Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

martes, 11 de junio de 2013

1717.- LYDIA ALCARAZ


Lydia Alcaraz     1985. Algeciras, Cádiz, España. Escritora, poeta y actriz en ciernes. Estudió Arte Dramático, especialidad de Interpretación Textual, en la Escuela Superior de Arte Dramático de Málaga y realizó estudios de Filología Hispánica en la Universidad Autónoma de Madrid, donde además tiene un máster de Edición. El año 2011 ganó el Primer Premio del XI Concurso de Poesía de la Universidad Autónoma de Madrid.






BRINDIS CON CAFÉ 

Por escribirte una canción pirata 
cada noche al oído y alcohólica 
en el ayuno seguir siendo eterna. 
Por escribir una canción armónica 
que olvidaría al abrir las pupilas 
del sol de marzo verdes y anoréxicas, 
deshechas de gemidos al alcance 
de cualquiera, que ayer fuera amnésica. 
Y escribir rojo mi nombre en la piel 
por no dormirme en la fiebre neoclásica, 
y acompañarte a tirar la basura 
si te da ágil pereza pragmática, 
y acompañarte a deshacer baldosas 
del portal movida por la telúrica 
fuerza de una almohada recalentada, 
bebo tu alfombra de sangre, estúpida. 
Por no ser el ánimo taciturno, 
no subiré a tu cama antibiótica, 
apostaré para perder partidas, 
soñaré, bailaré tu agua anecdótica. 
Y romperé este rompecabezas: 
y, sí, me tiraría apocalíptica 
de cabeza por no cambiar tu sed 
que cose para descoserte mística. 
Muérdeme el estómago, que hoy quiero 
barrer tu voz, y esta marea bulímica 
despeinar de domingo a mediodía. 
Inventa otra vez las vastas sublímicas 
cuatro paredes, tira las caricias 
por el balcón, y que me quede atónita; 
rondaré los tejados insensatos, 
dementes, una madrugá bucólica. 
Y abriría mis venas por rozar 
tu boca por bulerías oníricas. 
Tu Andalucía, mi mar en Madrid. 
Un taxi a las entrañas frigoríficas, 
un semáforo en ámbar, un cerrar 
y abrir de ojos, y dentífricas 
manos en el clímax de una espalda: 
la tierra desorientada, proclítica, 
pide a gritos que nos veamos por dentro, 
y nos mordamos las ganas prosódicas 
de emborracharnos acentos con versos, 
donde gana tu voz grave y melódica, 
tu guitarra que se duerme en mi ombligo.







fotos crudas

He devorado tantas fotos crudas,
me he tragado tu sexo,
he ingerido
me he chutado
tanta nostalgia.
He devorado tantas fotos crudas
que cayeron de la gravedad
de tu espalda
que ya no tengo océanos
que me seduzcan;
las naúseas de tu estómago
ya no son mías.
He devorado tantas fotos crudas.







la tragedia es

(cadavre exquis avec Kico Gómez)

La tragedia es ojos tristes, sol de invierno,
tan lejos de estos cinco segundos de distancia
que se abren bajo los pies
como abrías la boca al respirarme,
y ahora míranos sin aliento,
míranos, desquiciados,
que sin conocerte te he perdido:
el sexo en el suelo,
el rumor de tu aliento grave,
el estrépito latido de los recuerdos,
el insólito placer de odiarte y pedirte que te quedes;
lo dulce de bailarte así
los despertares, tu mar,
la mirada inquieta, el agua;
los naufragios bajo las mantas, tocar fondo sobre ti,
llenar de salitre las heridas.
La tragedia es jadear el exilio
desperezándose,
gemir lo que no nos decimos,
mordernos las ganas a solas,
poner en las manos los nombres
pintar tu voz en todas partes,
correr por encima de la sangre.
Y sobrevivir al gélido instante
de saberte lejano a este vértice del mundo.
La tragedia es esperarte en la nave de Argos,
y encontrarte en los poemas que no escribo.
Como una tinta invisible,
como una rima perdida,
como la métrica de tus dedos en otros celestes.
La tragedia es prometer mascando dudas.

La tragedia es que tú no lo sepas.







adicta

adicta al drama
adicta a los fracasos
adicta a los escenarios
a los cigarrillos a medias
a los cafés de espera
adicta a tu cuerpo pendiente
del último sí de la chica
de la primera fila
adicta a llorarte
a los pies del océano
adicta a los sinsabores
a caminar descalza
a las copas rotas
al carmín en tu espalda
las uñas de color rojo
arañando los acordes
del olor de tu sexo
adicta a neurótica
a enrarecida
a lo sublímico
a los estómagos caídos
a los imperios cayendo
a lo que de ti caerá
adicta a estas cuatro paredes
a la sangre derramándose
a tu bañera llena de semen
adicta a tu amor
a creer que existes
que respiras
que me inundas los pulmones
adicta a mi adicción
que eres tú
adicta a que no estés
adicta a callarte la boca
adicta al estómago hirviendo
a los platos sucios
a saber siempre tu «completamente»
adicta a borrarme en tu pecho
a lo superfluo de tu mano izquierda
adicta a la Belleza
adicta a los cuatro gatos que nos observan
al vino con helado
al sol de invierno
a contar los días
noventa y cinco
adicta a este drama
lo confieso
adicta a «la Verdad más grande que he vivido»




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