Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

sábado, 28 de diciembre de 2013

1846.- JAVIER MARTÍN RÍOS


Javier Martín Ríos 

(Granada, 1970) es Doctor en Filología por la Universidad de Granada. Actualmente imparte clases de lengua y literatura moderna y contemporánea chinas y desde el año 2008 es director del Seminario de Estudios Asiáticos de la Universidad de Granada. Se inició en los estudios sinológicos en Granada y posteriormente completó sus estudios de lengua y cultura chinas en la Universidad de Zhejiang, la Universidad de Yunnan y la Universidad Jiaotong de Shanghai. También fue lector de español en la Universidad de Pekín y la Universidad de Lenguas Extranjeras de Luoyang. Ha publicado los ensayos El impacto de Occidente en el pensamiento chino moderno (2003), El silencio de la luna (2003) y Estudios de literatura china moderna (2013). También es autor de la novela Nala (2001), del diario de prosa poética Arde Shanghai (2007) y del libro de viajes Cuaderno de Yunnan (2009). Ha traducido al español la poesía de Wen Yiduo, Aguas muertas (2006), Dai Wangshu, Mis recuerdos (2006) y La niebla de nuestra edad (2009), una breve antología de poetas chinos contemporáneos (esta última en colaboración con Fan Ye), y la novela de Liu Zhenyun, De regreso a 1942 (2013).




QUISIERAS ESCRIBIR PALABRAS SOBRE EL AGUA

Quisieras escribir palabras sobre el agua,
palabras efímeras como la vida misma,
palabras profundas como este paisaje,
coger un pincel hecho de lluvia
y trazar esbeltos ideogramas
sobre el papel líquido del lago,
y después diluirte en un instante,
en un abrir y cerrar de ojos,
como las palabras en el agua,
y no ser nada, y no ser nada,
una gota más disuelta
en la niebla oculta de los siglos.

(Inédito)







POEMA TRAS DESPERTAR EN UN REFUGIO DE LA MONTAÑA

Hoy te sientes más viejo,
pero un nuevo día amanece
en el límpido horizonte.
No sabes de dónde viene
este extraño presentimiento
y dejas que el aire, si quiere,
te dé una respuesta.
En medio de la espesura del bosque
paseas en solitario, sin rumbo,
con la primera luz de la mañana,
y sientes que tu vida ya no es tu vida,
que este bello paisaje
que se abre ante tus ojos
es un paisaje que ya contemplaste hace siglos.
Todo sigue su ciclo en la naturaleza
y tú andas tranquilamente
en medio de este bosque
que quizás hace tiempo ya cruzaste.

(Inédito)








LUNA DE PRIMAVERA

La noche está rota en infinitas estrellas.
Una suave brisa de primavera
acaricia tu rostro en la oscuridad.
La ciudad duerme en calma.
En tu mano arde un cigarrillo
y su tenue fuego ilumina tus pensamientos.
El silencio se puede palpar en las raíces de la madrugada.

Contemplas la luna que reina en la noche
y te acuerdas de esas tierras lejanas
donde ahora se despliega
la última luz de la tarde.
Contemplando la luna en la madrugada
recuerdas el ayer y aquellas lejanas tierras
que aún habitan en ti como en un nebuloso sueño.

La noche está rota en infinitas estrellas.
La ciudad duerme en la otra orilla del lago.
En tu mano arde otro cigarrillo
y en su leve fuego
van surgiendo los recuerdos
entre el humo del tabaco
que se disipa en la inmensidad de la noche.

(Inédito)




1845.- JOSÉ MIGUEL LÓPEZ HIDALGO


José Miguel López Hidalgo 

(Motril, GRANADA). Licenciado en Filología Semítica por la Universidad de Granada. Diplomado en Lengua Árabe por la Universidad Al-Mustansiriya de Bagdad. Actualmente es profesor de Lengua Castellana y Literatura en Cádiz. Es autor de los libros de poemas "El Aire de la Almena" (Granada, 1991) y "Laurel de Coplas y Aviso de Caminantes, Corona de tus días" ( Colecc. La Insignia de Orfeo. Granada, 1996 -ed. no venal-).


DESCRIBE DANTE EN EL RECINTO IMPÍO


Describe Dante en el recinto impío
de hiriente fuego una nevada eterna
que en ascuas trueca un arenal sombrío.
Allí Justicia el dolor gobierna
de quien pecó contra Su Obra amada,
Naturaleza, donde se encuaderna
la Voz y Voluntad que de la Nada
creó graciosamente la hermosura
y quiso que Su Acción fuera imitada.
Juzgó el alto poeta que la usura
violenta esta divina providencia,
que peca el pecador contra natura
si más que lo que da pide a conciencia;
así que Usura, cerca de Sodoma,
recoge de este mal la triste herencia,
y con el que desprecia lo que toma
y ofende al creador que lo agasaja,
en la candente arena se desploma,
haciendo del tormento su mortaja;
una bolsa del cuello a este mezquino
distingue entre la tropa cabizbaja.
Más que doctrina, en su cantar divino,
que el Ser del Hombre es pura alegoría
es la verdad que glosa el florentino.
A cada cual le toca su agonía:
si Dios se obliga a urdir esta locura
como Razón, Justicia y Armonía,
el Hombre se somete a la tortura
de ser virtud o vicio contrincante
en esta guerra que su Dios procura.
Es nuestro mundo el que describe Dante
cuando el tormento de su Infierno canta:
aquí nos atan con igual bramante.
La Usura al usurero aquí levanta,
y aquí, en un negro abismo de dolor,
a su alma él mismo niega la paz santa,
la luz de las estrellas y el Amor.
(De  Viento del Este)


                                                                                              
TIENDE GENEROSO EL NÍSPERO



Tiende generoso el níspero
el dulce fruto de su rama feraz,
el áureo despojo de su secreta lujuria,
el ácido perfume de su carne entregada
a la mordedura fiera de la vida.
Tiende el níspero en su rama lánguida
su fresca sazón, la íntima raíz de su latido,
convidando a la gracia de su colmada plenitud.
Ven, hermano, gusta la pulpa de este día efímero
y bebe la luz que sobre tus labios sedientos se derrama,
sagrada y dichosa
como la sangre ardiente de un joven dios.

Bendito tú, lozano primor de la tierra amante,
secreta alegría del aire invisible,
luminosa presencia de júbilo y gracia;
bendito tú, hijo del alba, que en tus manos tiendes,
ligero como el aliento de un dios amable,
ardiente como la sangre de un astro risueño,
el néctar divino de tu celeste locura.

Esta sangre agrupada que derrama su éxtasis,
esta pulpa feraz que a morder convida,
tiendes, joven níspero, en tus ramas grávidas de gozo,
a la mano codiciosa,
a la boca sedienta,
al corazón fatigado del hombre
como divina dádiva del generoso cielo,
astro dichoso que nos regala
con la opulencia de su delicia.

Terso don de la luz, dulce aliento de la pródiga tierra,
dorada delicia del cielo que un dios benévolo procura:
por ti la vida nos tienta de nuevo con el perfume de su gracia.
Por ti nos enamora, divino milagro de la primavera encarnada,
primicia del corazón que un genio bendito tiende
colmado de gloria y vida inmortal.

Y así, con la alegría de la gratitud mordemos
el salino fulgor de tu pulpa dorada,
con la feroz ternura del enamorado,
saboreamos el pálpito feliz de tu sangre,
risueño hijo de la hermosura,
joven níspero que generoso tiendes
tu fruto encantado a la sed del hombre.


José Miguel López Hidalgo.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

1844.- JESÚS ROJAS





Jesús Rojas

Algeciras, Cádiz. 21 de Agosto de 1992.
El teatro parte de la rebeldía popular y la poesía, 
es la magia de enamorar, y como buen enamorado de la prosa poética, 
soy  amante de Federico García Lorca.
Mis mayores apoyos a la hora de escribir son el amor 
y que este la luna llena para poder inspirarme.








Sirena bajo la Luna llena

Bajo el brillo de la luna llena
mi corazón se acelera,
palpando tu esencia, 
mi sangre se envenena.
..Tu fragancia sin olor desprende furor..
Te encuentro tan cerca de mí
que es inevitable sentirme tan feliz.
Buscándote hasta que me encendiste,
como una vela comencé a consumirme,
lentamente, 
cada segundo era miel en tus labios.
Mis besos hicieron tu felicidad,
mis caricias tu tierna sonrisa,
mi mirada, un mar de lágrimas,
mi voz, te evoco al placer.
..Por fin sentí tú anhelo rozando mi piel..
En las tinieblas de esta encantadora noche.
donde hemos sentido los aullidos, escribiré,
mi hoja en blanco, especial, inolvidable, única,
me dijiste algo que no olvidare jamás, 
“Tú eres el aire que respiro debajo del mar, 
me sumergiré y en la próxima luna te volveré a ver”








Sentimiento, poético lunático

Poeta de día, 
amante de la luna por las noches,
desconsoladas mis virtudes 
con el silencio de tu voz, 
en las que solo se escuchaban los latidos de mi corazón..
No había más vida que mi triste sonrisa,
por ello, acabe quitándome el alma, sin dolor.








Actor

Tú, actor, 
que te mires por donde te mires,
nunca te terminas de ver,
mil caras has de tener y 
ninguna puedes querer.
Transmite lo que sientes,
para alegrar o llorar,
tu herramienta de trabajo,
tu puro cuerpo, 
lleno de sensaciones.
La imaginación que posees,
te hace evadirte allá donde quieras estar,
hablas con la mirada 
y enmudeces con ella...
Vagabundo de la vida 
que se frustra con la incultura.
Esa mente que posees, 
un baúl de recuerdos en el que 
tienes tu vida almacenada
y solo tú sabes sacar de él, 
la cosa más emocionante,
esa que todos quieren ver..
En las tablas te creces y enloqueces 
porque la vida te entristece.
Solo por la vida, 
nadie confía en lo que sientes, 
por ello,te enmudeces.
Libre por una odisea, 
con un objetivo claro,
confiar en sí mismo 
y disfrutar del trabajo.
Miles de reflexiones tienes, 
pero solo una es verdadera.
La vida es bella, 
cuando tu mente actúa 
y tu cuerpo se divierte.






Mi mejor rima, porque te fuiste.

A mis brazos viniste,
a mi alma conociste,
en mis labios te mordiste,
en mi cuerpo te envolviste,
en mis ojos me viste triste,
y con mi olor de fuiste.







Pétalos de Otoño.

Apareciste como una rosa caída, 
en el frío otoño de mi juventud,
tú destacabas entre aquellas hojas, 
por la multitud de pétalos
que desprendías hacía mí,
no me pude negar a cogerte
y recomponerte en mis manos
En ese momento una corriente
de aire vino y toda tú magia se esfumo,
desapareciendo por el aire.
Aire que vistio de color 
ante una tarde gris, 
por la belleza
de esa magnífica flor
que a mi corazón un día llegó
y como vino, se hizo pétalos,
y se esfumó…








La Capital deseada

Tú escondite al que me vine a refugiar, 
que entre líneas de metro
me tuve que desplazar, 
y en ningún sitio te logre encontrar. 
Apenas me conoces y 
ya me saludas por mi nombre al pasar, 
te veo, te siento, te busco, 
pero no te siento respirar.
Esta ciudad es inmensa, 
pero carece de mi propia libertad. 
Es un retrato
del sueño que no logré recordar.








Arcoíris

Bajo un arcoíris, 
tengo una infinita
apreciación de los colores 
que esta vida no das…
El azul es la libertad de poder volar.
El rojo, es el amor 
que solo una madre nos puede dar.
El amarillo, 
es la frustración del dinero, 
un mundo que tenemos que olvidar.
El verde, 
es la armonía  de la naturaleza oyéndola cantar.
El color que falta, 
es la sonrisa que solo tú me puedes regalar.








sábado, 23 de noviembre de 2013

1843.- ÁLVARO CAMPOS SUÁREZ



Álvaro Campos Suárez 

(Málaga, 1981)

Licenciado en Derecho por la UMA, tras una estancia en la University of Sheffield. Estudios de Lengua y Literatura en Oxford y Toulouse y de Ciencia Política por la UNED (Madrid).

Al margen de su participación en variados homenajes y recitales poéticos, su obra ha sido difundida en reconocidas revistas literarias (Barcarola, El Toro Celeste o Suspiro de Artemisa, entre otras publicaciones) y blogs de referencia como La nave de los locos.

En 2013 ha publicado su obra trENes (Córdoba, Colección Año XIII).






CAFÉ SOLEDAD

A Campos Reina

En el café de mi soledad contemplo
fantasmas de un tiempo sin tiempo
en romántico divagar.

Amnésicos, recuerdan glorias pasadas
en copas afrutadas de saudade mientras,
en tertulias de a uno,
lucen borrachos el amor perdido.

Oxígeno anaranjado
en hamacas de laurel y espino.

El espectro ilustrado
dice adiós en soledad.






PLENITUD

Longitudes de soberbia
aguardan al lector selecto,
aquél que se reconoce 
entre tierra balda y en barbecho.

Microcosmos artísticos
rodean su existencia fútil.
Comprende el pecado de lo inane
y en el místico oasis
atiende al orisha con ron y tabaco.

Relatos imposibles son contados
                                                     aquella noche 
y yo, narcotizado por la droga del mar y las sirenas,
fantaseo futuribles en su rostro
cuando el siroco borra mis pisadas.

"¡Por fin, libre para el sueño eterno!";
- digo a mi nuevo hermano.
Y ya no más camino vacilante,
abrazado al rumor de un vacío anónimo.
El de los grandes hombres,
beduinos de la iluminación.




OBSERVA Y MUERE

¿Por qué es el ente y no más bien la nada?
M. HEIDEGGER, Introducción a la filosofía

No se alimenta más que del aire
ni alienta menos que la muerte.
En el campo amarillo, 
atado al olivo,
hallo al perro miserable.

"Observa y muere",
me susurra.
"Observa y muere".

Can omnipotente,
paradigma del vacío
frente a un hombre sin ladrido.






EL PORTERO DE LAS NUBES                  
                     
                                                    A Luis Cernuda,
en el 50º aniversario de su muerte

Azul, gris, rojo. Tres colores 
para una misma fantasía.

Al abrigo del ozono
y el nitrato de plata
las nubes descansan, tranquilas…

… como el reo en el corredor de la muerte…

Dormirán entre sollozos
hombre y nube evaporados.







martes, 19 de noviembre de 2013

1842.- JOSÉ RIENDA

José Rienda

José Rienda 

(Granada, 1969). Doctor en Filología Hispánica, es profesor del Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura de la  Universidad de Granada y miembro numerario de la Academia de Buenas Letras de Granada, desarrollando igualmente su labor en el ámbito de  la edición cultural como director de publicaciones de Ediciones Dauro. Fue Premio Federico García Lorca de Poesía de la Universidad de  Granada en 1994 y finalista del Premio Gustavo Adolfo Bécquer de la Junta de Andalucía (1992). Ha publicado los poemarios En las hondas  lejanías... (Cuadernos del Laurel, Granada, 1991; 2ª edición con el título Margen y deriva: Cooperativa Editorial, Granada, 2004, donde incluye  además la plaquette homenaje a Javier Egea Itinerario al mar); Inventario de Octubre (Fundación Federico García Lorca/Universidad de  Granada, Granada, 1995; 2ª edición en: Granada Literaria, Granada, 2004, prólogo de Juan J. León) y El porvenir es tarde (Silene Libros,  Granada, 2001, prólogo de Ángela Olalla). También es autor del libro de literatura infantil El buen amigo (Port-Royal, Granada, 2004, prólogo  de Ian Gibson), del libro de artículos Nuestra ciudad literaria (Mirto Academia, Granada, 2007) y de los ensayos Museo marítimo itinerante:  analectas del mar como elemento funcional en la poesía española contemporánea (Universidad de Granada, Granada, 2006) y Defensa de la  tematología literaria del mar (Silene Libros, Granada, 2006). Sus últimas publicaciones corresponden al ámbito de la didáctica de la lengua y la  literatura. 



AHORA MIRA LA LLUVIA ESPARCIDA POR EL MES 
DE NOVIEMBRE 




Ahora es cuando puedes empezar a morirte… 
Ahora puedes abandonar los brazos a lo largo del tiempo… 
Ahora mira la lluvia esparcida por el mes de noviembre… 

 BLAS DE OTERO 





Llovió poco y las últimas 
hojas verdes que aún tiemblan en los árboles 
son tan sólo un paisaje 
para otros bosques más lejanos. Tú, 
porque eres quien transita amanecidas 
las páginas en ti bajo los ojos, 
apurarás la copa del otoño 
cuando incendie la vieja soledad, 
el dolor que desvive en la impaciencia 
de sabernos al borde del suicidio 
y la tarde templada 
herida en lentitud hacia la historia. 



II 
  
Hoy dueles y a lo lejos el cansancio 
del agua que emborrona los papeles 
pregunta adormecido en tu mirada: 
el tiempo, amor, el tiempo 
y un abismo que aturde los sentidos 
como un caer bestial hacia la tierra. 




III 

Aceptamos la vida como extraña renuncia 
de otra historia o ciudad, 
como factura eterna por los bosques 
que insensatos blandimos ante el mundo 
en mitad de una lluvia inexplicable. 

A veces nos amamos, 
delincuentes tal vez en el descaro 
que exhibimos por grandes avenidas, 
fuertes de juventud, resueltos siempre 
y gozosos, prohibidos con la tarde 
y arrestados al fin en las horas de invierno. 

A veces nos amamos, sólo a veces, 
temerarios 
que pedimos las cuentas a los años 
y pagamos un saldo amortizado 
en la traición al bosque que tuvimos, 
el refugio imposible contra el tiempo 
de esperas y dolor que nos acecha 
si vivimos la historia a nuestro modo. 



IV 

Anoche preguntaron por la lluvia, 
la tuya amanecida, adolescente 
por mucho que pretenda envejecernos 
en esta realidad que se oscurece 
con manos alargadas a la luz 
contaminada y débil. 




Te buscaron por bosques y avenidas y tú lograste huir hacia la noche 
a través de un cristal que desconoce 
el nombre de los fríos que mendigan 
con un cuchillo azul en la garganta, 
con otra historia vieja y la derrota 
de sabernos el frente de las voces 
que serán esta lluvia que transcurre 
como llueve en las páginas vencidas 
sobre un mármol raído en la memoria. 



VI 

Acepta entonces tú también como nosotros 
esta historia que ocurre en mitad de la lluvia 
de otro tiempo o ciudad. 

Y perdona el abismo en que te envuelvo 
cuando expongo al temblor de tu mirada 
unos versos que dudan la traición 
de comprenderse versos en la muerte, 
de saber sin embargo que pudieron 
saltar de pronto a ti, 
crecer al par que un libro, 
vivir en otros bosques. 



VII 

Puede tal vez la lluvia ser un pueblo 
de aquellos que se encuentran sin querer 
y ofrecen como niños la sonrisa 
a quien pasa con sueño. 

Puede tal vez la lluvia ser un canto 
que te empuja hacia dentro de la ropa 
y se alza indeleble en el final 
de un pasillo olvidado. 

Tú vas, detrás el agua. 
No me pensaste aún 
pero en la tarde llueve. 




VIII 

Imagina 
que en este sol atrapases un instante del ocaso 
y el alba caudalosa de tu cuerpo se volcara hacia mí. 

Imagina, 
bajo el himno humedecido de los besos o las hojas, 
que algún ave aterida se acercase hasta el cielo 
para hablarnos del amor 
esta tarde. 

Un horizonte se deshace en tus manos, 
un otro mundo lloviznando por dentro. 

Imagina que tan sólo 
una sílaba restase 
para rozar un poema 
de pequeña libertad. 




IX 

Es lo que más me duele de todo lo que amo: 
tu juventud incierta, el cruzar estaciones 
sin pensar en saberlo, el poder olvidarnos 
de la lluvia callada que los campos precisan, 
el ponerle una acera 
al sinfín de tu calle. 

Y lo que más me duele de todo lo que amo 
resiste en el quizás 
del llegar a quererte para estar indefenso 
y pedir que me abraces 
mientras cierro los ojos 
y susurras hermosa 
que me quede tranquilo, 
que tendrás tú cuidado 
del reloj y la tarde. 

Es lo que más me duele, 
el tener que llamarte porque a veces no estás, 
el buscarle una entrada a la historia prohibida, 
el vivir al acecho de tu amable palabra. 




Vas de nuevo al amor que en la calle ganamos. 
Ya no estás en la enorme facultad si me atrapan. 

Es ayer más lejano y tu pueblo una isla. 
Vas de nuevo al amor, a la paz, a la casa.  
Te preguntan por mí, pero el mar nunca vuelve. 
Nuevamente el dolor de la historia me calla. 

Y te dije que el tiempo era sólo un recurso. 
Y dijiste que a veces tanta vida se paga. 

Te preguntan por mí, pero ya no lo sabes. 
Es sencillo olvidar un poema de nada. 

Porque ya no respondes en el bosque incendiado. 
Nuevamente el dolor de la lluvia... Mañana... 



XI 

Cuando los árboles, 
recuerdo 
que fue cuando los árboles pusieron 
su esperanza y la luz en otro espacio 
de nuestras iniciales. 

Porque aquellas primeras, tus canciones 
primeras sobre el tiempo de las calles, 
sobre la delgadez de los amantes 
y la censura al mar, 
vinieron con el bosque 
como un resto de vida que guardamos. 

Lo recuerdo 
siempre dándonos tarde 
allí bajo la historia 
que hubieron rescatado del incendio 
para nosotros solos, 
allí sobre los mares 
y caminos que aún nos pertenecen 
(allí supimos ir con el traje encogido, 
en la precoz esquina de la lluvia, 
sin miedo a tanta paz, 
tranquilamente allí, 
lentamente hacia allí). 

Lo recuerdo sí grave por la luz, 
sí golpeado a ciegas por los siglos, 
y sé que la vejez de aquellos árboles, 
 árboles por la tarde, 
 árboles en el hombro del cansancio, 
 árboles en tu voz tan desmayada, 
nos empujó hacia el mar y nos dejó en un final de sueños destrozados 
como quizá las nuevas estaciones. 



XII 

Otra vez con la lluvia me ha llegado tu nombre, 
con la encina gigante arropada en las nubes, 
esta encina testigo, camarada del tiempo, 
de ese tiempo imperfecto que habitamos despacio; 
y despacio alcanzamos, por detrás de las calles, 
por detrás de la historia que jamás nos leyeron, 
este libro más tuyo aunque lleve mi daño 
o las horas enfermas en los bares perdidos; 
y he perdido en los trenes de noviembre a noviembre, 
compañera callada, tu política triste 
y tus mapas ocultos o tu espalda pequeña, 
tempestad sin imagen, compañera sincera; 
y el paisaje se aleja y tus labios dormidos 
se despiertan al tiempo y recobran la herencia 
corrompida de siglos, de semanas absurdas, 
y recuerdas mi nombre pero tú no lo sabes 
porque no me conoces ni siquiera en un verso: 
yo jamás he leído con mi voz esos ojos 
que inventamos un día que olvidaste de pronto 
porque vino el verano y tu pueblo una isla, 
y mi brazo cansado, y otra vez me preguntan, 
y otra vez que te fuiste, y otra vez que sin prisa. 



XIII 
  
Trastienda infinita el mar, 
cerca se escucha llorar. 

Lunas de sal prisioneras 
de horizontes de escolleras 
cuando abaten cordilleras 
buscadoras de otro hogar. 

Trastienda infinita el mar, 
cerca se escucha llorar. 

Soledad impertinente, 
pasajero delincuente, 
navegante adolescente, 
¿quién te quiso rescatar? 
 Trastienda infinita el mar, 
cerca se escucha llorar. 

Sólo triste indumentaria, 
sólo lluvia literaria, 
sólo duna milenaria..., 
¿quién te pudo desarmar? 

Trastienda infinita el mar, 
cerca se escucha llorar. 



XIV 

Sí. 
El porvenir es tarde, 
tarde porque de golpe fue muy tarde, 
tarde porque mañana 
será siempre ya tarde para el último muerto, 
para los muertos de ahora mismo tarde, 
tarde. 

¿Dónde están todos? 
¿Dónde la voz, los árboles? 
¿Adónde la esperanza? 

El porvenir es nunca. 
Y este mar que mendiga bajo siglos de miedo. 

El porvenir es nada. 
Y este abismo que anuncia el dolor de los huesos. 

Otra historia vencida y extraña sin embargo 
y otros ojos cansados que apenas rozan cuerpos, 
son muertes, sangre en estas páginas, 
en esta luz de hogar deshabitado, 
en este bosque frágil sobre el tiempo, 
en estas manos tensas 
y en estas calles, 
en estas lluvias, 
en estos restos... 



XV 

Por si acaso los bosques de un exilio en la playa 
o prefieres entonces renombrar la derrota 
y retomas en cueros nuestra noche canalla 
y decides de pronto que te llamas gaviota.  
Por si acaso los ecos de una vieja muralla 
o descubres un libro, una cumbre y te agota. 
Por si acaso la tarde, el dolor, la batalla. 
Por si acaso concluyes y me dices idiota. 

Y las voces cansadas y también el invierno, 
la vejez de la lluvia y el amor por si acaso 
te requiero un camino que te lleva al infierno. 

Y los gestos vencidos y también el desierto 
y la cama tremenda y la paz del fracaso 
por si acaso te llaman y te dicen que he muerto. 



NOTA DEL AUTOR: 

Estos poemas, unidos en lluvia, fueron recitados el 16 de julio de 2009 en el Carmen Aljibe del Rey, dentro del ciclo “El Agua y la Palabra”. 

Poemas I a VI y XIV: de El porvenir es tarde (2001). 
Poemas VII a IX: de En las hondas lejanías (1991). 
Poemas X, XI, XII y XV: de Inventario de octubre (1995). 
Poema XIII: de Itinerario al mar (2000).