Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

jueves, 29 de marzo de 2012

1138.- IGNACIO ARRABAL



Ignacio Arrabal, nació en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) en 1973. Tras publicarse su primer poemario, La palabra tiempo (Ed. del autor, 2003), prosigue su obra poética con La superficie del aire (Libros del Malandar, 2005) y Los sueños intactos (Premio Ángaro de Poesía, Sevilla, 2007). En el año 2010 gana el premio "Paul Beckett" de Poesía con La luz inversa (Fundación Valparaíso, 2011). Sus poemas han aparecido en revistas como "Cobaya", "Nayagua", "Extramuros" o "Caravansari". Colabora con críticas y artículos en diversas publicaciones como "Diario de Jerez".
El Premio Paul Beckett de Poesía, que anualmente convoca la Fundación Valparaíso, con sede en Mojácar (Almería), ha sido concedido en su XII edición al libro titulado La luz inversa, del que abierta la plica correspondiente resultó ser autor Ignacio Arrabal, sanluqueño residente en Jerez.



MIEDO


Yo estuve en el sueño confuso que tambaleó tu noche,
en la esfera nácar de las sombras del patio,
allí, en el rojo amanecer que nunca vimos
y el alquitrán que olvidamos.
Estuve en el escalofrío de la palabra miedo
y en las demás palabras que no dijimos,
por MIEDO.


Estuve como aquel que surge de la nada
y agota y clava en el silencio un manantial sin peces.


Estuve en el otoño que deja el mar sin flores
y en el invierno que derrite la nieve
y provoca la ruina de los días.


Estuve en las estatuas frías que no se inventaron
para dormir, como duerme la cereza en el metafórico
amargo de los volcanes.


Estuve y estuve contigo, aunque tú sólo fueras
el sonido de una palabra perdida
que diera nombre a la vida.









MAR


Daba el mar a lo infinito,
a la libertad de la rompiente espuma
que la ola formaba
en su inmensidad eterna.


Y es cierto. Allí los sueños eran otros,
y la verdad del universo,
toda aquella niñez en las pupilas
de pronto bañándose en sus aguas.


Por aquel mar cercano, mío,
se fugaría la infancia
en busca de otras orillas
en las que seguir sobreviviendo.


Acababa el mar, pero durante días
persistía su recuerdo extraño y confuso,
como si mirándome, lejano,
se hubiera quedado triste.



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