Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

martes, 29 de abril de 2014

1.974.- RAMÓN LEAL CAMACHO




Ramón Leal Camacho

Escritor español nacido en El Puerto de Santa María (Cádiz). Reside en Almuñécar (Granada).




Punto y seguido

Las hienas sonríen,  se acercan
y llaman ternura,  rutina de  moda, 
a esa dulce y cordial premura
de cavar asomos, y apagar el fuego.
Y entonces tú me miras; esas almendras
para nadar desnudo: tus ojos.
Otorgo,  mi torpe frecuencia,  palabras
que acercan insectos socorridos:
letargo en mi presencia.
Se llamará ausencia que quebranta.

Y entonces me acaricias, seda y río
donde olvidar desnudo: tu voz. 

Rescoldo y carne, germen, dilema
de luz, frecuencia del naufragio:
la grana en la penumbra,
opacos, mates de selva umbría. 

Y entonces aparecen tibias, indicios
que me acercan a la orilla: tus manos. 

Eclipse azul, indulto al ocaso, brazo
vigente que sujeta,  anhelo de mensajes,
un sólido cristal opaco:  cínica
porfía en su presencia. 

Y entonces tú vuelas, rayana gaviota
añil que ancha me rodea: tu mirada. 

En la noche la luna se sostiene, voraz
hasta la aurora,  memoria ocasional,
del verbo privado:  fértil
sugerencia de nevada. 

Y entonces me oculto, escarcha y azul
huyendo siempre del frío: azul escalofrío. 

Celaré la palabra,  sellaré mis ojos,  garzas
en el río atado,  rodeo necesario:
una espera de sol,  alas de luz
que en el mar presuman, serenas
como aceite en calma de la brisa.

Y allí me albergará tu piel: escolta
que titila,  túnel  antes del naufragio.







Oscura espera

Mientras gira el deseo 
con gestos de bruma o azul;
mientras el caos baraja
una suerte de acidez, contemplo
un gesto de penumbra, un son
me agrada con silencios
y te apareces como luna
que titila entre los barcos.








El tiempo es aroma que fracasa

Cada estación agrega lastres en la piel,
el fardo gris de la melancolía recae, estalla 
en los huesos que silban su destino. 

Pueblos se alzan como antaño 
hacia un mar sin travesías 
de patronos invisibles, vigilantes, 
sangre de acero azul, nobleza que fascina. 

Transpiramos un deseo, bareman nuestros sueños. 
Si dudamos, recopilan las tristezas, 
amplían la brisa unos grados de candor: 
hasta el bostezo del silencio. 

Replican su guión cerrado, humedecer 
los labios con breve orilla 
de espuma de horizonte. 

Estudian flancos en su débil opulencia, 
fortalecen grietas más amplias que su suerte, 
nos blindan de quimeras, vana e ilusoria 
araña que atrapa 
lejanías de arcilla malherida 
por un sueño de halcón:
  
pero las cotas donde velan 
nuestra inercia de ambición 
vigilan 
la pasión narcisa de quebrar 
registran 
el valor oscuro de reunir 
le alertan 
la amplia luz de foro 
les lacera… 




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