Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

miércoles, 26 de junio de 2013

1718.- MIGUEL JOSÉ CARRASCOSA SALAS


Miguel José Carrascosa Salas
Miguel José Carrascosa Salas (Torreperogil, Jaén, 13 de julio de 1928) es maestro, poeta y escritor español.
Nacido circunstancialmente en Torreperogil, donde su padre ejercía el magisterio, pasó infancia y juventud en Órgiva (Granada), siguiente lugar de destino paterno.
Es maestro nacional, licenciado en Filosofía y Letras por las universidades de Granada y Málaga y diplomado en Psicología y Ciencias de la Familia por la Universidad de Navarra.
Además de la actividad profesional como maestro en Campillo de Arenas (Jaén), director por oposición del colegio público «Gómez Moreno» en el Albaicín de Granada e Inspector técnico de Educación, ha sido asesor del Ministerio de Educación y Ciencia, en la etapa de Federico Mayor Zaragoza (1981-1982), director del Programa Nacional de Orientación de Alumnos del mismo ministerio y consultor de la UNESCO para educación permanente de adultos en Nariño, Boyacá y Bogotá. Presidió, desde su creación en 1994 hasta febrero de 2012, el Centro UNESCO de Andalucía, con sede en Granada.

Obra

Ha escrito desde el punto de vista del humanismo cristiano sobre familia, educación y otras materias, en artículos de prensa, local y especializada, y en diversas obras individuales y colectivas.
Tiene publicados varios libros sobre La Alpujarra, siendo el tratado del mismo título, editado en dos volúmenes por la Universidad de Granada en 1992, su obra más extensa y la más completa escrita hasta hoy sobre la comarca.
Al Albaicín le ha dedicado una serie de cuatro libros que tratan de diversas facetas del barrio.

Lista de obras

A las puertas de la Alpujarra, 1960.
Curso de orientación familiar, 1977.
Las asociaciones de padres de alumnos: Organización y dinámica, 1979.
Participación en la comunidad educativa, 1985.
La Alpujarra en coplas y otros poemas, 1988.
La Alpujarra, 1992.
La Alpujarra, guía para viajar y conocer, 1993.
Estudio preliminar a la edición de Un viaje a la Alpujarra en 1836 de Charles Didier, 1993.
La Unesco y la educación para la tolerancia, 1996.
Derechos humanos, educación y comunicación, 1999. (Coordinador, junto a José Antonio Ortega Carrillo y Manuel Lorenzo Delgado, de las actas del I Encuentro de Educadores de Marruecos y Andalucía).
El Albayzín en la historia, 2001.
El Albayzín en la leyenda, las tradiciones y la literatura, 2003.
El Albayzín y su patrimonio (2007).
Poemario del atardecer, 2010.
El Albaycín y sus monumentos (inédito).

Distinciones

Encomienda de Isabel la Católica, se le impuso en un acto celebrado el 24 de octubre de 2008 durante el «I Encuentro de Centros, Clubes y Asociaciones UNESCO de Andalucía, Ceuta, Melilla y Extremadura».
El Ayuntamiento de Órgiva le concedió en 2006 el título de hijo adoptivo de la localidad.
Es cronista oficial de La Taha.





EL RETORNO DECIDIDO…

Detesto los plaguicidas y los invernaderos,
Y la tala indiscriminada de los bosques,
Y la caza furtiva de especies cinegéticas,
Y la desaparición de las acequias, caminos
Y sendas de la montaña,
Y el abandono de los cultivos,
Y la comida americana,
Y el estrés, y la espiral de violencia
Que azota a nuestro mundo,
Y la asfixiante atmósfera que nos envuelve,
Contamina y aniquila…

Quisiera retornar a los antiguos campos
De donde salí y donde me crié;
A los sembrados y a las eras abandonadas.
Y a las secretas soledades de la serranía,
Donde el sol y el aire se remansan
Al abrigo del viejo roquedal
Y el implacable cierzo brama, enfurecido,
Castigando cimas, ventisqueros y angosturas.

Decididamente, quiero devolver
A la naturaleza maltratada y generosa
Lo que mis sentidos y mi corazón le deben:
¡El aire, el agua, el sol y la rosa!

Y el pájaro, y la mariposa,
Y la diligente y afanosa abeja,
Que aún sigue posándose, estremecida y nerviosa,
Sobre la flor del romero, del tomillo y el orégano,
Como en las azules y lejanas primaveras
De mi añorada infancia alpujarreña…

Retornaré, sí, a las ubres de la montaña,
Para seguir bebiendo en sus majadas
La leche limpia, sabrosa y nutritiva
De los rebaños que pastorean, a sus anchas,
En las altas y reverdecidas praderas de la serranía.

¡Palabra que retornaré! Lo tengo decidido.
Y lanzaré a los cuatro vientos,
Desde sus altas cimas,
El gozoso grito de una liberación recuperada…!

(Del libro “Retorno del atardecer”. Granada, mayo de 2004)





La Alpujarra no se muere

Los hombres de La Alpujarra
saben mucho de fatigas,
de sudores derramados
sobre sus tierras bravías.

¿Dónde se fueron los hombres
que cultivaban la tierra,
que arañaban las entrañas
de sus empinadas sierras?

¿Do están los labradores
que, derrochando energías,
con su bancal y su yunta,
se enfrentaban a la vida?

¿Qué ha sido de las haciendas
que levantaron sus padres,
sufriendo mil estrecheces
y luchando contra el hambre?

Ya son tierras de barbecho
aquellas hazas de antaño;
las acequias ya no corren,
los trigales se han secado.

Los hombres que las labraban
emigraron a otras tierras,
agobiados por las cargas,
las sequías y gabelas.

Mujeres, niños y ancianos
pueblan hoy Las Alpujarras.
Cuando mueran los abuelos,
¿qué porvenir les aguarda?

¡Que el destino no se cebe
en esta tierra olvidada;
que vuelvan ya los braceros
que emigraron a Alemania!

Y que cultiven los campos,
transformando los barbechos.
Y que repueblen los montes
de nogales y cerezos.

Que el viento meza las mieses
que verdean en los bancales,
recogiendo los suspiros
de mozas y de gañanes.

Que resuenen con presteza
las coplas de los muleros,
los cantares de los mozos
que estrenan amores nuevos.

Que se construyan más trojes
para almacenar el grano
de tantas espigas nuevas
que han crecido en los sembrados.

Que se roturen las viñas
que antaño dieron buen vino,
alegrando el corazón
de los viejos campesinos.

¡Quiera Dios que La Alpujarra
se redima de sus males:
de abandonos y estrecheces,
de olvidos y de orfandades!

Es tierra de noble gente:
de hombres recios, singulares,
que hacen fecundar las piedras
y a las colinas, feraces.

¡La Alpujarra no se muere!
Viva está. ¡Quién lo dijera!
Volverán los emigrantes
a repoblar sus aldeas;
a hacer que los hombres vivan,
con dignidad, en estas sierras...




martes, 11 de junio de 2013

1717.- LYDIA ALCARAZ


Lydia Alcaraz     1985. Algeciras, Cádiz, España. Escritora, poeta y actriz en ciernes. Estudió Arte Dramático, especialidad de Interpretación Textual, en la Escuela Superior de Arte Dramático de Málaga y realizó estudios de Filología Hispánica en la Universidad Autónoma de Madrid, donde además tiene un máster de Edición. El año 2011 ganó el Primer Premio del XI Concurso de Poesía de la Universidad Autónoma de Madrid.






BRINDIS CON CAFÉ 

Por escribirte una canción pirata 
cada noche al oído y alcohólica 
en el ayuno seguir siendo eterna. 
Por escribir una canción armónica 
que olvidaría al abrir las pupilas 
del sol de marzo verdes y anoréxicas, 
deshechas de gemidos al alcance 
de cualquiera, que ayer fuera amnésica. 
Y escribir rojo mi nombre en la piel 
por no dormirme en la fiebre neoclásica, 
y acompañarte a tirar la basura 
si te da ágil pereza pragmática, 
y acompañarte a deshacer baldosas 
del portal movida por la telúrica 
fuerza de una almohada recalentada, 
bebo tu alfombra de sangre, estúpida. 
Por no ser el ánimo taciturno, 
no subiré a tu cama antibiótica, 
apostaré para perder partidas, 
soñaré, bailaré tu agua anecdótica. 
Y romperé este rompecabezas: 
y, sí, me tiraría apocalíptica 
de cabeza por no cambiar tu sed 
que cose para descoserte mística. 
Muérdeme el estómago, que hoy quiero 
barrer tu voz, y esta marea bulímica 
despeinar de domingo a mediodía. 
Inventa otra vez las vastas sublímicas 
cuatro paredes, tira las caricias 
por el balcón, y que me quede atónita; 
rondaré los tejados insensatos, 
dementes, una madrugá bucólica. 
Y abriría mis venas por rozar 
tu boca por bulerías oníricas. 
Tu Andalucía, mi mar en Madrid. 
Un taxi a las entrañas frigoríficas, 
un semáforo en ámbar, un cerrar 
y abrir de ojos, y dentífricas 
manos en el clímax de una espalda: 
la tierra desorientada, proclítica, 
pide a gritos que nos veamos por dentro, 
y nos mordamos las ganas prosódicas 
de emborracharnos acentos con versos, 
donde gana tu voz grave y melódica, 
tu guitarra que se duerme en mi ombligo.







fotos crudas

He devorado tantas fotos crudas,
me he tragado tu sexo,
he ingerido
me he chutado
tanta nostalgia.
He devorado tantas fotos crudas
que cayeron de la gravedad
de tu espalda
que ya no tengo océanos
que me seduzcan;
las naúseas de tu estómago
ya no son mías.
He devorado tantas fotos crudas.







la tragedia es

(cadavre exquis avec Kico Gómez)

La tragedia es ojos tristes, sol de invierno,
tan lejos de estos cinco segundos de distancia
que se abren bajo los pies
como abrías la boca al respirarme,
y ahora míranos sin aliento,
míranos, desquiciados,
que sin conocerte te he perdido:
el sexo en el suelo,
el rumor de tu aliento grave,
el estrépito latido de los recuerdos,
el insólito placer de odiarte y pedirte que te quedes;
lo dulce de bailarte así
los despertares, tu mar,
la mirada inquieta, el agua;
los naufragios bajo las mantas, tocar fondo sobre ti,
llenar de salitre las heridas.
La tragedia es jadear el exilio
desperezándose,
gemir lo que no nos decimos,
mordernos las ganas a solas,
poner en las manos los nombres
pintar tu voz en todas partes,
correr por encima de la sangre.
Y sobrevivir al gélido instante
de saberte lejano a este vértice del mundo.
La tragedia es esperarte en la nave de Argos,
y encontrarte en los poemas que no escribo.
Como una tinta invisible,
como una rima perdida,
como la métrica de tus dedos en otros celestes.
La tragedia es prometer mascando dudas.

La tragedia es que tú no lo sepas.







adicta

adicta al drama
adicta a los fracasos
adicta a los escenarios
a los cigarrillos a medias
a los cafés de espera
adicta a tu cuerpo pendiente
del último sí de la chica
de la primera fila
adicta a llorarte
a los pies del océano
adicta a los sinsabores
a caminar descalza
a las copas rotas
al carmín en tu espalda
las uñas de color rojo
arañando los acordes
del olor de tu sexo
adicta a neurótica
a enrarecida
a lo sublímico
a los estómagos caídos
a los imperios cayendo
a lo que de ti caerá
adicta a estas cuatro paredes
a la sangre derramándose
a tu bañera llena de semen
adicta a tu amor
a creer que existes
que respiras
que me inundas los pulmones
adicta a mi adicción
que eres tú
adicta a que no estés
adicta a callarte la boca
adicta al estómago hirviendo
a los platos sucios
a saber siempre tu «completamente»
adicta a borrarme en tu pecho
a lo superfluo de tu mano izquierda
adicta a la Belleza
adicta a los cuatro gatos que nos observan
al vino con helado
al sol de invierno
a contar los días
noventa y cinco
adicta a este drama
lo confieso
adicta a «la Verdad más grande que he vivido»




miércoles, 5 de junio de 2013

1716.- MANUEL NADAL MADRID


MANUEL NADAL MADRID
Nació en Encinas Reales (Córdoba) en 1951, (aunque se siente totalmente mellariense). Tras el Bachillerato, cursó los estudios de Magisterio en la Escuela Normal. Desde 1976 ha compaginado su tarea educativa con la pintura, con el teatro y la poesía, que ha enseñado y transmitido a todo su alumnado. Actualmente de la Escuela está jubilado, pero no del Arte y la Cultura que sigue cultivando.
 Desde muy joven gustó y practicó el teatro, y en 1977 funda en Fuente Obejuna el grupo independiente “La Cruz de Piedra”, en el que dirigió una trilogía del autor cordobés Antonio Gala: “Los buenos días perdidos”, “El cementerio de los pájaros” y “Petra Regalada”, consiguiendo con ésta última el Primer Premio del Certamen de Teatro de Ronda, en 1980. Entre 1989 y 1991 escribió tres comedias para ser interpretadas por sus alumnos-as, y estrenadas al finalizar el curso. Fueron presentadas en el Certamen de Teatro Escolar “El Viso del Alcor” (Sevilla) en tres convocatorias consecutivas, acaparando para su alumnado en las tres ocasiones los premios de, mejor actor, actriz y conjunto de actores, y para sí, la mejor obra original y la dirección. Sus títulos: “Marquesaza de Aire”, “El muerto Vivo” y “Periquillo con Mandillo”, de inolvidable recuerdo para los más de doscientos alumnos-as que alternativamente las han interpretado.
Aunque siempre trazó versos, no sería hasta 1990 cuando le fue publicado su primer poemario, “¡Por hoy, siempre!”. Ha tomado parte en los tres libros que en años diferentes ha publicado el Excelentísimo Ayuntamiento de Fuente Obejuna a los poetas mellarienses. Ha colaborado ininterrumpidamente en la revista “Fons Mellaria” desde su reaparición en 1976 con poemas y artículos de opinión, así como en el periódico “Fuente Abejuna” hasta su desaparición. Ha escrito y pronunciado dos pregones: Romería de San Isidro y Semana Santa, y una Exaltación a la Saeta. Su segundo poemario, “De la Luz a la sombra y viceversa”, fue concluido en el 2010 y espera su publicación. Acaba de terminar un conjunto de relatos titulado, “De miel y canela”, en la que narra trece vivencias de su infancia y adolescencia retratando aquella época entre los cincuenta y sesenta, de nostalgias plena. Años que ya no eran de posguerra pero sí de muchas carencias, y en la que los niños y las niñas jugábamos en las calles a juegos tradicionales, los juguetes nos lo hacíamos y nos bastaba con un pincho, un trompo y un aro. Y éramos obedientes por estar bien educados. Y cuando nos ganábamos el castigo lo aceptábamos. Y los recuerdos son felices sin embargo.

RELACIÓN DE LIBROS DE MANUEL NADAL MADRID:

Por hoy: ¡Siempre!, Excmo. Ayuntamiento de Fuente Obejuna
Poesía en Fuente Obejuna, Excmo. Ayuntamiento de Fuente Obejuna
El Poeta en su Tierra, Excmo. Ayuntamiento de Fuente Obejuna




Obra: “DEL AMOR A LA ANGUSTIA POR LO SOLO”


LO TEMIDO

          Y cuando la inquietud busca
del sosiego su “aquiles”,
se sienta, en tronco de terciopelo negro,
la duda, que sarcásticamente rie
tras velos de azabaches y crisantemos.

          ¡ Campanas …
evocad aquellas glorias, pero
con susurros de mortaja ¡.

          ¡ Callad …
que el silencio habla ¡.

¡ Callad, por Dios,
que puedo morir sin haber unido el alma ¡.

          ¡ Campanas … ¡
          ¡ Campanas … ¡.





DE NADA

          Se me apetece la evasión
ante el desengaño, pero
es que no puedo.

          Deseo el ansia,
y me amarga la hiel del desencanto.

          Evoco apresurado el pasado,
felicidad ficticia,
y no consigo ni añoranzas.

          Me miro en mi espejo,
y al no verme nada,
quisiera ahogarme en la nostalgia.

          Y a donde mire, no veo
sino sombras de nubes sin color,
sin formas,
sin nada.

          Y se siente, porque lo sientes,
una pena, y tan grande, que sólo se compara
con aquella que del amor se siente,
cuando es falso porque nunca estuvo
El Eterno Presente.

          Y la ausencia no es ansia de presencia,
y la presencia, ¡qué pena!, apaga
aquella lucecita que luz daba
al sueño, que alguna vez se sueña
que al despertar, no despiertas.

          Y si supiera el deseo que
la flor solo espinas regala
no se hubiera hincado aquella espina
que fue estaca.

          Pero el deseo no sabe,
porque no le dicen nada;
se imagina, eso sí, que siempre hubo y habrá esperanza…
Pero no en tu cara, que en ti,
no es reflejo del alma.






SIN NADA

          Prefiero de la soledad lo solo
porque me pesa el sentimiento.

          Busco de mi lumbre el rescoldo,
y me lo apaga el viento, poco a poco.

          Escucho el silencio,
y no oigo.

          Me miro la mirada en estos huecos –antes ojos–,
y no veo.

          ¡Maldito sea el espejo¡.
          ¡Maldito sea el sueño!.







QUE NO NADRE

          Que ya no quiero la vida, madre.

          Que huelo el perfume de la flor
que no huele nadie.

          Que oigo, de lejos, el murmullo del río
en el que no puedo bañarme.

          ¡Qué se calle el río, madre!.
          ¡Qué no huela el aire!.







ADIÓS

          Y llegó a serle todo
un ir y venir, y sin moverse,
como un paseo sin pasos entre
sus circunstancias y sus inconvenientes.

          Y no le gustó.
          Y le hirió el alma.
          Y no luchó.
          Y no supo seguir.
          Y no avanzó.
          Y se quedó.
          Y se perdió.
          Y nunca volvió.






                                       “Anduve andando el amor
                                               ni él me encontró
                                               ni lo encontré yo”.

EVOCANDO

          Alguien me dijo
que por qué te cantaba de lejos
y no estaba contigo.

          Le respondí
que cada cual estaba en su sitio.

          “Y … ¿Dónde está el otro sitio?”, continuó.
          “¡Si yo lo supiera!” le respondí yo.
          “¿No tienes caminos?”, insistente preguntó.
          La respuesta fue el silencio, y él continuó:
          “¿Ni veredas, ni senderos?” …

          Y con movimiento de cabeza,
tristes los ojos, le dije que no.







LA MÁS GRANDE

          El ángel perdió sus alas
y el pájaro su pluma,
la flor olvidó el perfume
y el arroyo su espuma.
¡Pena como ninguna!.

¡Esas no son penas
comparadas con la mía!






HASTA EN LA NADA DEL AMOR HAY TRAICIÓN

          ¡ Ay amor, que viniste del aire !
          ¡ Ay amor que nunca llegaste y
Presente estuviste en una llama que no arde ¡.

          Ojos negros, no profundos,
Viento de espumas manchadas de tizón.

          ¡ Ay dolor, que al fondo llegaste ¡
          ¡ Ay del dolor que vence el amor ¡.

          Traidor de sí mismo, el campo negro
arrastra su desolación.

          ¡ Ay amor, que de la nada llegaste ¡.
          ¡ Ay de ese viento, de esa espuma y
                                       de ese aire
tiznados con carbón.







SIEMPRE ES OTOÑO AL CAER LA TARDE

          Septiembre,
oráculo crepuscular de rojos,
donde el verde torna a pardo, y
el amarillo lo llena todo.

          ¿Otra vez tú, Septiembre?.
          ¿Otra vez la lágrima a mi ojo?.
          ¿Otra vez …?.
          ¡Otra!.







EL SOPLO

          Y el viento
–mensajero fiel del suspiro–
          trae

–con la lluvia de primavera–
          un manojo de aire,
que coloca, donde seguro sabe,
          no reina el olvido.









1715.- JUAN MANUEL VILCHES Y VITIENES

FUERON Y SON - Gallo de Vidrio

JUAN MANUEL VILCHES Y VITIENES
(1951-1981)

          Nace en Málaga el 1 de junio de 1951.
          Se traslada a Sevilla con siete años, junto a su familia, donde residió y estudió desde entonces.
          Estudió magisterio e inició sus estudios de Filología en la Facultad de Sevilla, mientras ejercía su profesión de maestro.
          Fundador del grupo poético “Gallo de Vidrio”, había publicado un libro de poemas: “Aldaba de minutos en la puerta de todos y de nadie”, habiendo colaborado en multitud de revistas poéticas y dado numerosos recitales en círculos y asociaciones culturales y vecinales.
          Fundador de la revista lingüístico-literaria “Cauce”, editada por el Departamento de Lengua y Literatura de la Escuela Universitaria del Profesorado de E.G.B.
          Había escrito en sus “Anotaciones para una biografía”: “Llevo entre pecho y espalda alguna cicatriz –algún recuerdo– que nunca imaginé que estuviera en programa. Quisiera ser tan alto como la luna, aunque siempre me pierdo en los rellanos y desinflo a sabiendas la rueda del destino”.

          Así definió su quehacer por la vida:
“Que degusta el amor, a cada paso
estar ilusionado, en desafío
constante de mirar con buenos ojos
raudales de coplilla y de suspiro.
Y siempre acabo siendo lo que fui:
galán de mil doctrinas de verano,
batiéndome en el vidrio de la carne
las líneas de la frente… ¡Enamorado!.

          Autor de una amplia obra poética, en su mayoría inédita, estaba preparando la edición de dos libros: “El libro de las coplas” y “En torno al tiempo”, de hondas raíces populares la primera y de exquisitos matices surrealistas, con amplio dominio del ritmo y del verso la segunda.

          La tarde del 4 de abril del 1981 su corazón se para definitivamente, devolviendo a la tierra cuanto ésta le había dado: el amor a los suyos, el amor a la vida y la lectura poética de su corta existencia.






Obra: “Coplillas sobre el tiempo y el amor”
2º Premio, I Certamen de Poesía Searus, año 1978.


                    I

          El tiempo, palabra eterna
que el hombre lleva grabada
y en su corazón resuena.

                    II

          Habilidad de los años:
parecer que nunca pasan
y que no producen daño.

                    III

          Creo que tienes razón:
el tiempo es como un anciano
que nunca quiso reloj.

                    IV

          Y en mi horóscopo saber
la verdad de las verdades,
cuándo puedo siempre ser.

                    V

          Reflejos del testamento
los sueños que uno desea
que queden en el misterio.

                    VI

          Y el hombre sigue pensando
que la muerte ya no existe.
El hombre sigue soñando.

                    VII

          El hombre que lucha siempre
por la suerte de los niños
es hombre que nunca muere.

                    VIII

          La muerte es aquel recado
que en la puerta de los vivos
dejan los antepasados.

                    IX

          Hablemos con quién hablemos,
nuestras mejores palabras
siempre las recoge el tiempo.

                    X

          Cuanto me siento pequeño
salto y vuelo, vuelo y salto
cuando me siento pequeño.

                    XI

          Procura ir siempre delante
cuando te llame el destino.
Que sirvas de escaparate.

                    XII

          Calza el viento la jornada
que se vive eternamente
en los ojos de la amada.

                    XIII

          Busca su conversación
el ciego dios que me hiere
por dentro, en el corazón.

                    XIV

          A decir verdad, te espero
desde que mi madre dijo:
“éste que sale es el sexto”.

                    XV

          ¡Ay, qué pena, madre mía!
Te llevo dentro del alma
y no te veo ningún día.

                    XVI

          En el colegio me aturden
Como “yo amo” y “tú cantabas”.
En el colegio me aburren.

                    XVII

          Yo aprendo lo que me enseñan:
que la libertad se agarra
como una enredadera.

                    XVIII

          Cuando llegue la mañana
la república del tiempo
se asomará a la ventana.

                    XIX

          Niño alado en las entrañas
que voló de mar a mar
para encontrar tu mirada.

                    XX

          Tiempo y amor, noble historia
que el hombre vive en sus ojos.
Tiempo y amor de memoria.





Para "CAUCE" núm. 4. Año 1981


SOÑANDO

¡Las doce, son las doce!
y mi alma angustiada
va diciéndome triste
que la noche me llama
a dormir en silencio
el tiempo que se acaba.

¡Son las doce, las doce!
y estoy soñando en calma.






CARDINAL

Norte de luz radiante. Florecida.
De sombra el sur. Mi sur. Mi soledad.
Está al este. No es ésta
quien me vendrá a buscar por el oeste.







YO HE VENIDO DE SIEMPRE

Yo he venido de siempre y a siempre pertenezco
porque la luz me llega de donde llega el hombre.
Yo he crecido, yo crezco, me aventuro y arriesgo
porque siempre he tenido la luna entre los labios
y no tengo en mi carne un horizonte muerto.

He vivido más vivo, pendiente de la vida,
y carezco del tiempo; aunque sueño en la tarde
que nunca, nunca esté y siempre, siempre viva.
Si me sigue ese ansia de la flor que se crece
y que nunca se pierde, pertenezco a la esencia.





YO ESTUVE EN MI CUERPO UN DÍA

Yo estuve en mi cuerpo un día,
un día de primavera.

Yo estuve en mi cuerpo un año,
un año de mi existencia.

Yo estuve en mi cuerpo un tiempo,
un tiempo que nadie encuentra.







CEMENTERIO

(En la sierra)

Una agreste y menuda primavera
se asoma a la ventana
de este campo sombrío.

Una brisa templada y jubilosa
corre en la dulce tarde
en que florece el cuerpo.

Y una música leve, con alma
de poeta, se acerca a la armonía
del sueño y la tristeza.
. .. No tenemos mañana
para poder mirarlo.








VA CAYENDO LA TARDE

Se va la tarde triste,
va cayendo muy lenta
y en su enorme sudor,
va entregando a la noche
su espanto de tinieblas
y su estupor de almas.

La vida va pasando,
y mientras piensa y sueña
que siempre quiere ser,
se oye el lamento triste
de la agonía del hombre
que sabe de su muerte.





EL NOMBRE DE NACIDO

Estrenaste la luz en tu pupila
que brilló como un sueño enamorado,
perdido entre las sombras.
Con un velo de risas y caricias,
obligando al destino perezoso,
acunaste al futuro.
Y ahora somos ya tres sobre la cumbre
de esta enorme montaña que es la vida,.
disfrutando que somos.

Bienvenido, mi hijo, que llegaste
a compartir la esfera de lo humano
en esta noble historia.
Bienvenido, mi hijo, bienvenido
a sentir hondamente en las entrañas
el nombre de nacido.