Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

martes, 15 de septiembre de 2015

PEDRO RAIDA [2.124]


PEDRO RAIDA 

(1890-?).

Poeta y narrador español, nacido en Sevilla en 1890, y fallecido en fecha y lugar desconocidos. Fue hermano de otro escritor, Bernardo Raida, de cuya obra sólo han quedado un par de artículos publicados en la revista sevillana Grecia.

Tampoco se recuerdan muchos datos acerca de la circunstancia biográfica de Pedro Raida, aunque, a diferencia de lo ocurrido con la producción creativa de su hermano, han llegado hasta nuestros días casi todas las obras literarias y periodísticas que dio a la imprenta. Entre los escasos detalles conocidos acerca de su vida, tal vez el más destacable sea el que le sitúa al frente de la administración de la mencionada revista Grecia alrededor de 1920, en los tiempos en que mayor auge alcanzó en la capital andaluza la implantación de una de las corrientes vanguardista que por aquel entonces triunfaban en Europa: el ultraísmo. En efecto, Pedro Raida formó parte del célebre grupo Ultra, en el que se congregaron algunos autores de la talla de Rafael Cansinos-Assens, Adriano del Valle, Pedro Garfias, Rogelio Buendía, Pedro Luis de Gálvez y Rafael Lasso de la Vega, y junto a ellos asumió la arriesgada misión de introducir las nuevas estéticas vanguardista en la anquilosada poesía española de los primeros años del siglo XX, todavía excesivamente deudora de un romanticismo trasnochado y un modernismo amanerado y tardío.

Además de esta labor histórica en la evolución de la literatura española contemporánea, Pedro Raida dejó varios artículos impresos en los medios de comunicación de su entorno geo-cultural, como el rotativo El Liberal (donde publicó un fragmento de su obra poética Justicia) y la revista Gaceta del Sur (donde vieron la luz sus composiciones en verso tituladas "Y otra vez...", "Redención", "Silencio", "La Feria de Sevilla" y "Edelmira Blanco"). Pero donde realmente dejó las mejores y más abundantes muestras de su concepción teórica sobre la poesía y de su propio quehacer lírico fue en la citada revista Grecia, auténtico cauce de expresión (junto con la revista Gran Gvignol) del grupo Ultra sevillano. Allí, junto a algunas prosas poéticas de acusada influencia modernista (como "Roxana" y "Las llamas en danza", donde pueden leerse fragmentos del siguiente tenor: "Hay una zambra de colores en la noche lucípara, y de ortos púdicos en la gruta habitada de flores parlantes"), aparecieron multitud de caligramas, juegos poéticos tipográficos y, en general, coloridas variantes de la escritura ultraísta de Pedro Raida. Entre estos poemas, conviene recordar los titulados "Confesión", "Los jardines de Santa Cruz", "La ciudad flotante", "A Rafael Cansinos-Assens", "Saudade viril", "Donaire", "Azul", "Fuerza bruta", "En el parlamento de las horas", "Rosas", "Esclavitud", "En las noches...", "Oh, mis tiempos de falda corta y automóvil", "A Emelina", "A ti, por ti, para ti", "¡Antonia!", "El futuro nido", "Mercedes", "¿Por qué?", "Pensamiento azul" y "Pararrayos". De este último poema proceden los versos siguientes, plasmación manifiesta de los más rigurosos postulados ultraístas: "Las estrellas desquician sus nervios, / temblores y crepitaciones cósmicas. // Mi rubia loca / estrangula sus perfumes. / Mi rubia loca / no la baña el sol / ni el vino de marfil. // Paroxismo de ametralladoras / en trincheras de plomo. / El cielo acamado / con dolores de infierno [...]".

Entre 1924 y 1927, ya clausurada la brillante andadura cultural de Grecia, Pedro Raida se hizo cargo de la Secretaría y la Administración de otra publicación literaria, la revista Oromana, de la localidad sevillana de Alcalá de Guadaira.

Entre sus obras impresas en forma de libro, conviene recordar los poemarios Regeneración (Sevilla, 1909) y Mercedes (Sevilla, 1920), este último impregnado de esa atrevida estética ultraísta que Pedro Raida anticipó en las páginas de Grecia. Además, el escritor hispalense dio a la imprenta también una narración breve, titulada Novio en Sevilla, que él mismo definió como "cuento representable". Con la llegada de la madurez se fue volcando hacia el cultivo de la narrativa extensa, género en el que dejó dos novelas dignas de recuerdo: Un belmontista y Amor y tiempo de poetas en guerra total (1955).

Bibliografía.

- BARRERA LÓPEZ, José María. El Ultraísmo de Sevilla (Historia y textos). (Sevilla: Alfar, 1987). 2 vols.
- CUENCA BENET, Francisco. Biblioteca de autores andaluces: Modernos y contemporáneos (La Habana, 1922). 2 vols.
- MÉNDEZ BEJARANO, Mario. Diccionario de escritores, maestros y oradores naturales de Sevilla y su actual provincia (Sevilla, 1922-25).




A RAFAEL CANSINO-ASSÉNS

Deshojo este canto en el seno de una cicuta,
donde efervesce la cicuta de los impotentes.

¿Qué importa, oh Rafael apóstol,
que unos fariseos talen el bosque,
al pie de un supremo gólgota,
si la sangre nueva
con sus glóbulos hirvientes
te cultiva un vergel
en la explanada azul?

He aquí un pecho, oh Rafael apóstol;
remira desde tu encendido palco,
en el coliseum del juramento,
cómo aguardo impávido a las fieras
que han de alojar
en las concavidades de su vigilia
la carne de mi espíritu azul.

¡Yo no rendiré las armas, oh Rafael apóstol,
al conjuro del ave
cuyo canto
tamiza en las ramas de un ciprés,
ni quebrantaré mi fe ultraica
cabe la losa del sepulcro
que no haya surcado una mano azul!

¡Ni desangraré mi frente, oh Rafael apóstol,
porque la ignavia de los anodinos
malverse sus voces fazferiscentes
en esfumar los signos altaneros
de mi filacteria azul!

Iré contigo, siempre contigo, oh Rafael apóstol;
y persiguiendo los diamantes sutiles
del matinal rocío
y el hidalgo germen del amor azul.
La luz y el amor del céfiro,
que ornamenta sus hombros
con las plumas del pájaro azul
y el aderezo de sus novias de azahar,
desposadas en las cumbres de oro.

Desenfrenemos, oh Rafael apóstol,
el expréss de nuestras ideas
por ancho prado azul;
y con el férreo brazo de nuestros anhelos,
tengamos los remos de oliva,
en nuestra barca astral,
sin temor a los vaivenes
del ponto sin fervor;
que cuanto más sublime
su rugido pardo
y agigante su bramar de espanto liviano,
más presto vendrá la calma
en alas del harmatán azul.

Esplendamos, oh Rafael apóstol,
las ventanas del corazón palpitante
con cortinas de damascos azules,
entretejidos con las cifras
del siglo en que vivimos
y de otros que arriben y se sucedan
en los instantes, las horas y el día azul.

¿Qué importa, oh Rafael apóstol,
que unos fariseos talen el bosque
al pie de un supremo gólgota
si la sangre nueva
con sus glóbulos hirvientes
te cultiva un vergel
en la explanada azul?

2. Ultra.
Grecia, 1919. 





FUERZA BRUTA

En el teclado del dolor
suena un lamento:
                         el eco .......

de una angustia.
CARCAJADAS
                         Pasos inquisidores

sobre los cadáveres de la miseria.
INSENSIBILIDAD
Púrpura.
Bendición de automóviles
CRISTO OLVIDADO

               ¡Ah!,
Se rompe una amarra,
se desprende una columna,
retumba el desquiciamiento.

               ¡Ah!
acampa la hija predilecta

                        de la muerte.

. . . . . . . . . . . . .

El cielo está lleno de estrellas,
estrellas blancas,
estrellas doradas,
estrellas azules.
La eternidad aureola la fe.

2. Ultra.
Grecia, 1919. 




REDENCIÓN

La negra trama ha ceñido tu rostro, pálido; dulce y de color de virgen. Y
entre el lirio de tus manos, un devocionario siente las caricias de la carne inocente.
Porque eres Sevillana, tienes amores de cielo y anhelos de santidad.
¡Divina Pasión! ¡Viva eternamente la mujer sevillana para la grandeza de
tu culto!
¡Alma de almas!
¡Alma que es fausto!
¡Alma que es solemnidad!
¡Alma que es pompa y sabiduría de amor!
Ya se ha conmovido el alma, el alma grande sevillana.
Que en el tránsito en que tiembla y retiembla la voz agonizante de la Redentora
Víctima, Sevilla abre su corazón y entrega sus mansiones al Rey que reina en el reino de los justos.
La resignación y la opulencia olvidan sus querellas.
Todo profundo quebrando se pierde en el mar sereno, que baña los pueblos
sin rencores en las fibras del sentimiento y libre el pecho de encrespadas breñas.
Grande, Señor, Redentor y Padre universal, fue tu sacrificio Bendito, por una humanidad desmerecida y tan pequeña.
Pero esta humanidad microscópica y mezquina...
Esta humanidad que no sabe encontrar en tus eternas doctrinas consuelo a sus aflicciones, paz en sus luchas ¿no se redime y se salva en el seno de este pueblo, que no abandona la mística orilla y ve sin recelo alguno alejarse la nave del pescador?
¡Oh, Cristo, Jesús del mundo...!
No los dejes.
No los abandones.
Que son sevillanos, porque tienen amores de cielo y anhelos de santidad.

2. Ultra.
Grecia, 1919. 






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