Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

domingo, 31 de marzo de 2013

1541.- JUAN IGNACIO GONZÁLEZ DEL CASTILLO




Juan Ignacio González del Castillo 
(1763-1800)

Dramaturgo español, nacido en Cádiz. Fue profesor de español de Juan Nicolás Böhl de Faber. Representante en Cádiz de la corriente del sainete costumbrista cultivado en Madrid por Ramón de la Cruz. Sus obras se publicaron en dos tomos: (1812 y 1813-1816). De ellas destacan: Un día de toros en Cádiz, La feria del puerto, El soldado fanfarrón, Felipa la chiclanera, El lugareño de Cádiz y la comedia La madre hipócrita, 1800. Escribió también una tragedia clásica, titulada Numa, en 1799.



El gitano Canuto Mojarra o El día de toros en Sevilla
Sainete nuevo para trece personas
Juan Ignacio González del Castillo



PERSONAJES
 
CLARA
SIMONA
IGNACIA
AMBROSIO
EUSEBIO
CANUTO
PEPA
CARMEN
DOÑA BLASA
DON LUCIO
SOLDADO
FEL
GUARDIA
CAB
VENDEDOR 1
VENDEDOR 2


(Salón corto con dos sillas: salen CLARA y SIMONA.)
          
CLARA Déjame mujer, que estoy
como una loca: qué rabia!
Verme yo en día de toros
sin tener un real en casa!
no se como no me mato!
SIMONA Señora por Santa Clara,
tenga usted paciencia.
CLARA Cómo?
buena quedará mi fama,
si vieran los petimetres
que yo no estaba en la plaza!
vaya, yo no sé que hacer
en este apuro!.. que llaman...   (Llaman.)
SIMONA Ya van. (Vase.)
CLARA La sofocación
me ha de obligar a que haga
un desatino: Quién es?
(Salen IGNACIA y SIMONA.)
IGNACIA No vienes Clara a los toros?
CLARA No, que no puedo.
IGNACIA Qué es esto?
estás por ventura mala?
CLARA                                      No.
IGNACIA Pues qué tienes Clarita?
CLARA Que no tengo ni una blanca.
IGNACIA Vaya, vaya; está Sevilla
desconocida! aun las damas
de nuestro mérito, iremos
muy pronto por la gandaya.
CLARA Yo me muero.
IGNACIA Y con razón;
porque no es decible cuanta
reputación en los toros
una buena moza alcanza.
CLARA Ya se ve, como que entonces
la más pobrecita, carga
con todo el cofre, después,
como en el balcón tan guapas
nos ponemos con las flores
y el arrebol; la distancia,
todo alucina; le gente,
cual si fuésemos estampas
de venta nos examina,
tan absorta y elevada
que después de hecho el despojo,
se ven lagunas de babas.
IGNACIA Pues vaya; que determinas?
CLARA Que se yo! querida Ignacia,
dame un consejo.
IGNACIA Que vendas
o empeñes cualquier alhaja.
CLARA Qué he de vender, si mis prendas
nunca ha querido sellarlas
el contraste, y de vergüenza
se me ponen coloradas!
IGNACIA No conoces un logrero
de estos que prestan su plata
y por cada duro quieren
cinco reales de ganancia?
CLARA Uno conozco que vive
en la calle de la plata,
a quien debo alguna cosa,
y toditas las mañanas
me quita el sueño el maldito
por una cuenta atrasada.
IGNACIA Pues piensa lo que has de hacer,
y a Dios hija, que me aguarda
Don Pedrito.
CLARA Espera un poco.
IGNACIA Si tú no resuelves nada.
CLARA Te parece, di, que venda
algún colchón de la cama?
IGNACIA Yo aunque dormiera en el suelo
lo vendiera.
CLARA Pues llama,
Simona, al Ropavejero
de aquí junto.
SIMONA A Dios, mi ama,
da la corrida que viene
de costillas en las tablas.   (Vase.)
IGNACIA Hija mía, penitencia!
CLARA Y que se ha de hacer, Ignacia?
Los tiempos están perversos,
y es preciso usar de mañas,
para aparentar decencia.
Yo conozco muchas damas
que llevan en las manillas
encajes de media vara,
y sólo comen gazpacho
por la noche y la mañana.
(Salen SIMONA y AMBROSIO.)
SIMONA Aquí, señora, está Ambrosio.
CLARA Vaya, Ambrosio, tienes plata?
AMBROSIO Cómo he de tener un cuarto,
si en día de toros, no hay caja,
no hay armario ni silleta
que a la tienda no me traigan;
de manera que parece
se muda el barrio de mi casa.
CLARA Pues es preciso me compres
el colchón, que ha tres semanas
me vendistes.
AMBROSIO De manera
que si me da usted la alhaja
por la mitad...
CLARA El dinero,
y no se hable más palabra.
AMBROSIO Allá van dos pesos fuertes:
dónde está el colchón?
CLARA Mañana puedes
mandar un gallego.
AMBROSIO Qué gallego, ni que acá?
yo lo bajaré de un salto.
CLARA Ve con Simona, y despacha
no entre alguien.   (Vanse derecha.)
IGNACIA Yo me voy.
CLARA Vendrás esta noche, Ignacia?
IGNACIA No; porque ceno en la fonda,
(que tiene ahora más fama,
que es la Cabeza del Turco)
con un sujeto.
CLARA Pues anda
y guárdame una fineza.
EUSEBIO (Sale)   Felicísimos, madamas.
CLARA Don Eusebio: que milagro!
yo le hacía a usted en la plaza.
EUSEBIO Vengo a llevarla a los toros.
CLARA Pues vamos, porque se pasa
el tiempo.
EUSEBIO Las dos y cuarto,
aún es muy temprano: vaya,
siéntese usted que tenemos
que hablar cosas de importancia.
CLARA Entra, y di al Ropavejero
que todavía no salga.
IGNACIA No me puedo detener.
CLARA Vamos que la tarde es larga,
y allí podemos hablar
a nuestro gusto.
IGNACIA A Dios, Clara.
CLARA Espera un poco mujer.
EUSEBIO Siéntese usted.
IGNACIA Si me aguardan.
CLARA Vámonos, porque más tarde
no habrá sitio.
EUSEBIO Nos le guarda
mi criado.
CLARA Ay! El pañuelo
se me olvidaba! muchacha?
vuelvo pronto.
(Salen AMBROSIO con el colchón y SIMONA)
AMBROSIO Con licencia
de ustedes.
CLARA Ya estás pagada,
hija mía, conque así
ponte al instante tu saya
y tu mantilla y a Dios,
que no quiero yo criadas
respondonas.
SIMONA Pero yo...
CLARA No me llores.
SIMONA Si por nada
se pone usted como un tigre.
IGNACIA Pero mujer,
porque causa la despides?
CLARA Porque tiene
una lengua como un hacha.
SIMONA Pues diga Vd en que he podido
ofenderla?
IGNACIA Vamos, Clara,
no te sofoques.
SIMONA                        Señor,
suplique usted a mi ama
que no me despida.
EUSEBIO                               Yo
me empeño por la muchacha.
CLARA No sabe usted quien es esta:
después que tiene sobrada
la comida, y que jamás
su salario se le atrasa,
no cesa de murmurarme.
EUSEBIO Por esta vez perdonadla.
CLARA Por el señor, te recibo,
insolente, ve y alcanza
al mozo.
SIMONA Ya estarás lejos;
después iré por la cama.
IGNACIA Yo me voy.   (Vase).
CLARA A Dios hijita,
hasta luego: ve quién llama.   (Llaman)
EUSEBIO Vaya, mi Doña Clarita;
si usted supiera las ansias
que me cuesta?..
CLARA Pobrecito!
se le conoce en la cara.
SIMONA (Sale)    Un hombre busca al señor.
EUSEBIO A mi buscarme?
CLARA Hará falta en otra parte.
EUSEBIO Yo pienso
que me equivoca; que traza
tiene ese hombre?
SIMONA Él es chico,
y ancho como una tinaja:
moreno, mal encarado;
y tiene unas patillazas
que parecen dos orejas
como de perro de aguas.
Me parece haberle visto
en la Cruz de la charanga.
EUSEBIO No sé quién es.
CLARA Di que entre,
así la duda se acaba.
(Salen CANUTO y SIMONA)
CANUTO Guarde Dios la gente honrada.
EUSEBIO Canuto, y tu me buscabas?
CANUTO No señor, pero ijo
el ropero que usted entraba
cuando sacaba el colchón
de esta niña..
CLARA Usted se engaña,
que era el colchón d ela moza.
CANUTO Ya: fue equívoco; pues!
EUSEBIO Despacha,
qué se ofrece?
CANUTO Escuche usté
(Con licencia)   unas palabras.
EUSEBIO Qué me quieres?
CANUTO La verdá:
mire usted que si mi hermana
llega a oler que esta gache
le jace sombra; le agarra
y le arranca a usted los flecos
del tustus a manotadas.
EUSEBIO Pero si es una señora
decente.
CANUTO La cercunstancia
de decente me ha gustao:
si, que la otra se espanta
de moñajos. Mire usted
la otra tarde a una maama
que llevaba una mantilla
del soplillo, y una saya
de lustre con más pindajos
que una torre empavesaa;
le pegó tal arañazo,
que le arrancó de la cara
una espuerta de caliche
y se quedó la facha
lo mismo que una carota,
medio negra y medio blanca.
CLARA Vaya, que está bueno el chasco.
Don Eusebio, si le llaman,
no se detenga por mí.
EUSEBIO Perdone usted Doña Clara,
era otro asunto. Ya ves
que se incomoda esta dama.
CANUTO Qué dama, si la conozco
lo mismito que a mi hermana!
ésta vivió ahora tres años
en los Jumeros, en casa
de vecindá, y tenía
alquilaa un acobacha:
después, una bien hechora
le buscó mejor posaa,
la visitió como un palmito;
de modoo que Doña Clara
se encontró una marquesa
de la noche a la mañana.
CLARA Ya no tengo sufrimiento,   (Aparte).
no he visto historia más larga.
CANUTO Como que es un asuntillo
de comercio.
CLARA Y usted trata
de cobrar el corretage?
EUSEBIO Doña Clara, ya se acaba.
Hombre, por amor de Dios
que Carmen no sepa nada.
CANUTO Seguro: yo no me precio
de tener le lengua larga.
Esto es tan solo decirle,
lo que hace el caso.
EUSEBIO Pues anda
que a la noche veré a Carmen.
CANUTO Pero diga usté, no hay naa
para el mozo?
EUSEBIO Y qué he de darte?
CANUTO Válgame Dios y que entrañas!
Soy tan endino, que yo
no merezca ver la cara
de mi Rey?.. ande usté pronto
con un estronque.
EUSEBIO Qué maula!
toma y márchate al instante.
CANUTO Dios le pagué a usté la santa
caría, que hoy toavía
ni un ocho a pasao de agua.
EUSEBIO Anda con Dios.
CANUTO Carz e cielo,
bajo de una mala capa...
Ya usté sabe: aunque soy probe,
manda a Canuto Mojarra.   (Vase).
CLARA Caballero, usté dispense,
que yo me voy a la plaza.
EUSEBIO Yo iré al costado de usted.
CLARA Y que alguna bribonaza
nos venga a reconvenir
en la calle.
EUSEBIO Me agravía
tan infundada sospecha.
CLARA Esto es mirar por mi fama:
los hombres, con sacudir
en cualquier parte la capa
quedan limpios como un oro,
pero nosotras las damas,
pagamos siempre las costas
en tales pleytos: ni en chanza.
Jesús! Si alguna mozuela
se me plantara de jarras
en un público, imagino
que al punto me desmayara.
EUSEBIO Juro a usted Doña Clarita,
que con esta gente baja
no me trato y que tan solo,
vuestro chiste y vuestras gracias
me embelesan.
CLARA Bien: el tiempo
me dirá si usted me engaña.
EUSEBIO Me conformo.
CLARA Venga usted
que ya será hora. Muchacha,
cuenta con no abrir a nadie,
que anda rodando la plata
por esa cocina, y pueden
llevarse alguna cuchara.
Que cierres bien la cancela,
y que no abras las persianas.   (Vanse).
SIMONA Yo, ni a mi madre
le abro. Qué grandísima bellaca!
juzgará el tonto que lleva
a su lado alguna infanta.

(Mutación del campo, a un lado se ve parte de la plaza de los Toros, a otro un cuerpo de guardia, y en otra esquina una tienda de Montañés. Habrá dos filas de puestos con avellanas, naranjas etc. Salen IGNACIA y PEPA).

VENDEDOR 1 Bocas, bocas de la isla.
VENDEDOR 2 Avellanas y naranjas.
IGNACIA Vaya vaya que Don Pedro!
PEPA Si Don Pedro! Buena maula!
puede ser que esté con otra
divirtiéndose en la plaza.
IGNACIA Si lo veo he de ponerle
las orejas coloradas.
PEPA Y que haremos?
IGNACIA Observar
desde este cuerpo de guardia.
(Salen CANUTO y NORBERTO).
CANUTO Camarilla, nenguno
a buen mozo a mi me gana...
Cabalito... Cuantas mozas
han venido de Triana
me han hecho del ojo...Ya!...
como yo tengo esta planta...
y este aire de taco   toitas
por mis huesos se esparraban.
(Pasan una silla)
NORBERTO Que linda moza que llega,
y viene sola.
CANUTO Salaa!
y como me gusta usté!
No ha visto usté la sotana
que lleva con tantos ligeros pliegues?
qué! si parece una manga
de camisola a la Inglesa.
NORBERTO Pero como te miraba;
que estrella tienes!
CANUTO Verás
como ésta, que está paraa,
se vuelve aquí una aljofifa
por un pechito.
NORBERTO Abordarla
sin mieo.
CANUTO Si aquí no hay jambre:
déjame poner la capa
a la caló. Maamita...
si por la concomitancia
quie usté que la acompañe
un hombre... mande en la plata
y en la presona.
IGNACIA Se estima.
Esto sólo me faltaba.   (Aparte).
Váyase usted a su camino.
CANUTO Sobre que he de conviarla:
echaremos dos ochitos.
IGNACIA No sea bestia.
CANUTO Vaya en gracia
porque la quie Canuto
y porque le da la gana.
IGNACIA Tome el majadero.
(Le da un bofetón)
CANUTO Ves como
me tomó la cara?
si la probe está perdida
por mi cuerpecito.
NORBERTO Vaya
si tú too te lo mereces.
CANUTO Pero si naide me gana
a salao. El otro día
en la calle de las palmas
se dieron por este cuerpo
dos mozas una sotana.
Pero la más regordeta
la echó a la otra las garras,
y agachándole el cogote,
la tocó por la peana
tal redoble, que al ruido
salían a las ventanas
pensando que un regimiento
con el tamborón entraba.
NORBERTO Bien
echo; pero que dices
del vino que nos despacha
el montañés?
CANUTO                         La verdaa,
es un vino de sustancia.
NORBERTO No me convidas a medio?
CANUTO Aquí no hay dolores: anda.
CARMEN (Sale)   Dónde vas, hombre?
CANUTO A la tienda
a tomar una tisana
para el estómago.
CARMEN Endinote,
conque ya estás con la tranca?
Vete acostar, borrachón.
NORBERTO Señora Carmencita, vaya
que no es regular...
CARMEN Lo es.
Porque aunque probe es honraa
toa mi gente, y no quiero
que me tiren cuchilladas
las malas lenguas.
NORBERTO Canastos!
que dende que usté se trata
con cabelleros, esta
que rebienta.
CARMEN Envidia y rabia!   (Aparte).
muchito, con gente fina
que gaste botas y fraque,
y no zapatos de vaca
ni chaquetita.
CANUTO Ay! Hermana,
que te la pegan.
CARMEN A mí?
CANUTO Remuchito, si te aguardas
un poquito, le verás
venir con una maama
de bracillo, tan pegao
como si fuera una estampa.
CARMEN Y tú lo sabes?
CANUTO No pueo
decirte ni una palabra
que estoy muo. Norbertillo,
ven que el montañés me llama.
NORBERTO A tomar una epidemia.   (Vanse dos).
CARMEN Quién será la señoraza
que va a los toros con ese
endinote? Aunque me ahorcaran
les he de esperar aquí
para contarles la cara.
(Salen DOÑA BLASA y DON LUCIO de figurones).
BLASA Jesús Don Lucio! parece
que el espíritu se ensancha
el día de toros.
LUCIO Es cierto
que el campo parece un mapa.
BLASA Usted viene embelesado
con las mozuelas que pasan.
LUCIO Doña Blasa quiere usted
que diga lo que me encanta?
BLASA Cuenta con lo que se dice.
LUCIO No es nada malo: esa gracia,
esos ojos retozones,
esas narices romanas,
ese talle, ese donaire...
BLASA Ay! que este hombre me traga!
Qué cortejo tan furioso!
LUCIO Si la pasión me achicharra!
BLASA Jesús cuál tiembla!
LUCIO Este es lance
de que saquemos las cajas.
BLASA Vamos andando.
LUCIO Primero
vaya un polvo.
BLASA Que reparan
las gentes.
LUCIO Más que reparen:
abra usted también su caja.
BLASA Dirán que es mucha llaneza.
LUCIO Qué rico! parece un ámbar:
otro polvito.
BLASA Qué hombre
tan voraz!
LUCIO Si no se casan
mis narices. Otro polvo.
BLASA Ved que peligra mi fama.
LUCIO Si el amor se me ha subido
a las narices.
BLASA Tolerancia
mi Don Lucio!
LUCIO No hay remedio,
de esta me sorbo la caja.
BLASA Las manos quietas.
(Salen CANUTO y NORBERTO con un pañuelo).
CANUTO Norberto,
verás como junto plata
para los toros. Caballero
una limosna para un alma
que va de tumbo.
BLASA Ay que borracho!
Mi Don Lucio que se vaya,
que el tufo me da jaqueca.
LUCIO Váyase muy noramala
que yo lo mando.
CANUTO                            Lo mismo
que si nadie lo mandara...
Vaya que es día de Corpus,
y ha salido la tarasca.
BLASA Qué infame!
CANUTO                    De que boegón
ha sacado esas dos caras?
LUCIO Conténgase el picarón.
CANUTO Soniche: porque si pasa
por mi barrio, el sabio Santo,
le cuelgo con la casaca.
LUCIO Le he de pasar.   (Saca la espada).
BLASA Mi Don Lucio,
no se pierda usted.
CANUTO So mandría,
allá va Canuto.

(Arremete a DON LUCIO y se cae, y empieza a dar golpes sobre la tierra como si le tuviera debajo: acuden los soldados, y D. LUCIO y DOÑA BLASA se van.)

SOLDADO Paz.   (Vase)
LUCIO Por usted envaino la espada.
CANUTO Si me lo he de comer;
yo soy Canuto
Mojarra.
NORBERTO              Hombre vamos.
CANUTO Si le tengo
de romper toa la cara.
TODOS Levantarlo.
NORBERTO                  Ya se fue;
sosiega.
CANUTO Conmigo chanzas?
Vaya, si le he traído el churí
le abro como una granada.
NORBERTO Vente a la tienda.   (Lo empuja).
CANUTO También
te giee a ti la vida?
NORBERTO Marcha,
y no seas pesao.
CANUTO                          Agraece
que lo pies sin fanfarria.
FEL (Sale)   Qué hace Vd. aquí D. Ignacia?
Salero, cómo a estas horas
no hace figura en la plaza?
IGNACIA Déjeme usted que un tunante
hay me ha dejado plantada.
FEL Don Pedrito?
IGNACIA Ese gran mueble.
FEL Si yo no sé lo que sacan
de tratar con esos niños,
monos, corrutacos, que andan
siempre oliendo donde guisan:
hablen con gente de capa,
que auque tenemos las manos
callosas, corre la plata.
IGNACIA Jesús! nunca volveré
a oírles otra palabra.
FEL Con que vamos a los toros?
IGNACIA Ya que usted se empeña, vaya.
FEL Si le gustan a usted bocas,
avellanas, o naranjas,
no hay más que peir.
PEPA Yo quiero
bocas.
IGNACIA          Pues yo Avellanas.
FEL Al avio.
IGNACIA             Mira, Pepa;
si viene mi amiga Clara
con su Don Pedrito?
PEPA Si la vista no me engaña
ella es sin duda.
CARMEN Muy bien:
nos encontramos los guardas
con los meteores.
(Salen DOÑA CLARA, y D. EUSEBIO).
Niña
me parece que esa alhaja
tiene dueño, y no es valdía.
EUSEBIO Se cayó a cuestas la casa.
CLARA Hola! qué osadía es esta?
Qué quiere esta bribonaza,
que tales dichos profiere?
CARMEN Oiga usted so remilgaa,
no le arranco a usted los tufos
pot tener tela cortaa
con este endino.   (Le enviste).
EUSEBIO Detente Carmen.
CARMEN No me da la gana:
y a usted mi Doña Melindre...
CLARA Mire usted bien lo que habla.
CARMEN Pues no salga uste a la calle
mi señora, con alhajas
ajenas.
CLARA           Los Caballeros,
acompañan a las damas
en público, y las mozuelas
lo ven, lo saben y callan.
CARMEN Pues yo mando en el señor,
y no me da a mi la gana
que a nadie sirva de paje.
CLARA Ya yo me enciendo: caramba!
múdese usted, que el señor
viene conmigo a la plaza.
CARMEN Es usía muy visoña
para salir a campaña
conmigo: conque chitito,
y tocar la retirada.
CLARA Retirarme? A que si toco
el ataque de las majas,
tiene usted sin dilación
que volverme la culata?
CARMEN Me parece que usted ha sido
gorriona, antes que calandria.
CLARA Cabalito, y si lo duda
le enseñaré aquí las garras.
CARMEN Le estorban los pelendengues
para volar?
CLARA Puf! Qué bascas me dan
de mirar a usted
con esos brazos en jarras.
CARMEN Me quiere ver de otro moo?
CLARA Ya me hormiguea la palma
de esta mano.
CARMEN                      A que le pego?
CLARA A que la corto la cara?
CARMEN A quién? a mí?
CLARA A usted, si puerca.
(Salen CANUTO y NORBERTO).
CANUTO Señoras paz, paz.
CARMEN Dejarla.
CLARA He de beberla la sangre.
CANUTO Quién se mete con mi hermana?
Chitito que habla Canuto
cachirulo que hay naaja!
Doña Pánfila, usté quiere
que yo le diga en sus barbas
lo del colchón?
CLARA                        So borracho,
si me vuelve a hablar palabra,
te abro del primer puntazo
una canilla en la panza
CANUTO Yo borracho? A que le pego
un sopapo en la maraña
de los pelos.
CLARA                    Vive Dios!
EUSEBIO Tunante, tú te propasas
con una mujer?
CANUTO                           Usté es
el tunante.
EUSEBIO                 Tú me tratas
de ese modo? He de matarte
picaron.
(Se cae CANUTO al sacar el otro la espada).
CANUTO Santa María!
que me muero: confesión!
que me han matado!
TODOS A la guardia
que han muerto a un hombre.   (Sale GUARDIA).
CANUTO Confesión!..
CAB Quién le dio las puñaladas?
EUSEBIO Nadie:
sino le han tocado.
CANUTO Me ha pasado las entrañas
como una breva.
CAB Predend al señor.
CLARA No le ha hecho nada.
CARMEN Si le ha hecho.
CAB Lo veremos.
Donde tiene la estocada?
CANUTO Aquí tengo un agujero
mayor que toda la plaza
de los toros.
CAB                    Donde.
CANUTO Aquí;
me soplo toda la espada
más abajo del riñón occidental.
CAB Si no hay nada.
CANUTO Pues será por este lao.
CAB Dónde está?
CANUTO Junto a la panza,
más arriba del ombligo.
CAB Por aquí tampoco hay nada.
CANUTO Ni por la tetilla izquierda?
CAB Todo está limpio.
CANUTO Pues vaya
no me daría.
CAB                    Bribón,
tú haces burla de la Guardia?
CANUTO Yo no me burlo.
CAB Llevadlo
para que duerma la tranca.
CANUTO Norberto, ve a la taerna,
y di al montañés me traiga
la sosiega.
CAB La sosiega? con un palo:
marche el borracho.
CANUTO Cachaza
melitar, porque Canuto
sabe muy bien la ordenanza;
y nenguno, nengunito
ha probao más la vara.   (CLARÍN).
IGNACIA Qué va hacer el despejo.
EUSEBIO Vámonos ni Doña Clara.
CLARA Váyase con la señora
que pronto hallaré compaña.
CARMEN Puf! que asco busque usté
otra señora estiraa.
EUSEBIO Vaya, que he quedado fresco.
CLARA Eso tiene los que engañan
a dos a un tiempo.
EUSEBIO Paciencia:
ya quedé mal con entrambas;
pero a bien que de esta clase
se encuentran muchas bandadas.
CARMEN A Dios mi señora usía
de los Jumeros.
CLARA                         Envidia
porque no te ves medrada
como yo: tener conducta.
CARMEN Yo te conocí soldada.
CLARA Ya se ve, cuando era yo
del gremio de las quebradas.
IGNACIA Vamos, mujer a los toros,
y déjate de palabras
superfluas.
FEL A los toros   (CAJA y CLARÍN).
que ya se escuchan las cejas.
TODOS Y aquí da fin el sainete,
perdonad sus muchas faltas.
FIN






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