Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

domingo, 12 de mayo de 2013

1676.- BENITO ACOSTA


BENITO ACOSTA
Nacido en Zalamea de la Serena en 1937, entró en el Seminario de San Atón (Badajoz) el año 1952 y se ordenó presbítero el 7 de abril de 1962. Diferencias muy serias con el Obispo le hicieron pedir traslado a la diócesis de Málaga, donde vivió los mejores años de su vida como párroco de Mollina.
Actualmente está en una barriada de la periferia malagueña, Granja de Suárez, una parroquia muy peculiar y una experiencia de Iglesia muy difícil de comunicar en unas líneas. Ha sido tiempo de una extensa publicación de bastante material sobre el que venía trabajando desde que se ordenó.
Actualmente, sus mayores satisfacciones provienen de un trato muy cordial con emigrantes, sobre todo nigerianos, entre los que ha descubierto una gente encantadora de fe sencilla, de los que asegura que aprende mucho cada día. En su obra poética destacan entre otras: Lecciones de cosas, Cántico rodado, Costumbre de vivir, Itinerario, Humano tiempo, Estado de vigilia, y Cosmografía provisional.
La otra vertiente de su producción es el ensayo bíblico y teológico. Destacan aquí sus estudios sobre los Cuatro Evangelios y los Hechos (El evangelio de los Pobres; La obra de Lucas: El evangelio de la Misericordia y de Jerusalén a Roma; El Evangelio de la Fidelidad y el Evangelio del Testimonio. Estos ensayos están publicados en Editorial Manantial.

TRABAJOS DE ENSAYO PUBLICADOS: Lectura de la Buena Noticia, Ed. Manantial, Málaga, 1997. Vosotros orad así. Ed. Manantial, Málaga, 2003. Las bienaventuranzas cara y cruz. Ed. Manantial. Málaga, 2003. Pequeña guía de lecturas viciadas. Ed. Manantial. Málaga, 2004. La Madre de Jesús. Ed. Manantial. Málaga, 2005. Tomad y Comed. Ed. Manantial. Málaga, 2005. Jesús cuestionado. Ed. Manantial. Málaga, 2005. El refrán en la palabra de Jesús. Ed. Manantial. Málaga, 2005.
Invitación al Éxodo. Ed. Manantial. Málaga, 2006. Confía, hijo. Ed. Manantial. Málaga, 2006. Marcos, Evangelio de los Pobres, Ed. Sepha. Málaga, 2008. El Evangelio de los pobres, Ed. Manantial, Málaga, 2008. Lucas, Evangelio de la Fidelidad. Ed Sepha, Málaga, 2009. El Evangelio de la Fidelidad. Ed. Manantial, 2010. El Evangelio del Testimonio, Ed. Manantial, 2010. El Evangelio de la Misericordia, Ed. Manantial, 2011, Málaga.

OBRA POÉTICA PUBLICADA: Figurillas de barro para el pesebre, 1980, Inst. Cult. Pedro de Valencia –Badajoz-. Lecciones de cosas, 1987, Colec. Alcazaba, de la Diputación de Badajoz. Tres poemas, 1987, Ed. Ángel Caffarena –Málaga-. Octeto para diversos instrumentos y dos voces humanas, 1988, Cuadernos poéticos Kylix –Badajoz-. Antología amorosa, 1989, Ed. Ángel Caffarena –Málaga-. El sermón de la horca, 1990, Publicaciones de la Antigua Imprenta Sur –Málaga-. Tránsito, 1990, Publicaciones de la Ant. Imp. Sur –Málaga-. Cántico rodado, 1991, Taller de creación literaria de la Universidad de Málaga. Oráculos para días inciertos, en 4 libros, 1992, Cuadernos poéticos Kylix – Badajoz- 3 sonetos, colaboración en la obra Mollina, color de vino, 1992. Album de familia, 1993, Fundac. Animación Cultural –Ayto de Antequera-. Omar, con ilustraciones musicales, Diputación Provincial de Málaga, 1998. Cosmografía provisional, Colección Puerta del Mar (Dip. De Málaga), 1998 Sonetos corporales, Colección Virazón de poesía, Málaga, 1999 Tríptico de Juan Béjar, colaboración en la obra: Contemporánea I -Málaga 1999-. Via Crucis, con ilustraciones de Pérez Muñoz, Badajoz, 2000. Itinerario, Editora Regional de Extremadura –2000- Estado de vigilia, Academia de Extremadura (Boletín) –2001- Poesía religiosa, Colecc. Como el pan de cada día. Editorial Manantial.Málaga, 2003 Costumbre de vivir. Ediciones "De aquí", Málaga. 2003 Humano tiempo. Ediciones "Servicio de Publicaciones del Ayto. De Badajoz, 2006 Cancionero de Navidad, discolibro publicado por UNICAJA , 2007 Así me sale la voz.- Ateneo de Málaga, 2008. Auto de la Pasión.- Editorial Círculo Rojo, de Almería.






Hijo mío de siempre y de ahora más que nunca,
jamás te hablé del mar
ni de la luz del alba ni del día,
maravilloso bajo el sol.
Jamás te hablé de las estrellas,
del mundo sobrecogedor de las estrellas,
ni del miedo, hijo mío,
cuando me quedo solo
ante tanta belleza
y se conmueven todos los bordones de mi alma.
Jamás te hablé del nacimiento de la hierba
ni del vientre materno,
ese tranquilo y tibio rinconcito
de donde nos expulsan a vivir desterrados
en este extraño mundo, en que nos disputamos
un poco más de tierra para sepultura.
¡Oh, la muerte, hijo mío!
No te hablaré de ella.
No podrás comprender lo que es entrar en el silencio de la muerte.
Jamás te hablé del duro destino de ser hombre,
de no tener esposa
o de morir en ella cada noche frente a la primavera.
¡Si tú pudieses ver estos almendros!
¡Si pudieses oler la tierra cuando llueve
y contemplar el sol en un cielo más limpio!
Pero tú duermes, hijo mío de mis entrañas.
Tú nunca vas a ver el arcoiris
sobre estos campos, divididos meticulosamente,
por allí va el pastor, apenas hombre,
apenas tierra para ser pisada,
y bajo el arcoiris,
van los guardas jurados
vigilando, celosos, las barreras.
El campo duerme en paz. Hay un rebaño
y mansos con esquilas, cuando llega la tarde.
¿Qué más puede pedir un sacamuelas
a los paisajes, hijo?

¡Ay, los poetas!
¡Qué pocos se conforman
con el pequeño libro de sus visiones verdaderas,
con el pequeño libro
que ha de ser completado, siglo a siglo,
como el de las visiones de Isaías!

Pero apenas si nace algún profeta
al que hayan de aserrar los poderosos.
Los poderosos compran todo:
hasta los libros de poesía.
Y leen mientras comen, mientras cagan, mientras cogen el sueño, y luego premian al poeta más útil para sus pesadas digestiones de caviar o de langosta.

Los poderosos, hijo mío,
recibieron la tierra de sus padres,
que la compraron cuando
bajó tanto de precio
la sangre de los pobres;
mandaron construir bellos palacios
en la ciudad; se fueron de los pueblos...
Aunque nunca fue útil
que un poderoso se quedara solo
-¿con quién establecer las diferencias?-
y crecieron las fábricas
y el negocio humanísimo
de derribar chabolas,
que escupen en los ojos,
y edificar viviendas
para venderlas al sudor de quienes
las levantasen con sus propias manos
-¡es el negocio, hijo!-.

Jamás te hablé de las ciudades,
de sus hermosas fuentes,
de sus parques de fieras,
de sus anuncios luminosos,
de los niños que nacen
en un aire vendido litro a litro,
de las abominables
escuelas donde enseñan
todo lo que no sirve
para que el hombre pueda liberarse.

Pero lo imperdonable,
aunque no hayas nacido nunca, hijo, hijo mío,
es que nunca te hablé de Jesucristo,
porque es lo más hermoso, lo más noble,
lo más liberador y más henchido de esperanza
que ocurre en nuestro mundo.

Jesucristo,
nacido en una cuadra,
andariego
y sin casa desde niño,
con las manos floridas
de desatar cadenas
y la palabra libre
y clara y poderosa
más que la voz del agua.
Dio la cara por todos
y todos nos callamos, hijo mío,
cuando le ajusticiaron,
mientras que él amó la vida como nadie
y las bodas y el vino como nadie
y la amistad, las flores y los pájaros,
el mar y las estrellas como nadie,
que dio la vida
y la alegría
y la esperanza
como nadie,
que abrió a la vida
las ventanas de los ciegos,
el cantar de los mudos,
el baile de los cojos,
el pulso de los muertos,
la fuerza de los pobres
y explotados,
él que enfrentó la vida a la cara de esparto
de los sabios doctores de la Ley
y de los poderosos,
suplicaba perdón por sus verdugos,
porque eran pobre gente,
apenas más mezquinos que nosotros y sí más desgraciados.
Pero surgió del agua al tercer día
y vive entre nosotros
en el pan y en el vino
de la mesa
compartida
de los pobres,
hasta que vuelva un día
a despertar a todo
cuando merece ser
resucitado,
porque su voz levanta
el oleaje
de las constelaciones,
hijo.

Perdóname, hijo mío.
¡Hay tantas cosas que jamás te dije, que jamás te diré!
Suena la música y despierta la luz.
No sé hasta dónde llega la galería de este mundo
enfrente del vacío de la muerte.






NANA MARINERA

El sueño de mi niño
viene en un barco.
Lo vigila la noche
desde sus faros.

Por donde pasa,
va su cola de seda
durmiendo al agua.

Desde las torres altas
que dan al puerto,
se ve llegar el barco
lento del sueño.

¡Ea, mi vía!
¡A navegar tranquilo
por la bahía!


Del libro Así me sale la voz, publicado por el Ateneo de Málaga, 2009.








Yo repaso mis años y recuento
los días y las horas instaladas
en mi respiración y observo algunas
costumbres de vivir donde habitaban
entonces emociones. Pero algo
transfiguraba mis fotografías
mientras faltaba tiempo para todo
y esperaba los rostros y paisajes
a pleno sol o en bares de relojes
lentísimos, y fui llenando toda
mi estatura de mí penosamente
hasta llegar a respirarme en días
de cielo tan glorioso que flotaba
sobre la mansedumbre de las nubes.
Después vinieron días destinados
al olvido global con argumentos
esenciales salvados en pateras
de consistencia milagrosa, días
de vigilante voluntad de ser
en medio de la asfixia, de sentirme
fuera del huracán sin voz ni voto,
o tan sólo con voz tal vez, ahogada
por gritos en papeles que la tierra
conduce, inexorable, al primigenio
limo. Y, en tanto, laboraba algo
la arcilla de mi piel con comisuras
irreversibles y algo convocaba
en mi interior a ausencias sin remedio.
Eran días iguales. Maravilla
pensar que tantas cosas sucedieran
dentro y fuera de mí; que algo, de pronto,
sin historia aparente, comenzara
a fallar, el oído, la columna,
la vista, la tensión, y en el espejo
era difícil designar al niño
que se asombró del rostro que guardaba
desconocidas cifras en sus ojos.
Ahora en mi tertulia se ha sentado,
silenciosa, la muerte. No sostiene
conversación alguna ni demuestra
sentimientos ni prisa. Está presente
y mira o no y escucha o no y observa
no el reloj de todo lo empezado
para poner tan torpemente a salvo
tanto dolor de noches intentando
dictar a mis papeles cómo arde
todo mi ser de enigmas amorosos
y terribles, y miro en vano el ceño
de su rostro –ya sé que, sin que valga
apelación, pronunciará mi nombre
y todo quedará inconcluso– y diluye su presencia
en el trajín del día. Yo por eso
perfilo el inventario de mis calles,
silencios, olas y constelaciones;
anoto luz por luz todas mis horas
y nube a nube los atardeceres
más lejanos y siento que es un campo
sagrado, un equipaje que no tiene
ninguna otra criatura, y que no puedo
dejar a la intemperie de la muerte.








Canción de cuna para Candela

Candelilla dormida,
voy a pintarte
de nubecitas rosas
toda la tarde;
sol de naranja,
de lila el monte,
de gualda el prado,
de azul las flores

y el mar de verde plata
con sus barquitos
de velas blancas.

Candelilla despierta,
voy a cantarte
con un arroyo limpio
que alegre el valle,
y con un viento
que toque el arpa
cuando acaricie
las finas cañas

y con dos pajarillos
que se respondan
de pino a pino.





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