Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

martes, 19 de abril de 2016

PATRICIO RASCÓN FERNÁNDEZ [2.160]


Patricio Rascón Fernández

(Linares, Jaén,   1961)

Su padre fue fundidor de plomo en Linares; su madre tuvo 9 hijos (de los cuales Patricio es el mayor). Empezó a trabajar a la edad de 14 años; desde entonces, se han ido alternando, a lo largo de su vida, cortos períodos en los que tuvo trabajos precarios de escasa duración, con épocas prolongadas de desempleo, que no de paro, porque siempre aprovechó el ser dueño de su tiempo para dedicarse a su formación intelectual, que es, casi exclusivamente, autodidacta. 

Ha publicado los poemarios:

-Crónicas de un subproletario y otros poemas (Tenerife, 2002)
-Parte de paz
-Olvidar el olvido
-Expiación. Ruleta Rusa Ed. 2015



Ondas

Una cárcel

Dentro de la cárcel
Una escuela

Dentro de la escuela
Una iglesia

Dentro de la iglesia
Un cuartel

Dentro del cuartel
Un banco

Dentro del banco
Un cementerio

Dentro del cementerio

Nada

Sólo soy un niño
Que arroja piedras en un estanque




Desarrollo insostenible 

Tres o cuatro veces a la semana 
Sueles correr 
Durante unos cuarenta minutos 
Campo a través 

Te sienta bien correr 
Te calma la ansiedad 

Aunque ten cuidado 
Filípides* 
No te machaques demasiado 

Mira 
Por ejemplo 
Lo que ha acabado siendo el decatlón** 

Un supermercado de artículos deportivos 
Una multinacional 

* Soldado griego, que, según cuenta la leyenda, corrió los 42 km desde Maratón a Atenas para anunciar el triunfo griego en la Batalla de Maratón (490 a.C.), tras lo cual murió, exhausto. 
** Decathlon: empresa francesa de material deportivo fundada en 1976. 




Manos

1

Tras apartar sus ojos del periódico
Me dice Guillermo
Uno de tantos empleados que acuden por las mañanas a tomar café
Al bar de la estación
¿Qué habría ocurrido si Franco no hubiese actuado,
si hubiese dejado que gobernasen los comunistas*?
Y yo respondo con una de esas frases neutras
Que he aprendido a esgrimir cuando quiero salir del paso
Sin presentar batalla
Minutos más tarde
Mientras me debato aún entre si mi respuesta fue pragmática o cobarde
Asociando ideas
Rememoro una escena difusa
Que durante muchos años estuvo oscilando
En la retina de mi memoria
Y oigo la voz de mi tío que me confiesa
Tú tendrías tres o cuatro años, tu padre puso tu mano
sobre el tubo de escape de su moto, aún caliente,
y dijo:
Para que no te arrimes y te quemes.


2

De pequeña
Allá por la década de los 70
Noni iba a un colegio de monjas
Como era zurda
Las hermanas le ataban esa mano
A la trincha del mandil
Con el lazo de su coleta
Para que escribiera con la diestra
Cuando yo la conocí
En el 80
Padecía disgrafía y era ambidextra
La primera vez que caminamos de la mano
Me tendió la izquierda





De Olvidar el Olvido

Pájaros

Os entiendo perfectamente
Enigmáticos pájaros libres
Que trináis antes de la madrugada

Me indicáis el camino
Me decís
Vamos, ¿a qué esperas? Lárgate. Escapa.

Pero vosotros no me entendéis a mí
No comprendéis que yo soy un animal doméstico

Que perecería fuera de mi jaula





Tres palos

Una dolencia crónica
Libró a mi mujer de algo tan abominable
O más
Que la enfermedad

El trabajo

Que dignifiquen esa palabra
Todo lo que quieran
Los ignorantes
Y los interesados en que la ignominia prevalezca
Pero
El sustantivo trabajo
Viene del verbo trabajar
Y ese vocablo procede
del latín tripaliere

Tripaliere viene de tripalium

Tripalium era un yugo con tres palos
En los cuales se amarraban a los esclavos
No para cubrirlos de dignidad
Sino para azotarlos





Cacería

¿Qué pretendía
Sujetando de los brazos
Por detrás
A aquel atleta negro
Una cuarta más alta que yo?

¿Cómo intentaba detener la explosividad del músculo
Entrenado en el gesto relampagueante de la huida?
¿La plasticidad del salto
De quien está acostumbrado al asedio
A confiar su vida al nervio de sus piernas?

El interventor gritaba
¡Sujétalo fuerte!
¡Que no escape!

Aflojé mi presa
Odio las cacerías



Reseña de Olvidar el olvido, de Patricio Rascón
(Baile del Sol, 2012)

Por Alberto García-Teresa – La República Cultural

Comparte Patricio Rascón una poesía de corte narrativo, casi exenta de metáforas, que juega con los símbolos, hasta el punto de que, consciente de su registro, afirma que escribe “poemas sin poesía”. En cualquier caso, el autor ubica toda la tensión de los textos en sus cierres, que consisten a veces en giros sorpresivos.

Desde esa base, Olvidar el olvido se compone de versos de denuncia, muy críticos con la sociedad de consumo, y especialmente con la asimilación de su ideología por parte de los trabajadores; momentos en los que mantiene una gran beligerancia su discurso. Al respecto, proclama la traición de los grandes sindicatos a los obreros. También arremete contra la sumisión, y, de hecho, introduce un componente de autocrítica, y asume la responsabilidad que le corresponde en ese sentido: “Perecería fuera de mi jaula”. El poeta manifiesta las dudas y las contradicciones de trabajar como guardia de seguridad en un hotel de lujo y una estación de transportes. De hecho, el volumen se divide en tres partes: Hotel, Estación, y Otros lugares (además de un Apéndice). En esos espacios se ubican los poemas, que parten de la observación de elementos concretos y de personas en esos entornos. Cuenta conversaciones que oye, noticias que lee, sucesos que acontecen… Así, constituye una poesía atenta a lo que pasa alrededor aunque se enuncia desde el “yo”. Patricio Rascón extrae lecturas globales de la sociedad, y construye una radiografía sociológica del presente. Por tanto, se trata de versos que se escriben de y desde la explotación laboral.

Por otra parte, estas piezas se intercalan con otras, plasmadas en cursiva, que hablan desde el recuerdo de la infancia y de la adolescencia, más anclados en las relaciones personales y familiares, pero en lo que se extrae, igualmente, conclusiones generales sobre nuestro mundo y sus pobladores.

Con todo, los textos de Olvidar el olvido revelan una poesía desesperanzada, abatida por el sufrimiento y la desigualdad social, donde el autor bascula entre la rabia, la indignación, y el abatimiento: “No intento encontrarle / Sentido a la vida”.




Para homenajearme a mí mismo
He puesto a macerar
Un gramo de cogollos de maría en 75cl.
De buen vino
Dicen que el cannabis
Disminuye la memoria
Probablemente sea cierto
Pero creo esencial
Olvidar el Olvido
Y ¿quién puede evitar
Sufrir otras pérdidas en el camino?






poemas de EXPIACIÓN de PATRICIO RASCÓN



¿por qué has vuelto a nuestra cama esta noche
durante la tormenta?

¿qué será otra vez de nosotros
cuando se apague este sueño

cuando amanezca?


*


porque no sabía odiar
la admiraba y la seguiré admirando

la enfermedad la destrozó
por dentro y por fuera

pudo haber muerto
aborreciendo la vida

pero se fue
con el corazón intacto


*

antes de que Noni dejase para siempre
nuestro desahuciado mundo
solía preguntarme
qué sería de mí sin ella

hace ya seis meses que murió
seis meses durante
los que he permanecido
bloqueado por el pánico

hasta que hoy
ha regresado la pregunta


*

es mediodía
un nuevo rayo de sol
ilumina tu lado desierto de la cama

ámalo cariño
me dices
ámalo



*

apareció vestida con ropa de su madre
y cuando el sol brilló en su pelo y en su rostro
estuve a punto de llamarla por su nombre

pero era nuestra hija
prendiéndole fuego a la muerte
en el quicio de la vida



Expiación, de Patricio Rascón Fernández

Johannes ha perdido el juicio. Ese que nos obliga a seguir interpretando un papel a pesar de la nausea que nos provoca la estupidez de la comedia. Podría haberse convertido en un terrorista ácrata o en un cínico, pero ha elegido exactamente el camino contrario, no por ello menos revolucionario. Ha decidido creer, hacerlo de veras, con todas sus consecuencias, y abandonar así la estupidez burguesa de la apariencia. Vivir contra todos esos hombres vacíos, autoengañados y lerdos que hace mucho tiempo que son incapaces de sentir un mínimo temblor en la existencia y revisten su impotencia de convencionalismos.

Johannes ha perdido el juicio como acto imprescindible para encontrar la poesía.

¿Por qué entre los creyentes… no hay ninguno que crea?

La muerte continúa su labor redentora. Es la gran bendición contra la impostura. Se cayeron las máscaras y el poeta camina en el alambre, sube a la cumbre con la única ayuda de su aliento, pedalea y electrifica el mundo.

Cada esfuerzo es afuera de todos los caminos.



“El ciclista
subió a la cima de una montaña

cayó tres veces
vomitó otras tantas

derramó
lágrimas de sangre

cuando descendió
al tercer día

el dolor pesaba menos
pero era más puro”



La expiación se produce en la expulsión de los sacerdotes que sólo representan la intermediación con el misterio. Es necesario seguir subiendo, en bicicleta, dejar atrás la imbécil comunión de los cansados, a golpes de riñón, de sangre y músculo, descifrar el amor que puede conquistarse en los espacios en que todavía es posible el extravío.



“Cada vez que nos damos la mano
ocurre algo mágico

la última

en tu lecho de muerte

conseguí retenerte junto a mí
para siempre”



Y el amor es la victoria, acaso la única posible. Habita entre el silencio y la palabra, justo en ese hueco que no puede concebirse y que es el aire del plano en que Johannes consigue abrir los ojos de Inger, la luz en que Patricio Rascón persiste en el pedaleo por encima del asfalto del lenguaje.



“Durante treinta años intentaron doblegarnos
 a base de chantajes y de miedo
para que cumpliésemos sus propósitos

tú sabes que yo habría vivido así
cientos de años más
con tal de estar a tu lado

pero ahora
corto veloz el aire en mi bicicleta

y tú por fin has escapado
descalza
de tu cuerpo”






.



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