como yo fueron más que los ‘abbâsíes o los Omeyas. Pero realmente nuestro autor es auténticamente feliz? La respuesta sería: ¡no! En todo caso, el tono anacreóntico que aparece en la última estrofa, con ansias de perpetuidad, sería una muestra más de los continuos sinsabores y frustraciones: Ibn Kuzmân desea que uno de sus hijos viva la vida en toda su intensidad, para que pueda decirse:






¡De tal palo tal astilla!:

El quedarse sin vinillo
para mí es lo más odioso.
¡Por Mohammad, encomedadme,
porque Allah perdón me otorge!

Tal es cual lo ves el mundo.
Gana tiempo, pues, y aviva.
No hay día ni hay noche
que tu fiesta no celebres.

Sacia en él tus apetitos
antes que la muerte llegue.
¿No tendrías por desgracia
tu morir, viendo el mundo?

A mi ver, rato sin vino
Fáltale gracia y salero.
¿Qué es un día sin descoco,
qué es un día sin holgorio?

Por placer, placer no tengo
ni por huelgo doy al huelgo
si no me entra entre los labios
labio de copa con vino.

¡Si las copas de mi casa
viese, cuando se echa vino!
¡Qué amiguito, si me amase!
¡Qué vinillo si durara!

Si vinieses, viera cómo
las Cabrillas echan vino,
pues como ellas son los vasos
que te pasan por encima.

¡Qué vino hay aún en mi casa!
¡Qué amigo hay a mi vera!
Si Allah verme te dejara
y a mi amor viese conmigo,
el tazón lleno en mi mano
y el hermoso entre mis brazos,
al sol vieras en mis dedos
y en mis brazos una luna.

Porque Allah me ha concedido
lo que ha todos ha negado,
que como estas glorias mías
ni la hubo ni ha de haberlas.
No hay imperio como el mío,
Salomón, tras de tu imperio.
Como yo lo ‘Abbâsíes
Fueron sólo, o los Omeyas.

Tras beber tu copa, amigo,
cuando duermes me parece
que con un algodoncito
pasan lacre por tu cara.

Sólo amarte me acomoda........
¡Ea, ven! Conmigo acabas,
más te digo: <<¡pronto, pronto!>>

Si quisieras escucharme,
me quitarías estas penas,
y mi mano si tomases
y me dieses un besito,
con dejarme para siempre
tu boquita entre la mía,
volar vieras mi alma, alegre,
más allá de las Cabrillas.

Una cosa he de decirte;
Menester es que pregunte:
¿Eso de tu boca es agua,
o es azúcar desleído?
Busco en Allah refugio, amigo,
de que te remontes, cuando
váse a ti mi boca en busca
de una gota de esa agüita.

Mas cortó mis argumentos
con decirme:

<<¡Bueno, basta! ¿Ke kerés?>>

Me da lo mismo
que estés cerca o que estés lejos.
Y es que voy con calzas rotas,
raído el manto de alfaneque,
y heme con el pelo en greñas,
cual bandido es despoblado.

Largos haz, Señor, mis días
hasta que de vivir me harte,
y haz que deje entre mis hijos
un borracho y un putero
para que de él y mí diga
quien lo vea y quien me vea:
< de tal palo, tal astilla.>>





Otro de los temas convencionales, dentro del estilo zejelesco de Ibn Kuzmân sería el que se refiere a las relaciones a veces tensas y fribolas del muchacho con su amante:




Pues me desdeña, no saluda
si me lo topo.

¡Ay lo que Allah me ha echado encima
con tal cariño!
Para el amor de estos hermosos
no hay medicina.
Da igual que ante ellos nos quejemos
o estemos mudos.
A Allah no temen cuando tratan
así al amante.

Son genios bravos (¡Allah nos libre
De genios tales!).
Piedad no tienen del amante,
con verlo triste,
ni saben cuánto sufre el pobre
con lo que cata,
al menos que a catar lo mismo
desden a ellos.


No más favor me da que celos
y que congojas,
y a el no consigo unirme nunca
más que en deseos;
mas no deparan dicha a nadie
para a la mía
cuando soñando le doy besos
o si lo abrazo.






Otro poema de gran significación para el conocimiento del contorno social en que se movió Ibn Kuzmân, y que expresamente aborda el contexto de la familia en Andalucía, es este zéjel, con un prólogo que a muchos podrá parecer escandaloso, pero que refleja el ambiente liberal y tolerante respecto al matrimonio. Ibn Kuzmân dice haberse casado y que hizo una boda de lo más rumbosa; pero que se hartó del matrimonio.

Las mujeres son muy gastadoras, y hay que sacar mucho aceite para alimentar un candil de dos luces:






Rumboso fui en mi boda y liberal;
mas vínome el hastío: me cansé.

Pues Allah me libertó de cavilar,
con ella nunca más he de volver,
que feo es el casorio de por sí.
No tengo en sus cuidados más que ver.
¿Dos ojos en la cara tienes, y
te ciegan vanagloria y presunción?
¡Ben usto está el que aceite ha de sacar,
si tiene doble boca su candil!

Un cepo es la mujer de tu caudal.

<>

Bonito, mas no es tuyo, y ¿para qué
te alegras de lo que otra tapizó?

Os quiero, amigos míos, consultar:
igual que la cogí, la dejaré.
Lo tengo bien pensado. Ya me voy,
y ¿quién, si ahora me voy, me hará volver?

< ¿la guarda, o, si no, qué va a comer? ¿Papeles vas a hacer?>> <>
<<¿Rezaste por el Nábi?>> <>

< como un buen repudiante he de cumplir. Que juzgue Ibn Mugît, y lo hará bien; que diga qué he de dar, y lo haré así.>>



Observamos a través de este zéjel que, al igual que la práctica habitual de la poligamia, poliandria, el divorcio diríamos que se movía en un marco jurídico ordenado. Estas prácticas eran criticadas por algunas corrientes ideológicas y místicas que se fundamentaban en la escuela malakita y en las escuela bereber, no obstante sus críticas raras veces pasaron de los dichos y los alegatos morales. Otras escuelas ideológicas, como la sufí, aceptaban y eran tolerantes con ese tipo de prácticas tan usuales.



De la costumbre y gozo por las fiestas báquicas, literatura tan traída y tan llevada por los autores cristianos y de la historia tradicional acerca de la tradición islámica que prohíbe las bebidas alcohólicas, y si en al-Andalus se faltaba o no a las purezas de la fe musulmana, la respuesta la tenemos en Ibn Kuzmân, que a través del zéjel que sigue, mediante el que recoge los ambientes populares en la Andalucía islámica, manifiesta el gusto e incluso la ostentación que por el vino se hace, sin ningún tipo de recato:



Gasto mi caudal y empeño ropas
Por el vino añejo.
No te de cuidado que no beba,
pues tengo el beber por obligado.
Si alguien te contó que me arrepiento,
cosa es que jamás se me ha ocurrido.

¿Genio he de mudar con penitencia?
No seré yo, amigo, quien tal haga.
Arrepentimiento, ¡vaya necio!
Iba a decir que... ¡Mejor callarse!


Tiende el porrón tu mano diestra,
Y, si uno rezó de tus censores:
<<¿Tal, Abû Fulano, es lo que haces?>>,
le has de decir: <>.

Temen al faquí los inexpertos.
Yo, respétole, pero lo huyo.
¡Puta la madre es de los abstemios,
aunque al frente lleven a Gazzâli!



Otro de sus zéjeles se convierte en una voz lastimera, melancólica y evocadora –entre ruinas- de un pasado feliz. La vejez del poeta se una a la ruina de Córdoba y de Andalucía, destrozadas por las invasiones almorávides y almohades, tras las que aparece, como una pesadilla atormentadora, la presencia de los cristianos de los reinos del norte. Es una especie de preludio donde se ensalzan el pasado de Al-Andalus como pasado de florecimiento nacional. A continuación Ibn Kuzmân se sale del convencionalismo para hablar de las ruinas de Andalucía y de Córdoba y de la collación de la mezquita, convertida en un estepar. A nuestro poeta le parece mentira haber sido antes tan dichoso y haber conocido una Andalucía tan feliz, que le llega a parecer mentira lo que está viendo. Ibn Kuzmân se nos manifiesta como un nacionalista radical que teme al dogmatismo cristiano que, como un fantasma, se cierne desde la meseta como los cuervos, aves de mal agüero, y símbolo entre los arabizantes de la ruptura entre los amantes:






No queda nada en piel
de aquella casa;
Partióse de ella quien
sonó su hora,
y hoy es un <>,
como es la arcada.
La llora, al zurear,
la tortolilla.
Su amigo quien perdió,
¡qué bien espera?
Lo que hace es recorrer
llorando el rastro.
Sin alma me dejó:
mas las estrellas
podrás tocar mejor
que su retorno.

La tórtola por él,
como acostumbra,

........./.........

........./.........

¡Adarve de Ibn Zâidi!
¿Y tu bullicio?
¿Tu brillo, collación
de la Mezquita?
Encima os vino más
de lo llevable.
Ven y verás alfoz
que, arado, siembran,
y un estebbâr que más
creció que un hombre.

¿Pensara que yo que allí
fui a aquellas fiestas,
con tanto hombre galán,
gallardo, afable,
luciendo lo mejor
de mis vestidos,
en tanto que el laúd
rascaba el plectro,
y el grito del flautín
de fuera oías?

De luto siempre va,
jamás alegre.
¡Feo de ver y oír,
maldito cuervo!
¡Qué miedo das, fatal
pájaro negro!


http://islamyal-andalus.es/index.php?option=com_content&view=
article&id=6953:aben-quzman-ibn-kuzmn&catid=60:andalusies&Itemid=55


No hay comentarios:

Publicar un comentario