Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

martes, 25 de agosto de 2015

LYDIA CEÑA BRETONES [2.119]


Lydia Ceña Bretones

(Córdoba, 1979). Licenciada en Humanidades por la Universidad de Córdoba y Master en Gestión Cultural. Escritora y fotógrafa. Compagina la creación literaria (escribe en una revista digital sobre arte y cultura) con su trabajo (imparte clases particulares en una academia) y su formación académica. Actualmente, desarrolla su labor en una fundación cultural que, desde la biblioteca, realiza funciones de investigación y
documentación. 




Algún día sin agua

Yo bailo la danza de la lluvia
saltando sobre piedras puntiagudas.
Me muevo alrededor de una hoguera
con los ojos vendados sin distinguir
el fuego crepitar
del tintineo de cien abalorios en mi cuello.
Los árboles se agitan arañando el cielo.
Yo danzo, danzo y danzo
y once gaviotas cruzan las nubes anunciando
el agua.
Tú haces sonar la flauta encantando a ninguna serpiente, 
encantándome a mí que repto hasta tus rodillas.
La tierra ya huele a barro. La noche se hace más negra.
Ya nunca nos alcanzaremos, 
por la mañana nos habremos disuelto.





SIETE FORMAS DE DECIR ADIÓS

I

Sophie abrió la bandeja de entrada
y allí estaba,
el correo que llevaba días esperando,
vacío.


II

Recordé los números que componen
tu número de teléfono
siete años después de tu última llamada.
Recordé las luces de aquella habitación
el olor a cerrado y a velas quemadas.
Recordé aquel lunar en tu espalda
el sonido de tu respiración
el de tu sístole y diástole.

No regresé.
Esa tarde había olvidado las llaves. 


III

Esquina de Bakery Street.
Al otro lado de la calle
ella aguanta en pie bajo la lluvia
casi descalza en unas sandalias moradas.
Se encharca. El corazón se encharca.

Esquina de Bakery Street.
Escribo desde la mesa junto a un café.
Ella mira el reloj
y los autobuses pasar.
Se encoge. El corazón se encoge.

Esquina de Bakery Street.
Te veo en la esquina se dirían.
Escribo en la cafetería.
Donde siempre.
Quedan diez minutos para el cierre. 


IV

Por más que pienso no encuentro el modo
de decirte en menos de cuatro versos que
siento el abismo antártico que no veo el
horizonte desde este féretro que nada
queda en mí salvo el vacío ingrávido. 


V

Junto a la foto ajada guardaba también un telegrama
sin abrir, sin leer,
pero que decía:
"Imposible salir esta noche. Stop".
Hace años que acabaron los bombardeos.


VI

No quedaban gritos ni pilas en el reloj
la mantequilla se descomponía sobre la mesa
dos baldas vacías dentro del armario
dos macetas que no florecerán por primavera.
No quedaban libros ni nada de todo lo suyo que
había poblado esta casa desierta.
Entonces, todavía no era consciente de que con ella
se iba también mi memoria. 


VII

Cuelga de la percha mi falda de rayas,
tu sonrisa,
la manera en que te miro cuando te giras,
tu camisa sin planchar,
la última letra con la que acaba tu nombre,
las tardes de sábado en espera.
Espera. 







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