Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

miércoles, 24 de septiembre de 2014

MARÍA JOSEFA GARCÍA GRANADOS Y ZAVALA [2.046]



María Josefa García Granados y Zavala

(Puerto de Santa María, Cádiz (España), 10 de julio de 1796 - Guatemala, 28 de julio de 1848) fue una literata y poetisa guatemalteca, de origen español, una de las mayores exponentes intelectuales de la independencia de Guatemala. Fue, también, una feminista adelantada a su tiempo que con su carácter fuerte y dominante se impuso en la sociedad guatemalteca de la época.

María Josefa García Granados provenía de una familia de alcurnia que había viajado a ese país, pero que decidió regresar al Reino de Guatemala, tras la invasión de los franceses a la Península Ibérica. Su inclinación por las letras y el periodismo la llevaron a participar en tertulias, a conocer a intelectuales y escritores y hasta publicar con ellos diferentes géneros literarios. Por otro lado, era hermana de Miguel García Granados.

Mejor conocida por sus amigos y conocidos como Pepita, se casó con Ramón Saborío de la Villa de Nicaragua, con quien compartió matrimonio hasta la muerte y con quien procreó seis hijos. Se le conocía por su fuerte carácter y autoridad. Debido a dicho carácter María Josefa García Granados creo una amistad con los hombres más influyentes de su época, aun antes de 1821 (año de la independencia de Guatemala), ella concurría a las famosas tertulias efectuadas en casa del canónigo José María Castilla nacido en Madrid, España. Su hermano también fue su yerno, pues, como se acostumbraba en esa época, entre familias de la clase alta, existían matrimonios endogámicos, así que su hermano Miguel se casó con su hija mayor, Cristina.

Ciertamente el ingenio y cultura de esta ilustre dama le valió ser reconocida como una de los referentes de la literatura guatemalteca en su época. Según Máximo Soto Hall:

Pepita era atrevida y valiente. En los tiempos en que los hombres no salían a la calle de noche, ella visitaba a sus amigos sin atender la hora.
La vida de María Josefa García Granados estaba llena de verso y pasión. Escribió el Boletín del Cólera Morbus, una obra de teatro en verso con la que criticó duramente algunos sucesos de la vida política de Guatemala durante su época. Y cuando su familia sufrió la expulsión de algunos de sus miembros durante la época de la Federación Centroamericana y la confiscación de la tercera parte de sus bienes, escribió al respecto: (…) puesto que podíamos carecer de lo indispensable para nuestro sustento diario, pudiendo decirse que en tres años habíamos pasado del lujo a la miseria.

Obras


Mujer de genio independiente, despreocupada, de mucho ingenio y travesura; con gran facilidad para versificar y mucho chiste para sus sátiras; era lo que puede llamarse un ente original, y de trato peligroso. ¡Pobre de aquel a quien le ponía la puntería!   —General Miguel García Granados

El mérito de esta escritora va más allá de su poesía lírica, tan acorde con el género femenino. A ella le tocó vivir una época política bastante difícil en Guatemala: un período de atropellos que llegó con el triunfo de Francisco Morazán. Esta crisis, que afectó de cerca a su familia, templó su pluma y, a la usanza del Siglo de Oro español, su reacción literaria estuvo llena de ingenio, crítica y buen humor.

Sobre su literatura, Ana María Urruela de QuezadaNota 3 , apunta sobre lo que significa para la literatura guatemalteca: La creación literaria de la poetisa es significativa para la historia, porque en sus retratos, piezas satíricas, coplas y cartas, logró pintar, sin evasiones, ni romanticismos, personalidades y hechos vinculados con le élite cultural y política de esa época pretérita. Para García Granados la poesía era un instrumento con el cual podía dejar testimonio vital de la época. Para ella la inmediatez de la poesía la hacía abordar temas de contenido amoroso, al mismo tiempo que discutir sobre otros que tenían ciertos contenidos simbólicos.

Sátira

Según las memorias de Miguel García Granados se sabe que María Josefa padecía de histeria y de aquí posiblemente se origina su tendencia crítica y sátirica, aunque no por ello menos valiosa.

Durante el gobierno del doctor Mariano Gálvez, publico el Boletín del Cólera Morbus debido a que por aquella época Guatemala estaba siendo atacada por el "cholera morbus"; con este boletín satírico entretenía a la población.

Del Boletín del Cólera Morbus se escribió:

Anda en secreto un "boletín del cólera"- de los tiempos en que el aire mefítico del Ganges sopló fuerte y ella, como Moliére, la emprendió con los médicos- que es cosa de no dejar aquella ocurrentista y castiza solitaria un solo instante de las manos..—José Martí.  Insigne poeta cubano


Poesía

Como aficionada a la lectura, María Josefa García Granados se cultivó en la poesía; asimismo, no solamente escribió sátira sino que también cantaba poéticamente. Además de "A la ceiba de Amatitlán" otras de sus composiciones son:

"Himno a la Luna"(1830)
"La Resolución"
"A una hermosa joven-desgraciadamente enlazada con un achacoso viejo-"
"A una abeja"
"Plegaria"
"Despedida"

Además tradujo algunos versos de Byron y también trabajó la oda histórica.


A la esperanza

Salve risueña Esperanza
de quien la magia divina
a la dicha presto un ala

y al dolor quieta una espina.



Periodista

En el siglo XIX la mujer se dedicaba de ordinario a las labores de su casa. Pero María Josefa García Granados rompió esquemas en su época; con el seudónimo de "Juan de las Viñas" para no ser reconocida como femina, se dice que fundo dos periódicos, los dos de carácter político y uno de ellos con tendencias literarias.

Cien veces una

En la época de Mariano Gálvez, algunos guatemaltecos liberales publicaron en El Salvador, un periódico de combare titulado Diez Veces Diez; en respuesta, García Granados y su amigo José Batres Montufar fundaron el periódico Cien Veces Una.

El primer número de Cien Veces Una fue encabezado así:

Cien Veces Una te envío
a cambio de Diez Vez Diez
ya que has hurgado otra vez
el hormiguero hijo mío.



Muerte

María García Granados y Saborío, hija del general Miguel García Granados y sobrina/nieta de María Josefa. Se enamoró de Martí cuando éste llegó a Guatemala, y su temprana muerte dio origen a la leyenda de La Niña de Guatemala.

Según lo señalan textos y críticos, García Granados realizó un pacto con su amigo José Batres Montufar: ambos estaban interesados por el espiritismo y la vida del más allá; se pusieron de acuerdo con que el primero que muriera debía regresar del más allá y demostrarle al sobreviviente que efectivamente existía el infierno. El pacto lo sellaron en el año 1844, meses antes que muriera el poeta Batres. Según se sabe, ocurrió que Batres regresó del más allá y le confirmó la existencia del infierno, diciéndole: ¡Sí hay inferno, Pepita!2 Ella dejó de escribir, se retiró de la vida social y se dedicó al recogimiento y prácticas piadosas. Cuatro años después, el 28 de septiembre de 1848, ella murió. Curiosamente fue enterrada en una tumba separada solamente por un muro de Ignacio Gómez, acérrimo enemigo de García Granados.

Información adicional



Poeta guatemalteco José Batres Montufar alumno de piano y amigo personal de María Josefa García Granados, con quien co-escribió varias obras y fundó Cien veces una.


Hermana del general Miguel García Granados, líder de la Revolución Liberal de 1871.
Fue amiga personal de Pedro Molina, José Francisco Barrundia, Dieguez, José Cecilio del Valle, Mariano Gálvez, Cordova, Aycinena, José Milla y de Rafael Carrera.
Tía de María García Granados y Savorío, a quien el insigne poeta cubano José Martí inmortalizara en su poema de 1,891: La Niña de Guatemala.2 Algunas veces es confundida con su sobrina, que aunque culta, no poseía la capacidad intelectual de María Josefa.



Sermón para el canónigo José María Castilla
(fragmentos)

“O joder o morir, ¡oh almo coño!
que un bello, tierno y virginal retoño,
vale más que la vida y que la gloria
que sólo sirven de adornar la historia”.
Así un filósofo pagano,
Octavio Augusto, emperador romano;
¡Oh vosotros, muchachos negligentes
que servís de ludibrio a los vivientes
pasando el tiempo en ocio tan profundo
cual si no hubiera coños en el mundo!

Y tú, sexo embustero y desaseado,
¿en qué empleas la flor que Dios te ha dado?
Vírgenes tontas, con vosotras hablo,
no sois ni para Dios ni para el Diablo.
Ahora, que inflamado de elocuencia
al predicar la fornicaria ciencia
más que Bossuet y Fenelón me siento,
hembras y machos, escuchad mi acento.
Mas para oír con fruto mis razones,
cada varón empuñe sus cojones
y las hembras su coño y sus dos tetas
que jalan más que doce mil carretas.

Con carajos y coños juntamente:
¡tened piedad de la afligida gente
que ha escuchado devota mis palabras,
tened piedad que se me van las cabras!
Y entre tanto que el mundo se corrige
y que el carajo al coño se dirige,
sobre las aras de tu santo templo
les voy a predicar con el ejemplo.



Pepita García Granados, la poeta irreverente

FRANCISCO ALEJANDRO MÉNDEZ


Una mujer del siglo XIX, con las características de una del XXI. Irreverente, satírica para sus escritos, con los que se ensañó contra todos aquellos que quisieron dañar a su familia; antecesora del feminismo, fundadora de un diario y autora de poemas considerados pornográficos y por los que tuvo muchísimos problemas. De ella se saben hasta historias de ultratumba.

Es difícil pensar que entre los años 1800 existiera alguna mujer que se saliera del rol tradicional y para esa época, sin embargo, con María Josefa García Granados (1796-1848) encontramos que sí fue posible. Ella rompió con las expectativas de aquellos que consideraban que la mujer debía ser sumisa, nunca beligerante, intachable en su conducta y sobre todo, que no se dedicara a escribir textos prosaicos indecentes. Por otro lado, fue protagonistas historias dignas de Cuentos de la cripta, relatados no solamente como historias fantásticas, sino, también aludidos en textos históricos y académicos.

María Josefa, conocida como La Pepita, nacida en España, provenía de una familia de alcurnia que había viajado a ese país, pero que después había decidido regresar al Reino de Guatemala, tras la invasión de los franceses a la Península.

Su inclinación por las letras y el periodismo la llevaron a participar en tertulias, a conocer a intelectuales y escritores y hasta publicar con ellos diferentes géneros literarios. Por otro lado, era hermana de Miguel García Granados, quien fungió como presidente de Guatemala entre 1871 y 1873. Su hermano, también fue su yerno, pues, como se acostumbraba en esa época, entre familias de la clase alta, existían matrimonios endogámicos, así que su hermano Miguel se casó con su hija mayor, Cristina.

Musa y literata

La vida de Pepita estaba llena de verso y pasión. Se casó con Ramón Saborío, con quien compartió matrimonio hasta la muerte. Aunque tuvo un amigo muy especial y con quien compartió coautoría de algunos textos. Se trata de José Batres Montúfar (1809-1944), autor del reconocido poema Yo pienso en ti. Con Pepe, como era conocido este poeta, fundaron el periódico Cien veces una. También escribió El Boletín del Cólera Morbus, una obra de teatro en verso con la que criticó duramente algunos sucesos de la vida política de Guatemala durante esta época. Por ejemplo, el hecho de que su familia sufrió la expulsión de algunos de sus miembros, durante la época de la Federación y también la confiscación de la tercera parte de sus bienes. Pepita escribió al respecto: …puesto que podíamos carecer de lo indispensable para nuestro sustento diario, pudiendo decirse que en tres años habíamos pasado del lujo a la miseria.

Su retrato

Muchos intelectuales, críticos y hasta familiares de Pepita la han descrito de diferentes maneras. Su propio hermano Miguel, expresó: Mujer de genio independiente, despreocupada, de mucho ingenio y travesura; con gran facilidad para versificar y mucho chiste para sus sátiras; era lo que puede llamarse un ente original, y de trato peligroso. ¡Pobre de aquel a quien le ponía la puntería!

Sobre su literatura, Ana María Urruela de Quezada, apunta sobre lo que significa para la literatura guatemalteca: La creación literaria de la poeta es significativa para la historia, porque en sus retratos, piezas satíricas, coplas y cartas, logró pintar, sin evasiones, ni romanticismos, personalidades y hechos vinculados con le élite cultural y política de esa época pretérita. Aída Toledo coincide con Urruela y agrega que: Para García Granados la poesía era un instrumento con el cual podía dejar testimonio vital de la época. Para ella la inmediatez de la poesía la hacía abordar temas de contenido amoroso, al mismo tiempo que discutir sobre otros que tenían ciertos contenidos simbólicos.

Vania Vargas va más allá de la poesía y señala de manera global el aporte de García Granados: El mérito de esta escritora va más allá de su poesía lírica, tan acorde con el género femenino. A ella le tocó vivir una época política bastante difícil en Guatemala: un período de atropellos que llegó con el triunfo de Morazán. Esta crisis, que afectó de cerca a su familia, templó su pluma y, a la usanza del Siglo de Oro español, su reacción literaria estuvo llena de ingenio, crítica y buen humor.

La leyenda

Según lo señalan textos y críticos Pepita realizó un pacto con su amigo Pepe Batres. Ambos estaban interesados por el espiritismo y la vida del más allá. Se pusieron de acuerdo con que el primero que muriera debía regresar del más allá y demostrarle al sobreviviente que efectivamente existía el infierno. El pacto lo sellaron en el año 1844, meses antes que muriera el poeta Batres. Según se sabe, ocurrió que Batres regresó del más allá y le confirmó la existencia del infierno. Ella dejó de escribir, se retiró de la vida social y se dedicó al recogimiento y prácticas piadosas. Cuatro años después, el 28 de septiembre de 1848, ella murió. Curiosamente fue enterrada en una tumba, separada solamente por un muro, de Ignacio Gómez, acérrimo enemigo de Pepita y quien la acompañó muy cerca en su último viaje. Sin lugar a dudas Pepita García Granados, un personaje histórico ideal para la ficción.




La arpía Molina

¿Veis ese rostro amarillo
con esos ojos hundidos
la boca de sepultura
con cuatro dientes podridos?
¿Veis su cuerpo que parece
momia esqueleto o espina…? ¡
Es la arpía Molina!



Sermón

Y tú, sexo embustero y desaseado,
¿en qué empleas la flor que Dios te ha dado?
Vírgenes tontas, con vosotras hablo,
no sois ni para Dios ni para el Diablo.

Ahora, que inflamado de elocuencia
al predicar la fornicaria ciencia
más que Bossuet y Fenelón me siento,
hembras y machos, escuchad mi acento.

Mas para oír con fruto mis razones,
cada varón empuñe sus cojones
y las hembras su coño y sus dos tetas
que jalan más que doce mil carretas.









miércoles, 10 de septiembre de 2014

IBN HANI IBN SA'DUN [2.045]


Ibn Hani ibn Sa'dun

Muḥammad ibn Hānī ibn Saˁdūn (c. Sevilla, 927 - 972) fue un poeta andalusí, posteriormente panegirista oficial del califa fatimí, conquistador de Egipto y fundador de El Cairo Almuˁizz.

Su formación fue dirigida por su padre, y tuvo como maestro a Ibn Masarrah. Más tarde estudió Filología y Filosofía en Sevilla, en la renombrada Casa de la Ciencia (dār al-ˁilm). Predicó el chiismo (facción del islam perseguida en ese tiempo por los omeyas en al-Ándalus) en la cora de Elvira (actual provincia de Granada).

Destacó como lírico en el Califato de Córdoba por el atrevimiento de su poesía, pues practicaba sobre todo el género del autoelogio o jactancia (fajr), enorgulleciéndose de su homosexualidad y su adscripción a la rama chií, lo que le valió la animadversión de los alfaquíes (o jurisperitos de la ley islámica) de Sevilla.

Pero además de ser conocido por su osadía, su poesía contiene una gran calidad intrínseca, pues conjugó las corrientes clásicas de la tradición beduina (siguiendo fundamentalmente a Al-Mutanabbī, de quien heredó una dicción trascendente, de gran brillantez léxica y arraigada en la tradición) con las modernistas de Abū Tammām, Ibn Al-Rūmī y Al-Buḥturī, quienes influyeron decisivamente en su estilo.

Debido a que los califas omeyas de al-Ándalus temían al poderoso califato chií fatimí de Ifrīqiyāh (que ocupó todo el norte de África con la reciente conquista de Egipto, a cuya cabeza fundaron El Cairo como capital), consideraban el chiismo como una gran amenaza, y los chiíes andalusíes, entre ellos Ibn Saˁdūn, tuvieron que marchar al exilio.






Sin embargo, su carrera como poeta fue recompensada, pues sus versos gozaron del aprecio del califa fatimí Ma'ad al-Muizz Li-Dinillah, que lo nombró su poeta oficial. Allí cultivó el panegírico de exaltación de Almuˁizz y la sátira despiadada dirigida tanto contra los omeyas de occidente como contra los abasíes de oriente.


Ibn Hānī al-Andalusí, el primer poeta que exporta al-Andalus, pues se convierte en poeta oficial de los fatimíes, enemigos de los omeyas de al-Andalus, describe así la flota de los califas siíes de El Cairo:



Los navíos enarbolados, que han partido durante la noche,
son auxiliados por innumerables fuerzas, soldados y armas;
llevan baldaquinos que se parecen a los que llevan a las jóvenes
semejantes a gacelas, pero ellos llevan leones;
el rey bizantino se aterró al verlos surgir,
con las banderas y estandartes desplegados;
los estandartes se destacaban sobre los barcos,
que eran como edificios, aunque su base no fuese sólida;
si no fuera por su movimiento, se les tomaría
por montañas majestuosas, ya que tienen cimas y picos;
son aves, pero aves rapaces, que no tienen otra presa
que la vida de los hombres.

Ibn Hānī, editado por M. Talaoui, Un poète chiite d'occident au vème/xème siécle: Ibn Hānī al-Andalousi, Túnez, 1976, pp. 163-164.



En el mismo estilo satiriza a los omeyas de Córdoba:



Los Omeyas no han conocido las cargas de la caballería,
ni han llevado lanzas puntiagudas;
no han desenvainado sables de filo temible,
pues se vuelven en sus manos plomo;
la sangre de sus lorigas no es de batalla,
sino porque son esclavas menstruantes.

Ibn Hānī, Ibidem, p. 298.






SA'ID ID IBN YUDI DE ELVIRA [2.044]



Sa' īd ibn Ŷūdī de Elvira 

Elvira, Granada (m. 897)



El poeta Saīd ibn Ŷūdī de Elvira, prototipo del caballero árabe, donjuán empedernido, que se describe a sí mismo con los siguientes versos:





No hay cosas más agradables que:
beber del cuello de la botella,
dejando la copa en la bandeja;
la reconciliación tras los reproches
y enviar recados de amor con la mirada.
He recorrido, como corcel en carrera libre, el amor,
sin que los cambios de la suerte,
hayan frenado mi cabalgada.
No me ha doblegado la amenaza de la muerte en el combate,
como me ha doblegado el yugo del amor sobre mi cuello.

(Ibn al-Abbār, Hulla, I, 163.)




Y, sin embargo, es capaz de expresar también el amor cortés en su tópico del amado desconocido y adorado de forma «beckeriana» «como a Dios ante el altar»:




Al oírte, el alma se me escapa del cuerpo
y mi corazón se consume de dolorosa tristeza.
He dado mi espíritu a YaGrafíahān y a su recuerdo,
aunque nunca la vi, ni me vio ella a mí tampoco.
Yo me considero ante su nombre, con los ojos en lágrimas,
como un monje que reza ante una imagen.


[Traducción de E. Terés].
 «E. Terés = Préstamos poéticos en al-Andalus», Al-Andalus, 20 (1965), p. 416.












ALHAKÉN I [2.043]


                                                                   DIRHEM DE EMIRATO AL-HAKAM I



Alhakén I

Abū al-‘Āṣ al-Hakam b. Hišām (Árabe: أبو العاص الحكم بن هشام), llamado al-Murtazî (المرتضى), más conocido como Alhakén I, Al-Hakam I o Alhaquén I (Córdoba, 770 - Ibidem, 21 de mayo de 822), tercer emir independiente de Córdoba, desde el 17 de abril de 796 hasta su muerte. Era además buen orador e inspirado poeta.

Para el cronista Ibn Hazm, fue el más sanguinario y déspota de los emires omeyas.

Hijo de Hisham I, lo sucedió a los 26 años de edad. Su reinado fue uno de los más agitados de la dinastía omeya, pues tuvo que hacer frente a las aspiraciones de sus tíos Sulaimán y Abd Allah (Abdalá). El más activo fue Abd Allah quien, desde la región valenciana donde había desembarcado, intentó atraer a su causa a los jefes árabes del valle del Ebro e incluso vino a pedir ayuda a la corte de Carlomagno en el año 797, contra su sobrino. En el 802 o 803, Abd Allah terminó estableciendo contactos con su sobrino, al-Hakam, que le autorizó a residir en Valencia, a cambio de una pensión anual. Su hermano Sulayman, siempre desde la costa oriental donde se había instalado a su vez en el año 798, intentó atacar Córdoba pero fue vencido y asesinado en el 800 o el 801.

Asimismo tuvo que enfrentarse a las sublevaciones de los muladíes de Toledo, Mérida y Córdoba, brutalmente sofocadas. Su política de mano dura y el incremento de la aplastante presión fiscal sobre los cristianos provocaron el levantamiento de los cordobeses del Arrabal de Córdoba. Los amotinados estuvieron a punto de asaltar el Alcázar, pero una maniobra hábil y rápida de la guardia palatina salvó la situación. Tres días duró la matanza y saqueo en el Arrabal y el enérgico emir ordenó la crucifixión de trescientos notables. Todos los habitantes del Arrabal, que fue arrasado, fueron deportados. Unas veinte mil familias emigraron de la Península y parte de ellas se establecieron en el norte de África, donde fundaron el barrio y mezquita de los andalusíes en la ciudad de Fez, mientras que otras se dedicaron algún tiempo a la piratería, desembarcando en Sicilia, ocupando Alejandría durante diez años y estableciéndose finalmente en la isla de Creta, donde fundaron el Emirato de Creta, bajo dinastía cordobesa, que se mantuvo independiente hasta el año 961, en que la isla fue reconquistada por el Imperio bizantino.

La situación interna permitió la conquista franca de Barcelona en el año 801 y, aunque por poco tiempo, los asturianos llegaron a ocupar Lisboa. Carlomagno firmó un tratado de paz con al-Hakam por el que se comprometía a no extender sus fronteras más allá del río Llobregat.

Su ejército fue fortalecido por un elevado número de bereberes, también reclutó mercenarios cristianos de diversas procedencias. Contó con una guardia palatina de más de dos mil hombres de origen eslavo, denominados «los mudos», porque no sabían el árabe ni el romance. Estuvieron en dos cuarteles contiguos al Alcázar y bajo las órdenes del conde cristiano Rabí, hijo de Teodulfo.[cita requerida]

Dejó al morir, a los 52 ó 53 años, diecinueve hijos varones y veintiún mujeres. Le sucedió su hijo Abderramán II.


Los cronistas retratan así al tercer emir de Córdoba:

Al-Hakam I fue de color trigueño, alto y delgado, de nariz bien formada, aunque ligeramente respingona y no se teñía el pelo. Se preocupaba personalmente de todos los asuntos, fueran importantes o no; no se fiaba de nadie, aunque fueran hombres de confianza y no admitía que éstos cometieran actos injustos, pero en caso de que esto ocurriera, rápidamente reparaba la injusticia; era valiente, atrevido y temible en sus enfados; resuelto y decidido, pero también era espléndido en sus regalos y muy generoso. Era además buen orador e inspirado poeta. Allanó el camino a sus sucesores y se atrajo a los alfaquíes y hombres de saber.

De él se decía que era tan dado a la bebida como poco adicto a las costumbres piadosas, y en la mezquita mayor, durante la oración de los viernes, se levantaban voces anónimas que le gritaban: ¡Borracho, ven a rezar!





Bagdad: el amor cortés

El Islam permite la realización plena de sexualidad masculina a través de la poligamia al mismo tiempo que establece una rígida separación   —58→   de los sexos.33 Como consecuencia, el musulmán no tendrá apenas trabas para practicar el sexo, pero le será muy difícil enamorarse, porque no conocerá seguramente a su futura esposa hasta el día de su boda y ésta se realiza por factores de linaje o de dinero. La mujer se convierte en un ser inasequible e inalcanzable en un personaje de la imaginación, más que en un ser real, y el amor, en deseo no satisfecho. Existen las esclavas, con las que es posible tratar fácilmente, pero la relación comercial que ello entraña, el mismo hecho de la obligada obediencia entre sierva y amo, tampoco satisface a los nuevos árabes, ya no hijos del desierto, sino de la civitas, y transfieren la sublimación del amor hacia la dama inasequible a la esclava, a la que confieren la libertad de aceptar, o no, la opción de aceptar o rechazar el amor. En este juego, el amo será siervo del amor, y la esclava, ama, como sucede en el verso atribuido al califa de Bagdad Hārūn al-Rašīd, en su juego erótico con tres esclavas que motivará el villancico de Las tres morillas de Jaén:

Tres mujeres me domeñan
y acampan en mi corazón.
¿Por qué todas las criaturas me obedecen
y yo las obedezco a ellas que se me rebelan?
¿Será acaso que el poder del amor que poseen
es más fuerte que mi poder?




Idea que ya había expresado el emir de al-Andalus, Al-Hakam I



Ramas de sauce que se balancean entre las dunas,
al huir de mí, decididas a rechazar la unión conmigo.
Reinan en mí, aunque yo soy rey, pero mis fuerzas,
por el amor, se han debilitado
con la languidez del cautivo.
¿Quién me ayudará contra las tiranías de mi cuerpo?
Ellas doblegan, con el amor, mi fuerza y poder.

M. J. Rubiera Mata, Ibidem.










ABU I-HASAN "ZIRYAB" [2.042]


El jardín de Ziryab: el Emir y sus invitados escuchan al trovador.
original andalusi del Periodo Almohade siglo XIII


Ziryab

Abu l-Hasan Ali ibn Nafi` (en árabe, أبو الحسن علي ابن نافع), conocido como Ziryab (زرياب, «Mirlo») debido a su tez oscura y hermosa voz, fue un poeta, gastrónomo, músico y cantante de posible origen kurdo, aunque según otras fuentes era un liberto de ascendencia negra (Irak, 789 - Córdoba, c. 857). Fue famoso por las refinadas costumbres orientales que introdujo en la corte cordobesa.

Fue discípulo del gran músico Ishaq al-Mawsili (767-850) durante su infancia en Bagdad. Presentado al Califa Harún al-Rashid, éste quedó muy impresionado por el joven músico. Sin embargo, los celos de su mentor le obligaron a abandonar la capital del Califato, poco después de la muerte de al-Amin en 813. Vagó por Sham (Siria) e Ifriquiya (el norte de África), viviendo por un tiempo en la corte aglabí de Kairuán, hasta que escribió al emir de Córdoba, Alhakén I para ofrecerle sus servicios, que éste aceptó inmediatamente.

A su llegada a Córdoba Alhakén había muerto. Sin embargo, Abderramán II, su sucesor, le ofreció un palacio, una renta mensual de doscientos dinares y otras prebendas, sin siquiera haberlo oído cantar. En la corte cordobesa, Ziryab se convirtió en un personaje muy conocido y fue considerado el árbitro de la elegancia de los dominadores árabes. Influyó en el vestido, la cocina o el mobiliario de los que le rodeaban e introdujo novedades tanto de uso social como musicales.

Sus innovaciones musicales tuvieron también una fuerte influencia. Según el arabista Emilio García Gómez, con Ziryab entraron en Hispania las melodías orientales de origen grecopersa que serían la base de buena parte de las músicas tradicionales posteriores de al menos una parte de la Península Ibérica. Añadió al laúd una quinta cuerda y sustituyó el plectro de madera (pieza que se agarra con la mano y que pulsa las cuerdas) por otro fabricado bien con uñas, pico o los cañones de las plumas de águila. También fundó el primer conservatorio del mundo islámico e introdujo los cantos árabes conocidos como nubas.

Con Ziryab, la alta sociedad cordobesa aprendió además las más exquisitas novedades de Oriente: peinarse con flequillo, recetas de la cocina bagdadí (una de las recetas se conserva hoy en día con su nombre: el ziriabí1 ), el consumo de espárragos y el uso de copas de cristal, en lugar de las de oro y plata, así como manteles de cuero fino.





El músico más famoso de la corte de ‘Abd al-Rahmān II es Ziryāb, de la escuela de Bagdad, personaje de moda en la Córdoba de mediados del siglo, no sólo por las innovaciones musicales que aportó, añadiendo un quinta cuerda al laúd por ejemplo, sino introduciendo las modas de Bagdad en vestidos, peinados, gastronomía, etc., de forma que él simboliza la «bagdadización» cultural de Córdoba. Todavía un siglo más tarde Ibn ‘Abd Rabbih (860-940) recuerda a Ziryāb cuando escucha cantar a una muchacha en el interior de un palacio y escribe a su dueño:



¡Oh, quién atesora la voz del pájaro canoro!
No creería capaz de esta avaricia a nadie,
pues aunque todos los oídos del mundo escucharan,
la voz no sufriría menoscabo o aumento.
No me escatimes el escucharla, encerrando una voz
que ocupa lo que el alma en el cuerpo.
si Ziryāb estuviese vivo, luego de escucharla,
moriría de envidia o de pena.

(Ibn ‘Abd Rabbih, Dīwān, p. 110.)







Ziryâb. El Mágico Cantor de Oriente. 
Poemas de Sergio Macías Brevis.


Las aguas del Tigris deslumbran  de luz.
 Un aroma de azahares cubre el antiguo paisaje iluminado
de mariposas que se equilibran  sobre las flores.

Entre higueras y naranjos un músico tañe las cuerdas que desatan.
la alegría de los pájaros sobre el alféizar del horizonte.

Los sonidos del laúd y la dulzura de su voz silencian el ritmo
de los arroyos que hacen danzar a hojas y nubes.





Se llama Abu I-Hasan el que esculpe la música en el corazón.
Mientras los rayos del sol atraviesan las soledades de las uvas.

Se silencian las cigarras. Las alas de la luz disipan las sombras de la muerte.
Y las almas se embriagan con sus canciones cristalinas.

Con la llamada del muecín queda absorto en la oración.
Escucha la voz profunda de Allah: -Premio tu fe y perseverancia.
tus melodías trascenderán y darán armonía al mundo.-





Pensó que había sido un sueño y guardó el mágico secreto en su alma,
dejando caer conmovido lágrimas que volaron hacia el infinito,
en medio de la algarabía de los pájaros del jardín.

Hassan vive conmovido bajo el fuego del cielo y de sus colores
que se derraman sobre la hermosa Bagdad.
Ella fue llamada Darus-Salam: Ciudad de la paz labrada en honor a Allah,
por los escultores de la transparencia y los artesanos de cúpulas de oro.






El joven músico seduce a los corazones con su armonía,
que es como el ritmo de las aguas que cubre a los peces
dorados y a las raíces de los palmerales de Babilonia.

Todos se dejan llevar por los tañidos que son como arrullos
de los ríos milenarios.
Resonancia de flores mecidas por el aire. Frágiles golpes
del rocío sobre la hierba. 







Sus cantos conmueven como las plegarias de las alondras
hacia un cielo de esperanzas.
Como las aguas biblicas que susurran al oído del herbaje.

En el huerto las ramas se balancean como bailarinas
entre surtidores.

Los sones del laúd hechizan a la vieja tierra bajo una lluvia de luz.

la música desata los corazones que se ahogan emocionados
al oír su lenguaje cristalino,
que es como la voz de las vertientes.







Las gentes que sólo buscan la paz para curar sus tristezas,
se abandonan a la inmortalidad que les lleva las melodías
de Abu I-Hasan.

El maestro Ishaq al-Mawsilí pasea entre los árboles. Oye
los suaves arpegios que pregona el viento.
Las nubes se desvanecen y las flores irradian juventud.

Lo que en un momento le alegra se desmorona martirizándole.
Como si la luz muriera en una habitación sombría del alma.





Rojo de ira increpa al joven compositor haciendo huir
a los súbditos del reino.
-¡Esta es una melodía extraña! Yo no la he enseñado
¡Cómo te atreves a tocar lo que entorpece los sentidos!-

Abu I-Hasan Ali ibn Nafi, a quien todos llaman Ziryâb,
responde: -Lo aprendí de la naturaleza.
Sólo con la música soy libre, como el poeta con la palabra.-






El maestro insiste: -Rompes con la tradición. ¡Prohíbo tus
composiciones !-
El discípulo tímidamente replica: -Siento que mis
(inspiraciones turben tu generoso corazón.
Mis dedos no se contienen, tañen con júbilo las cuerdas de mi laúd.-

- Ya llegará tu hora, Abu I-Hasan. Antes debes saber más
(de ti mismo, del mundo y de sus misterios.
No te dejes llevar por la pasión. Aprende de nuestros
(eruditos para que un día nos entregues tu sabiduría.






Desvelarás la hermosura que aparece sin esfuerzo
desde los mas puros sentimientos.
Tu talento te hará llegar a lo más alto. Te elegirán como un eximio músico.
No te apures. Acumula el fuego del
conocimiento y la destreza que da la técnica.
Las estrellas se forman a través del tiempo
para brillar en el espacio.






Zyryâb sólo se atrevió a argumentar:
- La razón de mis composiciones está en el rumor de las hojas.
En la melodía del agua y en el viaje de las nubes-

Se produce un silencio en el jardín donde crecen las adelfas.
Los brotes se multiplican y las libélulas hacen ondulaciones.
En medio de la hojarasca los caracoles arrastran su pereza.






Te ofrezco mis conocimientos basados en los de nuestros
antepasados. No puedo permitir tus innovaciones.
¡La vanidad insulta a la sabiduría!
El arte se labra pulcramente con la perseverancia
del mar sobre las rocas del silencio.
Con la paciencia del aire que deja sus huellas
sobre la playa del espacio.





El discípulo responde consternado:
- Me maravillo con la naturaleza.
Con los arroyos del rocío que desbordan las corolas.

Me gusta descubrir los misterios. El universo en cada semilla.
Acariciar las túnicas de las flores
Aspirar los aromas de la tierra.

Ahora estoy bajo tu enseñanza que es como la puerta del
alba que me lleva hacia la claridad.






-Tus palabras te hacen humilde
 Irás al Palacio de las Delicias.
El sublime y poderoso Califa Harún al-Rachid,
amante del arte y llamado también el justo,
oirá lo que te he enseñado.

Pero no expreses tus inspiraciones que descubres en las flores.
Tus interpretaciones del viento.
Ni el rumor de los bosques, de los arenales
o de los arrullos de los pájaros.
Recuerda que mi ira no perdona la traición.

Soy el gran maestro de la corte. Mis melodías son las preferidas,
porque endulzan la breve vida y dan gozo al corazón...



               

Sergio Macías Brevis

Poeta, narrador y ensayista chileno. Tiene también la nacionalidad española desde 1979 que se radicó en Madrid. Autor de más de una veintena de obras. Fue Asesor Cultural de la Embajada de Chile en España.

En el caso de Sergio Macias, poeta que se convirtió en un errante por el mundo a causa de la dictadura, sin otro hogar que la memoria y la palabra.
  
Además, el exilio en España puso a Macías en contacto con la lírica arábigo-andaluza, la cual le mostró un mundo nuevo de expresividad y belleza que supo hacer suyo, impregnando sus poemas de la luz, el color y aun el olor de la tierra exótica, mas no extraña a su sensibilidad(alguien le llamó con fortuna "el poeta andino de Al-Ándalus"). Macías asimiló el legado árabe por afinidad sensorial, no por mera imitación, y esto es lo que le confiere un puesto dentro de la poesía hispanoamericana contemporánea.




Hay además una similitud entre el poeta chileno y los árabes Al Mutamid e Ibn Zaydun: los tres son líricos desterrados, que cantan con nostalgia a sus países , y esta añoranza, así como la celebración que hacen del amor, dan a su poesía un tono plenamente personal.