Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

lunes, 28 de abril de 2014

1.972.- JOSÉ IGNACIO MORENODÁVILA ANGULO




JOSÉ IGNACIO MORENODÁVILA ANGULO

Granada, 6. XII. 1977 – Granada, 26. XII. 1999. 

Dramaturgo, poeta y narrador.

Aún no levanta dos palmos del suelo y ya le atrae la fabulación; sus amigos se reúnen para iniciarse en el juego de dar patadas a una pelota y él conoce las armas para juntarlos y contarles cuentos e historias nacidas de su ingenio e invención. Incluso los adultos, que no salen de su asombro, se ven envueltos en las redes de la precocidad y la desenvoltura de este pequeño contador de sueños y fantasías. Este madrugar en el interés por las letras lo lleva a publicar sus primeros cuentos en la revista del colegio Mulhacén, en cuyas aulas se estrena como estudiante; y realiza el bachillerato en el colegio Lux Mundi, en cuyo salón de actos da una vuelta de tuerca a su afición “teatrera”: participa en alguna que otra representación de teatro escolar. Los aires pragmáticos de la última década del milenio le hacen decidir matricularse en la facultad granadina de Ciencias Económicas, que abandona casi de inmediato para cursar los estudios de Comunicación Audiovisual en la Universidad Europea de Madrid CES. Son años de intensidad por labrarse cuanto antes un futuro importante, pero también de enfebrecida creación literaria: dedica gran parte de su tiempo libre al teatro, a la poesía y a la narrativa, que empiezan a hacer de su currículum una relación interminable de títulos de calidad contrastada, inusual para una edad tan temprana. 
El tiempo que transcurre desde 1996 se ve salpicado por fechas que nos descubren su indudable entrega al mundo de las tablas. Madrid y marzo de 1996 comparten lugar y fecha de la escritura de su primera pieza dramática: Vin Bun Garden. Kiki, como lo conocen los amigos, se da prisa por subirla a los escenarios: un mes después la estrena en el Teatro del Colegio Mayor Universitario Pío XII de la capital madrileña, protagonizándola y dirigiendo él mismo al grupo Pinopio. Corren los meses de mayo y junio de este mismo año: escribe su segunda obra –Drosophila melanogaster o la lógica locura– entre Madrid (a ratos burlados al descanso entre examen y examen) y Granada (en horas robadas a la convivencia familiar y a los amigos); el estreno, un año más tarde (mayo de 1997) en el Teatro del Colegio Mayor Universitario Santa María del Pino, también a cargo del grupo Pinopio y cediendo la dirección a favor de Nieves Mateo. Entre 1997 y 1998 culmina dos proyectos: uno, en claro guiño a Eugène Ionesco, por quien siente especial predilección, dirigir La cantante calva, sueño que satisface al frente del grupo de la Universidad Europea de Madrid (UEM) - Residencia Universitaria Leonardo da Vinci; otro, poner nuevamente en escena –ahora con este último grupo– Vin Bun Garden, que es reestrenada también en Ponferrada. Vin Bun Garden sigue captando el interés de numerosos colectivos; así, también en 1998, el grupo de teatro del Colegio Mayor Universitario Cardenal Cisneros decide escenificarla. 
Cuando está a punto de terminar 1998, Kiki da por concluida en Granada su siguiente obra de teatro: Selena. …Y ve cumplido un nuevo sueño: ofrecerla a sus paisanos, con dirección e interpretación propias. El estreno tiene lugar el día primero de mayo de 1999 en el Teatro Alhambra, a cargo del grupo Lagarto y con el patrocinio del Aula Cultural de Extensión Universitaria de la Universidad de Granada. Durante el estío de 1999 escribe en Almuñécar Acaraperro, su último texto dramático; en la dedicatoria a su padre queda refrendado su interés por el surrealismo –“Por eso le dedico con todo cariño esta historieta, bíblica y surrealista”–, una fascinación que se extiende a todas las facetas artísticas del surrealismo, que le hace viajar (verano pasado) a la geografía de diversos y destacados creadores, con preferencia a Lorca, Buñuel y Dalí. 
Poesía y narrativa escoltan, con personalidad y estilo ya definidos, al teatro en su universo creador. Poemas como Diálogo de Federico García Lorca y tres de sus mujeres y Una estrella (premiado éste en el II Concurso “Nacimiento de papel” de Rotary Internacional, de Majadahonda) dan brillo a la primera; textos como Luis en una cárcel y Magnolia o epílogo justifican plenamente su fugaz irrupción en la literatura que da nombre a la prosa. 
Sabe sacarle tiempo al tiempo para dedicarlo a aquello que lo emociona y fascina. De ahí que encuentre un hueco para dar rienda suelta a su imaginación en el apasionante reino del cortometraje: para la Universidad Europea de Madrid, escribe y dirige en 1998 Mitriaca. …Y la ciudad que lo vio nacer –esa madre esquiva con sus hijos– lo recuerda unos años después de su muerte cuando, en 2008, el Festival Internacional de Cortos de Granada exhibe Zapatitos, concediendo el primer premio a su guión, creado por José Ignacio. 

La ley natural debería prohibir los contactos con la muerte a los veintidós años, cuando queda toda una vida por delante. De su testimonio se intuye que José Ignacio dialoga con ella, incluso mucho antes de dejarse abrazar por sus brazos de sueño eterno. 
Como testamento de su breve pero intensa experiencia vital, ahí está su creación: no es cuestión de –en palabras de Rafael Guillén– “adentrarnos en el terreno de los futuribles”, pues la obra que Kiki nos ha legado “es ya una realidad”. 


OBRAS DE ~: Teatro: Selena, obra incluida en el volumen Teatro, Granada, Asociación Cultural Corral del Carbón, 2007. Obra completa: Las huellas sobre el agua, Granada, Fundación Núcleo y Escuela Superior de Comunicación, 2007. 



DE: Las huellas sobre el agua
Donde se recoge la obra completa del autor




CANCIÓN DE FIN DE SIGLO

Tu recuerdo es otro síntoma de mi borrachera.
Las nubes van pesando como paños mojados.

Como una maleta, olvidada en una estación,
yo me quedo solo tras las despedidas.

Y los kilómetros que me rodean y me rozan
se alejan, sin llevar, siquiera, mi olor consigo.

Concentrada en tu memoria, una red desnuda
que aprisiona el aire, con nostalgia de mar.

Una red, pesada, con vejez y hambre,
tejida con recuerdos de marea variable.

La hora de la despedida, con paso arrastrado, llega
fúnebre y llena de besos. Llena de ansias, ya tontas.

Se abren grietas entre los continentes
ante el frío impasible de tus pies, desnudos como redes.

Se abren grietas en mis manos, que se despiden;
se abren grietas en tus labios, que envejecen.

Vuelve triste a tu sombra de pelo enmarañado,
vuelve a aferrarte al hambre como tu único sustento,

yo traté de protegerte, pero ya has crecido,
no puedo seguirte, ya tus huellas son grandes.

Devuélvele a tu cuerpo su resplandor de tigre
y ámame como entonces, con tu furia sencilla.

Cómo sería, en tu nueva edad, aquella mirada linda.
Para ti quiero volver a ser la vieja estatua vieja. 

Mis músculos, que usaste como cáliz de lava,
hoy tiritan, al verte, con pequeños espasmos.

¡Tú, que cogías cangrejos en las calas de las nubes
y podías haber engañado a cualquier otro hombre!

Yo caminaba solo, como solo camino,
y tú te hiciste soledad, para caminar conmigo.

Con fuertes brazos levantaste mi mundo,
hiciste, de mi Tierra, tu propia huerta viva.

Yo te enseñaba a caminar entonces,
pero eras tú quien reía, con mis torpes caídas.

Te comías una galleta y te dejabas media boca,
y yo me comía tu boca y te besaba con ella.

Hoy están las migajas por el suelo esparcidas,
y las gallinas, en su idioma, también nos dan las gracias,

y se comen, con besos, nuestras bocas idas,
y también, en su idioma y en sus espasmos, te esperan.

Las sábanas son, hoy, mis propias redes secas
y ahora brillan con el blanco de los hospitales.

Esas sábanas de luna que hipnotizaron
las lluvias de barro, los cortes de madera.

Esas sábanas que nos amamantaron y nos mecieron,
cansando nuestras ansias depredadoras.

Ay, cristal de hielo, en el tajo del labio,
cuando con acento pronunciabas besos.

Mira como el amor busca sus polos,
Como un imán que nunca acaba de sentirse cómodo.

Triste piedad, por nosotros mismos,
como los aullidos, por el lago mismo.

Es la hora de doblar las sábanas,
no se nos vayan a olvidar en la maleta.

Es la hora que llega con paso de nube,
que atraca despacio y, de pronto, como barca pescadora.

Al final siempre se olvida en la estación la maleta,
no sé si se olvidan los besos, ni las galletas.

Al final, solo quedan unos cuantos golpes.
Unas cuantas grietas. No se olvida nada.







CANTO

A veces tocabas mi guitarra,
llanto vacío,
lágrima hermética;
cuerpo de madera 
recorrido por tus yemas.
Esos días en que mi vida 
se debatía en una cuerda,
tu acertaste 
la nota lúcida.

A veces entreabrías tus labios
y dejabas escapar
el canto del silencio,
aliento sigiloso,
oquedad alada.

A veces no tocabas mi guitarra,
no entreabrías tus labios,
no estabas
y mi habitación, entera, resonaba
en arpegio del desconsuelo.






CÓPULA

1

Príncipes azules,
viejos verdes, ovejas negras;
fábulas remotas
del technicolor.


2

¡Querida!
Inquilina formidable 
en la carpa de mi pecho.
Triple insecto.
Alma creada—cuerpo recreado—.


3

Una presunción de muerte
vino a anidar a tu sexo.
El heraldo era tan viejo
que vestía plumas de plomo.


4

¡Querida!
Manantial acaparado,
quimera química.
Cuerpos-pinza
acribillados por el mediodía.
Resolviste alisar tus cabellos
con la mesura
de un violonchelista







CUMPLEAÑOS

Para mí siempre serás la muchacha del cumpleaños,
serás el maquillaje difuminado en lágrimas,
serás la última vela que no quiso apagarse.

En tus labios había detenido un suspiro
que te deshojaba en el suelo de serpentinas.

Viniste a mí vestida de papel,
ofreciéndome los lazos rotos de tus labios.
El champán hervía a través de tu mirada
y trepaba como una enredadera ciega.

Eras la maceta viva e inmóvil
que respira el dióxido azul de la noche.
Eras esa ala detenida
en las rejas de la ventana sin cortina.

Tu beso tenía el sabor de una manzana
taladrada por gusanos de seda.
Tu única palabra salada de amosal
desató la piñata de mi pecho.





DORSO

Voy a amueblar mis sueños
con una astronomía triste:
empezaré por el suelo
a edificar mi tristeza
—impacientemente una alfombra
del color del mañana—.
Insistiré en que los flecos
sean delicados y lentos,
como las algas azules.
Por las paredes habrá cuadros estrellados
y ventanas sin fondo,
pero no tendré más techo alguno
que el de los pies de las nubes.

De la lluvia colgarán bombillas
y de los truenos caerán persianas.

Las habitaciones rezumarán silencio,
voz de suspiro miedoso;
poco a poco se irán poblando de tu ausencia,
así como ya lo hacen mis ojos.








JINETE

Indagar el imposible
de las manos ajenas,
las veredas que corren
de la mano, al brazo,
¡atajos minados!
Una sonrisa opaca
que se asfixia
en su triunfo,
los ópalos destrenzados
y el barro
en su esqueleto.

El jinete,
víctima del sol social,
olvidado del censo,
apenas puede peinar
sus neuronas
y convalece
con la ternura
de un ya ausente.

El jinete
quiso conocer el paisaje inasible,
desbocado en el placer,
como el esperma sin vida.

El jinete
yace en el escalón
arrumado de familia.

16/9/99








MAR

Los mares son inmensas manchas
de ternura,
madres gigantes que fueron detonadas
y que en su fondo se cristalizaron.
Pero tu mar es sencillamente extenso,
sin profundidad.
Bosteza la misma ola mil veces,
repite colores semejantes,
pero los va enamorando.

Los peces pululan 
—son mis lenguas de fuego—,
los idiomas de mis antepasados,
los modos del amor.

Alma distribuida en mareas,
venas abiertas
en la danza de las algas.

El poema concluye en la orilla,
pies pretéritos 
por siempre besados
(¡tu cuerpo es exacto a la arena!)






ÓPERA PRIMA

Estás, por fin, en la cuna
de mi voz
y no comprendo tu cuerpo dormido.
Vistes solo la piel,
salpicada por lágrimas alternas.
Hace dos años desaté el lazo
de tus labios
para emprender la aventura 
de tus sonrisa.
Estás definitivamente en mí,
corrompida por la muerte de las aves,
donde mi silencio.
El tiempo es prisionero en tu útero.
Estás adherida a mi pecho entornado.
Tu ser participa del clamor
de las nubes.
Eres para mí el timbre del mundo.






VIERNES

Cuerpo intacto,
noche virgen.
Deja que te corrompa la madrugada,
olvida el teléfono,
dibuja unos pasos desnudos.
Cierra los ojos,
cierra los mundos.
Permite que mi verbo
conozca tus muslos,
la luna resbalando por tu pierna.
Que corra la noria de tu sangre.
Cierra los ojos,
cierra las horas.
Accede a pertenecer a mi poesía.
Guiña a esa estrella,
acerca tus labios,
escribe tu nombre
en un espejo ciego.
Sonríe cuando muerda tu cabello,
cierra los ojos,
abre mi pecho.

17/9/99








LAS HUELLAS SOBRE EL AGUA

Para los que adivinan figuras en
la lumbre,
en las estrellas.

Para los huérfanos,
los náufragos en jarras de cerveza,
los ilusionistas.
Para mi violín.

Mi última escena escrita.

Poemas escritos en tinta,
impresos en rueda.
Para los seres sin ojos,
sin monedas, sin alma...

Quiero escribir mis circunstancias,
una abreviatura de quienes me rodean.

Las secuelas del amor
o de la lumbre.
De la danza que es este mundo mío
quiero inventar una paz superflua.




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