Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

miércoles, 2 de noviembre de 2016

DANIEL AGUILERA CAMACHO [2.191]


Daniel Aguilera Camacho

Daniel Aguilera Camacho, periodista, nace en 1877 en Baena (Córdoba) y fallece en abril de 1955 en Córdoba.

Fue el principal representante del periodismo católico en Córdoba en la primera mitad del siglo XX, siendo redactor de El Español en 1888, de El Heraldo de Baena en 1899 y 1900 y localmente conocido como director y propietario de El Defensor de Córdoba desde 1900 a 1902 del que llega a ser director y propietario hasta su extinción en 1938.

Entre 1899 y 1904 escribió poemas y algún relato en "El defensor de Córdoba" bajo los pseudónimos Morsamor y Aureliano G. Chaced.

Director de Vida y Arte en 1901, también fue director y propietario de El Cruzado de la Prensa, entre 1922 y 1927 y de la Revista Mariana entre 1923 y 1936.

Fue miembro numerario de la Real Academia de Córdoba

Obras

La Inmaculada y Córdoba.
San Eulogio. Su vida y obras.
La prensa católica.
Impresiones de un peregrino de la peregrinación de Osio en el Año Santo.
De mis excursiones.
Sin ritmo (libro de poemas) (1901)



SIN RITMO
ENSAYOS POÉTICOS DE DANIEL AGUILERA
1900.- Imprenta La Verdad.-




YO  

           A Francisco de Borja Pavón

Yo soy igual que mariposa inquieta:
ella de flor en flor vá con su vuelo,
mas nunca sacia su voluble anhelo,
cual sucede á mis sueños de poeta.

Mi loca fantasía, no sujeta,
cree á veces encontrarse con un cielo
y llora con amargo desconsuelo
al ver que aquí la dicha no es completa.

La fé, de inspiración rico tesoro,
junta á la forma que ferviente adoro,
constituyen mi culto, mis delicias.

Mas no adoro en la forma la materia;
aunque el alma esté llena de miseria
huye cuanto es posible de inmundicias. 



PREGUNTAS

Si al mirar bella escultura
siéntese viva emoción,
¿qué sentirá el corazón
al contemplar tu hermosura?

Si hábil hipnotizador
con su mirada fascina,
con tu mirada divina
¿no has de hacerme soñador?

Si las aves con su canto
dan á la selva alegría,
derrochando tú armonía
¿por qué no has de ser mi encanto?

Si una sonrisa enagena,
aun la de venal criatura,
siendo la tuya más pura,
¿no estará de encantos llena?

Si en los pétalos rosados
de una flor la abeja liba, 
siendo tus labios flor viva
¿por qué no han de ser besados?

Si te adora quien te vé,
pues lo exige tu belleza,
de mi alma en la grandeza
¿sabes cuál te adoraré?

Si tras confusa ilusión
corro triste y silencioso,
¿he de alcanzar el reposo
queriéndote con pasión?



ANHELOS 

Quisiera ser el aire que respiras
por mezclarme á tu aliento regalado
y después de besarte y ser besado
ir en torno del sitio donde giras.

Aire quisiera ser cuando suspiras,
al ver que tu ilusión se lia disipado,
y el hombre que te quiso enamorado,
no se inspira en lo mismo que te inspiras.

Aire quisiera ser, y los aromas
que dejan escapar de sí las flores
con la rica fragancia de las pomas
en tributo ofrecerte, y la armonía
de instrumentos y pájaros cantores
en mis alas á tí la llevaría. 



RIMA

Era mi único encanto, mi alegría,
mi ilusión, mi esperanza,
y al morir para mí con sus amores
se ha llevado pedazos de mi alma.

Ha muerto para mí como el sol muere
y deja el mundo que en tinieblas caiga;
así insensible el corazón me deja
sin que alimente una ilusión dorada.

Ha muerto para mí. ¿De qué me sirve,
sin querer, esta vida tan amarga?
Sin amor y sin sueños de ventura
¡oh qué larga es la vida y qué pesada! 




HEINIANA

Si alguna vez á tu oído
llega un eco lastimero,
que resuena lisonjero
en tu mismo corazón,
bien sabes, amada mía,
de dónde sale el suspiro:
es que tus recuerdos miro
y renace mi pasión.

Si como el simoun, que abrasa,
quema un hálito tu frente,
nacido de un beso ardiente
de aquel que te quiere bien,
recógele tú amorosa,
que ese beso se ha escapado
y más que yo afortunado
llega á rozarte la sien.

Si, cual leve mariposa,
tu mente revolotea
tras una confusa idea, 
que no sabes explicar;
si al mismo tiempo recuerdas
hechos de pasados días,
que fueron delicias mías,
es que me vuelves á amar.

Si en sueños miras que en torno
de tu corpórea escultura
de un espíritu figura
(si figura puede ser)
se ven las emanaciones
fugaces del pensamiento
sin forma ó delineamiento
que no los pueden tener;

ese espíritu es el mío,
que del cuerpo se separa
y corre y vuela y no para
hasta llegar junto á tí,
pues como el cuerpo no tiene
con el alma subsistencia,
aquélla busca tu esencia,
que es la vida para mí. 


BRUMA

No es mentido decir ¡ojalá fuera!
que tengo el alma como losa fría,
sin anhelos de amor ni de alegría,
que han sido para mí vana quimera.

He dejado de ser lo que antes era.
Mi corazón no late cual latía.
La realidad venciendo la poesía
terminó mi risueña primavera.

Se fueron mis instantes soñadores
y quedan de mis últimos amores
cartas con un perfume evaporado.

Recuerdos en el fondo de mi alma,
pero paso con ellos vida en calma
y todo es preferible á tal estado. 




TÚ Y YO

Yo he querido añadir á tu belleza
encantos aun mayores
y á tu espíritu dotes de pureza
arrojándole flores.

Me engañaron tu rostro, tus miradas,
tu modo de expresarte
y lloré tus desgracias continuadas
pensando que pudieras malograrte.

Guardabas para mí gratas sonrisas,
para otros desdenes;
pero pagué con creces esas risas
defendiendo virtudes que no tienes.

Como á un ángel te amé con amor puro
creyéndote más buena,
pero hoy mi corazón late inseguro
por tu acción, que mis dichas envenena. 




MEMORIA TRISTE

El tiempo era frío,
muy frío, lo recuerdo,
el día en que mi madre se fué de este mundo
en busca del cielo.

Entonces ¡Dios mío!
estaba pequeño
y no pude medir mi desgracia
cuando el rostro niveo le cubrí de besos.

Vi allí mucha gente
vestida de negro,
que hablaba muy bajo, como si estuviera
un niño durmiendo.

Las luces movidas
al soplo del viento
alumbraban la estancia, en que había
cercanos parientes mascullando rezos.

Vi llegar muy graves
cantando los clérigos, 
y momentos después se quedaba
la casa en silencio.

¡Ay se fué mi madre del ingrato mundo
cuando no apreciaba su cariño inmenso,
cuando no sabía
lo que vale el amparo materno!

¡Maldita mañana
la de aquel invierno
en el que mi madre muriendo dejóme
en el mundo huérfano! 




DECLARACIÓN

Yo soy el paladín de las mujeres:
con delicia contemplo su figura
y hace tiempo buscaba una criatura
tal como eres.

¡Objeto de mi amor y mis placeres
y causa de mi dicha y mi ventura!
pues aspiro á gozar de tu hermosura,
di si me quieres.

Díme, mi vida, si te causo enojos
ó si puedo esperar de tí contento
dulces favores.

Si esas miradas de tus lindos ojos
y esas sonrisas, que me dan aliento,
hablan de amores. 




MI ESPÍRITU

Siento frío en el alma: parece
que ya soy un viejo.
Parece que vivo senil y achacoso,
recordando días que hoy están muy lejos.

Yo aspiro en la vida
á un amor como aquel que hoy no tengo:
un amor de pureza inefable,
pero aquél ha muerto.

Y así vivo sin él vegetando,
como vive el huérfano
á quien sólo el calor de su madre
le tuvo contento. 



DESPECHO

No me mires como me mirabas
en aquellos tiempos dichosos ¿te acuerdas?
No me digas palabras de alecto
que ya te conozco y no he de creerlas.

No voy á reñirte,
ni te pido cuentas;
no se piden razones á un loco
ni amor á coquetas.

Pero sí te diré, recordando
las alegres horas que quizás no vuelvan,
para tí, porque ya te conocen,
para mí, porque no tengo fuerzas,
que un amor como aquél no mereces,
ni hallarás otro igual que te quiera.

No te lo repito porque quiero odiarte
hasta que me muera,
y aborrezco me miren tus ojos
como en tiempos felices ¿te acuerdas? 



CANTARES

I
Como sale el sol y alegra
con su luz al mundo entero,
sobra alegría en la calle
cuando sales de paseo.


II

Cuando yo agonice
vé á mi cabecera:
que si llegan á verte mis ojos
quizás no me muera.


III

Deja que te mire,
deja que te quiera,
que ventura cual la de quererte
no la hay en la tierra. 


IV

Eres como el comerciante
que vende al mejor postor;
por eso á quien fué más rico
le diste tu corazón.


V

Las dos niñas de tus ojos
las quisiera por espejo,
para gustar al mirarme
de las delicias del cielo.


VI

Deja que te bese
una vez siquiera,
que el besar á una joven tan linda
es gloria en la tierra.


VII

No busques comparación,
que no hay una que le cuadre
al cariño de una madre
que nos quiere con pasión. 


VIII

Tengo aquí en el alma
tu nombre grabado
con carácter de fuego y no puede
el tiempo borrarlo.


IX

No me figuré en la vida
que fueras tal como eres:
pones tu amor en la feria,
te lo compran y lo vendes.


X

Cuando me veas en la calle
no me digas nunca «adiós»,
porque saltando de gozo
se romperá el corazón.


XI

Soñé que no me querías
y pensé morir de pena,
que no hay dolor que se iguale
al de que tú no me quieras. 


XII

Eres en cuestión de amores
lo mismo que una veleta,
que según te sopla el aire
así empiezas á dar vueltas.


XIII

El amor de una morena
sabe en este mundo á gloria;
por eso cuando te veo
todo mi ser se trastorna.


XIV

Lástima que tu hermosura
la estés echando á perder
por usar tanta pintura.


XV

Fueron tus promesas
y tus juramentos
cual las hojas ya secas del árbol,
que se lleva el viento. 





RIMA

I

Es de un ángel su rostro,
y su sonrisa alegre
contiene los melódicos acordes
de los cantos celestes.

Ella transforma el rostro al dibujarse
y su boquita mueve
como el capullo al convertirse en rosa
de las hojas del cáliz se desprende.


II

Cuando en mis horas tristes suspirando,
cual relámpago cruzan por mi mente
satánicas imágenes de olvido,
que el corazón no quiere,

me acuerdo de su angélica hermosura,
de su sonrisa alegre 
y de los pies minúsculos
que aquel cuerpo sostienen;

y su amor, que en mí vive con mi esencia,
y sólo con la vida ha de perderse,
se solaza, cual nunca, manteniendo
su imagen en mi mente. 





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