Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

jueves, 30 de mayo de 2013

1708.- JOSÉ MANUEL ALFARO BASILIO




José Manuel Alfaro Basilio (Tarifa –Cádiz-, 1957)

OBRA: La jubilación del delantal
 
la jubilacion del delantal



Mar de fondo 

Oculté el oído en una caracola que
presumida y orgullosa de su cuerpo calcificado
se dejaba mecer por el oleaje oceánico que,
impregnada de olor a brisa marina y a cianofíceas,
retozaba sin conciencia entre gruesos granos de arena
que arropaban los restos del destino desafortunado
de su ocupante desaparecido,
y que a modo de memoria de su inquilino
le obsequiaba a los paseantes descalzos, su vestimenta coloreada.

Resguardada tras la vitrina de mi paraninfo,
culminé su destierro de los fondos arenosos para apagar la vehemencia de mi sentimiento por la belleza y los testigos impotentes,
y de por vida –la mía-
          su descanso eterno entre cristales esponjados de miradas curiosas.

Con ella, las señales de sus paredes impregnadas.

Sí, empapadas, de esencia de marinos muertos en la mar,
de náufragos matados por el hambre y la sed,
de voces desesperadas en las noches hipotérmicas,
de plegarias de socorro a las estrellas,
de gritos en el silencio profundo del miedo.
También de ruidos de hélices de perseguidos, de turistas,
 de pescadores, de mercantes,… 
de todo aquello que se mueve antinatura sobre el líquido manto de las aguas fronterizas.

Y, como no, de los alaridos de las ballenas sacrificadas.

Yo impávido, me refugio en la arenas movedizas
de la ingravidez de mi ahora explorador,
en la belleza de la roca socavada que mira al sol en un descanso 
de las arremetidas del mar,
en la meticulosidad del cangrejo que limpia  sus pinzas nerviosas,
en el canto al aire de las gaviotas que alegran la mañana de los tristes.

Cuando vuelvo a la caracola 
solo escucho el latido de mi corazón,
mar de fondo de las olas escarlatas de mi cuerpo.

Cuando miro a la caracola
 solo veo una gota de agua gris azulada deslizarse fuera de su cavidad
 hacia el abismo del suelo arenoso,…de la supervivencia.

¿Quizás una lágrima? 







Selección de poemas 


PENA

¡Pena, hoy siento pena!
pena por mi hija,
pena por su Dolores,
pena por mi mismo.

Pena por todo,
pena por nada.
Pena por lo que va
pena por lo que viene

¡Que hermosa es la pena
en la tierra sepultada!
¡que triste es la pena
en la mente perpetuada!


Hace referencia a mi estado anímico después del asesinato de una amiga de mi hija en la vecina población de Chiclana.





SOLO ESCRIBO LO QUE SIENTO

Solo escribo lo que siento.
Solo siento lo que vivo.
Solo vivo los momentos.

Escribo, vivo y siento
de Onuba, de Gades, del océano

Escribo, vivo y siento
con Pléyade, con libros, con cuentos

¡Escribo, vivo y siento
de afuera, del fondo, del cielo!

Escribo, vivo y siento
sin sangre, sin aire, sin tiento

Escribo, vivo y siento
de la vida, de la muerte, del sustento

¡Por eso solo
vivo en los momentos!
¡Por eso solo
siento en lo que vivo!
¡Por eso solo
escribo de lo que siento!





SUEÑO INOCENTE

¡Que nadie duerma!
¡Que no se adormezca nadie!
Salvo ese niño negro
que para su vivir inocente
se vence en cándidos sueños
nutridos de pan y de madre.


Hace referencia a un niño negro que vencido ante la miseria de la vida, se refugia encorsetado en la espalda de su madre, mientras duerme con un “chusco” de pan en la mano en contraposición al estado de alerta que se necesita para sobrevivir en un entorno miserable.








1707.- JOSÉ MARTÍN ORTEGA "MIGUIÑA"



José Martín Ortega, "Miguiña"
Trovador (1920 - 1956)

Nacido en Canillas de Albaida, MÁLAGA en 1920, se trasladó a Vélez-Málaga con siete años y pronto empieza a ser considerado por los vecinos una persona peculiar y algo rara, situación que se intensificó cuando empezó a descuidar su aspecto. Miguiña es el ejemplo de persona bohemia, un poeta del pueblo con un singular talento para convertir en verso cuanto veía.

Estudió durante dos años en Los Franciscanos. Desde los 9 años hasta los 15 recibió enseñanzas en una escuela privada.

Se movió por los pueblos de la comarca como Arenas, Comares o Periana.

Se dedicó a trabajar en la carbonería de su tío, posteriormente dejó este oficio y realizaba tareas agrícolas como jornalero.

Miguiña recorría los pueblos de la Axarquía acompañado de su guitarra.

Heredero de los juglares de la Edad Media que cautivó a través de su melodía lírica, encantadora y afilada. Hombre de melena serpenteante y poblada barba.

Tenía un tic en un ojo, y un día una churrera le dijo: "Me guiña". Con el tiempo esa expresión se transformó e hizo popular "Miguiñas".

Viajó durante tres años con el "Circo de los hermanos Palacios" donde era el encargado de hacer poemas dedicados a los pueblos que el circo visitaba. Ese fue el motivo por el que fue encerrado en la cárcel en más de una ocasión, ya que en ocasiones mediante sus versos se metía con los poderosos y los políticos.

Al final de su vida, se dedicaba a vender caracoles y chumbos, que buscaba por los alrededores de Vélez-Málaga. En esta época apenas si componía poemas.

En una época de control político y social, se atreve a contar sucesos poco agradables para los que mandan y a criticar las hipocresías de la sociedad.

Su faceta de compositor es posiblemente la más conocida y también la que más se presta a interpretaciones e incluso a especulaciones. Son muchos los versos que se le atribuyen, muchos los que se han modificado y seguramente, muchos los que se han perdido, versos que a veces improvisaba a petición de alguien.

Durante algún tiempo viajó con un circo por parte de Andalucía y a su regreso a Vélez-Málaga continúa con su actividad de venta de productos que rebusca en el campo y recorriendo los pueblos de la comarca.

En los años cincuenta, se agrava la inestabilidad de Miguiña y su fortaleza física sufre también un decaimiento. En esta época, dice que ha encontrado un tesoro y que el alcalde se lo ha quitado. 
Esto le acarreó detenciones y palizas y un traslado al manicomio de Málaga, del que fue sacado para que falleciera en su domicilio en la calle Tras casas capitulares en 1956.

Falleció en su domicilio de Vélez-Málaga, el día 5 de Septiembre de 1956 (a la edad de 33 años), como consecuencia de un brote de esquizofrenia.





Poesía

En Canillas de Albaida nací,
un lugar junto a la sierra,
y a Vélez-Málaga fui
a vecindarme en su tierra.

Allí tengo mi hospedaje
cuando hago mi regreso
para cambiarme de traje
y darle a mi madre besos

soy José Martín Ortega
y Miguiñas de apodaje,
un perfecto personaje.




Escribió poemas a Jerez, a la Sierra andujarreña, a Granada, incluso a Luis Miguel Dominguín.


Si los caracoles que llevo
se me volvieran leones
les diría:valentones
iros al Ayuntamiento
y comeros a esos ladrones.





Vélez de mi corazón
tierra de gracia y cantares
de ti nace mi afición
en ti tengo yo mi rincón
y el amparo de mi madre





1706.- VICENTE VEGAZO PALACIOS



Vicente Vegazo Palacios
Vicente Vegazo Palacios (Sanlucar de Barrameda, CÁDIZ 1965) es licenciado en Filología Hispánica y profesor de lengua y Literatura Castellana en institutos de Enseñanza Secundaria. Colabora en distintas revistas y medios de comunicación locales. Ha colaborado también en diferentes actas de congresos y antologías relacionados con el tema del exilio republicano. Ha publicado dos libros de poesía: Islario (Libros del Malandar, 2004) y Bestiario (Padilla-Arroyo Hondo, 2007).





"ISLARIO"


LA ISLA DEL OLVIDO

Entao surgiram as ilhas luminosas (...)
E extinguiram-se em nós memória e tempo.
Sophia de Mello Breyner And resen

Existe, sin duda, una isla,
fuera de los libros y los relojes,
que no merezco.
Tan cálido jardín
que el amor y los días felices
se suceden sin batallas ni derrotas.
Pero su precio es demasiado alto.
El goce perpetuo acabaría
llevándome al hastío
y allí sólo estarían invitados
los que alcanzaran la gracia
del olvido, los que entraran desnudos,
sin trajes ni cicatrices,
los que se desprendieran para siempre
de la hojarasca de la memoria.
Ciertamente es una isla que no merezco.
Cómo puede olvidarse el invierno
que te heló la dicha,
la escarcha y las rosas malditas,
la condena de un amor altivo.
Cómo renunciar a la nieve obstinada
del pasado, los días vividos
con tanto ahínco y acogerse
a las nieblas de la amnesia.
Existe, lo sé, una isla que no merezco.
Y no me importa.







CRETA

El deseo sueña islas
donde no llega el invierno.
El viajero, cautivo sin saberlo,
se adentrará en la redondez
de la que creyó más hermosa,
paseando por calles soleadas,
confiado en la armonía de sus casas
y la dulzura del mar.
Por su perímetro definido creerá
conocerla cabalmente,
poder orientarse a voluntad.
Pero pronto el viajero
como el amante advertirá
la imposibilidad de huir
igual que de la cintura
de la amada y cómo el mar,
tan azul y tan frío,
recuerda el brillo de sus ojos.
Perdido en el laberinto
recibirá las primeras cornadas,
y demasiado tarde,
quizás de noche, oirá
el estruendo voraz de las gaviotas.
El viajero sabrá entonces
que nunca podrá marcharse.





1705.- JUAN VARGAS MONJE


JUAN VARGAS MONJE
(Jerez de la Frontera - Cádiz)
Nacido en Jerez, el 23 de Noviembre de 1953, su muerte acaeció en mayo del 2004. Sus últimos años los pasó en Granada, en cuyo barrio del Sacromonte fue enormemente popular. Formado en la escuela de cante jerezana, confesaba su admiración por Manuel Vallejo y Aurora Pavón, mostrando una especial atracción por las bulerías. Era un tipo autodidacta que aprendió y desarrolló su arte llevando una vida sencilla y en muchas ocasiones retirado en la naturaleza.

Juan Vargas Monje era un gigante. Así lo considera Yhamile Jojo, algo más que su viuda literaria y la conservadora de los escritos de este malogrado gitano de Jerez que una mañana apareció muerto en la humilde cueva del Sacromonte de Granada, en donde sólo se alimentaba de café, de arroz y de lentejas, a juzgar por los escasos víveres que encontraron en su domicilio: «Todavía recuerdo cuando me avisaron. ¿Cómo iba a ser posible un mundo donde no estuviera?», se preguntaba ella el pasado miércoles en la sala Compañía de Jerez de la Frontera, ante el numerosísimo público que acudió a la presentación de El loco romántico, naturaleza viva, una antología de sus textos que acaba de editar el servicio de publicaciones de la Universidad de Cádiz. 


La divina locura de Juanete

Por MAURICIO GIL CANO

Éramos muy jóvenes. Una vieja taberna de resonancias anarquistas,
Las piedras negras, en el casco antiguo de Jerez, ocupaba el bajo de un vetusto caserón del que hoy sólo queda su fachada, como un decorado de cartón piedra envolviendo las nuevas viviendas construidas en su solar. Aquella tasca estaba viva. La llevaban varios hermanos encantadores, casi todos músicos, gente sensible y abierta que había conseguido que confluyeran en aquella esquina, flanqueada por el Palacio Pemartín y la Iglesia de las Reparadoras, bohemios, artistas y jóvenes con el entusiasmo que propicia la falta de prejuicios. Una de las noches en que me dejaba ir por la amigable cháchara de los vasos de buen fino, apareció en el local alguien extraordinario, por su genuino aspecto no tanto como por aquello que decía: 


Voy solo por los caminos
pa que me lleve el destino
donde vive la pureza.


Me interesó conocer al poeta y pronto estuvimos charlando. Era un gitano de pura cepa que vivía la poesía como un don. Juan Vargas Monje, quien asumía en su sobrenombre de cantaor estar poseído por la divina locura de la creación: «El loco romántico». Un hombre limpio en el mundo hostil, apóstol de la libertad y mártir de la belleza.
Venía acompañado de su incansable amigo el pintor Pepe Sumariva.
Entre los dos acababan de publicar, en 1985, el libro Pataleando. Poemas de Juanete Monje Silvestre -así firmaba-, ilustrados por Sumariva, una pequeña obra de arte bibliográfico -en su doméstica sencillez-.
En ellos se nos revela un autor eternamente niño, que alcanza la sabiduría de los bienaventurados: … 


que el ser mayor es la primera muerte 
de un mundo sin futuro. 


Conmueve la nobleza con que Juanete escribe las más profundas verdades. Parece la inocencia de aquellos que se encuentran en estado de gracia. Vitalista libertario y profeta de la naturaleza, estaba convencido de su verdad y la quería compartir con nosotros. Juan Vargas amaba la vida y eso le llevó a hacer camino, como en los versos de Machado, al andar. Se pateó tierras de España y Portugal, conociendo su variedad de paisajes y gentes. Se quedó a vivir - y a morir, ay- en Granada, donde habitaba una cueva del Sacromonte.
En el barranco del Hornillo, cuatro días después de su desaparición, en mayo de 2004, hallaron el cadáver de quien había nacido en Jerez en 1953.
En 2008 la Diputación de Cádiz editó El loco romántico: naturaleza viva, bello volumen que recoge una recopilación de textos de Juanete realizada por Yhamile Jojo, su compañera sentimental y madre de su hijo Sol. El prólogo a cargo de Juan José Téllez se titula «La otra cara del mito del buen salvaje».Téllez lo describe como «moreno, divertido y enorme», confiesa que le hubiera gustado «compartir con él mesa y mantel, o su estremededora y voluntaria pobreza», y se refiere a su muerte, violenta a causa de un politraumatismo «de muy probable etiología accidental», según la autopsia. Por su parte, Yhamile explica La divina locura de Juanete que el manuscrito de Vargas Monje «es el pasatiempo de un ser que convivía con la soledad, la disfrutaba y la habitaba, trayéndome de allí un vuelo a lo Zen, y remitiéndome, sin saberlo él, al Kundalini Yoga cuando practicaba, con tanta convicción, un descubrimiento psiconeuronal removiendo la parte viva de su propia fisiología». Sugiere la recopiladora que el autor había llegado a «redescubrir, con su propio paso contemplativo, las ciencias sin previa influencia». Sabiduría innata del que fue prescindiendo de todo hasta dar en lo esencial. En uno de los poemas del libro, Juanete se describe como vagabundo:



Con un trocito de ná 
yo me siento muy feliz,
y hay quien tiene mucho
y no puede ni vivir.

Por eso yo no quiero dinero,
quiero vivir mi vida como la
llevo. 


Más allá del tópico, Juan Vargas Monje se sabía encarnación de su propia filosofía



1704.- RAFAEL RAMÍREZ ESCOTO

Ramirez Escoto

RAFAEL RAMÍREZ ESCOTO
(Cádiz, 1961). Tras autoeditarse su primer poemario, La noche transferida (1985), resulta seleccionado para la antología Seis nuevos poetas gaditanos (Cátedra "Adolfo de Castro", 1987), participando desde entonces en Escalera de incendios (Amnistía Internacional, 1988), Im Blinkpunkt: Spanien (Deutsche Kulturgesellschaft, 1990), Los nuevos poetas (Seuba, 1994), La plata fundida (Quorum, 1997) y Que la fuerza te acompañe (El Gaviero, 2005). Su labor poética comprende la plaquette Moaré (Librería El Guadalhorce, 1987), Tóxico (Premio Anthropos, 1990), Trobar Clus (Diputación de Cádiz, 2000), Ultravioleta (edición electrónica, 2005), Praias desertas (Colección "Siete Mares", Diputación de Cádiz, 2006), y Ziggurat (E.D.A., 2008).
En el ámbito de la narrativa corta ha publicado Panik Zirkus (Fundación Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Cádiz, 2000), La casa del caos (Fundación Municipal de Cultura del Ayto. de Cádiz, 2004), y el cuaderno The easy years hits (Del Centro, 2011), siendo incluido en las antologías La ciudad escrita. 16 relatos sobre Cádiz (Fundación Municipal de Cultura del Ayto. de Cádiz, 2001), Relatos de don Carnal. 12 historias de carnaval (Quorum, 2001), Cuento al sur, 1980-2000 (Batarro, 2001), Artifex (Especial Gadir) (Artifex, 2004), y Paura, vol. 3 (Paura, 2006). Ha publicado además poemas, relatos y ensayos en diferentes medios y revistas como "Renacimiento", "La Ronda del Libro", "RevistAtlántica", "Litoral", "Barcarola" o "Campo de Agramante". Fue codirector de la revista "Octaviana" editada por la Universidad de Cádiz, y actualmente es miembro del consejo asesor de la revista "Caleta". Desde 1997 edita también en formato digital la revista de poesía y creación literaria "Volátil" dentro de su propia web.




Morbo post coitum

Y ahora que la carne se desploma
sobre el cerco sudado de las sábanas
semejante a blandengue y paralítica
medusa que escupiera el oleaje
sobre los arrecifes pendencieros;
ahora que ha cesado la galerna
en la penumbra ociosa de esta alcoba,
escucho tras los vidrios del balcón
el griterío eufórico y siniestro
de los niños que juegan en el parque.

De su libro
Trobar Clus






Una Rumba para Lulú, reina del trapecio

Entonad una rumba para cantar la muerte
de la bella Lulú caída de las alturas
para desgracia y ruina de la empresa circense.
Jamás su fulgurante fotografía en blanco
y negro iluminada por neones dorados,
ni el despreciable nombre de putilla francesa
bien grande, en letras rojas, componiendo el cartel
que era la sensación de estas noches de infierno
entre oscuras barracas y clandestinas timbas.
Entonad una rumba para el demonio muerto,
que el harapiento ciego el organillo gire;
traigan música fúnebre para el cuerpo enterrado
negrazos antillanos con maracas y congas,
y las voces tramposas de los profesionales
del bacarrá y el póker al son de la pianola.
Con la muerta bailar quiero y después gozarla
al compás de este coro de rumberos siniestros,
gozarla ante los ojos inquietos de los monos
dentro de una gran jaula asquerosa y mullida.
Un ritmo desquiciado suplica mi dolor,
una rumba, por todos los santos, una rumba
y no esas expresiones tiernamente dramáticas
en las caras estúpidas de los espectadores.

De su libro
Tóxico







Liberation

(Pet Shop boys, 1993)

Perder la cabeza. Bien, eso es lo que parece que ocurre. Como que dan ganas de morirse, de retomar esos patéticos versos de los decadentes y escupirlos a boca llena, ars moriendi, dan ganas de volverse cursi, rojo de San Valetín y flamenquito a la par. ¿Pero cómo se puede llegar a ser tan memo para perder la cabeza de esa manera? You were sleeping on my shoulder. Recursos, florituras verbales, un montón de topoi viejísimos, más viejos que las putas incansables de la esquina, chirriantes sílabas que se precipitan sobre un papel sucio y que ya no explican nada y que ya no me valen para nada. Ya está. Ya lo he dicho. La Poesía, con esa pedazo de P mayúscula no sirve para nada. Para nada, memo. Ningún juglar le llevará tus versos, ningún juglar la sorprenderá por la revelación inesperada de un amor sincero. Mírala, mas no digas el nombre, ni siquiera la señal. No enumeres sus atributos. Todo es perfecto secreto, información clasificada. Una indiscreción, y a la cárcel; a la cárcel por vicioso, por lírico, por memo y decadente. No nombres, calla, olvida el rollazo de la enumeración caótica y los intrépidos esdrújulos de modernista desplantado. Basta que un mentecato lea esto para que se descubra el pastel. Un amor terrible, cierto, sucio. Ya está, ya lo he dicho, entre los glisandos y los wah-wah de las guitarras estilo Barry White y los perniciosos violines de Sinatra y los acordes de séptima mayor. Peder la cabeza, los papeles, el sitio y la razón. Porque la vida ya apenas entrega las escurriduras, la vida no es generosa, no para mí, no para mí, y así, retornar al tema, perder la cabeza, hacer una locura, creerse el capitán del bajel pirata, el Temido, el más libre entre los libres. Mentira el mundo entero, menos tu cabecita apoyada en mi hombro mientras regresábamos a casa en aquel tren de cercanías...

De su libro 
The Easy Years Hits






Praias desertas

Un hombre se reclina ante la ausencia,
se desabrocha el cuello que le oprime.
Da un trago largo. Suda, mas reprime
el desprecio a una vida que es sentencia
de muerte. Con él viaja una existencia
que se arrastra indecente, que lo exprime.
El alcohol le vence y le redime,
le hace firmar un pacto de impotencia.
Sobre el fondo del vaso brilla el mar.
Cree ver arrecifes y sirenas,
playas desiertas, sol del mediodía.
Ha visto otro universo por azar,
uno que le han vedado, las arenas,
playas desiertas,
                         la calle sombría.

De su libro
Praias desertas






Trastorno de ansiedad

Atravieso el túnel de la noche. Piso fuerte el suelo, cabeza alta,
puños apretados, gusto a sangre en la boca abierta, me acelero
entre escaparates de lujosos centros comerciales y perversos
locales nocturnos con espejos llamativos, ristras de bombillas
de multicolores dentelladas, y gasolineras y hospitales
y comisarías y plazuelas llenas de borrosos saltimbanquis.
Atravieso el túnel de la noche. Los diablos me observan, en secreto
consejo debaten y argumentan, algunos sugieren que se aplace
para otro momento la sentencia y su ejecución inmediata.
Repentino espasmo, falta el aire, imparables lágrimas, opresión;
aun así me adentro por el túnel de esta noche impía, su negrura
sofocante esconde un misterio: hay una adolescente en un banco.
En la medianoche la muchacha está quieta y observa al adulto.
Sus labios parecen un ligero temblor de azaleas, beso extraño
de otra dimensión, de algún tiempo en el que hubo luz y fui amado.

De su libro
Ziggurat

miércoles, 29 de mayo de 2013

1703.- JULIO HERRANZ


Julio Herranz nació en Rota, CÁDIZ en 1948 y reside en Ibiza desde 1974, isla en la que se ha convertido en un referente cultural de primer orden. Durante los últimos años ha compaginado su labor como redactor jefe de cultura del periódico Última Hora Ibiza y Formentera con su carrera literaria. 
Julio Herranz Benito, poeta y escritor, obtuvo en 1991 el Premio Nacional de Poesía, Rafael Alberti. Orgulloso de ser de Rota, vive en Ibiza y cuenta la leyenda que protagonizó el caso extremo del "vine a pasar un verano y han pasado 10 años": En su caso, algo hizo que tuviese que hacer una escala de avión en la isla.... en 1974!!! 
Más info en: http://www.lasmusas.com/julioherranz.htm

OBRA:

-Armas de sueño y cuerpo, Plaquette número tres de Revista Pandero-Rota (Cádiz),1979
-El ángel y su estirpe, Silene, Univesidad de Granada (1981)
-Memoria de la luz, Caja General de Ahorros de Granada (1988) - IV Premio “Ciudad de Jaén”
-La mirada perdida, Unicaja, Cádiz - Premio Nacional “Rafael Alberti” (1991)
-Cartas de amor sin embargo, Res Publica Edicions Ibiza (1998)
-Incubando (que sí y que no), Quaderns de Literatura, número 6 - Consell Insular d´Eivissa i Formentera Ibiza, 1998
-Suite aïllada, Col.lecció Poesia Precintada - Res Publica Edicions Eivissa, 2001






De Armas de sueño y cuerpo   
Plaquette número tres de Revista Pandero
Rota (Cádiz), 1979



REHUSO LA RAZÓN

Que no dejen entrar su cuerpo hermoso
hasta la paz tranquila de mis sueños;
que su rostro se nuble de mi lado
dando espacio al vacío del olvido;
que su alegría no entristezca mi paso
y que su luz de espigado narciso
no se vuelva tiniebla entre mis manos,
ávidas de abarcar su geografía.

Pero que estés ahí, que te sienta
como el aire feliz de mi garganta,
presente y necesario
mas todavía inofensivo amor,
gentil en sus caricias y alimento
de libertad y vida.

Y es que ha sido insensato
estar un día entero sin encontrar tus ojos
por todos los caminos de mi paso;
sin sentir tu sonrisa, tu movimiento
de genio adolescente, tu apetito sin par,
tus palabras de sol, tus gestos no aprendidos
que visten los rincones de mi casa

Así que vuelve y vete y no te vayas más,
pero extiende tus alas, acelera
el fluir de la sangre por mis venas.
Aunque sólo pretexto, tu existencia
es fuerza de clamor para la tibia
monotonía constante de mi duda.





Y PASASTE DEPRISA

Mejor que no lo entiendas,
que tan sólo el deseo,
siempre imprevisto,
siempre renovado,
sea tu realidad más inminente.

Desde el azul cautivo de tus ojos
una burla del mundo te aparece
y piensas: no es la hora,
no puedo detenerme.
Y agitas todo el cuerpo
hoy tostado de sol y de manos furtivas
y vives; pero dices que es sueño
y que no quedará Ibiza
entre tus labios. Aspiras
aún más fuerte el olor del verano
y recorres los cuerpos
dejando tibio el sabor de tu boca
en la forma perfecta
de un bello dios adolescente.

Y así te irás, seguro de ti mismo
y satisfecho de todos tus momentos,
porque la isla te ha dejado jugar
a que puedes ser libre. En tus brazos
y en el azul del cielo, mar y en tus ojos continuos
hay signos inmortales que lo perdonan todo,
hasta esta ausencia que viste soledades,
noches preñadas de recuerdos,
camas de abrazos rotos que no me duelen ya 
y un regusto de piel como amor o deseo.





De El ángel y su estirpe
Silene, Univesidad de Granada (1981)



HECHIZO EN LA PALABRA

“Hay que preferir siempre lo más trágico
Oscar Wilde

Una fecha prepara la nostalgia
y vuelve atrás el brillo de una luz y un aroma.
Septiembre se hizo el mes y veintiséis el día
que a la noche condujo.
Tú lucías veinte años seguros en belleza;
tenía yo la edad de un sueño ajeno al tiempo.

Puede que aquellos versos vencieran tu reserva o, acaso, mi insistencia derribó tus temores.

Pero lo que fue cierto es que el beso prohibido se hizo carne en mi lecho con silencio solemne, que el levísimo roce de tus labios me supo a sentimiento de que lo hacías consciente del valor de tu acto, consciente de quererlo.

Que la dicha después abriera mis caricias,
nadie pudo impedirlo.

Vino la oscuridad y el rito se hizo lucha
de sábanas y brazos; mi boca despertando
tus frutos más remotos. Intimidad de piel,
sin rastro de recuerdos, elevaba la sombra.

En camino hacia el sueño, compartir un cigarro nos dio la pauta lenta, insinuación o llama al compás del olvido que remansa la vida.

Es cierto que una noche
puede borrar a tantas de soledad y miedo.





EL RETRATO DEL MARCO

I

Niño que fuera yo, y mi fotografía encuentre el movimiento capaz  de devolverme al tiempo aquel.

La luz
engarzada de querubines
y el lirio sin acecho
grabando su inocencia por mis plantas.

¿Cuántos retablos mancilló la aventura fatal
de enumerar los años?

El álbum familiar
amplifica la duda, vierte
su desazón a pulsos de guijarros
dibujados, inciertos, en el azogue gris
de repetidas sombras.

Niño, vuela, regresa
al ovillo primero del fértil vientre
que nunca, nunca debiste desgarrar.

Imagina una excusa, haz algo, huye;
atrasa los relojes
y fíjalos en la breve canción
que cerraba tus ojos al ocaso.



II

Me has descubierto ahora
en la imagen del hombre que contempla

        noria inútil los días-
el devenir terrible de la piel arrugada,
esa turbia pregunta de para qué,
hasta cuándo,
y una mueca de loco por respuesta.

Mejor romper ya todo, no abrir puertas, jamás, que guarden ángeles.  No hay ayer, no hay mañana;
el hoy es este instante,
sin más fe que el latido
y sin más solución
que el refugio de un cuerpo en otro cuerpo.






De Memoria de la luz
Caja General de Ahorros de Granada (1988)
IV Premio “Ciudad de Jaén”



MAÑANA DE VERANO

Cuando la naturaleza se nos revela
como la referencia suficiente de la vida
es el primer aviso de los años
para aceptar que ya no somos jóvenes
y que la tempestad de la pasión
encuentra en ella el puerto deseado.

Lucidez de la luz en la mañana
de un verano que hasta ayer
me resultaba odioso.
Y no sé si alegrarme
por esta sabia madurez que despierta
o entonar cantos elegíacos
(como procede) por los dones perdidos.

¿Qué va a pasar ahora?
¿Qué solución le doy a la memoria?
Si hubo estragos (y tantos)
en la mal que sufrida resaca de los ángeles,
¿qué me traerá este tiempo
de soledad buscada que amanece?








De La mirada perdida
Unicaja, Cádiz
Premio Nacional “Rafael Alberti” (1991)



POETA AISLADO

Tienes los años necesarios
para haberte hecho un nombre
entre tus compañeros de viaje;
sin embargo, no cuentas en la nómina
vana de los que suenan, laureados,
en conspicuos salones literarios.
Aún escribes jugándote la piel
de adolescente crónico y así
no burlarás a tus fieles demonios
el oropel debido a tal esfuerzo.
Sin medro no hay aplauso
y el paño, por muy fino que sea,
oculto no se vende. Con todo,
la moraleja te resbala las ganas:
el mar te ha sonreído
y un cuerpo hermoso acompaña tu paso.





USUFRUCTO

No es motivo de orgullo
ese halago social de lo bien que te sienta
el paso de los años. Al contrario;
tú dirías más bien que lo lamentas:
el ahorro en salud es señal evidente
de que la vida, a la que temes,
va pasando a tu lado sin consideración.
Si no te hiere es porque te ignora.
Tu sólo orgullo –cínico tal vez-
es la sentencia con la que te explicas:
“Sólo me gasto si merece la pena”.





De Cartas de amor sin embargo
Res Publica Edicions
Ibiza (1998)



I

Ya lo sé: expresarlo en palabras es reducirlo, pero precisarlo.  Mas hay que hacerlo; así que sigamos jugando al acertijo de lo que ignoramos para llegar a comprender lo que buscamos.  Acaso así llegaremos a la altura del ojo cerrado en los pliegues de la botella vacía, la única soledad compartida que nos permite un mínimo de garantía en la que asentar nuestros miedos a esa frontera que crece sin control del deseo. Un riesgo que nos hace sentir la presión sanguínea en la vena pequeña de la frente.

La mano vuela sobre el picor concreto y confunde impulsos semánticos con la fibra orgásmica del sueño ancilar.  A tanto el beso, a tanto la eyaculación precoz; resultando que la paráfrasis horizontal del amor se reconvierte en animal lúbrico que serpentea entre las axilas y los ombligos cuadrados, como una perspectiva de noches rotas en la melodía azul de tu distancia, la que nos marca esta geografía vieja, que de tan humana ya no acaba de encontrar un lugar seguro.  ¿Cómo puedo alargar el beso hasta tu sombra?  La cabeza de Medusa fija su mirada en mi chakra superior y siento un salpicón de lujuria afinado en la consagración de otra primavera.  Desgraciados los dos por trasvasar el fuego de los dioses a una bombona de butano, mientras una vía láctea se escurre entre el pulgar y el índice con la fatiga de la melancolía.  El ruido del mar llega hasta mis oídos y su rumor parece un nombre que crece en la paz dulce de este cementerio de papel.  Invocaré de nuevo tu presencia por el método del cuarzo y la obsidiana hasta que las alas de nata caigan sobre mis labios y rompan a llover cuerpos de luz en respuesta a la plegaria de la angustia.

Aunque me caiga de espaldas hacia delante
en el circuito cerrado de nuestra cama.





III

Es frío este agujero; por eso doy vuelo a las palabras que merodean en los abismos de la sombra.

¿A qué callejón sin salida nos llevará la dirección del disparo?  El miedo incendia las paredes de color rojo; el lirio se inclina para cederme su símbolo; la brisa mece la luz disuelta en oros, y la canción, que no quiere olvidar, se entretiene vaciando carajillos al compás de un bolero cirrótico.  Era evidente: la playa se extendía con el pálpito del amanecer escupido en soles.

Tú sonreías con el rostro cubierto de ternura cansada.  Yo, más terco, agarrado al mástil de tu pierna, volcaba las caricias en un metro setenta de horizonte.

Fue luego, cuando ya la mañana tiritaba en las hamacas, que vi tu cabeza rodar hasta mis pies rogándome que de una puta vez vaciara el cenicero.

Y lo hice. Con el temblor que anuncia el paso de las sardinas en escabeche; feliz de que el programa se cumpliera con el rigor de las disposiciones transitorias.

Desde aquel día un pensamiento crece por lo desagües de la isla: la fusión del cartílago gris es comprometer el curso de la estrella polar.

Pero ¿qué tienes que ver tú con el anzuelo de plata que colocaron atado de aquel palo de lapizlázuli?  Bien, lo acepto: el conjuro tenía sus reglas; y como tú parecías insensible al grito agrio de las medusas...  Sí, ya, tu viejo argumento: la pereza es una válvula de contención del orgasmo indeciso; ¿y qué?

Tu sentido trágico huele a papeles de azúcar y recados de púrpura.  Así que dejaré que el tendón roto de tu pie izquierdo abra otro expediente de formol y volveré a teñir las macetas del odio con los vientos alisios del engaño.

Verde concilio y azul cansino, mi corazón se cierra en un beso sin alas.  Borrando el tiempo con escamas frías, mejor dejar que el golpe augure un mañana de liturgias.  Quiéreme con el tacto que enreda lágrimas y chicles, así nadie sabrá lo que nos traemos entre estas manos que no acaban de dar más luz que la que nos salva de la angustia doblada en duelo de mosaicos.  Empuja la piel que da vueltas y vueltas digitales;

a la veintisiete me encontrarás con el humor
dolido de esparragos y pinchos.

Corre, que te beso.





De Incubando
(que sí y que no)
Quaderns de Literatura, número 6
Consell Insular d´Eivissa i Formentera
Ibiza, 1998



LO SÉ, LLEGARÉ TARDE

Y no será consuelo la imagen aprendida
en la memoria ajena. Me faltará una sombra
evocada en un fulgor de cañas
y la mañana verde que señaló el adiós.

Me faltará, sospecho, la intimidad agreste
del lirio blanco que acechaba la noche
con la brújula del danzón.

Sobre todo, lo sé, llegaré tarde y nunca
al contagio fatal de la esperanza.

Qué pena.





UN CUBA LIBRE, PLEASE

Mulata de dos leches, alborotando
el patio a golpes de cadera,
palmera de cabaret.

El Tropicana te ama;
que la divisa, sumisa,
venera la teología de tu piel.

Dame ese trago largo
y en un dulce letargo
me beberé tu miel.





CARNE DE SALDO

Oferta de piel morena
que sin pena se inmola
al deseo del norte.
Rebajas de fin de fiesta
que no cuestan lo que valen.

Llévese una mulata,
van baratas, y olvídese
la conciencia en la maleta.
Si le apetece un pecado
más osado, dese el gusto
y repita cuanto quiera:
carne de revolución
y a gozar de la ocasión.








De Suite aïllada
Col.lecció Poesia Precintada
Res Publica Edicions
Eivissa, 2001



ALESHORES, UNA ILLA

Quina veu va menar el meu pas
cap a un indret antic i nou
on la bellesa infecta l´ànima?

Com saber-ho ara, després
de cels i inferns alternatius
amagats en la pell i en els ulls
amb la tendresa d´una bofetada?

Aleshores jo no sabia que una illa
podria ser un pou de llum
on el desig naufragaria
cercant signes de foscor altiu
que obrís els crits blaus dels plaers.

Abans de decidir els camins de sortida
ja era perdut i condemnat sense remei
a la tasca de desfullar la por
amb les mans ferides de llampecs.

De cop i volta el meu destí ombrívol.





AMB LA NEU DE LA FLOR

És covard l’amor davant la força
del seu imperi. Malgrat tot
de la seva covardia pren coratge i fe
per jugar-se el cor amb les mans lligades,
amagant-se darrere un vel de llum.

En descàrrec seu, dir-vos que el febrer
creixia tendre de blancor, colpint
el silenci del cos amb els llavis pàl.lids
de la flor ufanosa, fins que el desig
va respondre a la crida vella.

Covada la malaltia lírica i refusada la prudència,
no hi havia res a fer: anar per feina
sense fer cabal del preu del miracle.
L ´amant vora l´amant en llur sudari
de mel i pètals i el mite etern
recreant la cançó de la vida.