Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

miércoles, 21 de agosto de 2013

1764.- MANUEL MARÍA MONTERO MOYA


Manuel María Montero Moya 
(Andújar, 1826-Jaén-1914). Pedagogo, escritor y político. Estudió el bachiller de artes en Jaén, donde se graduaría en 1841, año en el que ingresa en el Seminario Conciliar de Baeza, donde sólo cursaría un curso de teología. Tal vez por una crisis de fe, abandona sus estudios eclesiásticos y logra una beca del Ayuntamiento de Andújar en 1844 para estudiar Magisterio, título que logra con mención honorífica.

En 1857 inicia su labor de docente en Andújar, que continuaría hasta su jubilación en 1904, en Baeza, Linares y, desde 1869, en Jaén.

Escribió varios tratados de pedagogía. En 1882 representó al Ayuntamiento de Jaén en un Congreso Pedagógico Nacional. Participó en la creación de la Asamblea General de Maestros, en 1890.

Como escritor, se inicia con sus colaboraciones en la revista Guadalbullón, hacia 1847, logrando un nombre propio en el panorama cultural de la provincia. Cultivó el género periodístico en periódicos y revistas provinciales, como El Húsar. Sin embargo, destacó como poeta religioso, escribiendo poemas dedicados a la Virgen de la Capilla y la Virgen de la Cabeza, y filosófico-morales (“Mi juventud”). La crisis general que vive España a finales del XIX le impulsa a escribir algunas obras de carácter patriótico y a fundar la revista literaria “Viva España”.

Políticamente se definió como republicano, entablando amistad con Salmerón, Figueras y Castelar. Presidió el Partido Republicano en Jaén y en 1873 fue elegido diputado en las Cortes Constituyentes de la I República por Alcalá la Real.

Una vez establecido en Jaén, su vida social y cultural fue intensa, destacando como Socio Honorario del Ateneo y de la Real Sociedad Económica de Amigos del País.


Montero Moya (Andújar, 1826-1914) es, por su atractiva personalidad y su delicada poesía, uno de los más destacados poetas decimonónicos (Morales Cuesta 1992b y 1995).

Concejal, diputado republicano, maestro reverenciado por sus infinitos alumnos, poeta de indudable gracejo unas  veces, grave y sentencioso, otras, es siempre escritor digno y correcto.
Encontramos poemas suyos en diversas publicaciones giennenses como La Regeneración, El Chirri, La Unión, El Industrial, La Mantilla colorada, y en otros madrileños como Gente vieja, La Enseñanza moderna, o El Correo de la moda. 
Montero Moya compuso un gran número de poesías que, aunque variadas métricamente, tenían un denominador común: el contenido humorístico. Una de las más destacadas, pertenece al género alegre y chispeante, desenfadado y mordaz que constituye uno de los mayores atractivos de Montero Moya. 

Se trata de la glosa al siguiente cantar popular:

Señora: si usted me diera
lo que le voy a pedir...
Yo no digo que usted quiera,
pero... vamos, al decir,
quien quita que usted quisiera...


Es su colaboración al Álbum Poético de “El Industrial”. Montero aprovecha esta copla de insinuante picardía para narrar una entrevista, llena de sobreentendidos maliciosos, con una vendedora de higos. La mujer humilde, trabajadora, defiende su honra, la honra siempre, tratando en igualdad al hombre de la historia. La habilidad del poeta para insinuar sin ofender, para utilizar como ambientación un lenguaje coloquial y dialectal, lleno de encanto es evidente. Este tipo de composiciones que abundan en su obra eran a veces demasiado atrevidas para su época; veamos algunos versos:



Un lindo paisaje viendo
desde el puente de Santana
estaba yo una mañana
mis pesares divirtiendo,
cuando oñigales vendiendo
Pasó una bella frutera.
Con gran gusto los comiera
–la dije– mas la prevengo
que para pagar no tengo:
Señora, si usted me diera…
La muchacha con salero
respondió: ¡linda toná!
aquí se vende y se da,
y no ase farta er dinero;
pero oigasté, caballero
yo no me asombro al oír
lo que oste acaba de icir,
ni lo tengo a osté por loco:
no le asombre asté tampoco
lo que le voy a pedir.
–Usted dirá, contesté,
lo que estima por sus higos.
Pa quearnos buenos amigos
en dos letras lo diré:
yo vendo por el parné,
pero doy de otra manera;
pa largarle…¿osté se entera?
necesito antes al cura.
si no acomoa…criatura,
yo no digo que usted quiera.
………………………………..
Lleva usted mucha razón,
contesté desconcertado;
me pesa de haber pecado
y pido la absolución.
Yo lancé la indicación
de mi gusto a la frutera,
no la juzgué tan carera;
perdóneme y …¡aleluya!
Como la fruta era suya…
Quién quita que V. quisiera?



En su poesía de contenido popular y festivo, resultan muy interesantes Los Cantares. En general son composiciones menores, de tono popular, cuartetas asonantadas, quintillas, seguidillas;  composiciones a medio camino entre lo pseudofilosófico y lo meramente popular. Montero Moya pasa por diferentes niveles de expresión, en unas se muestra íntimo, en otras sarcástico, en otras pesimista. Pero, en general, predomina la nota alegre, teñida de un marcado andalucismo:



Por querer ser majadera
me quieres comprometer
cómo quieres que te quiera
si no te quiero querer?
Dicen que el perro es leal
y la mujer es infiel:
si a mi novia llamo perra
favorezco a la mujer



Como vemos, hay en estos versos una especie de misoginia, provocada tal vez por amores desengañados, más que por un verdadero odio a la mujer, pues tiene otras de este corte:



.... Dije yo que la mujer
es fruto de perdición;
pero me encontré contigo
y me ha desmentido Dios...



Estoy totalmente de acuerdo con Morales Cuesta (1995) cuando afirma rotundamente que estas poesías de Montero son las menos envejecidas entre las que fueron compuestas en esta época.
Veamos otra composición en la misma línea de lo que decía antes en la que una vez más critica a la mujer, o mejor dicho, al matrimonio del que recomienda alejarse:



Poema festivo

INVITADOS POR UNOS AMIGOS EN UNA BODA

No quise, voto al demonio
deciros lo que os digo
Y es que soy enemigo
del lazo del matrimonio.
Demuestra ser un bolonio
quien al lazo se somete;
su libertad compromete,
su decoro y su dinero,
y resulta un majadero,
un víctima y un pobrete.
Esto no tiene que ver
con adorar a las bellas,
y deshacerse por ellas
y por ellas perecer;
mas ¡sabéis lo que hay que hacer?
lo primero es destajar;
amar, amar, siempre amar,
amarlas hasta morir;
mas… con su madre a dormir;
y con su padre a yantar.



[LA IMAGEN DE LA MUJER EN LA LITERATUTA GIENNENSE DECIMONÓNICA 
Mª Isabel Sancho Rodríguez]










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