Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

martes, 24 de noviembre de 2015

SONIA JIMÉNEZ TIRADO [2.140]


Sonia Jiménez Tirado

Sonia Jiménez Tirado nació en Jaén en 1979. Hacia el año 2000 obtuvo el título de Técnico Especialista en RR.PP, adentrándose de lleno en el mundo laboral como asesor comercial, labor que simultaneó con su pasión por la escritura. En la actualidad se encuentra cursando 4º curso de Grado Universitario de Psicología.

Marcada con un estilo muy personal, con grandes rasgos de realismo mágico, no fue hasta 2009 cuando decide hacer pública a través de medio virtual parte de su obra en prosa poética cautivando a miles de lectores y ganando cada día más adeptos.

-En abril de 2013 publica su primera novela  bajo el título de “No Llegaré Tarde”. En septiembre del mismo año publica el libro de poemas“Mil Pedazos Más”, homónimo del blog que dirige en la red. 


-En 2014, junto al poeta madrileño, Alberto Pizarro Gómez, inició un tour poético por diferentes ciudades españolas como Jaén, Madrid, Asturias, Murcia, Alhama de Murcia, Águilas, Baeza y Hellín. Acompañados en Baeza y Murcia por el pianista Rodrigo Gómez Pastor. 
-Ha participado en los encuentros internacionales de la Ciudad de Úbeda en 2014 y 2015 en las edición I y II y forma parte de la Antología editada como conmemoración del evento.
-Forma parte de Centro Andaluz de la Letras y se encuentra incluida en su catálogo dentro de Programas Literarios Estables.  


- Ha sido entrevistada en diferentes programas de radio como "Anda Levanta" de Canal Sur Radio que dirige Manuel Triviño. En el programa "Hora Sur" de Beatriz Mateas, también en Canal Sur Radio. Y en diferentes emisoras de radio y televisiones de la provincia de Jaén. 
- Ha colaborado en el "Música para los Recuerdos" de FM Natulareza para Uruguay dirigido por Jorge Fonsalia. 
- Ha sido jurado en la modalidad de poesía de la XVII y de la XVIII Edición del Concurso Facultad de Fotografía, Relato y Poesía de la Universidad de Jaén en los años 2014 y 2015.
-Colabora en Diario Jaén desde 2011 haciendo artículos de opinión en la contraportada del citado diario, y actualmente se encuentra trabajando en un segunda novela marcada por una temática de gran actualidad e interés social.
-En la primavera de 2015 nos presentó su segundo libro de poemas con el título de “Vértices” en el Centro Andaluz de la Letras de Jaén. 
Los tres libros se encuentran disponibles en Amazon en español para Europa y América. 


POEMAS



Septiembre

Septiembre viene con los ojos a medio abrir
arrastrando los últimos sudores y
deshojando un agosto estruendoso
que murió por no callar,
como Juana de Arco o
¿quién sabe?
Si solo ha sido el tiempo el que 
como carcoma,
lo ha ido devorando desde adentro
antes de que abriera la boca.
Viene septiembre,
apuntando a un otoño sombrío
de largas y silenciosas rutinas,
de suntuosa tranquilidad
y de paisajes naranjas,
de esos de antología 
que se entretienen en versionar recuerdos. 
Gigante,
valiente
o cobarde,
guarda las apariencias,
receloso a las miradas,
como el búho camuflado
en la corteza de un árbol
que lo delata al mínimo parpadeo. 
Septiembre de mirada felina,
la tuya,
de sonrisas tras de la esquina
de un jardín cualquiera,
de kilómetros de esperas,
de encuentros fugaces
que surcan un único cielo,
el mío. 
De síes vestidos de no
que gritan esperanzas
mientras septiembre se gasta.
Éxodo que relato
mientras te miro a lo lejos
dejándote ir en tu continuo venir. 
Es septiembre un visionario
que cree en la vida eterna
cuando recién comienza a morir.
Septiembre que ríe y llora
en un ciclo de locura y cordura
que me arrolla 
y me perturba,
más,
si cabe. 
Que sea a septiembre
al que le extirpen los días
en los que supe irme a tiempo,
o los días,
en que como un volatinero,
me lanzas al aire
para rescatarme a un milímetro del suelo.
Meridiano de vida 
sin norte y sin manos,
soy como un septiembre
que vive en un año de tu vida
al que todavía no has puesto nombre.





Te espero

Te espero sentada en un lugar que nadie visita,
frente a un océano que no mece
y con un cielo de luna ausente que oculta sus estrellas.

Te espero con un traje de bufón al caer la tarde,
sin prisa y sin horarios,
como quien ha perdido el único tren de su vida
en el arcén de la rutina.

Te espero con la ilusión rota de un circo sin carpa
que desnudo pierde sus secretos de magia.
Así te espero,
como un niño al que su globo de helio
se le escapa de las manos.

Te espero, sí,
bajo una tormenta que no cesa,
bajo un cielo que llueve mares de soledad
en un desierto de ausencias.
Así como esperan las madres a los enviados de guerra.

Te espero como se esperan las cosas
que uno de antemano sabe que no llegan,
con un abrazo sordo entre los brazos
y un sueño que duerme en el alma,
con el destiempo viviendo en mis adentros
y con una vida que nunca supo aprender a esperar.




El día que me robaron tu nombre

He soñado con eternidades mientras caía,
en un abismo infinito al que miré de frente
y que jamás me devolvió la mirada.
Tengo huecos entre los huesos
en los que mi carne no anida,
asfalto de más en las entrañas
y una sonrisa que me prestó el destino.
He sobrevivido a una época glacial,
resurgí de entre las cenizas
sin ser un Ave Fénix
y hasta he debido vivir mil vidas para encontrarte.
Golpeé con tu nombre
sin miedo a la vida
y levanté una bandera
sobre tu pecho
a modo de conquista,
como quien conquista la tierra
y pierde la vida.
He replicado a las voces
que se atrevieron a profanar tu nombre
desde la tumba de mis sentires,
atentando contra mí
como quien espera al tren
tumbado en las vías.
Y he llegado finalmente
hasta aquí sin ti,
con un pájaro entre las costillas
y un alma rota
que sigue queriendo aprender a volar.
Tengo un lugar al que volver
para sanarme tras las batallas de la vida
pero no te tengo a ti
que es como no volver
como no vivir
como no sentir.


Te recuerdo
  
Te recuerdo como una ilusión óptica
en la que uno no cree de antemano,
a medio camino entre la incredulidad y el desconcierto
de haberte reconocido víctima y asesino.
Eres la herida sin sutura
que ninguna sal podrá curar.
Has dejado decenas de ciudades convertidas en catacumbas
y un monolito en honor a tu amor
en la mitad de mi mundo
que ni siquiera tú podrás tumbar.
Y me muerdo la lengua
mucho antes de pensar siquiera
en espadas vestidas de palabras
que se atrevan a profanar tu nombre.
Eres el único sueño
del que nunca voy a despertar.
Sin embargo
en jaula de alambre
encierro a mi alma,
para que jamás alce un vuelo suicida,
único posible,
si es cercano a ti.
Te recuerdo sin límites
con la libertad con que se vuelve al cuerpo
después de un viaje astral.
Existe un universo infinito de recuerdos
a los que volver mucho antes del amanecer.
Eres el pasado
que nunca supo hacerse presente,
mis demonios y a la vez
la salvación que esquiva
se esconde en alguna otra vida
que ni siquiera sé
si alcanzaré a vivir.
Te recuerdo
a mi imagen y semejanza
entre la realidad y la fantasía,
jamás existió amor más profundo
ni fe más ciega,
te recuerdo
al modo en que se recuerdan
las cosas que se imaginan pero que nunca existieron.
Eres la tristeza que siempre llevo conmigo
y la nostalgia que me revienta el cuerpo
cuando el sol corona el cielo
y yo,
te recuerdo.




Añoro

De retorno por el camino de la memoria
vuelvo hasta encontrarte
sentado en el rincón de siempre.
Barba de tres días
y sonrisa de toda una vida.

Azul casi gris
el brillo de tus iris
se quedó deslumbrando
cada recuerdo.

Te tengo a pesar de la ausencia
que se ha ido instalando entre tú y yo.
Etérea desconocida,
desdichada amante de la nostalgia,
hambrienta de destino
te miró y la seguiste.

Añoro cada momento
incluso los que vivimos mil veces,
incluso los que no viví,
incluso aquellos de desencuentro.
Añoro las risas
las historias,
añoro la vida que ya no tienes
y la que yo tengo sin poderla compartir.

Estés donde estés,
habites donde quiera que sea
sé que a dos palmos de mí
me sigues.

*A mi abuelo Mateo Tirado Serrano




El verdadero centro del universo

La luna sigue revolviendo mis mareas
mientras tú la miras,
a los lejos,
sin tiempo,
sobre una barca sin remos
hacia la deriva,
donde no existo
más que en una batalla de letras
que cada amanecer ocultas.
Eres infinita
y fuego a la vez.
Existes más allá de mis límites
esos, que presupongo y rompo,
que construyo
y destruyo cada vez que levantas la vista.
Eres el alfiler que sostiene mi mundo
en la mitad de una galaxia insondable
repleta de agujeros negros
que esperan ansiosos mi huída.
Estás,
estás adherida a mi más profundo sentir
junto a la inconsciencia que hace al ser humano
asomarse a un abismo que ya conoce.
Eres infinita,
estás hecha de rubíes
y de agua a la vez.
Habitas en todos los lugares
de paso insoslayable
para mi memoria.
Recuerdo a medio vivir
tus luces y mis sombras
las noches,
esas,  que vivimos a plena luz del día.
Eres infinita
y efímera a la vez.
No me preguntes por qué,
ni cuando.
No me preguntes donde,
ni cuanto.
No me preguntes.




Fechas

Fechas... esos días que no pasan desapercibidos,
que vienen cargados de momentos,
recuerdos de hiel o miel,
de rojo fuerte tatuando el calendario.
Días con nombre,
resortes,
trampolines...
abismos.
Fechas,
fechas caídas crepitando como las hojas del otoño,
desteñidas color naranja.
Días imposibles de eclipsar...
gotean triunfos, coronas de laureles y risas.
gotean fracasos, tristezas ocres, sabores agrios y tinta color soledad.
Gotean despedidas, un adiós de aroma infinito.
Existen días húmedos, grises, monocromáticos.
Los hay brillantes, azules, astrales.
Algunos, pétalos de flor
otros, losas de hormigón.
El día que naciste tú o que nací yo,
el día que nacimos los dos,
o cuando perdimos la vida perdiéndonos,
el último día contigo,
aquel día primero sin ti.
Existen días que no pertenecen a ningún lugar
que ni siquiera existen
como si estuvieran trasvasados a otro tiempo,
como si el destino perdiera el equilibrio
y todo estuviera tirado por el suelo,
como si la vida jamás hubiera encontrado el momento.
Hay días que duelen en tu nombre,
duelen en tu ausencia
aunque acudas a hacerte presente.

Existen fechas que ningún tiempo podrá borrar
y días distintos tan iguales en los que se olvida olvidar




No te culpo

No te culpo por amanecer tan sola,
ni por soñarte
y ser motivo de mi cama revuelta.
Ni siquiera lo hago por esta tristeza mía
de añorarte cuando recién te has ido.
No lo hago,
tampoco,
por mi felicidad cuando te pienso,
así,
con ese pudor que te vas quitando tan despacito,
ni cuando sonrío sola recordándote
a medio camino entre la devoción y la locura.

No te culpo por haber hecho de Madrid una herida
de la que nunca me podré curar,
ni de haber convertido una boca de metro
en el punto de encuentro,
centro. 
Responsable no eres que la Gran Vía
sea ahora un precipicio al que arrojarme
cuando asciendo las escaleras de la línea uno en Montera
y no estás,
tirito a pesar de los 40 a la sombra de julio. 

No te culpo por remover mis cenizas 
hasta reavivar mis brasas,
ni por soplar hasta conseguir hacerme arder en llamas,
tampoco por atizar el fuego
con un alud de promesas que olvidas
con una media sonrisa que me roba la vida.
No te culpo de la fortuna de tenerte
dos noches menos una
dos veces al mes,
ni por jugar a saquearme la vida
antes de que amanezca sobre tu cuerpo
después de que la luna se haya caído del cielo.

No te culpo por el desvelo,
ni por emborrachar a mis musas
para que solo hablen de ti,
ni por la brujería de tus ojos
mirándome desde mi pubis
mientras siembras la locura
más pura.
Utopía a tu lado la cordura.
No lo hago
cuando descubro en tu abrazo
mi lugar del mundo
aunque sólo dure un segundo.

No te culpo por querer escribirte un poema
cinco minutos antes de que llegaras
y acabar naufragando en ti, 
al fin y al cabo,
no existe mejor rima que tú conmigo,
ni hay mejor verso que tu beso,
no hay amor que dure más que una noche contigo,
ni hay más vida que la vida,
contigo,
así,
en mí




La única

La miro y ella,
voraz,
absorbe el impacto.
Cierro los ojos un segundo
y su mundo invade el mío
cubriéndome el cielo de un azul nuevo.
Me tambaleo,
a duras penas me sostengo
y caigo,
sobre una libertad adquirida
que solo vive en ella
y que se esparce
como una ola sobre la orilla.
Me mira
y por una vez alguien me ve
con el alma deshilachada
tal cual es,
me mantiene la mirada,
hercúlea,
y vence mis fronteras
sin levantar siquiera un dedo.
La miro
traspasando lo que es,
desde un vértice de inconsciencia
que la hace frágil,
de apariencia nigromántica
que revela todo lo que he sido
más allá de lo que existo.
Y cierro los ojos
y aún la veo y duermo,
y la sueño
surcándome
desde las entrañas hasta el cerebro.
curando mi memoria implícita
esa, devastada y en ruinas.
Me sana la vida
y entonces, 
despierto.







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