Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

miércoles, 28 de enero de 2015

PABLO PÉREZ ALTEA [2.060]




PABLO PÉREZ ALTEA

1989. Granadino de nacimiento. Estudiante de filología hispánica en la Universidad de Granada. Hedonista por naturaleza. Creo en la escritura como un sedante capaz de calmar el tren de vida y el estrés al que estamos sometidos día a día. Melómano, amante del alcohol y de la buena cocina. No concibo mi vida sin una guitarra y sin la música en general. Siento predilección por Borges, Bukowski, Kerouac y Bécquer.




POEMAS DE PABLO PÉREZ ALTEA:


ACORDES Y MELODÍAS

Ahora comienza el blues de mi vida.

Vaivenes y estilos pronunciados del todo volteados por simples placeres mundanos.

La simpleza con la que llevas ese vestido. Con la que suena esa canción. Desgarrada y pura.

La nostalgia que has dejado en estas cuatro paredes.

El mundo a tus pies.

Yo bebiéndome el mundo.

Ese terrible slide lamentándose en una canción de Robert Johnson.

Placer adulto.

Tus bailes sin sentido que, con miradas hacia mí, los hacías del todo exquisitos.

Si tuviera que brindar por algo lo haría por tu cabello salvaje alocado mientras cabalgamos en el diván que nos lleva al paraíso por un momento.





DULCE INTRODUCCIÓN A UN ROMANCE

Porque por un momento lo eres todo, el culmen de la belleza que da paso al lodo.

Brevísimo interludio en esta mi vida llena de azares y peligros. No eres sino ese tesoro perdido, que anda y anda en busca de su propio camino.

Navegas con estilo, gestos gráciles preceden el éxito de haberte seducido. Me miras, lo noto, lo ves, te siento, eres la que domina en esta partida de ajedrez, estrategia pura en la que la ropa es lo de menos, y ese menos se esfuma calada a calada hacia otro tiempo.

Dejémoslo aquí, nadie lo haría mejor, prefiero guardar en mi memoria estos instantes que ya se desvanecen, que tomarán forma y alma en el próximo tren que cojas con destino hacia ninguna parte.





AUSENCIA SUGERENTE

Atardeceres templados con una copa de vino en la mano.

A mi lado no estás pero evoco tu olor sugerente de manera que tu ausencia se hace incluso reconfortante.

La brisa marina seduce y templa mi tensión de manera casi mágica. Atrás quedan guerras y con ello victorias y derrotas en ese lecho que nos servía como escape de la rutina y la pegajosa tarea de seguir vivos.

El faro señala.

Mi alma vuela.

Suaves acordes provienen de algún lugar cerca de donde me encuentro. Alguna guitarra llora melodías de otra época, de otro tiempo. En las que como ahora dos enamorados miraban como se escondía el sol desde distintos puntos de la tierra en un intento de volver a ser uno.

El cielo se vuelve oscuro y una bandada de gaviotas me lleva hacia un horizonte con la forma de tu sonrisa, de manera que estás más presente que nunca, sin verdaderamente estarlo.

Silencio.

Te alejas.

Corro hacia ese horizonte que nunca atrapo. El destino se burla de mí y te hace más deseable a mis labios.

Tormenta perfecta vuelve a mí. Imprégname de nuevo de ese caos del que solo tú eras capaz.

Calma mi alma, reduce mi hastío a cero.

Deja que en tus ojos me refleje tal y como soy.

Deja que descanse en tus brazos para siempre.

Silencia esta condena y ofréceme algo por lo que morir de placer





VIDA Y MILAGROS DE UNA PIEL PERFECTA

Me dejaste solo, con dos cuadernos de regalo prestos a manifestar mis miserias.
Quizás ser errantes es lo que nos queda.
Quizás este mundo no está hecho para nosotros.
Almaceno recuerdos de felicidades pasadas. 
Decepciones y vaivenes son el epilogo de nuestra historia.
Ahora la manecilla del reloj se me antoja cruenta. Maldigo al tiempo, el cual pasa lento dejando todo lleno de incertidumbre.
Toda la ciudad duerme, mirando hacia otro lado mientras la desesperación invade el transito humano.
Yo me desangro mediante ríos de tinta capaces de calmar por unos instantes la lucha incesante de mi persona por alcanzar tu cuerpo.
Vida y milagros de una piel perfecta. Besos caducos que ahora quedan lejanos en nuestra memoria.








jueves, 15 de enero de 2015

FELIPE GODÍNEZ [2.059]

Testimonio de la fe de bautismo de Felipe Godínez. Archivo del Arzobispado de Sevilla. 




Felipe Godínez

Felipe Godínez Manrique (Moguer, Huelva, 1582 - Madrid, 3 de diciembre de 1659), fue un clérigo y dramaturgo español del Siglo de Oro.


Felipe Godínez nació poco antes del día de Nochebuena de 1582, en que fue bautizado en la iglesia de Santa María de Moguer, según una copia de la partida de bautismo dada a conocer recientemente por Francisco Javier Sánchez-Cid [2011]; con lo que la fecha se adelanta, en al menos dos años, a las propuestas anteriores.

Pertenecía a una familia de judíos portugueses que habría pasado a esa población atlántica de la Corona de Castilla para aprovechar su proyección americana y potenciar así la actividad mercantil a la que se dedicaba. Lo habría hecho ya antes de la anexión de Portugal, según ha demostrado también el antedicho investigador. Los asuntos le fueron bien, como apuntan las noticias de sus propiedades y negocios, también de sus nombramientos, como el de regidor perpetuo de Moguer a favor del padre, Duarte Méndez Godínez. Su madre se llamaba María Denís Manrique. El matrimonio habría tenido al menos siete hijos, de los que Felipe era el menor. Desde 1598, la familia habría vivido en la calle del Vicario Viejo de Moguer (hoy Cristóbal Colón). De la estricta observancia de las prescripciones mosaicas de ese grupo familiar dan una idea los cargos que se le habrían de imputar en el proceso inquisitorial de 1624. Son bastantes otras las actitudes y actuaciones que conocemos de los distintos componentes que concuerdan con las pautas constatadas desde los inicios del problema judío en los reinos peninsulares: salida a América, incorporación a la milicia, compra de cargos municipales, etc. No era raro tampoco que optaran por la carrera religiosa, como hizo el propio Felipe.

Las investigaciones familiares de Sánchez-Cid [2011], apoyadas en las de Bolaños [1983] y otros, apuntan su pertenencia a esos sectores que se mueven en torno al poder político y económico, aunque su problema racial les hace vulnerables a los cambios en los juegos de fuerzas. Unos datos y otros les señalan en la órbita clientelar del Conde de Olivares, el V Duque de Béjar y el VIII Duque de Medina Sidonia.

Durante años el escritor realizaría trueques en los apellidos, muy probablemente con la intención de eludir señales delatoras de lo que pudiera dificultar su inserción social y profesional, según pautas constatadas en otras personas de su condición. Como Denís Manrique o Denís Godínez aparece en los primeros documentos, para pasar a Godínez Manrique en los cercanos a 1624, y terminar solo como Godínez a partir de entonces.

Etapa andaluza

Sin desentenderse de los negocios familiares, con intereses en la propia Moguer, en Sevilla y en América, realizó estudios universitarios y eclesiásticos en el Colegio Mayor de Santa María de Jesús de la capital hispalense, que le llevarían a obtener el título de Bachiller en Teología en 1610. Al tiempo, cursó la carrera eclesiástica, de cuyos grados hay pruebas documentales en la propia Sevilla y en la portuguesa Faro.

El primer testimonio constatado de su andadura como escritor es de 1604, año en que aparece el libro Mercurius Trimegistus, cuyos preliminares contienen un soneto suyo en alabanza del autor, Bartolomé Jiménez Patón.

En 1610 se incluye otro poema suyo, una Glosa en octavas, en la Relación de la fiesta que se hizo en Sevilla a la beatificación del glorioso San Ignacio. Esto, unido a la abrumadora presencia de obras de escritores jesuitas en una lista de libros que compró en Sevilla en 1613, hace que Sánchez-Cid [2009] proponga la hipótesis de que se hubiera formado en alguno de sus colegios, como el de Santa Catalina de Trigueros, cercano a Moguer. Podrían deberse a esta impronta algunos de los temas dominantes de su teatro: así, las propuestas inmaculistas o su postura en la controversia teológica De auxiliis, sobre la relevancia concedida a la libertad humana y a la gracia divina.

Precisamente, en 1613 están fechadas las primeras obras dramáticas conservadas, que debieron de estrenarse en Sevilla: La Reina Ester, Ludovico el Piadoso y El soldado del cielo San Sebastián, esta última de atribución más problemática. De su faceta como predicador tenemos noticia en las relaciones que ocasionó su presencia en el auto de fe de 1624, que la mencionan por haberse notado en sus sermones proposiciones susceptibles de censura.

El 30 de noviembre de ese año el escritor comparecía en auto público de fe en la plaza de San Francisco de Sevilla. En opinión de Menéndez Onrubia [1977], las imputaciones que en esas relaciones constan permiten pensar que Godínez habría llegado a un concierto de sus antiguas creencias judaicas con las ideas iluministas que experimentaban un rebrote en la Sevilla de esos años.

En todo caso, el episodio inquisitorial habría de tener repercusiones en todos los órdenes, desde el económico y profesional, como consecuencia de la confiscación de los bienes familiares y la inhabilitación sacerdotal, al geográfico, que le haría dejar Andalucía para recalar en Madrid en compañía de su madre María y de sus hermanas Felipa y Ángela.

Etapa madrileña

La notoriedad de su problema, no pequeño en una sociedad hiperestésica en cuestiones de raza, le acompañará en el nuevo entorno: así lo ponen de manifiesto las alusiones satíricas de sus nuevos convecinos, excelsos escritores algunos de ellos, como Lope o Quevedo. Pero, por otro lado, Madrid le debió de permitir contar con algunos apoyos necesarios para seguir adelante tras el descalabro, al ser uno de los centros de asentamiento de comerciantes judíos portugueses, y, por supuesto, le facilitaría el desarrollo de su creatividad como dramaturgo. La Villa era en esos momentos la capital indiscutible de una actividad que estaba alcanzando su máximo esplendor, y que requería mucha mano escritora para atender la fuerte demanda de obras teatrales.

Esta segunda mitad de su vida está mejor documentada. A ella pertenece, además, la mayor parte de las obras dramáticas que se han conservado. Al tiempo que escribía, se ocuparía de sus responsabilidades sacerdotales, ya que su rehabilitación no tardaría en llegar, a pesar de que la sentencia estipulaba que fuera a perpetuidad. Las noticias de sus actividades como sacerdote y predicador reflejan de alguna manera el empeño en mostrar su transformación vital; también lo hacen las obras dramáticas de esos años: en ellas abundan personajes que muestran con sus actos y palabras que el cambio de vida es posible, y la importancia de la misericordia divina y del perdón. No faltan las pullas satíricas de sus contemporáneos, como se apuntó, pero abundan más los elogios a sus ocupaciones religiosas y teatrales. Igualmente, hay huellas de su participación en academias, prolegómenos encomiásticos de libros y compilaciones varias, lo que muestra su integración en la vida cultural de aquel Madrid en ebullición literaria.

Una de las actividades más valoradas es la de predicador, encomiada por Pérez de Montalbán en su Para todos. En la Fama póstuma (1636), en homenaje a Lope de Vega tras su fallecimiento, y coordinada por este mismo escritor, está incluida una Oración fúnebre en prosa. No falta el reflejo de su arte oratoria en sus obras dramáticas. Es evidente que supo ver las grandes posibilidades que tenían los tablados de comedias como púlpitos para el adoctrinamiento.

Esto guarda relación con la importancia que tienen los contenidos religiosos en su teatro. Godínez se hizo con un indiscutible prestigio de autor de «comedias divinas», subrayado por algunas personalidades de la vida literaria del momento, desde la sátira, en el caso de Quevedo, o el elogio, en los de Lope de Vega, Pérez de Montalbán, Ulloa Pereira, Enríquez Gómez o Bances Candamo. También las referencias de la época destacan la profundidad de los conocimientos desplegados en ellas por el dramaturgo, a cuyo apellido siempre acompaña el título de doctor (sin que a día de hoy se haya podido averiguar dónde y cuándo lo obtuvo).

Tanto la escritura como las representaciones de la mayor parte de sus obras conocidas pueden fecharse entre 1624 y el final de la década siguiente. Las tuvieron en sus repertorios las mejores compañías del momento, como las de Juan Martínez, Alonso de Olmedo Tofiño, Antonio de Prado, Bartolomé Romero o Andrés de la Vega, que las exhibirían en corrales y salones palaciegos; lo que de nuevo avala su prestigio como poeta dramático en unos años de tantos y tan notables competidores por el éxito en los tablados.

En los veinte años finales abandonaría o minimizaría su actividad dramática. Las únicas muestras literarias que pueden datarse con seguridad en esa fase son unos pocos poemas de circunstancias. También de entonces hay referencias a su entrega en el desempeño sacerdotal.

Murió el 3 de diciembre de 1659 en su casa madrileña de la calle de la Cabeza y fue enterrado en la iglesia de San Justo y Pastor.


Obra literaria

Godínez es autor de una serie de poemas -glosas, décimas, romances, tercetos y, sobre todo, sonetos-, incluidos en los preliminares de los libros de otros escritores, en su alabanza; o en obras colectivas para la celebración de personas, espacios y acontecimientos. Como apunta Profeti [2009], «son pruebas del ingenio de un intelectual erudito». Como único testimonio en prosa se ha conservado su Oración fúnebre, incluida en la Fama póstuma a la vida y muerte del Doctor Frey Lope Félix de Vega Carpio (1636).
Portada de una suelta de Aún de noche alumbra el sol. Biblioteca Nacional de España.Su relevancia como escritor radica en la literatura dramática, faceta de la que nos han llegado dieciséis comedias, tres autos sacramentales y uno navideño de autoría segura. Otras cinco comedias y un auto suscitan dudas sobre su atribución.

Godínez no se responsabilizó de la publicación de ninguna de sus obras teatrales. Estas han llegado hasta hoy en manuscritos - alguno autógrafo-y ediciones sueltas o insertas en diversas partes de las colecciones conocidas como de Diferentes Autores o de Nuevas Escogidas.

El repertorio hoy disponible ratifica la especialización en comedias «divinas» que señalan sus contemporáneos: todas las conservadas, excepto seis, son religiosas.
De ellas destacan especialmente las bíblicas, con un total de siete: las dos de autoría aún sin sancionar definitivamente, La milagrosa elección (sobre Moisés) y La paciencia de Job; y las cinco seguras, La Reina Esther, Amán y Mardoqueo, Los trabajos de Job, Las lágrimas de David y El primer condenado (sobre Caín). Ningún dramaturgo del teatro español del siglo XVII llevó a las tablas los asuntos del Antiguo Testamento con la insistencia y singularidad de planteamientos e intenciones de Godínez.

Las demás comedias religiosas son hagiográficas, de las que sobresale la tríada compuesta por De buen moro buen cristiano, O el fraile ha de ser ladrón, o el ladrón ha de ser fraile y Ha de ser lo que Dios quiera. Son piezas de «santos y bandoleros», y están conectadas por temas y aspectos dramáticos. El escritor aprovechó este modelo para difundir entre sus conciudadanos algunas de las ideas nucleares tras el proceso inquisitorial: la posibilidad del arrepentimiento, la misericordia de Dios, su capacidad de perdonar y de lograr una auténtica conversión.

La Virgen de Guadalupe, San Mateo en Etiopía y la dudosa Celos son bien y ventura (sobre San Albano) completan el apartado hagiográfico.

La traición contra su dueño.De las seis comedias profanas, la primera cronológicamente es Ludovico el Piadoso, de historia extranjera (sobre los problemas sucesorios carolingios). Las otras cinco presentan también rasgos conectivos: podrían calificarse de obras serias de enredo palaciego, a las que no faltan personajes de referencia histórica. Entre ellas el éxito editorial y la propia valía artística han destacado Aún de noche alumbra el sol. Las otras son La traición contra su dueño, Cautelas son amistades, Basta intentarlo y Acertar de tres la una.

Su repertorio teatral acoge también los autos sacramentales El divino Isaac, El premio de la limosna y Rico de Alejandría, y El príncipe ignorante discreto; y el navideño Los pastores de Belén. Hay otras dos piezas sacramentales dudosas: Los toros del alma y Los trabajos de Job.

Se le han atribuido otros títulos de obras no localizadas: Judit y Olofernes, La mejor espigadera, Adquirir para reinar y El soberbio calabrés. También en este apartado dominan las comedias bíblicas. La segunda es homónima de la que se atribuye a Tirso de Molina, por lo que es posible que se trate solo de una atribución espuria, motivada por el prestigio de que gozó Godínez entre sus contemporáneos como autor veterotestamentario; algo así pudo ocurrir también con La venganza de Thamar que se la atribuye en una suelta del XVIII y que presenta pocas variantes, pero no sin intención, con la de Tirso de Molina. Cabría, asimismo, que el tercer título correspondiera a una comedia suya sobre Jacob y Raquel que menciona Pérez de Montalbán en el Para todos (1632).

Germán Vega García-Luengos
Universidad de Valladolid



De San Mateo en Etiopía


Jornada III - Seleuco


   Hombre empréstito breve de la vida,
de la muerte común deuda forzosa,
sueño en la fantasía mentirosa,
máquina en vanidades sostenida.

   Luz tan presto mortal, como encendida,
polvo con altivez, farsa engañosa,
ceniza hinchada, arena revoltosa,
humo en el aire, flor desvanecida.

   Tierra inconstante, barro movedizo,
vapor caduco, miserable viento,  
centella breve, fábula soñada.

   Soplo sin fuerza, vidrio quebradizo,
sombra sin ser ligero pensamiento.
Hombre te llaman. Yo te llamo nada.














ADÁN CENTURIÓN Y CÓRDOBA [2.058]


Escudo marquesado Estepa.




Adán Centurión y Córdoba 

(1585-1658). Marqués de Esteà. Poeta, pintor, numismático y arqueólogo. Nació y murió en Estepa, Sevilla, fue menino del príncipe Felipe (III). Su dedicación e interés por la Antigüedad Clásica le llevo a realizar y patrocinar estudios e investigaciones sobre historiografía, numismática, epigrafía, genealogía, bibliografía y arqueología, entre otras disciplinas históricas, por lo que fue considerado una de las mayores figuras de la erudición andaluza en el Siglo de Oro.

Don Adán Centurión, II Marqués de Estepa, además de los hijos que tuvo de su segunda consorte Doña Leonor María Centurión Mendoza, tuvo otro con una señora de la ilustre familia de los Illanes Torres, que se llamó Don Juan de Córdoba Centurión. Tanto los Illanes como los Torres formaban parte del grupo de familias estepeñas que había controlado la villa hasta la llegada de los genoveses. Es posible que las relaciones del Marqués con la madre de Don Juan supusieran un paso más en la normalización de las relaciones entre partidos que luchaban por el poder en la Estepa de la Edad Moderna.





Soneto


   Profundo lecho que de mármol duro
me guardará el descanso postrimero,
abre tus senos, que según espero,
en breve ocuparé tu sitio oscuro.

   Si en parte alguna puedo estar seguro
en ti no me hallará daño tan fiero,
o no veré quizá el mal de que muero
faltándome la luz deste aire puro.

   Y rota la cadena que detiene
en esta miserable y triste vida,
el alma, a sus pesares aherrojada,

   descansará del mal que en ella tiene
el agua del olvido, ya bebida,
en los Elíseos Campos olvidada.







JUAN BAUTISTA AGUILAR [2.057]



Juan Bautista Aguilar

Poeta. Sevilla, España. Siglo XVII
Doctor en teología y racionero de la catedral de Sevilla. Se citan los siguientes escritos suyos: Epígramas latinos en su Dedicatorio del obelisco; Carmen heroicum.




Epitafio

   Una esperanza, yace aquí burlada,
no muerta, que aunque a polvo reducida,
nunca (si el dueño es muerte) tuvo vida,
porque como fue mía, fue soñada.

   Creyó de Amor la flecha imaginada,
y nada cierto fue, sino la herida,
pues empezó en el gusto, prevenida,
y acabó en el dolor, desesperada.

   ¡Ese mortal despojo, o Caminante!
eterno es, que para mi ventura,  
sólo en ser mármol dura la belleza.

   Atiéndele si sabes ser amante,
porque dure suspenso en su hermosura,
lo que yo he sepultado en su dureza.





Soneto

   No a ti te culpo Amor, no Dios vendado,
mis quejas contra Ti se han dirigido,
que Tú eres ciego Dios, y no ha podido
hacer quien ciego es, tiro acertado.

   Laura cruel, es quien ha ocasionado
mi Corazón así se vea herido,
sorda a mis penas Ella, ha conseguido
en hielo de un desdén, viva abrasado.

   ¿Por qué Tirana, di, hacer que vea
en mi Pecho un volcán sino me amas?
¿Por qué un incendio anhelas que Yo sea?

   Ya sé porque así mi Pecho inflamas,
porque en Desdén, y Amor, quieres se crea,
somos los dos un Etna, en Nieve, y Llamas.






JUAN JOSÉ ARGUDO GARCÍA [2.056]


Juan José Argudo García 

Linares (Jaén), Febrero de 1975. Es Ingeniero Técnico de Minas y escritor. Técnico Superior en Prevención de Riesgos Laborales (en las tres especialidades) y Auditor en Sistemas de Gestión de la Prevención de Riesgos Laborales. 

Ha colaborado como reportero y articulista en prensa escrita en Granada y Linares, en medios como ADARO, periódico linarense fundado por el periodista Juan Rubio Fernández, (1992-1994), en la revista granadina decana de la Prensa Universitaria Española, CAMPUS (1993-1995) y en el periódico LINARES INFORMACION (2000), publicando reportajes, entrevistas, artículos sobre medio ambiente, ciencia, medicina, sociedad, voluntariado social, etc. 

El Instituto Geológico y Minero de España publica su ponencia “Un parque geominero integral como fomento del desarrollo turístico de Linares” dentro del libro de Actas del Congreso Internacional sobre Patrimonio Geominero en el marco del desarrollo sostenible (2000). Asimismo ha publicado artículos técnicos en las revistas técnicas del Consejo General de Colegios Oficiales de Ingenieros Técnicos de Minas de España, “Minería y Siderurgia” y “Energía y Minas”, debido a su experiencia profesional en la gestión del agua.

En pleno proceso de estudio si el Distrito Minero Linares-La Carolina es considerado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, va a publicar el artículo técnico “La gestión del agua en la minería del Distrito Linares-La Carolina en los siglos XIX-XX”, en la revista “De Re Metallica” (13/2009) que edita la Sociedad Española para la Defensa del Patrimonio Geológico y Minero, en colaboración con el Instituto Geológico y Minero de España.

Próxima publicación del artículo-tribuna “Las energías renovables al servicio de la arquitectura comprometida del siglo XXI”, en la revista andaluza e-nova. Energías limpias de Andalucía. Nº4/2009

El 8 de febrero de 2009, XL SEMANAL, suplemento dominical del Grupo Correo que se distribuye simultáneamente con 25 diarios españoles, publica una Carta al Director, titulada “A los padres del siglo XX”, donde agradece a sus padres el esfuerzo por sacar adelante a sus hijos.

Ha escrito los libros de poesía “Si no te hubiera conocido” (2007), donde se recogen poemas con temas tan variados como el amor verdadero, el desengaño amoroso, la soledad, la muerte, el futuro, la mujer, la amistad, la familia, la separación, etc. y “Enamorando”(2009), sobre el amor en sus distintas facetas.

Y tiene escritos los relatos “La fuerza del amor” (1999) y “Una noche en el Central” (2007), “El compromiso. Unas memorias cofrades” (2009), “La jugada maestra” (2009), “La aguja del dolor” (2009), “El rey de la mina” (2009), con temas circunscritos en el ambiente minero, y “El último brindis” (2009), un relato de amor músico-teatral.

Primer Premio del VI Concurso Internacional de Microrrelatos Mineros Manuel Nevado Madrid, convocado por la Fundación Juan Muñiz Zapico de Asturias, por el relato “El rey de la mina”(4/12/2009).

Desde el año 2001 es Jefe de Servicio en el Consorcio de Aguas de La Loma de Úbeda (Jaén), perteneciente a la Sociedad Mixta Aguas Jaén, S.A., sociedad mixta entre la Diputación Provincial de Jaén y AQUALIA, y desde noviembre de 2007 en la Sociedad Mixta del Agua-Jaén, S.A. (somajasa), empresa mixta entre la Diputación Provincial de Jaén y Acciona Agua, del Grupo ACCIONA. 

Miembro de la Sociedad Española para la Defensa del Patrimonio Geológico y Minero de España.

Miembro del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos de Minas de Andalucía Oriental (Linares- Jaén- Granada-Málaga).

Miembro de la Asociación de Especialistas en Prevención y Salud Laboral de España (AEPSAL).

Miembro de la Asociación Española de Ergonomía (AEE).




Arquitectura del amor

Pilares levantados con pasión,
forja henchida de tu mirar,
dulces ventanas tus ojos son,
grandes estructuras de felicidad.

Cariño que sostiene nuestro caminar,
lazos soportados de amistad,
con risueño guiño el mar,
salpica nuestra terraza de lealtad.

Base erguida frente al viento,
a pesar de todo y del tiempo,
de la distancia aprendimos,
a mirarnos, a querernos, cariño.

Estructura diseñada con amor,
techos engalanados de tu sonrisa,
con tu calor y comprensión,
cuando quería crecer tan deprisa.

Amor fraguado lento, armonioso,
con firme gesto crecemos erguidos,
con un sello de calidad precioso,
mirando al cielo comprometidos.

Cubierta de cristal y pasta sincera,
futuro de nuestro amor cercano,
amiga, serás siempre la primera,
en saber cuánto te admiro y te amo.

Calor de hogar de tu chimenea preferida,
abrazarte a mi pecho, dormida
caldera que siempre funciona,
este grado de confort me emociona.

Cariño no perdamos la esbelta forma,
de ver crecer cada día este amor,
de ir subiendo peldaños de vida,
para llegar al sueño evocador.

Construido quedó nuestro nido,
hace algunos años de ilusión,
qué hogar hemos definido,
si me faltaras perdería la razón.

Sigamos edificando sueños,
que la vida nos regala proyectos,
que con trabajo y tesón obtendremos,
realizados juntos, soñados correctos.

Y como construyes mi vida,
quiero pedirte, querida arquitecta,
no dejes de rehabilitar mi alma,
levanta una casa frente al mar, perfecta



Bello atardecer de playa

Bello atardecer de playa,
donde la vida se hace en soledad,
y surge de la blanca espuma
un susurro de libertad.

Crucero de ágiles gaviotas,
juguetero de reflejos de luz,
de un sol que radiante está,
ante los ojos que lo ven manchar.

Pero la ira del rugido,
del bramido de la rota mar,
rotos armoniosos lazos de paz,
donde me hallaba sumido.

Vuelve gaviota, vuelve a volar
que necesito tu vuelo, tu volar,
como los corazones de par en par,
te esperan en la orilla del mar.

Y solo queda ya el silencio,
de un estado de serenidad,
de un vacío que se queda,
cuando tú no estás.



Fuiste tierra minera universal

Fuiste tierra minera universal,
soñaste con entrar en la historia,
te sacaron con sudor el mineral
de tus entrañas con memoria.
Memoria a menudo anestesiada,
debido a la barbarie capitalista,
hoy eres tierra en libros referenciada,
esperemos para la Unesco ser mundialista.
Vasto patrimonio de lealtades,
a esta tierra torera y ajedrecista,
una guitarra ‘segoviana’ solista
anima tus rincones y tus verdades.
Que fuiste hermosa y luchadora,
que serás reina de la valentía,
conquistando al viajero, evocadora,
enamorando siempre el alma mía.”




Lazo de nubes

Un lazo de nubes,
quisiera regalarte de vuelta,
un lazo de nubes,
robado al cielo tras la puerta.

Un regalo de altura quisiera,
obsequiarte para siempre,
cuando el vuelo saliera
pensar que voy a tenerte.

A mi lado, agarrados,
fundidos en un solo respiro,
pegados en una sola mano,
otear el horizonte unidos.

Escucho tu latido sincero,
cuando el avión acelera,
entono mi dulce espera,
de verte lejos, mi lucero.

Ya toma pista el pájaro frío,
cuando gotea fuera, anhela,
no tener contratiempos, sumiso,
que me lleve a tu vera de vuelta.

Asomarme a su ventana coqueta,
verte en mi corazón, “cierren puertas”
saludarte como un comandante sincero,
mañana deseo ser el primero.

En tomar pista de pena,
en luchar contra triste bandada,
de aleteos en mi cabeza,
volar junto a mi enamorada.



A Alicia

(Avión Barcelona- Granada 27-XI-2009)

¿Qué me pides?
¿Qué me pides? , mi feliz aventurera,
cuando mi corazón sufre sortilegio,
no verte es mi condena,
pasear a tu lado, mi gran privilegio.

¿Qué me pides?, mi bella enfermera,
¿pastillas para el verdadero amor,
anestésicos para el cruel dolor,
o cariño recetado de amistad sincera?

¿Qué me pides?, mi gran amante,
una verdad que no escatime en gastos,
una pasión soñada de gigante,
abrazarte sin superfluos fastos.

¿Qué le pides?, a este humilde trovador,
una oda maquillada de entrega,
una trova tarareada y amena,
quiero dedicarte, mi canción mejor.

¿Qué le pides?, a quién todo te debe,
el que te quiere felicitar con ilusión,
aquel que recogiste y hoy bebe
por ti, los vientos del amor.

¿Qué me pides?, en tu gran día, cariño,
qué necesitas que no pudiera darte,
si convertirme en tu amigo,
me hizo fuerte, mi gran baluarte.

¿Qué me pides?, mi bella esposa,
¿Te vale un ramillete de versos?,
¿Quieres que te compre una rosa?,
O por el contrario, anhelas un beso.

Aquí te lo entrego, hoy que festejamos,
con gran emoción, el día de tu cumpleaños.







RAFAEL RUIZ SERRANO [2.055]


Rafael Ruiz Serrano 

Nace en Cabra (Córdoba) en 1955. A los 5 años se traslada con su familia a Madrid, donde cursa la enseñanza primaria en el ya desaparecido colegio de los Escolapios situado en la calle Donoso Cortés. Tras la muerte de su padre, regresa a su pueblo natal. Cursa el Bachillerato en diversas localidades de la provincia de Córdoba. Realiza estudios de Filología Románica en las Facultades de Filosofía y Letras de Córdoba y Valladolid. Es, desde 1980, profesor de Lengua y Literatura. Ha impartido clases de esta especialidad en diversos centros educativos de Andalucía. Actualmente tiene su destino en el Instituto de Secundaria Luis de Góngora de Córdoba.
Es autor del poemario titulado Los amores y las vidas, publicado en 2013 por Detorres Editores. Con anterioridad, había publicado parte de su obra poética en antologías y revistas. Es autor de artículos y colaboraciones en revistas literarias, entre los que pueden citarse El olivo en la literatura, Elogio de la lectura, Un paseo literario por Córdoba, Prensa y Literatura, y Guía de lectura de La Feria de los discretos de Pío Baroja. Ha impartido cursos de formación para el profesorado sobre didáctica de la Lengua y la Literatura, publicado materiales para el curriculum de Lengua y Literatura Españolas
del Bachillerato, y colaborado en los cursos de Verano de la Universidad de Córdoba.



A la niña del espejo

A veces veo el rostro de una niña,
dormida al otro lado del espejo.
Tal vez sea aquella niña que tú fuiste,
que espera tu regreso.
Y sé que cuando vuelves, y te mira
desordenarte con cuidado el pelo,
sonríe con ternura y te pregunta
qué ha sido de sus sueños.
Dile cuando la veas que no se vaya,
que ella y tú formáis parte de mi vida,
que algunos de esos sueños se cumplieron.
Que sueñas todavía.
Que no soy el príncipe ni el dentista,
que según la canción te merecías,
pero en cambio, te he dedicado enteros,
mis noches y mis días.




A las orillas del Duero

A Pablo Vizcaíno Ruiz
(Para releer el 24 de febrero de 2029)


Por si al llegar ese día
ya no estoy, o estoy muy lejos,
por si mi memoria entonces
se ha extraviado en el tiempo,
por si mis ojos ya son,
en los tuyos, un recuerdo
impreciso y fugitivo,
en esta tarde de invierno,
para que te duermas pronto,
te voy a contar un cuento:
Érase una vez un rey
(en realidad, era abuelo,
pero por nada del mundo
se cambiaría el empleo).
Con el rey había un niño,
tan pequeño, tan pequeño,
que a hombros aquella tarde
lo llevaba de paseo;
y mientras se paseaban
como antiguos caballeros,
no por un parque temático,
sino a la orilla del Duero,
el niño, poquito a poco,
entre el calor y los cuentos
que el viejo rey le contaba,
se fue quedando durmiendo.
Su abuelo no se atrevía
a respirar; pero al verlo,
tan inocente y feliz,
quiso detener el tiempo.
Y se sentó junto al río
a contemplar a su nieto;
el río apenas corría;
el aire se quedó quieto;
y hasta el sol de agosto quiso
templar un poco su celo.
Mientras el niño dormía,
-Dios sabe si en aquel sueño
montaba el Cid una moto,
para conquistar un pueblo;
o san Saturio guardaba
su tractor en el convento;
o el pirata Sisebuto,
escapado de otro cuento,
navegaba río arriba
espantando a los conejos;
o aquella niña tan guapa
venía a darle otro beso
por cederle su columpio,
como todo un caballero;
o las campanas de Soria,
que sonaban a lo lejos,
eran la sirena antigua
del carro de los bomberos-.
Bueno, pues como decía,
el niño estaba durmiendo;
y su abuelo, conmovido,
recordó a un hombre bueno,
que por allí paseaba,
hacía mucho, mucho tiempo,
que se llamaba Machado,
que era poeta, y maestro,
y que al escribir ponía
el corazón en sus versos,
que cantaban a la vida,
y que al ver de un olmo viejo
brotar una nueva rama,
tomó nota en su cuaderno,
sabiendo, como poeta,
la explicación del misterio:
la vida es el tenue lazo
entre lo viejo y lo nuevo.
El abuelo, emocionado,
volvió a mirar a su nieto,
y sintió la dulce pena
de ser como el olmo viejo.
Y él también quiso anotar,
imitando a su maestro,
lo que sus ojos veían,
para salvarlo del tiempo:
la belleza de la tarde,
el azul limpio del cielo,
el sol tibio entre los pinos,
el aire puro y sereno
de un paisaje castellano
con trigales de oro y fuego...
…Y la cara de aquel niño,
que al escuchar otro cuento,
de princesas y dragones,
de piratas y guerreros,
como hoy, se quedó dormido,
y soñaba, sonriendo.
Como no tengo otra forma,
para explicar lo que quiero,
envuelto, como un regalo,
te dedico este recuerdo.
En Soria, agosto del doce.
A las orillas del Duero.





Confidencia

...agnosco veteris vestigia flammae
( Eneida, IV)

Lo sé, lo sé, pero mi rostro finge
oír una noticia inesperada;
Lo sé, lo sé, porque tus ojos brillan
otra vez al llegar cada mañana.
Pensabas, me dices, con ese miedo
que se parece tanto a la esperanza,
estar a salvo ya de la tormenta
y el naufragio, en aburrida calma,
si no feliz, al menos protegida
de aquel dolor que destrozó tu alma.
Pero el tibio refugio que de olvido,
soledad y renuncias levantaste,
para ocultar al mundo tus heridas,
se te antoja de nuevo insoportable;
y vuelves a reír, y tu sonrisa
ilumina tu rostro por la calle;
y a veces también lloras, pero el llanto
tiene algo de dulzura inexplicable;
y vistes otra vez de mil colores,
y esperas impaciente cada tarde.
Reconoces aquella vieja llama,
que pensaste extinguida por el tiempo,
y adviertes cómo crecen sin medida,
uno a uno los vestigios del incendio.
Regresas a la súbita alegría,
A la risa, al temor, al desaliento,
y sientes que otra vez cada mañana
te sonríen los cómplices espejos;
y disfrutas de nuevo de estar viva,
de par en par el corazón abierto.




Derribo

No es posible pasear por estas calles,
sin encontrar su seca dentellada:
el doloroso hueco de una ausencia,
en lo que fue una casa.
Con la vana tenacidad de un náufrago,
viejas huellas se aferran a la vida:
papel pintado lleno de tristeza,
donde durmió una niña…
Absurdos azulejos en el muro,
verdes, ocres, añiles desteñidos,
rememoran espacios habitados,
que hoy son puro vacío…
Nostálgicas, vacías alacenas,
que guardaron tal vez en otro tiempo,
cartas de amor, alhajas familiares,
domésticos secretos…
Cables cortados, reptan impasibles,
en busca de unas lámparas ya muertas,
roídas losas cercadas por la hierba,
muñones de escaleras…
¿Quién habitó estos patios desolados?
¿Qué fue de su futuro y sus proyectos?
¿En qué escombreras vagan, insepultos,
fantasmas de sus sueños?





Desconocido

¿Quién eres tú, que cada vez más viejo,
a veces aburrido, otras huraño,
miras mi rostro como el de un extraño,
cada día al otro lado del espejo?
¿Qué quieres de mí, lánguido reflejo,
que en mis ojos se apaga año a año,
y no sé si es verdad o puro engaño
ese gesto entre curioso y perplejo?
Eres distinto y a la vez el mismo,
que aquel niño de ojos asombrados,
que te creyó salido del abismo.
¿Qué mágico y preciso mecanismo
uno a otro nos tiene encadenados?
¿Cuál de los dos es un tenue espejismo?





Madrid, octubre de 1963

...la voz deseada
de mi padre que vuelve y que no ha muerto.
J.L. Borges


Es el tiempo de entonces como un río,
de lejanas orillas
y mansas aguas, casi detenido,
del que apenas emergen los recuerdos
un instante fugaz,
para hundirse de nuevo en el olvido.
Busco tu rostro y sé que me traiciona
la memoria de fotos familiares,
de bordes troquelados y amarillos,
que mi madre guardaba como prueba
de otro tiempo dichoso, ya perdido,
y que a veces nos mostraba en silencio,
con la emoción de un rito.
Pero conservo intacto
el eco de tu voz,
y el firme y tibio tacto de tu mano
sujetando la mía,
guiándome por la ciudad inmensa,
como a través de un hosco laberinto,
esquivo y cotidiano,
padre, como si hubiese sido ayer,
y hace ya… cincuenta años.
Vuelvo a Madrid, a visitar tu tumba,
y es de nuevo un octubre del pasado,
y el día es triste y gris,
y aquel niño que yo era,
las ilusiones y el cabello canos,
soñando todavía que regresas,
vaga perdido en busca de tu mano.





Miradas y sonrisas

El desconocido de vino triste,
que en la barra de un bar está contando,
con voz entrecortada y cavernosa,
su historia de fracasos.
Y un instante, sus ojos se iluminan,
al mostrar con orgullo unos retratos.
La mujer fatigada y silenciosa,
la mirada perdida,
que regresa en el metro del trabajo.
Y de pronto parece pensativa,
como si hubiera recordado algo,
y esboza una sonrisa.
El africano que arriesgó su vida,
y en el semáforo, cada mañana,
ofrece en vano humildes mercancías,
por todos ignoradas.
Y a pesar de todo, mantiene el gesto
sonriente en su mirada.
La anciana solitaria,
que una tarde soleada y apacible,
en un banco de un parque,
tal vez añora tiempos más felices,
mientras oye unas voces juveniles.
Y sin embargo, ríe.
Y yo voy anotando en mi cuaderno,
como un coleccionista,
esos instantes llenos de ternura,
rescoldos de una vida fugitiva,
antes de que se apaguen para siempre:
Miradas y sonrisas.




Mortal y hermosa

Que a las leyes de flor está sujeta
(Francisco de Quevedo)


Es verdad que la muerte nos avisa
de su triunfo final en cada cosa
que miramos, desde la pobre rosa,
manoseada en mil versos, que una brisa
puede secar, a la fugaz sonrisa
complaciente de una mujer hermosa.
Y que por todas partes nos acosa
la arena de un reloj que cae deprisa.
Que casi sin vivir la primavera,
se nos va acabando la edad madura.
Que la vida no es más que una quimera.
Es cierto, don Francisco, la hermosura
es vana, es fugaz, es pasajera,
¡Pero nada la iguala mientras dura!




Para ir tirando

Conversar por teléfono con Pablo.
Ver cómo se va quedando dormida
muy lentamente, Blanca entre mis brazos,
al escuchar la misma melodía
con la que dormía a su madre hace años.
Salir de vacaciones con mis hijas,
y aceptar que se hayan ido marchando,
con orgullo y con melancolía.
Despertar y saber que está a mi lado;
compartir su tristeza con la mía;
pasear juntos cogidos de la mano,
y ver pasar mansamente los días.
Una cerveza fría en el verano,
con mis amigos de toda la vida.
Perderme a veces solo por el campo.
Mis libros, mis recuerdos, mis heridas,
Las cosas sin valor que quiero tanto,
que me esperan calladas y tranquilas,
en un rincón secreto de mi cuarto.
Como veis, solo son cosas sencillas.
Pero a mí me bastan para ir tirando.






Poesía

Igual que una vestal pisoteada,
permanece escondida y silenciosa.
Pero a veces, renace inmaculada,
y de nuevo, como una antigua diosa,
por sus secretos fieles invocada,
se yergue intacta, fatal, majestuosa,
y en el milagro súbito de un verso,
de pronto, nos descifra el universo.