Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

viernes, 5 de julio de 2013

1730.- ESTEBAN TERRALLA Y LANDA


Esteban Terralla y Landa

Esteban Terralla y Landa [1750-1805] fue un escritor y poeta español, nacido en Andalucía, quien vivió en México y se estableció después en Lima en 1787, donde permaneció hasta 1797.
Poeta e historiador español, nacido en lugar y fecha desconocidos (probablemente en Cádiz, en la primera mitad del siglo XVIII), y fallecido en Lima (en el antiguo Virreinato del Perú) en 1797. Autor de varias composiciones poéticas de carácter circunstancial y laudatorio, ha pasado a la historia de la literatura colonial hispanoamericana por su excelente colección de romances satíricos agrupados bajo el título de Lima por dentro y por fuera (1792), publicados bajo el seudónimo de "Simón Ayanque".

Nada se sabe acerca de los primeros años de su vida, que debieron de transcurrir en suelo español. Al parecer, el deseo de hacer fortuna le impulsó a abandonar la Península Ibérica y trasladarse a México, en donde residió durante un breve espacio de tiempo. Finalmente, se estableció en Perú, donde, alrededor de 1784, obtuvo licencia para explotar algunas concesiones mineras en Cajamarca y Huamachuco, actividad que, por lo que se deduce de sus escritos posteriores, no debió de reportarle los beneficios esperados. En los últimos años de su vida se instaló en Lima bajo la protección del virrey Teodoro de Croix, y se dedicó al cultivo de su vena poética, de la que surgieron algunos poemas de circunstancias destinados a lamentar o celebrar los grandes acontecimientos del virreinato o las noticias que llegaban procedentes de la corte española. Surgieron, así, de la pluma de Esteban de Terralla y Landa algunas composiciones tan características de la lírica de su tiempo como las tituladas Lamento métrico general, llanto fúnebre y gemido triste [...], escrita en 1790 con motivo del fallecimiento del monarca Carlos III; Alegría universal. Lima festiva y encomio poético, compuesta también en 1790 como homenaje al virrey Gil de Taboada y Lemos, uno de los gobernantes que mayor impulso dieron a la cultura, la ciencia y las artes en el virreinato del Perú; y El sol en el medio día: año feliz y júbilo particular, fechada asimismo en 1790, y destinada a festejar la coronación del nuevo rey Carlos IV.

Sin embargo, a partir de aquel fructífero año de 1790 Esteban de Terralla comenzó a perder el favor de los poderosos, lo que le llevó a apartarse cada vez más de los sectores oficiales del virreinato y a trocar el espíritu áulico y encomiástico de sus versos por un nuevo filón satírico que habría de permitirle dejar uno de los testimonios poéticos más frescos, directos y desinhibidos de la América colonial española. Sirviéndose de un seudónimo que pudiera ampararle de las reprobaciones y represiones que pensaba recibir tras la difusión de sus sátiras ("Simón de Ayanque"), en 1792 dio a la imprenta los dieciocho romances que componen su celebérrima obra titulada Lima por dentro y fuera en consejos económicos, saludables, políticos y morales que da un amigo a otro con motivo de querer dejar la ciudad de México para pasar a la de Lima (Lima, 1792). El escándalo que produjo la divulgación de estos poemas de Esteban de Terralla en la capital del virreinato alcanzó proporciones mayúsculas, e incluso circuló por instancias oficiales una denuncia de un tal Pedro Tadeo Bravo de Rivera, que solicitaba la inmediata recogida de los ejemplares impresos. Sin embargo, la obra gozó de esa buena salud que facilita la recepción y transmisión de las mejores piezas satíricas, por lo que pronto se vio reproducida en numerosas ediciones impresas publicadas en España y en diferentes lugares de Hispanoamérica, y al cabo de más de medio siglo de su primera salida a la calle aún fue objeto de una edición de lujo realizada en París (1854).

Del resto de la vida de Esteban de Terralla y Landa, que se prolongó durante un lustro desde la aparición de Lima por dentro y fuera, tampoco ha quedado noticia alguna.



Lima por dentro y por fuera

Un siglo después de Juan del Valle y Caviedes, aparece igualmente en Lima la voz de un poeta satírico que se identifica con los patrones básicos planteados a pesar de haber concluido la época barroca. Se trata de Esteban Terralla y Landa que mediante Lima por dentro y por fuera continúa el retrato grotesco que comenzara Caviedes. En esta obra es aún más palpable el compromiso que establece el autor con el lector. Terralla y Landa entiende su escritura como una obligación moral de aconsejar, evidenciando el cariz de la sátira como agente de cambio anteriormente mencionado:

Lector mío, contemplándote ansioso de imponerte a fondo en las costumbres, usos e inclinaciones de las gentes que habitan la Ciudad llamada de los Reyes, doy luz esta obrita (...) Una obra que se ha hecho en el otro mundo, para dar consejos económicos, saludables, políticos y morales (...) No puedo, no, como amigo, dejarte sin mis consejos. (Terralla y Landa 3-5)

Terralla y Landa escribe desde una ciudad en crisis económica y moral, donde, además, está a punto de darse un vacío de poder que dará lugar a la Emancipación. Esteban Terralla y Landa escribió el libro bajo el pseudónimo de Simón Ayanque. Lima por dentro y por fuera se constituye en un canto moralizador que extraña el orden y la virtud. Para describir su pesar, el autor recurre a un humor cáustico donde lo grotesco es, nuevamente, la clave interpretativa principal. Se pueden encontrar varias expresiones desde lo macabro a lo monstruoso. Lima para aquel entonces ya había sido ajada a través de las obras de Rosas de Oquendo, Caviedes y Carrió de la Vandera. Sin embargo, sus críticas no fueron bien recibidas por las autoridades limeñas que determinaron confiscar y quemar numerosas copias del libro.

El alcance del mapeo de Terralla lleva al lector a las calles de la Lima del siglo XVIII, mostrando mistureras y tapadas, prostitutas, los tipos de almuerzos, las alhajas, los médicos, los cobradores de cofradías, los mineros, las lavanderas, incluso las conversaciones que tienen ‘los camaradas’ cuando se encuentran y ‘lo que hablan los criollos en ausencia de los europeos’. Las prostitutas son especialmente criticadas al ser la muestra emblemática del deterioro físico y moral de la ciudad. Representan, además, una evidencia de la cobertura carnavalesca de los cuadros descritos:



Verás muchos albayaldes, dientes postizos y pelos, 
Cejas de aceite de moscas y de tizne de un caldero, 
Pantorrillas de algodón, de la misma especie pechos, 
Los zapatos embutidos y los carrillos rellenos, 
Algodón bajo la ebilla, en las espaldas y el cuello, 
Y en la cadera un postizo de lienzo y de junco seco; 
Verás los labrios teñidos, el sombrerito bien puesto 
Y, para salir de noche, más abultado el culero 

(Terralla y Landa 49)



A pesar del aspecto cómico de las descripciones, subyace en éstas la misma naturaleza macabra y monstruosa, sólo que en esta ocasión proyectadas hacia el desorden y el vicio de la ciudad. La descripción de Lima comienza con un relato espacial donde la suciedad es protagonista:



Lo primero que verás será un asqueroso suelo 
de inmundas putrefacciones y de corrupciones lleno. 
Hay acequias apestadas, caños rotos, basureros, 
muladares y cloacas con mil montones de cieno. 

(Terralla y Landa 10)



La suciedad espacial no es más que un reflejo de la problemática social que apunta Terralla y Landa donde la carencia de orden social, orden de clases, orden de géneros, y orden racial amenazan con llevar a Lima al caos. La exageración de lo impropio, la hipérbole y la excesividad son características de estas descripciones. El orden moral de la ciudad está en impasse y la reacción del poeta resulta extremista en el contenido y grotesca en la forma. Terralla y Landa muestra el desorden de Lima en diversas esferas, desde las íntimamente relacionadas con las (mal)funciones corporales hasta las imbricadas con comportamientos individuales y sociales que se identifican con lo macabro y monstruoso en el plano moral:



Que te ponen por primer plato un manjar muy estupendo 
que es la sopa de mondongo, que a veces tiene relleno;
Que la calapulcra y lagua luego después van trayendo: 
Dos manjares que parecen vomitaduras de perro 
o rala disposición de niño que está cursiento 
con la desenfrenada bilis de amarillo, verde y negro

 (Terralla y Landa 22)




Verás que no distinguen de personas ni sujetos, 
de cultura, de crianza, de lustre ni nacimiento; 
Que le llaman “don Fulano” al hidalgo y caballero, 
pero “señor don Fulano” a un ordinario plebeyo; 
Que es lo mismo un coronel que un pito de un regimiento 

(Terralla y Landa 42)


Verás que allí algunas madres aspiran con más empeño 
al deshonor de sus hijas que a tratarlas casamiento; 
Y últimamente verás que un marido es cocinero 
mientras está su mujer en continuo galanteo (Terralla y Landa 40) 
Verás a una mujer blanca a quien enamora un negro 
y un blanco que en una negra tiene embebido su afecto; 
Verás a un título grande y al más alto caballero 
poner en una mulata su particular esmero 

(Terralla y Landa 26)



Junto a esta carencia de orden, Terralla y Landa no encuentra virtud alguna en Lima. Es obvio el recurso a la exageración y a la hipérbole, tan propio de lo grotesco, como señala Bakhtin. Aprecia como actitudes especialmente negativas el engaño, la codicia, la falta de fe y la avaricia. Tanto los nuevos comportamientos sociales como las nuevas posiciones de sujeto son vistas por el autor como constituyentes enfermos del cuerpo social, los cuales hay que identificar y extirpar. Si bien se echa en falta el gracejo de Caviedes, se pueden entablar conexiones entre ambas obras. El compromiso del autor respecto a su entorno parece evidente, el mapeo de distintos estratos sociales, las descripciones grotescas y escatológicas, el elitismo sancionador. Tanto en uno como en otro, el desorden de la ciudad amenaza sus concepciones ideológicas. Las evoluciones sociales son vistas constantemente como degeneraciones o involuciones que requieren del didactismo del poeta.

La posición de Terralla ante sus descripciones resulta ambigua. Si bien Caviedes participaba en el carnaval barroco descrito -asumía su perspectiva popular de vendedor autodidacto- a través de la descripción ociosa de tipos y creencias, Terralla parece querer alejarse del marco poetizado a través de un principio de ambigüedad. Critica la esclavitud y a quienes trabajan en las minas, y al mismo tiempo muestra marcados prejuicios raciales cuando evidencia su inconformidad ante la aparente igualdad entre razas:



Que vas viendo por las calles pocos blancos, muchos prietos, 
siendo los prietos el blanco de la estimación y aprecio; 
Que los negros son los amos y los blancos son los negros, 
y que habrá de llegar el día que los esclavos sean aquellos. 
Que una mulata, una zamba y otras de este corto pelo 
alternan en gala y traje a uno de título expreso 

(Terralla y Landa 21)



Hacia el final del libro incluye el autor una serie de ‘consejos saludables para quien pretenda vivir en Lima’. El cariz didáctico de la obra, con voluntad de agencia de cambio, se evidencia en sus últimos versos. En el último romance titulado ‘Testamento’ ofrece de forma más directa la noción de desastre tanto del mundo como de cualquier posible solución ante la situación descrita, a pesar de lo cual deja en testamento la misma obra:



Conociendo que este mundo es todo una patarata; 
Que no suelen conformar las obras con las palabras; 
Que los barberos son muchos que se suben a las barbas; 
Que sientan a los del pelo y a los pelados levantan (…) 
Callando, mi testamento otorgaré y así basta; 
Quien calla otorga, se dice y así un adagio relata. 
El alma sólo es de Dios; se la doy con toda alma, 
pues le costó a Jesucristo toda su sangre comprarla. 
Creo cuanto cree y confiesa la santa Iglesia Romana, 
y el que no hiciere así verá allá lo que le pasa. 

(Terralla y Landa 74)



Conociendo la posición moral y tradicional de Terralla no es de extrañar que al final aluda a sus creencias religiosas, deslindándose sólo en este momento de cualquier trazo satírico. Cierra el romance una fina ironía irrisoria que vuelve a incidir en el desastre de la letra y la vida:



Después de muerto no pienso hacer versos, y es la causa 
que no he de buscar la vida en coplas ni en pataratas. 
Para lo que yo he de hacer, muerto ya, dos velas bastan, 
y no es del caso que sean de navío o de fragata. 
Concluyo mi testamento con todas sus zarandajas. 
Éste es en suma el abierto, el cerrado es el que falta. 

(Terralla y Landa 76)




Terralla ofrece una perspectiva elitista sobre Lima; Se percata del desorden y la falta de virtudes, y las ataca con una pluma con trazos de superioridad. Diente del Parnaso y Lima por dentro y por fuera mapean Lima en un intento para que el nuevo orden planteado en esa ciudad de las escrituras, implícitamente, tome forma en la realidad. Este tipo de exposición choca frontalmente con la espacialización planteada en otro tipo de discursos, como Grandeza mexicana de Balbuena, donde presenta selecta y parcialmente la ciudad de México; Sólo los lugares y las clases sociales dignas de su aprecio salen en sus versos. El desencuentro entre la letra y la confusa realidad (Rama 47-49) de la ciudad colonial se resuelve en Balbuena a través de hacer de México la ciudad emblema de su mundo. Por el contrario, Terralla y Caviedes presentan una fuerte tensión entre la letra y la realidad. Ellos optan por explorar distintas esferas sociales para mostrar sus defectos y poder establecer un texto de sanción, en aras del mejoramiento del entorno. El punto raigal de esta poética es su fin último: la crítica está supeditada a la transformación social incluso cuando no se hacen propuestas específicas sobre cómo alcanzarla. Precisamente desde la negación de comportamientos, sujetos y grupos sociales se plantea un cambio radical que la esfera social debería observar. Éstas son las expectativas de la sátira de Caviedes y Terralla.

Los testimonios paródicos y grotescos de Diente del Parnaso y Lima por dentro y por fuera cayeron, con el paso del tiempo, en desgracia al quedar en el ostracismo de lo ignorado. No fue sino hasta el siglo XIX, cuando Ricardo Palma escribió sus biografías y selecciones, que los autores fueron rescatados con el interés de crear una tradición literaria nacional en Perú. Su poesía no era alta literatura hasta ese momento sino retazos humorísticos hirientes y, por tanto, dignos de olvido. Este hecho no es de extrañar ya que, como señala Bakhtin: “During the domination of the classical canon in all the areas of art and literature of the seventeenth and early eighteenth centuries, the grotesque related to the culture of folk humor was excluded from great literature; it descended to the low comic level or was subject to the epithet of ‘gross naturalism’” (Bakhtin 33).

Bakhtin apunta que lo grotesco es cercano a la descripción de lo real (‘Rabelais in the History of Laughter’, Rabelais and his World 59-144); su inconveniente es que toma una forma paródica que, frecuentemente, resulta poco condescendiente con el entorno social. De ahí que no resulte extraño que las corrientes del naturalismo y romanticismo social del siglo XIX tomaran ciertas vetas grotescas al describir algunos cuadros. Este aspecto se puede apreciar en el contexto latinoamericano en Sin rumbo, de Eugenio Cambaceres, y El matadero, de Esteban Echeverría, donde particularmente lo macabro aparece de forma reiterativa en sus retratos y descripciones espaciales, con una acentuación de estas características en los últimos pasajes de las novelas.

La literatura del siglo XX ofrece, siguiendo a Bakhtin, la encarnación de lo grotesco en el realismo (Bakhtin 46). Las postrimerías del siglo XX acoge en su seno muchas de las contradicciones que caracterizaron al Barroco. La condición postmoderna (Lyotard) instituye el fin de las grandes narrativas y los principios básicos que la modernidad postulaba; Se trata de una nueva crisis del sujeto y del sistema cultural de valores. La problemática de esta nueva situación histórica incluye producciones culturales eminentemente paródicas que emparentan con la sátira barroca.

Francisco Villena
Conselleria d’Educacio (Generalitat Valenciana)

http://pendientedemigracion.ucm.es/info/especulo/numero42/satiraba.html










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