Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

sábado, 10 de diciembre de 2011

1084.- ANA ROSA CARAZO


Ana Rosa Carazo, cordobesa de Priego, es catedrática jubilada de Instituto, Lengua y Literatura españolas, a cuya enseñanza ha dedicado buena parte de su vida, con entusiasmo y fervor, en diversos lugares de esta España nuestra, y se siente orgullosa de haber despertado la sensibilidad literaria y la reflexión lingüística en muchos de sus incontables alumnos. Lectora incansable, escritora en su más íntimo sentir, ha colaborado, desde hace años, en periódicos y revistas, y la prosa de sus artículos suele ser tan clara como brillante su argumentación. Ha publicado los poemarios A contramuerte (2005), Libro de familia (2007) y De amigos y viajes (2008).

Roto casi el navío es el cuarto libro de poemas de Ana Rosa Carazo en muy pocos años. Esta producción, concentrada en un breve lapso de tiempo y resplandeciente en su absoluta falta de pretenciosidad, es otro de los aspectos que llaman mi atención. La autora de estos poemas tiene muchas cosas que decir, aunque las muchas sean las mismas pocas cosas, que también la obsesión es patrimonio de los poetas. Y sabe cómo decirlas porque ha pasado la vida en compañía de los mejores, enseñando y aprendiendo a la vez, respirando sílabas contadas y acentos en su sitio, hilando adjetivos y destilando verbos y, sobre todo, habitando la memoria con los versos elegidos que la siguen emocionando.
Hay dos heridas, siempre abiertas, que atraviesan y marcan la poesía de Ana Rosa Carazo: la terrible pérdida de su nieta y su ceguera. Y a partir de ellas, desde el pozo del dolor y la desesperación, la autora levanta su queja, su protesta y su melancolía y nos ofrece unos poemas entretejidos de desconsuelo y luz, derrota y esperanza, belleza y rebeldía. Rigurosa y exigente en su técnica, lúcida en su pensamiento, sensible y, por lo tanto, en las antípodas de la cursilería, disconforme sin arbitrariedad, fuerte a pesar de los años, las dolencias y los robos de la vida, aguda, contundente, intuitiva, sabia siempre, Ana nos regala su poesía y no debemos responder, no podemos, más que con admiración y gratitud.
Amalia Bautista






DE: A CONTRAMUERTE


Poema XXI

También mis labios fueron
los últimos que se posaron en tu frente,
postreros, tercos besos de la despedida
sobre tu rostro pálido y helado,
en el féretro ya.
No respirabas, Dios, no respirabas
Y en tu frente no había
Esa interrogación urgente hacia el futuro
Que tan prometedor y tan brillante
Y tan feliz se te ofrecía,
Y que en tan pocas horas
Había cerrado en negro el horizonte.
Pues aquel celador indiferente,
Guardián de la muerte y de su horario,
Me conminó a salir, se le hacía tarde.
Y tuve que dejarte a solas con tu muerte.
Me arrancaron de ti
Como la uña de la carne





POEMA IX

Yo sé que ver y oír a un triste enfada,
que mis palabras son reiterativas,
que no tendría que gritar tan alto
este dolor tan hondo
que aniquila mi vida,
que a todo ser humano
alcanza la condena,
que no hay descargos ni reclamaciones,
ni que tampoco soy una elegida,
que mi dolor es el dolor del mundo,
partícula sufriente en el común abismo;
pero raíz arrancada de su tierra,
pero amputado miembro de su vida.
Yo sé que no debiera ensombreceros
ni apagar con mis lágrimas
una posible llama de alegría,
ni ahora la risa con mi gesto amargo
ni arruinar con mi derrumbamiento
los muros, poco a poco, restaurados
de renovada dicha
ni debiera
desactivar la voz de la esperanza
y repetiros incansablemente
que se acabó el placer,
que todo pasa en la vida mortal
como las naves,
como las nubes,
como las sombras.
Perdonadme.












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