Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

sábado, 1 de marzo de 2014

1894.- VÍCTOR DEL MORAL



Víctor del Moral 

Nació en Úbeda (Jaén) allá por el año 1979 pero su destino lo llevó muy pronto a él y a su familia a Granada, tierra de poetas. Su vocación literaria lo condujo a licenciarse en Filología Hispánica en la Universidad de Barcelona, y posteriormente realizó estudios de Filosofía en la Universidad Ramón Llull.

Por tanto estamos hablando de un escritor joven pero con amplios conocimientos en el ámbito de la filosofía y el verso, ingredientes que inundan esta obra en forma de fotones de la luz de la memoria.

Víctor toma el título prestado de entre los versos de Luis García Montero y dedica su libro al poeta compostelano Miguel D'ors, quizá un espejo en el que poder reflejar parte del tradicionalismo de sus preocupaciones poéticas.

Un jurado compuesto por: Ricardo Bellveser, Ignacio Caparrós, Santiago Fortuño, Antonio Hernández y José Iniesta decidió premiar a Del Moral con el premio Vicente Gaos de poesía del año 2009.

Después de varias lecturas del poemario, aún hoy no consigo explicarme cómo con tan poco material literario este libro ha podido conseguir un premio tan prestigioso, no es por desmerecer en ningún momento la tarea del poeta, sino porque contando las páginas escritas suman veintinueve y muchas de ellas contienen tan sólo cortas estrofas. Para lectores que hayan leído otras obras premiadas en este certamen la lectura de este poemario les supondrá un salto cuantitativo y cualitativo considerable, ya que la escritura de Víctor también escatima en simbolismos y lenguaje poético.

El poemario se divide en cinco partes y comienza con este verso del poema "Reseña": "Paisajes que transforma la memoria", sin duda un vaticinio de su argumento. En el poema Junto al mármol eterno la mirada del poeta evoca un tiempo en Roma y en concreto la visión de una niña que toma apuntes apoyada en una columna del pórtico de Adriano y queda grabada en su memoria indeleblemente:



 "Y estos versos quisieran
rescatar
su belleza junto al mármol eterno,
protegerla del tiempo
y su avaricia huraña".



El poema Ordesa es otro apunte paisajístico y memorial de la estancia del poeta en el Monte pirenaico: 


"Frontera de dos mundos.
Nubarrones huraños la cortejan
con una luz sin tiempo". 


En el poema Un epílogo la luz sigue incidiendo en los versos:


 "Sólo anotas -te dices-,
las cosas que vas viendo
con la luz sumergida". 


Lo mismo que en el poema La Belleza: 



"No era la nostalgia que Rafael retuvo
en unos ojos del Museo del Prado.
Ni la luz herrumbrosa de las calles de Roma" 


o en el poema Recuerda: 


"...y con la voz sellada
de naufragios, regreses
a la luz de tu patria".


Lamentablemente, a estas alturas de la historia de la Poesía, el tema de la luz está más que manido, por lo tanto su uso es sensato regulado a pinceladas, o si se prefiere tratar en profundidad exige del autor enfoques nuevos y originales, factores que no se hallan en esta obra.

Durante toda la obra se cita a D'ors, Borges o Eloy Sánchez Rosillo, por lo que es fácil pensar que su autor siente admiración hacia ellos. Por ejemplo en su poema Víctor contra Víctor ya desde el título hace un guiño al famoso poema de Jaime Gil de Biedma en que dialoga consigo mismo como si fuese otra persona.

En definitiva encuentro el conjunto del poemario de fácil y breve lectura, la utilización de un lenguaje sencillo y la somera profundidad de un planteamiento costumbrista hace que al poemario no se le pueda exigir mucho.

Actualmente Víctor del Moral es profesor de enseñanza secundaria en Castilla La Mancha y este poemario sigue siendo desde el año 2009 su única aportación a la Poesía.





Lejos

 A Ramón Caro 

Padres y hermanos: 
La luna ha ido dejando en nuestra piel
el tiempo de dos añoscomo una lluvia fina.
Nada os puedo decir sobre esta tierra
que no os imaginarais junto a mí
antes de mi partida,
aunque nada es exactamente igual:
el trazado casual de las ciudades,
la magia en la cadencia de la lengua,
los templos y los ritos,
las montañas que velan en la noche
y sus senderos,
la luz de los trigales. 
Fue muy largo el camino para llegar aquí,
y son largos los días
lejos de vuestro techo.
También lo habíamos previsto:
gestos desconfiados, la intemperie,
cada día aprender esta existencia
tan extraña a la nuestra,
las sombras de la noche en soledad,
vuestra memoria,
el rumor insistente de las dudas. 

Al alba, sin embargo,
sigo escuchando en mí
la razón que me impuso el exilio
y el nombre del país que me llamó en un sueño.
En realidad, no importa
la aridez o abundancia de esta patria
que me ha dado el destino.
Sabéis como yo sé
que mi vida está inscrita en sus parajes.
Mis ojos extranjeros
no pueden ya mirar otro horizonte. 






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